- Fecha de publicación: 30/08/2014.
Visto 188 veces.
- Palabras clave:
Imported.
Durante el año 2011 cuando me
desempeñaba como oficial
de operaciones de la Fragata
“Almirante Blanco Encalada”, el
Comandante del buque, Capitán
de Fragata Ramiro Navajas, en
una llamada general -previo a
un período de entrenamientoenfatizó
una cualidad que cada
hombre debía desarrollar y ésta
tenía relación con la resiliencia.
Fue la primera vez que escuché
esa palabra.
La explicación del Comandante
Navajas fue muy gráfica, mostró
una regla de medir y acto seguido la dobló
tantas veces como pudo, pero esta simple
regla tenía una particularidad especial, nunca
se quebró o sufrió fractura alguna, sino que,
muy por el contrario, volvió a su condición
original.
Con esa simple analogía, pude comprender
que el hombre, tal como esa singular regla,
puede ser capaz de sobreponerse ante alguna
presión externa, problema, dificultad o trauma;
pero sin perjuicio a lo anterior existe en todo
grupo humano personas que no poseen esa
capacidad, siendo necesario fomentarla para
posteriormente desarrollarla.
¿Qué significa resiliencia?
Norman Garmezy (1991), define la resiliencia
como la capacidad para recuperarse y mantener
una conducta adaptativa positiva después
de un evento estresante. Otra definición
semejante es la de Masten (2001), fenómeno
caracterizado por buenos resultados a pesar
de las serias amenazas para la adaptación o
el desarrollo. Otros autores (Wagnild y Young,
1993) señalaron a un individuo resiliente
como aquel que tiene un sano sentido de
REVISMAR 3 /2014 271
cambio, para Luthar (2003) la resiliencia se
refiere a un proceso dinámico que abarca la
adaptación positiva dentro del contexto de
una adversidad significativa, definiendo el
término de resiliencia como la manifestación de
la adaptación positiva a pesar de significativas
adversidades en la vida.
La diversidad de definiciones converge en
la existencia de dos perspectivas teóricas en
el estudio de la resiliencia. Por un lado, están
las aproximaciones que conciben la resiliencia
como un resultado, y por otro, las que la definen
como un proceso.
La perspectiva de la resiliencia como resultado
se basa en las secuelas que muestra la persona
después de haber estado sometida a situaciones
de amenaza y/o adversidad (Rutter, 1990). Pueden
diferenciarse dos formas; la primera observa malas
consecuencias en la conducta o el desarrollo.
Un ejemplo en la adultez, es adoptar conductas
antisociales como pueden ser la criminalidad, el
consumo de drogas, o no lograr mantener redes
sociales y permanecer en aislamiento de la familia.
La segunda categoría o forma, abarca resultados
positivos. Por ejemplo, para los adultos jóvenes
llegar a terminar una carrera, trabajar y establecer
una familia; en la adultez media, conservar el
trabajo y la estabilidad en la familia, con los hijos
y lograr una satisfacción emocional; y en la vejez,
conservar adecuados niveles de funcionamiento,
de salud física y psicológica, así como mantener
relaciones sociales y de apoyo entre otros.
De forma general, los estudios realizados bajo
la perspectiva de la resiliencia como resultado,
buscan individuos que, después de haber sufrido
un evento dañino o adverso, continúan mostrado
conductas y emociones que indican buenos
resultados.
En cuanto a la resiliencia como proceso, se
explora la relación entre los factores de riesgo,
acontecimientos que actúan para intensificar la
reacción de una persona ante la adversidad, y de
protección, mecanismos que actúan para mejorar
la respuesta de un individuo a la adversidad
(hacer más resistente) (Rutter, 1999). Así, los
mecanismos de riesgo y de protección pueden
ejercer su influencia indirecta o directa a través
de la interacción con un entorno determinando,
proporcionando resultados, positivos o negativos.
Dichos factores o recursos son llamados
protectores y amortiguan o eliminan el efecto
de la adversidad.
Los recursos que pueden proteger a las personas
son diversos y muy variados, encontrándose
principalmente en las cualidades y características
de la propia persona, como por ejemplo el sentido
de control personal, la autoestima, la forma que
tienen de enfrentarse y resolver las situaciones
problemáticas, etc.
Un aspecto a considerar, es que la resiliencia
se relaciona con una variable denominada
“personalidad resistente” del individuo. La
personalidad resistente, tiene relación con el
deber que representa comprometerse en todas
las actividades que uno lleva a cabo en las diversas
áreas de la vida, sentirse conectado, tener propósitos
y ser activo; el control, que se refiere a sentirse
capaz para regular lo que pasa en el ambiente,
tener influencia personal en los acontecimientos
que se experimentan en la vida; y, finalmente, el
desafío o reto, que da la bienvenida a los cambios
en lugar de percibirlos como algo perjudicial para el
individuo; así, se tiene la creencia de que el cambio
(y no la estabilidad) es lo habitual, lo importante y
lo necesario en la vida. Se ha encontrado que las
personas con altas puntuaciones en personalidad
resistente afrontan de modo adecuado el estrés,
la enfermedad y a las condiciones adversas de
la vida, además suelen promover estilos de vida
saludable.
Aspectos que potencian la resiliencia
n Control personal
El control personal (control primario o
secundario) ocupa un lugar central para lograr
la adaptación y la resiliencia. Los esfuerzos para
regular el curso de la vida y el ambiente, es
contingente con las conductas que llevarán a
cabo las personas para establecer y modificar sus
metas personales, optimizar sus motivaciones
y recursos emocionales, así como realizar lo
necesario para alcanzarlas (control secundario) y,
finalmente, mantener un control sobre su propio
ambiente (control primario) (Heckhausen, 2001).
El control primario se centra en la cognición
o percepción de en que medida las acciones
de uno afectan a lo que ocurre en el mundo
MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: Resiliencia, cualidad a desarrollar por el hombre de armas
272
externo de uno. El control secundario se centra
en la cognición o percepción de los mecanismos
de control internalizados. Las estrategias de
control secundario a menudo se desarrollan y
se ponen en marcha en respuesta al fracaso o
la incapacidad para ejercer el control primario;
las estrategias secundarias incluyen cambiar el
nivel de aspiraciones de uno, la negación, las
atribuciones egocéntricas o la reinterpretación de
las metas. El control secundario está relacionado
no con la capacidad del individuo para influir en
el mundo externo, sino con su capacidad para
adaptar o acomodar sus propias metas, deseos y
creencias para ajustarse a la situación presente.
Se ha descrito el control secundario como una
forma de acomodación adaptativa.
n Autoeficacia.
La autoeficacia ha sido entendida
tradicionalmente haciendo referencia a un
dominio o una tarea específica. No obstante,
algunos investigadores han conceptualizado un
sentido general de autoeficacia que se refiere
a un sentido amplio y estable de competencia
personal sobre cuán efectiva puede ser la persona
al afrontar una variedad de situaciones estresantes
(Choi, 2004).
La autoeficacia influye en cómo la gente siente,
piensa y actúa. Respecto a los sentimientos, un
bajo sentido de autoeficacia está asociado con
depresión, ansiedad y desamparo. Las creencias
de eficacia influyen en los pensamientos de las
personas, tanto positivos como negativos, en
su grado de optimismo o pesimismo, en los
cursos de acción que ellas eligen para lograr
las metas que se plantean para sí mismas y en
su compromiso con estas metas (Heckhausen,
2001). Un alto sentido de eficacia facilita el
procesamiento de información y el desempeño
cognitivo en distintos contextos, incluyendo la
toma de decisiones y el logro académico.
n Autoestima
La autoestima, es la actitud de la persona
respecto a ella misma, incluye juicios de valor sobre
la competencia de uno mismo y los sentimientos
asociados a esos juicios. Si nos referimos a la
autoestima en términos de autovaloración,
aludimos a algo mucho más intrínseco, más
esencial e incluye la consideración de uno
mismo en cuanto dueño de sus propios actos
y con un sentido de competencia que depende
más de sí mismo que de la adecuación a ideales
autoimpuestos o a las normas externas. La
autoestima que deriva de este proceso de
autovaloración, supone que el sujeto es consciente
de sí mismo, de un yo sobre el que piensa
positivamente. Supone además una aceptación
de ese yo, de sí mismo, de su conducta, de sus
logros o no logros, al margen de criterios externos
o ideales autoimpuestos.
Las personas con alta autoestima poseen un
conocimiento más claro y confiado de ellas mismas,
tanto es así que las personas con mayor autoestima
resisten mejor ante hechos estresantes (Bisconti y
Wallace, 2006). Las personas con mayor autoestima,
muestran mayor conducta adaptativa (mayor
esfuerzo y perseverancia en las tareas), ya que el
valorarse a uno mismo positivamente, la creencia
en las propias posibilidades, es un importante
recurso psicológico de afrontamiento, por lo
tanto, la alta autoestima favorece la vida personal
y profesional; lo que supone que en situaciones
de amenaza o experiencias de fracaso, el sujeto
con alta autoestima tiende a utilizar estrategias
para manejar esas situaciones, estrategias que se
pueden orientar tanto al dominio de la situación
como a la aceptación, evitación o minimización
de la misma.
Actitud es la clave
Los factores que potencian la resiliencia
están enmarcados en un concepto que
permanentemente lo he llamado ACTITUD
POSITIVA.
La actitud positiva no es un movimiento filosófico,
no pretende promover el crecimiento espiritual
ni humano a través de métodos dudosamente
establecidos. No es un ejercicio de autoayuda
ni un método mágico para alcanzar la felicidad.
No pretende ser un abrigo bajo el que arropar
creencias y dogmas de fe. La actitud positiva no
debe ser confundida en ningún caso con una
corriente dogmática que pretende atraer creyentes
ni seguidores, y en ningún caso debe ser entendida
fuera de un riguroso contexto profesional. La actitud
positiva comprende las cualidades y emociones
positivas del ser humano que durante tanto tiempo
han sido ignoradas.
REVISMAR 3 /2014 273
Esta actitud, está formada por las emociones
positivas y el optimismo, que están estrechamente
relacionados con la resiliencia.
Las emociones positivas son estados de ánimo
“que nos hacen sentir bien” y pueden proporcionar
a las personas experiencias subjetivas placenteras
y sensaciones de paz. Un líder que tenga esta
cualidad, logra una organización cognitiva más
abierta, flexible con la habilidad para integrar
distintos tipos de información. El resultado de
esta forma de pensar hace más creativa la solución
de problemas y más acertados y sensatos los
juicios y la toma de decisiones. Siguiendo este
argumento, las emociones positivas tienen gran
importancia en los procesos de adaptación que
buscan alcanzar un equilibrio, ya que facilitan las
relaciones en un equipo de trabajo y favorecen
el bienestar. Además, experimentar emociones
positivas lleva a estados mentales y modos de
comportamiento que de forma indirecta preparan
al individuo para enfrentar con éxito dificultades
y adversidades venideras, una gran cantidad de
emociones positivas pueden potenciar altos
niveles de resiliencia. Las personas resilientes, son
capaces de experimentar emociones positivas en
situaciones estresantes.
Por otra parte el optimismo es una característica
psicológica disposicional que remite a expectativas
positivas y objetivos de futuro, relacionándose
con variables como la perseverancia, el logro, la
salud física y el bienestar. Es considerado como
la tendencia a esperar que el futuro depare
resultados favorables. Se considera como una
dimensión de la personalidad relativamente
estable; que está determinado, en parte, por la
herencia y por experiencias tempranas, pero es
posible en etapas maduras, aprender a visualizar
las cosas de otra manera. El optimismo es una
forma realista de percibir las cosas ya que la
vida tiene múltiples significados que cada cual
va construyendo a lo largo de su existencia, y
colectivamente a lo largo de la historia.
El optimismo es una fortaleza importante que
ayuda a afrontar las adversidades y tiene beneficios
en la salud y el bienestar. El optimismo también
puede actuar como potenciador del bienestar y
la salud en aquellas personas que, sin presentar
trastornos, quieren mejorar su calidad de vida.
Finalmente creo que es imperativo que los
oficiales y gente de mar sean capaces de desarrollar
esta cualidad, llamada resiliencia, ya que será
una herramienta válida para enfrentar el actual
mundo globalizado, altamente competitivo en
donde predominan los cambios y las innovaciones
tecnológicas, constituyendo como factor crítico de
éxito para las organizaciones lograr transformar
equipos de trabajo corrientes en equipos de trabajo
de alto desempeño, flexibles, comprometidos y
con un alto ritmo de adaptación, para aplicar los
avances de la tecnología y desarrollar estrategias
administrativas y operacionales a fin de alcanzar
los resultados esperados en el menor tiempo
posible.
Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-