- Fecha de publicación: 18/10/2016.
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Hubo un tiempo en que Chile, al amparo
de una Marina bien equipada y mejor
utilizada, puso su nombre a la altura de los
principales países del continente americano, y su
apogeo fue durante el gobierno de José Manuel
Balmaceda Fernández, quien “con una profunda
convicción de que el poder naval era para Chile
su salvaguardia, se preocupó de incrementarlo
y hacerlo eficiente.”1
Otro autor señalaría:
“Balmaceda fue un estadista que miró hacia el
porvenir i tuvo el convencimiento que ejercía
gran influencia el poder naval en los destinos
del país, por lo que le dio
todo su apoyo.”2
La Revolución de 1891
es uno de los capítulos
más amargos de nuestra
historia, pero nos deja
importantes lecciones para
evitar aquellas inclinaciones
que nos alejan del bien
común y para procurar la
mayor armonía nacional
que esté a nuestro alcance.
Situación general
A fines del siglo XIX Chile
disfrutaba su condición de
vencedor de la Guerra del
Pacífico y, además, estaba favorecido por la
creciente importancia económica del salitre,
impulsando un ambicioso plan de desarrollo
multisectorial, destacándose la anexión de Isla de
Pascua el 9 de septiembre de 1888, numerosas
obras públicas, con miles de kilómetros de
vías férreas y carreteras, importantes obras
públicas y un gran desarrollo tecnológico, que
nos llevó a ser el primer país latinoamericano
con un sistema telegráfico nacional, que en
1889 alcanzaba los 10.759 km de extensión.
* Capitán de Navío. Oficial de Estado Mayor. Preclaro Colaborador de la Revista de Marina, desde 2012. (groman@armada.cl)
1. Fuenzalida Bade, Rodrigo. La Armada de Chile, desde la Alborada al Sesquicentenario, Tomo III. pp. 885.
2. Langlois Vidal, Luis. (2007). Influencia del Poder Naval en la historia de Chile desde 1810 a 1910. Valparaíso: Imprenta de la Armada. pp. 258.
La política económica de Balmaceda se llevó a la par con el aumento del poderío bélico para
garantizar la paz en la región. En 1890 declaraba ante el Congreso: “Estimo que una de las
mejores garantías de la paz consiste en poseer los medios suficientes para mantenerla.”
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En cuanto a los intereses marítimos, se destaca
la colocación de la primera piedra del dique
seco de Talcahuano, el 15 de diciembre de 1890,
la modernización de los blindados Blanco y
Cochrane, la compra de modernos buques de
combate en Inglaterra y Francia, las labores
hidrográficas en todo el litoral, la creación de
puertos, la subvención de la CSAV, en 1888, para
establecer una línea de vapores hacia el Callao y
Panamá, favoreciendo el desarrollo marítimo (en
1881 la Marina Mercante disponía de 74 buques
contando sólo 21.673 ton,3
en 1886 alcanzaba
173 buques, totalizando 77.285 ton, y en 1888
se llegó a 189 buques sumando 86.412 ton4
)
y la creación de la Escuela de Mecánicos de la
Armada en 1889.
Balmaceda fundamentó la renovación de la
Escuadra con una extraordinaria visión marítima
señalando: “Necesitamos en Chile una escuadra
digna de ese nombre, que nos mantenga en
el puesto de honor y de confianza que hemos
conquistado en el Pacífico. Ningún gobierno
medianamente previsor podrá olvidarse que
nuestro porvenir está en el mar.”5
Por ello resulta
paradojal la ocurrencia de un quiebre institucional
entre el Presidente y el Congreso, estando el
último apoyado por gran parte de la Armada,
cuando la escuadra chilena era la más poderosa
del Pacífico Oriental y la economía nacional
auguraba tiempos de “vacas gordas” como no
los hubo jamás.
La historia testimoniada por apasionados
partidarios de uno u otro bando ha dificultado
un análisis objetivo del conflicto. Sin embargo,
entre los factores más claros y relevantes de
la crisis está la falta de robustez de nuestra
institucionalidad política, que incluía la ambigüedad
de la Constitución de 1833, susceptible de
ser interpretada equívocamente con criterio
presidencialista o parlamentarista, según el
interés. Se suman a ello las prácticas abusivas del
Ejecutivo para imponer el sucesor a la presidencia,
vicio que se arrastraba por largos años.
Otro factor que incitó la Revolución fue la
intervención británica en defensa de sus intereses
económicos en Chile, aspecto significativo si se
considera que el salitre era una de las riquezas
explotadas, casi sin restricciones, por compañías de
la entonces mayor potencia económica y militar.
A lo anterior puede agregarse el temperamento
del Presidente, quien tuvo una actitud hostil
hacia el imperialismo británico.
Aparte de las medidas encaminadas a romper
el monopolio del ferrocarril salitrero, para reducir
el predominio inglés, mediante el cual John
North se había convertido en el “rey del salitre”
en Tarapacá, Balmaceda desvió a Alemania y a
Francia la procedencia de bienes tradicionalmente
adquiridos en Inglaterra, incluidos los buques
de guerra.
El informe confidencial N° 31 del 15 de marzo
de 1888 plantea la aversión de Balmaceda hacia
Inglaterra como sigue:
La preponderancia comercial de Alemania
en Chile que aquí se sugiere, no constituye
por ahora un hecho, pero si es realmente el
deseo del Gobierno chileno hacer de Alemania
preponderante, no cabe duda que podrá
hacer mucho para conseguir tal resultado. El
presente es, infortunadamente, un momento
de gran antipatía hacia Inglaterra.6
En la carta de Kennedy al Foreign Office, del
14 de mayo de 1890, explica que:
Desde que el presidente Balmaceda asumió
el cargo, Chile ha cultivado las más íntimas
relaciones políticas con Alemania, con ventaja
para los negocios y comercio de este país. Pero
en el Congreso se han mostrado señales de
resistencia a las grandes importaciones de
cañones Krupp y de profesores alemanes.
Arturo Alessandri menciona que:
Don Jorge Montt Álvarez mantuvo después
de la guerra del Pacífico estrechas relaciones
de amistad en Valparaíso con la gente de más
alta posición social. Había estado también en
Europa, en donde tuvo serias desavenencias
con el Almirante Latorre que prefirió adquirir
el Capitán Prat para nuestra Armada en
astilleros franceses. Balmaceda se inclinó
por la opinión de Latorre y desairó a Montt,
que sostuvo que el blindado y otros buques
MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: La Marina en la Guerra Civil de 1891
3. Encina-Castedo. (1964). Resumen de la Historia de Chile. Tomo III, 5a Ed. Santiago: Zig-Zag. pp. 1663.
4. Fuenzalida Bade, Rodrigo. Op. cit., pp. 902.
5. Ángulo Budge, Eduardo, et al. (1985). El Poder Naval Chileno, Tomo II. Valparaíso: Ediciones Universitarias de Valparaíso. pp. 458.
6. Ramírez Necochea, Hernán. (1958). Balmaceda y la contrarrevolución de 1891. Santiago: Editorial Universitaria. pp. 160.
60
auxiliares debían construirse en astilleros
ingleses.7
Montt pidió al Gobierno ser relevado de la
comisión a Europa y regresó a Chile. En la adhesión
de Montt a la causa congresista también influyó
el hecho de que, al producirse la crisis política,
el 01 de enero de 1891, éste se encontraba en
disponibilidad por orden del Almirante Juan
Williams Rebolledo, por no haber reprimido más
duramente la huelga de trabajadores portuarios de
Valparaíso el 21 de julio de 1890. Montt encontró
una oportunidad para recuperar su prestigio en
la oferta del Congreso, agenciada por Enrique
Valdés Vergara, quien fuera un laborioso promotor
de la causa anti-balmacedista.
Estudiando el discurso de Balmaceda y su obra
política, apreciamos su lucidez para descubrir las
reales necesidades de Chile y su empuje para llevar
a cabo un ambicioso plan de desarrollo nacional.
Sin embargo, su tenacidad y coherencia con sus
convicciones liberales no estaban acompañadas
de algunas habilidades blandas que le hubieran
permitido negociar menos confrontacionalmente
con sus opositores y ganar tiempo para finalizar
con éxito su mandato.
La crisis política
Entre 1831 y 1871 Chile conservó un estilo
autoritario de gobierno, que se asemejaba
más bien a una Monarquía Electiva,8
dentro
del cual dos corrientes elitistas luchaban por
el poder, la conservadora y la liberal. Algunos
autores denominan “República Autocrática” al
período entre 1830 y 1861 y “República Liberal”
al comprendido entre 1861 y 1891.9
El país demandaba una redefinición de
los roles y competencias del Gobierno y,
consecuentemente, sobrevinieron conflictos
por las llamadas cuestiones teológicas, que
afectaron la potestad de la Iglesia en asuntos
civiles, en las que Balmaceda participó a favor
de la corriente liberal, siendo señalado como “el
campeón de la reforma teológica.”10
Se convirtió en el líder de un grupo liberal y
anticlerical y ganó renombre por primera vez
cuando persuadió a Argentina de que se mantuviese
fuera de la Guerra del Pacífico.11 “Ningún otro
chileno había hecho más que Balmaceda para
asegurar que la victoria en el campo de batalla no
fuera invalidada en la mesa de conferencias.”12
Elegido en 1886, Balmaceda presidió un período
de notable esplendor económico. Financiado por
un fisco de abundantes recursos (los ingresos
subieron de 37 millones de pesos en 1886 a
casi 60 millones de pesos en 1890, gracias a la
floreciente industria del salitre). Creía que el
salitre era una riqueza efímera, y que no podía
ser el fundamento de todas las expectativas del
país, por lo cual propuso chilenizarlo, a la sazón
en manos británicas, y utilizar las ganancias para
construir una infraestructura industrial estatal
a gran escala que le permitiera afrontar una
eventual crisis del salitre.
La política económica de Balmaceda se llevó
a la par con el aumento del poderío bélico para
garantizar la paz en la región. En 1890 declaraba
ante el Congreso: “Estimo que una de las mejores
garantías de la paz consiste en poseer los medios
suficientes para mantenerla.”13
En 1890 el Presidente ya no tenía apoyo
mayoritario en el Congreso, que se negó a aprobar
las leyes periódicas. Esta situación era inaceptable
y caótica para el Ejecutivo, por lo que debió recurrir
al Obispo de Santiago, a través del cual consiguió
aprobar la Ley de Contribuciones y la Ley de
Contingente y Distribución de las FF.AA., pero no
obtuvo la promulgación de la Ley de Presupuestos,
que inmovilizaba su gestión pública.
Ya cerrado el período parlamentario, el 18
de septiembre, sin haberse aprobado la Ley de
Presupuestos, el Presidente debió convocar al
Congreso a sesión extraordinaria, pero no lo hizo.
Comenzó entonces a gobernar por decretos.
Sus adversarios formaban un frente poderoso,
encontrando apoyo en parte importante de la
Armada, que mantenía vínculos con la influyente
colonia británica de Valparaíso (El censo de 1875
7. Alessandri, Arturo. (1950). Revolución de 1891. Santiago: Editorial Nascimento, pp. 185.
8. Eyzaguirre, Jaime. (1975). Fisonomía histórica de Chile. 4ª Edición. Santiago: Editorial Universitaria. pp. 123.
9. Blakemore, Harold. (1977). Gobierno Chileno y Salitre Inglés, 1886 – 1896: Balmaceda y North. Santiago: Andrés Bello. pp. 15.
10.Edwards, Alberto. (2005). La Fronda Aristocrática en Chile, 17ª Edición. Santiago: Editorial Universitaria. pp. 168.
11.Whelan, James. (1993). Desde las cenizas, vida, muerte y transfiguración de la democracia en Chile 1833-1988. Santiago: Zig-Zag, pp. 61.
12.Blakemore, Harold. op. cit. pp. 86.
13.Alessandri, Arturo. op. cit. pp. 164
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registró 4627 británicos en Chile14) y veían a
Balmaceda como una amenaza.
El 1 de enero de 1891, ya sin presupuesto,
Balmaceda declaró que gobernaría al margen de
la Constitución “gastando el dinero necesario y
manteniendo, sin ley, las fuerzas de mar y tierra
necesarias para defender el orden público.”15 El
Congreso lo acusó de burlar la Constitución,16 lo
declaró fuera de la ley y lo depuso. Nombró una
junta encabezada por Jorge Montt, el vicepresidente
del Senado Waldo Silva, y el presidente de la
Cámara de Diputados Ramón Barros Luco, y
consiguió la adhesión de las principales unidades
de la Escuadra en Valparaíso, las que se hicieron
a la mar con destino al puerto de Iquique, que
fue la sede provisional de la junta de gobierno.
Desde allí y aprovechando el control del mar
ejercido por la Escuadra, pudo obtenerse material
bélico moderno, el que sería decisivo para el
desenlace de la guerra. “Con los recursos del
norte, la Junta congresista organizó un fuerte
ejército de 10.000 hombres al mando del general
Estanislao Del Canto.”17
La mayor parte del ejército permaneció leal
a Balmaceda, al igual que algunos fragmentos
menores de la Armada. Los congresistas
controlaban las cuatro provincias del norte,
donde se concentraba la riqueza del salitre. Con
dinero y el apoyo de simpatizantes en el sur,
pudieron desembarcar en Quintero y derrotar a
las fuerzas del gobierno, superiores en cantidad.
El 21 y 28 de agosto, en Concón y Placilla,
respectivamente, la guerra se decidió en favor
de los congresistas. Balmaceda entregó el mando
al General Manuel Baquedano y se refugió en
la Legación Argentina de Santiago, donde se
quitó la vida, justo cuando expiraba su mandato
presidencial.
Los siete meses que duró la revolución registran
episodios muy sangrientos. La guerra civil costó
10.000 vidas18 en un país con sólo 2,5 millones
de habitantes.
Con la muerte de Balmaceda se va a establecer un
régimen conocido como República Parlamentaria,
en que el Congreso gobernó casi sin contrapeso.
Según creía Balmaceda, a contar del 19 de
septiembre de 1891 el nuevo presidente sería
Claudio Vicuña, presidente electo en la zona
balmacedista.19 Sin embargo, con el triunfo militar
del Congreso asumiría la Presidencia Don Jorge
Montt Álvarez, quien, sin la menor ambición
personal por el Gobierno,20 fue presentado como
candidato y elegido el 19 de octubre, venciendo
con la unanimidad de los 255 electores.
Labrousse sostiene que la caída de Balmaceda
fue patrocinada, en gran medida, por los intereses
británicos vinculados al salitre, encabezados por
John Thomas North, quien había adquirido una
posición dominante en la industria chilena. Hace
referencia de un diplomático norteamericano (sin
mencionar su nombre) quien habría afirmado “que
North aportó 100.000 libras a la revolución y que
hasta facilitó buques británicos para transportar
a los voluntarios.“21
Balmaceda escribió su “testamento político”
dirigido a Julio Bañados y a Claudio Vicuña,
en el cual comunica su verdad a las futuras
generaciones. También encargó a Bañados
escribir la historia de los hechos.
Operaciones navales decisivas
Al inicio de la revolución las fuerzas congresistas
agrupaban los blindados Blanco y Cochrane,
la corbeta O’Higgins, el crucero Esmeralda, la
cañonera Magallanes y el Huáscar, capturado
el 7 de enero por el Cochrane.
La Escuadra capturó y armó casi todo lo que
flotaba en nuestras costas, los vapores Aconcagua,
Amazonas, Bío-Bío, Itata, Cachapoal, Copiapó,
Limarí, Maule, Trumao, Ditsmarschen, Cachapoalito,
el vapor Bismarck, los carboneros Isidora Cousiño
y Carlos Roberto, las chatas Huanay y Loa, la barca
Miraflores y el remolcador Minero, que cumplieron
importantes servicios a la causa revolucionaria,
MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: La Marina en la Guerra Civil de 1891
14.Blakemore, Harold. op. cit. pp. 20.
15.Alessandri, Arturo. pp. 170.
16.El Presidente sólo podía ser acusado constitucionalmente seis meses después de dejar el cargo presidencial.
17.Etchepare Jensen, Jaime y Marcelo Jara Román. (1997). Documentos y análisis para el estudio de la historia de chile 1830-1925. Concepción: Universidad de
Concepción. pp. 161.
18.Alessandri, Arturo. op. cit. pp. 176.
19.Vial, Gonzalo. (1983). Historia de Chile (1891-1920), Volumen II. Triunfo y decadencia de la oligarquía. Santiago: Santillana. pp. 12.
20.Edwards, Alberto. op. cit, pp. 189.
21.Labrousse, Alain. (1973). El experimento chileno; ¿Reformismo o revolución?, Barcelona-México: Grijalbo. pp. 39.
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entre otros, cargando bastimentos y carbón para
el sostenimiento de las operaciones.
El Presidente sólo contaba con las cinco
torpederas en sus varaderos de Valparaíso, pero
el tiempo corría a su favor, pues los cruceros
Errázuriz, Pinto y el blindado Prat estaban en
construcción en Europa, la corbeta Abtao regresaba
del Mediterráneo y pronto arribarían los nuevos
cazatorpederos Condell y Lynch, lo que ocurrió
el 21 de marzo. Para sus operaciones requisó a
la CSAV los vapores Imperial y Maipo (que pronto
también se entregaría a la Escuadra), y arrendó
el vapor Luis Cousiño a la Compañía Carbonífera
de Lota.22
El 16 de enero, el Blanco Encalada fue bombardeado
y averiado por los fuertes de Valparaíso, sufriendo
seis bajas y debiendo zarpar bajo amenaza. Las
fuerzas congresistas se desplazaron al norte,
logrando la adhesión de diversos puertos. El 6 de
febrero se libró exitosamente una operación de
desembarco en Pisagua, mientras la Magallanes
y el Cochrane efectuaron el fuego de apoyo naval
contra las posiciones defensivas gobiernistas.
El 17 de febrero, por iniciativa del comandante
del Blanco Encalada, capitán de navío Luis
Alberto Goñi Simpson, las fuerzas congresistas
ocuparon la descuidada Guarnición de Iquique,
nombrándose Comandante General de Armas al
capitán de corbeta Vicente Merino Jarpa, quien
defendió heroicamente la plaza en el Combate de
la Aduana de Iquique, iniciado el 19 de febrero.
La capitulación de las fuerzas gobiernistas fue
agenciada por el contraalmirante Charles Frederick
Hotham a bordo del buque inglés Warspite (que
seguía muy de cerca el conflicto atendiendo los
intereses de la corona británica), quien propuso
un armisticio hasta mediodía del día 20 de
febrero, fecha en que Iquique se convirtió en
la capital congresista, desde donde se dirigiría
la conquista de las provincias de Tacna, Arica,
Tarapacá, Antofagasta y Atacama y, finalmente,
el golpe decisivo sobre la zona central.
La medianoche del 7 al 8 de marzo, la tripulación
del transporte Maipo, de la CSAV, mientras
embarcaba material de guerra en Valparaíso
se amotinó y se plegó al bando del Congreso,
n Blindado Blanco Encalada.
22.http://www.armada.cl/armada/site/tax/port/all/taxport_2_3_55_1.html
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El hundimiento del blindado Blanco Encalada
en Caldera, la madrugada del 23 de abril, fue
un hito histórico universal, por ser la primera
vez que un torpedo autopropulsado lanzado
desde un buque hundía un blindado. El torpedo
Whitehead fue lanzado por el cazatorpedero
Lynch, al mando del capitán de corbeta Alberto
Fuentes, que atacó sorpresivamente junto al
cazatorpedero Condell, al mando del capitán
de corbeta Carlos Moraga Suzarte. Un efímero
optimismo produjo este episodio en la mente
de Balmaceda, pero pronto se evidenciaría el
incomparable poder naval de las fuerzas del
Congreso.
El ejército gobiernista, sumaba unos 30.000
hombres, pero estaban dispersos y mal armados.
Por su parte, el ejército congresista se fortaleció
en el norte, llegando a contar con unos 9.000
hombres, armados con modernos fusiles
Mannlicher. Ya decididos a dar el golpe decisivo,
los congresistas desembarcaron en Quintero el
20 de agosto, sin oposición, derrotando al día
siguiente en Concón a las tropas presidenciales
que los esperaban al cruzar el río Aconcagua.
Resultaron, entre muertos y heridos, unos 2.600
hombres; dos tercios eran presidencialistas.
El 28 de agosto se definió la derrota definitiva
de Balmaceda en Placilla, lo que facilitó el camino
de los congresistas al poder.
Conclusiones
A pesar de la notable contribución de Balmaceda
al desarrollo marítimo de Chile, parte importante
de la Armada fue arrastrada por las circunstancias
contra el Presidente y en apoyo del Congreso,
gestándose una aguda crisis política y la guerra
civil más sangrienta que ha sufrido el país. “La
Revolución no fue el derrumbe de un hombre,
sino la crisis de todo un sistema.”23
Ese Poder Naval que tanto valoraba Balmaceda,
resultó esencial para el triunfo del Congreso,
dando cuenta de la lucidez del estadista.
El tiempo ha hecho justicia a la obra
de Balmaceda, a quien se le ha reconocido
póstumamente sus sinceros y valiosos planes
de progreso nacional.
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