Por BENJAMÍN RIQUELME OYARZÚN
Es innegable la transición hacia un nuevo orden mundial. La tecnología apalanca avances en todas las áreas, incluido defensa, cuyas industrias se encuentran en una carrera por desarrollar nuevas armas y producir más municiones, de acuerdo con las experiencias de la guerra en Ucrania, el conflicto de Israel y las amenazas que representan actores como Irán y Yemen. Estos cambios exigen a las Fuerzas Armadas, aceptar la necesidad de adaptarse al nuevo entorno tecnológico y geopolítico.
Antecedentes
El efecto de la Reina Roja es una hipótesis que se refiere a la necesidad que tienen los organismos de evolucionar para adaptarse constantemente a los cambios que se producen continuamente en el entorno, para lo cual, se ven obligados a desarrollar nuevos rasgos y capacidades que aseguren su supervivencia. El concepto es creado por el matemático Lewis Carroll, quien lo expuso en el libro Alicia a través del espejo -continuación de Alicia en el país de las maravillas-, cuando la Reina de Corazones -Reina Roja- le menciona a Alicia que, en su mundo, “…hace falta correr todo cuanto pueda para permanecer en el mismo sitio. Si quiere llegar a otra parte hay que correr por lo menos dos veces más rápido”. Posteriormente, a contar de 1973, el efecto de la Reina Roja comenzó a ser usado por el biólogo evolutivo Leigh Van Valen, al explicar el continuo esfuerzo de cada organismo por luchar por su supervivencia y que esta competencia impulsa la evolución. La popularidad del efecto de la Reina Roja aumentó, llegando a ser utilizado en los negocios, marketing, empresas tecnológicas y otros.
Resulta indiscutible la periódica adaptación del sector defensa a los avances tecnológicos y a la irrupción de nuevas amenazas. Desde tiempos pretéritos la aparición de nuevas armas ha forzado a los estrategas a buscar cómo contrarrestarlas, copiarlas y/o crear una mejor. Un punto de quiebre, sin duda, lo marcó las armas de fuego, posteriormente y en grados diferentes de incidencia han sido las ametralladoras, los tanques, los aviones, los submarinos, los misiles y los ciberataques. La diferencia entre el pasado y la actualidad es la velocidad de los desarrollos tecnológicos, junto con la globalización. Esta última, gracias a la red de interconexión financiera, comercial y comunicacional que cubre a casi la totalidad de los países, hace que los eventos acaecidos en un extremo del planeta se expandan al resto de las naciones, afectándolas en mayor o menor grado. Por otro lado, se tiene la variable tiempo, porque hasta aproximadamente el siglo XIX los ejércitos tenían decenios para adaptarse a las innovaciones armamentísticas y, también, pasaban años hasta que surgiera algún artefacto bélico que cambiara el equilibrio militar. Es dable mencionar, que a contar del siglo XX los avances tecnológicos iniciaron un incremento cada vez más rápido y complejo, llegando a superar la capacidad y velocidad de adaptación de las Fuerzas Armadas y el aparataje industrial.
El efecto de la Reina Roja
Los cambios en las organizaciones no son cómodos ni rápidos. Los líderes, aquellos llamados a ser los generadores de las transformaciones deben vencer varios obstáculos. Las Fuerzas Armadas no están ajenas a las dificultades y cuestionamientos que implica realizar modificaciones a su manera de ver y planificar la guerra.
A lo largo de la historia, ha ido quedando en evidencia que durante las guerras surgen innovaciones y desarrollos disruptivos, que posteriormente son aprovechados por la sociedad civil. Sin embargo, esto no significa que las nuevas creaciones hayan sido rápidamente aceptadas y aprovechadas al máximo. Tal como el historiador británico Geoffrey Regan lo detalla en su libro “Historia de la incompetencia militar”. De igual forma, los veloces y permanentes avances tecnológicos que caracteriza este siglo XXI, llevados a cabo principalmente por empresas civiles, y que tienen uso militar, complejizan aún más su adopción por parte de las Fuerzas Armadas, en parte influenciados por factores humanos, como la reticencia al cambio y otros elementos que, son explicados por el psicólogo militar Norman Dixon en el libro “Sobre la psicología de la incompetencia militar”, en el cual se menciona a grandes rasgos que, los estrategas incorporan en su razonamiento los prejuicios, dan mayor valor a las ideas previas y a lo visto en la última batalla, quedando los ejércitos a merced de la sorpresa que el enemigo pudiera ocasionar, por alguna nueva tecnología o doctrina de combate.
La voz de la experiencia
Un grado de validez no menor, por su experiencia en el conflicto contra la confederación Rusa, se le puede asignar al ex comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, el general Valerii Zaluzhniy, quien escribió el ensayo “On the modern design of military operations in the ruso-ukrainian war: in the fight for the initiative"1. Entre otras cosas, el general Zaluzhniy señala que la principal tarea de los militares es “averiguar a tiempo las exigencias que plantea la guerra relacionada con el desarrollo del progreso tecnológico y, como resultado, el rápido desarrollo de las armas y los equipos, la situación política tanto en el mundo como en el propio estado, la situación económica, etc.”. De sus palabras, se extrae que el desarrollo de nuevos sistemas de armas es una forzosa razón para cambiar las formas y métodos de empleo de las fuerzas y modificar la estrategia. Lo anterior, traería aparejada una constante revisión de las capacidades existentes y su comparación con las posibles amenazas, para prontamente crear un nuevo diseño de operaciones que elimine o disminuya la brecha.
La guerra en Ucrania ha dejado como precedente la potencialidad de los sistemas no tripulados, puesto que las nuevas formas y métodos de su uso están influyendo o deberían influir, en la estructura de las Fuerzas Armadas y el diseño de la guerra. Sin embargo, el empleo efectivo de los UAV -Vehículo Aéreo no Tripulado- y UCAV -Vehículo Aéreo de Combate no Tripulado-, fue vislumbrado con anterioridad en el conflicto armenio – azerí por la disputa de las zonas de Nagorno Karabaj el año 2020. Cabe señalar, que en la primera guerra entre Azerbaiyán y Armenia -1988 a 1994-, luego de los triunfos armenios vino un alto al fuego acordado en 1994 bajo el auspicio de Rusia, pero entre los dos países continuaron los combates, hasta que el 27 de septiembre de 2020, Armenia lanzó ataques a gran escala sobre el ejército azerí desplegado en la frontera. Después de seis semanas de combates, se reconoce como vencedor a Azerbaiyán. La ventaja de este último fue el dominio aéreo mediante el uso de los UCAV -Bayraktar TB-2 y la conversión a dron de los aviones Antonov An-2-. Por su parte, el director de la Organización de Defensa de Misiles de Israel, Uzi Rubin, sintetizó la guerra como el primer conflicto postmoderno en el que los aviones no tripulados abrumaron a una fuerza terrestre convencional, con el efecto de reducirla “hasta el punto de la impotencia y allanando el camino para que las fuerzas terrestres azeríes entraran en acción"2.
Otro ejemplo de adaptación a considerar es el de Estonia. Este país sufrió el año 2007 un gran ataque cibernético por parte de la Federación Rusa, que afectó su infraestructura crítica, paralizando fábricas, servicios de suministro de agua y electricidad, el sistema bancario, aeropuertos, centros de educación superior, bases militares, plataformas del gobierno y del parlamento, y otros servicios vitales. Esta situación, por la gravedad de los efectos tendría que ser asumida como un preámbulo de lo que vendrá en una futura guerra, tal como lo hizo Estonia. Su reacción al ataque es caso de estudio, ya que invirtió en un desarrollo sin precedentes en ciberdefensa y ciberinteligencia, que incluso, motivó a que se instalara en el país el Comando de Ciberseguridad de la OTAN, aprovechando la especialización del capital humano, la infraestructura y el know-how.
Las amenazas modernas, que se encontraban en un aparente estado de letargo, fueron activadas por la guerra ruso-ucraniana, al punto que la OTAN publicó a mediados del año 2022 su nuevo concepto estratégico3. Este documento debería servir para identificar y reafirmar las amenazas y transformaciones de los próximos conflictos, objeto prever las futuras capacidades y preparación de las fuerzas. En convergencia con el párrafo anterior, se tiene que para la OTAN el ciberespacio es objeto de disputa constante y que es utilizado por actores antagónicos que “pretenden degradar nuestra infraestructura crítica interferir en nuestros servicios públicos, extraer inteligencia, sustraer propiedad intelectual y obstaculizar nuestras actividades militares”. Asimismo, se describe que hay protagonistas opuestos a la OTAN y sus socios, que para agredirlos utilizan medios convencionales, cibernéticos e híbridos, llegando a promover campañas de desinformación, instrumentalización de la migración, manipulación del suministro energético, uso de tecnología restringir el acceso al espacio y empleo de medidas económicas coercitivas, por lo tanto, las fuerzas deben estar preparadas para el combate multidominio. Por último, se advierte que las tecnologías emergentes están alterando la naturaleza de los conflictos, adquiriendo una mayor importancia estratégica, afirmándose que “La primacía tecnológica influye cada vez más en el éxito en el campo de batalla”.
Inhibidores del cambio
A pesar de los argumentos empíricos que demuestran y sustentan la importancia del cambio, existen factores que ralentizan los procesos de adaptación de las organizaciones a las nuevas realidades del entorno.
La naturaleza humana se ubica en el primer lugar. Por un lado, los seres humanos tienen una racionalidad vulnerable a varios estímulos. Entonces, el tomador de decisiones es vulnerable a que su atención, percepción, memoria y pensamiento puedan ser distorsionados o influidos por la emoción y la motivación -factible de ser creadas por el oponente-. Incluso, no hay que desechar la posibilidad que tenga criterios inadecuados, al darle mayor importancia a la aprobación social, a la pérdida de autoestima o el miedo de molestar a un superior, que a consideraciones más racionales4. Y por el otro lado, la intrínseca búsqueda de certidumbre que lleva a las personas a confiar en la tradición y vivencias puede derivar en mantenerse aferrado a ello, convirtiéndose esta actitud en un riesgo, porque en palabras del general Carl Von Clausewitz, la guerra es el reino de la incertidumbre. Por consiguiente, el llevar a cabo una acción militar conforme a una táctica tradicional, ceñirse a un dogma y a la historia, significa combatir con una idea previa que ya haya sido estudiada por el enemigo. Por tal motivo, se requiere que los estrategas tengan una capacidad de asimilar la permanente transformación tecnológica y su aplicabilidad en el campo de batalla.
En estrecha relación con lo anterior, se encuentra el enquistamiento mental de ideas como si fueran verdades absolutas. La atenuante, es que la sociedad, en su mayoría, está expuesta a flujos de información y propaganda, cuyo objetivo es ir creando una realidad -ingeniería social-. En el campo militar, una creencia comúnmente aceptada, es la referida a que solamente bastaría con el poder aéreo para lograr efectos decisivos y estratégicos que lleven a una victoria militar. Esta visión se originó por los impactantes bombardeos de las fuerzas aéreas de Estados Unidos y sus aliados contra en los ejércitos e instalaciones de Irak, durante las guerras de los años 1991 y 2003. Para el coronel de la USAF Mike Pietrucha, luego de un detallado análisis de diversas guerras, concluye que hay pruebas significativas que demuestran que la teoría mencionada es imposible de realizar sin (quizás) el uso de armas nucleares. Y agrega taxativamente que “Si se permite que la teoría del poder aéreo moderno se base en promesas no probadas de una victoria rápida, exacerbará el desarrollo y el entrenamiento de una fuerza ya desequilibrada y sesgará los conceptos de empleo hacia lo fantasioso "5.
A mayor abundamiento, se trae a colación la idea que la Federación Rusa quiere conquistar Europa, prácticamente que pretende llegar hasta Lisboa. No obstante, su lenta y entrampada Operación Militar Especial en Ucrania, demuestra que Rusia no dispone de los recursos demográficos y militares para expandirse hacia el oeste. Emmanuel Todd aclara que la amenaza rusa es una fantasía, porque basta con ver que la guerra se lleva mayoritariamente en territorio de Donbass, cuya principal ciudad, Donetsk, está a 100 kilómetros de la frontera de Rusia, siendo que la mayoría de las principales ciudades y capitales de países europeos se encuentran a miles de kilómetros de Moscú. En consecuencia, afirma que “Rusia lucha en su frontera. Una lectura no apriorística del mapa confirma que, como aseguran sus dirigentes, está librando una guerra defensiva contra un mundo occidental ofensivo "6.
La teoría de sistemas también entrega su aporte con la entropía -desorden o desorganización inherente a todo sistema-. Entre sus postulados se tiene en primer lugar que, todo sistema pasa de un estado menos probable -orden- a otro más probable -desorden, desgaste-. En segundo lugar, todo proceso humano implica la utilización de energía, entiéndase desde lo básico como una persona que necesita aire, alimento, agua, etc., hasta sistemas más complejos, por ejemplo, una empresa que requiere ingreso de capital, de ideas innovadoras y de capital humano, entre otros. Consecuentemente, los sistemas cerrados al no tener la capacidad por sí mismos de importar “energía”, tienden a desaparecer. En cambio, los sistemas abiertos que permiten el ingreso de “energía” evitan el desgaste del sistema a través de la interacción con su entorno7.
Al respecto, se concluye que los grupos humanos necesitan estar abiertos a nuevas ideas, visiones de la realidad, tecnologías y conocimientos, que pongan a prueba los paradigmas establecidos, cimienten un desarrollo constante y saquen lo mejor de todo -ecléctico-. De lo contrario, al predominar un sistema cerrado -doctrina, pensamiento único o algo similar-, esa sociedad sufrirá una depreciación intelectual y material al mantener sus creencias en una especie de bucle, cometiendo repetitivamente errores similares, los que quedarán en evidencia cuando tenga que enfrentarse a otra sociedad que tenga nuevas tecnologías, estrategias e ideas, con el agravante que esos insumos o “energía” también estaban a su alcance, pero las desechó, tal vez, influenciada por la reticencia a salir de la zona de confort y poco entusiasmo para entender lo nuevo. Aquí juegan un rol importante los líderes que guían a la sociedad u organización, debiendo ellos escuchar también a aquellos que cuestionan, preguntan y disienten, dando espacio para el proceso dialéctico -tesis, antítesis y síntesis-8.
Por último, pasando a algo más material, se identifica como otro inhibidor de cambio lo prolongado y caro de los proyectos en ejecución. Desde la etapa de perfil hasta la ejecución de un proyecto, como puede ser la fabricación o adquisición de un sistema de armas complejo -construcción de una fragata o compra de aviones caza-, pasan varios años, en los cuales se afinan al máximo las especificaciones técnicas, se producen pagos por montos considerables y se asumen compromisos políticos, económicos y estratégicos. Por tales motivos, resulta casi imposible realizar cambios en los proyectos -término anticipado o modificaciones estructurales al activo físico- con la finalidad de ajustar las capacidades de defensa a aquellas nuevas amenazas que surgen.
Corolario
Este artículo pretende llamar a la reflexión, porque en la guerra, al igual que en la teoría evolutiva, prevalece quien mejor se adapta. La historia empíricamente lo demuestra. En la II Guerra Mundial, luego de la dificultosa retirada de Dunkerque los aliados se percataron que fueron presa del “pensamiento rígido, exceso de confianza basada en una patética fe en el valor de formas anticuadas de hacer la guerra, y la negativa a aceptar la posibilidad de que las intenciones del enemigo puedan ir más allá de lo que los profetas de salón imaginan"9. Actualmente, aquellos que están viviendo la guerra avisan sobre la necesidad de cambio, como el general Valerii Zaluzhnyi que comparte su experiencia al decir que “Esta guerra no se puede ganar con las armas de la generación pasada y métodos anticuados "10. En definitiva, la próxima guerra requerirá de una estrategia completamente nueva, ya que los desarrollos tecnológicos están sacando a varios países de su actual doctrina de defensa.
Bibliografía
Libros
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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