- Fecha de publicación: 18/10/2016.
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Al visitar la sala “Prat” del Museo Marítimo
Nacional, puede observarse que existen
dos espadas pertenecientes al guardiamarina
Ernesto Riquelme, una de ellas aparece como
perteneciente a él y la otra como que se le ha
atribuido esa condición.
Ernesto Riquelme contaba con 27 años en el
Combate Naval de Iquique, había hecho sus estudios
en el Instituto Nacional, graduándose de bachiller
en 1870, abandonando su aprendizaje de derecho
para ingresar a la Escuela Naval el 14 de abril de
1874, la cual funcionaba en la corbeta Esmeralda,
egresando el 18 de noviembre de 1876.1
Desde su entrada a la Escuela Naval hasta su
egreso, fue compañero de curso de Vicente Zegers
Recasens, diez años menor que él.2
Una vez egresados ambos fueron
transbordados al blindado Almirante Cochrane,
el cual zarpaba de regreso al astillero Earle’s
Shipbuilding & Engineering Co., en la localidad
de Hull, Yorkshire, Gran Bretaña, para terminar
su construcción, pues esta nave había tenido
que zarpar inconclusa en 1874,3
debido a la
crítica situación internacional que vivía Chile
con motivo de las pretensiones territoriales
argentinas y los problemas que creaba Bolivia
en su avance hacia el océano Pacífico con el
apoyo del Perú. La navegación y la estadía
en el viejo mundo constituirían el viaje de
instrucción de los nuevos guardiamarinas.
Durante el viaje compartían camarote cuatro
guardiamarinas: Ernesto Riquelme, Vicente Zegers,
Recaredo Amengual y Vicente Merino Jarpa.
Cuando se encontraban en Gran Bretaña,
decidieron los cuatro mandar a confeccionar
espadas que llevaran en la hoja la inscripción
“Esmeralda”, que correspondía al buque donde
todos ellos habían hecho su instrucción, el lema
“Gloria Victoria”, que correspondía al de esa nave
y el nombre de cada uno de ellos.
* Ingeniero Constructor Naval, T2° (R.), Historiador e investigador, miembro de número de la Academia de Historia Naval y Marítima de Chile. Preclaro Colaborador
de la Revista de Marina desde 2012. (germanbravov@gmail.com).
1. Museo Naval y Marítimo de Valparaíso. 2004. La Dotación Inmortal 21 de mayo de 1879. Valparaíso: Museo Naval y Marítimo de Valparaíso. p. 196.
2. Ibídem. p. 230.
3. Piero Catagneto y Diego Lascano. 2011. Buques de Guerra Chilenos. RIL Editores 2011, p. 88.
¿Por qué existen dos espadas del guardiamarina Ernesto Riquelme, y cómo una de ellas
llegó a la cubierta del Huáscar?
REVISMAR 4 /2016 51
A su regreso a Chile, Riquelme se retiró de la
Armada, conservando su nueva espada, y se
radicó en Santiago, pero al estallar la guerra en
1879, solicitó de inmediato su reincorporación.
Aquí le perdemos la pista a la espada que
Riquelme había recibido en su graduación,
pero al parecer la regaló a sus padres, o bien
la vendió, la cual fue recuperada por el museo
naval y corresponde a la que se indica como
perteneciente a él con seguridad.
Muchos años más tarde, Vicente Zegers, ya como
capitán de navío, desempeñándose como agregado
naval de nuestro país en Lima, entabló una gran
amistad con el ministro plenipotenciario brasileño
en la capital del Rimac, y como éste se retiraba del
cuerpo diplomático le regaló los uniformes que
utilizaban los diplomáticos en la época y le hizo
entrega de una espada chilena, que le habían
vendido, haciéndole presente que era la que llevaba
en su mano el teniente Ignacio Serrano al saltar al
abordaje del Huáscar, el 21 de mayo de 1879 en
Iquique, de acuerdo a lo que le habían asegurado
personas que consideraba confiables.
Al recibirla, Zegers se llevó una sorpresa
mayúscula, pues leyó y reconoció la inscripción
con que habían grabado las cuatro espadas en
Inglaterra y el nombre de su compañero Ernesto
Riquelme, lo que era extraño, pues él había muerto
en la Esmeralda y no parecía posible que hubiera
quedado su espada en algún lugar desde donde
pudiera haberse rescatado.
Entonces recordó la historia.
Al tocarse zafarrancho de combate en la
madrugada del 21 de mayo de 1879 en la Esmeralda,
los tripulantes saltaron de sus literas, vistiéndose
apresuradamente y los guardiamarinas Ernesto
Riquelme y Vicente Zegers, que compartían
camarote, tomó cada uno una espada, las que se
encontraban juntas en una especie de paragüero
y salieron a cubierta.
Riquelme llegó a cubrir su puesto, a cargo de
los cuatro cañones de popa, donde al final del
combate encontraría la muerte al hundirse el
glorioso buque y efectuar el último disparo del
magno holocausto de ese día y Zegers como
jefe de la guardia de bandera y contacto entre
el comandante y la máquina de la corbeta.
Cuando Arturo Prat, saltó al abordaje del Huáscar
al primer espolonazo del monitor peruano y lo vio
morir en su cubierta, el teniente Ignacio Serrano
corría como un loco preparando a su gente para
seguirlo cuando el buque peruano diera la segunda
embestida y al ver al guardiamarina Vicente Zegers le
dijo: “Señor Zegers, baje a mi camarote rápidamente
y traiga mi espada que no alcancé a tomarla en la
mañana, pero mientras tanto páseme la suya.”
De acuerdo a las ordenanzas navales, los oficiales
debían luchar con tenida de parada y espada.
El guardiamarina Zegers bajó al camarote de
Serrano y cuando se encontraba en él, sintió
el inmenso golpe producido por el segundo
espolonazo y salió a cubierta en el momento
que alcanzó a ver a Serrano saltando sobre el
Huáscar con la espada en mano.
Al tomar las espadas esa mañana, con el apuro,
Riquelme y él las habían cogido cambiadas,
por lo que la que llevaba durante el combate
y que le entregó al teniente Serrano, mientras
bajaba al camarote a buscar la suya, era la del
guardiamarina Ernesto Riquelme, mientras que
la que éste llevaba, pertenecía a Zegers, y fue la
que se hundió con él.
Ignacio Serrano saltó al abordaje blandiendo
la espada de Riquelme, la que alguien recogió
en el Huáscar y años después fue vendida al
ministro plenipotenciario brasileño.
Hace no muchos años, fue ofrecida en venta
al Museo Naval de Valparaíso una espada que,
se decía, habría correspondido al guardiamarina
Ernesto Riquelme en el épico combate naval del
21 de mayo de 1879 en la rada de Iquique, pero
en dicho museo ya existía otra, correspondiente
a las que entregaba la Armada a sus nuevos
oficiales al egresar al servicio.
De las averiguaciones realizadas se conoció la
historia y la Comandancia en Jefe de la Armada
ordenó adquirirla y es la segunda espada de
Riquelme en la sala Prat del Museo Marítimo
Nacional
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