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Mi experiencia acerca de la fe. Réplica

  • PABLO MÜLLER CONTRERAS

Por PABLO MÜLLER CONTRERAS

  • Fecha de recepción: 30/09/2024
  • Fecha de publicación: 28/02/2025. Visto 158 veces.
  • Resumen:

    Jorge Lührs Berger escribió el 2021 el artículo “Mi experiencia acerca de la fe” (www.revistamarina.cl – 13 de mayo de 2021), en el que expone su visión sobre esta personal dimensión de la existencia humana, señalando las razones por las que ha ido paulatinamente perdiendo la fe que alguna vez tuvo. Esta “réplica” está hecha por quien, al revés de la experiencia de Lührs, ha ido incrementando su fe.

  • Palabras clave: conciencia marítima, Fe, experiencia, normas, oración.
  • Abstract:

    In the May 2021 edition of this journal, Jorge Lührs wrote an article titled “My experience about faith” in which he explains his vision about this intimate dimension of human existence, pointing out the reasons why he has been gradually losing the faith he once had. This response is made by someone who, contrary to Lührs’ experience, has been increasing his own faith.

  • Keywords: situational conscience, Faith, experience, norms, prayer.

Un gran amigo me recomendó leer y contestar el artículo “Mi experiencia acerca de la fe”, de Jorge Lührs Berger, publicado en la Revista de Marina en 2021. Lo leí con gran atención porque, a diferencia de su caso, mi experiencia ha ido desde prácticamente no tener fe, a tener hoy una que me hace difícil entender a quienes no la tienen. En efecto, no tuve una formación religiosa: no fui a colegios religiosos y, como muchos seres humanos, he tenido sobradas razones para creer que Dios no existe. Sin embargo, debo reconocer que hay algo que quizás me diferencia de Jorge ya que siento que, en algún momento de mi vida – probablemente en mi infancia –, Dios se acercó sutilmente a golpear la puerta de mi vida y lo dejé entrar.

No tengo recuerdos de haber ido a misa con mis padres, salvo en Navidad, pero más como un acto social que como una devoción genuina. A tal punto llegó mi falta de formación en ese sentido, que no hice la Primera Comunión como cualquier niño, sino que tuvieron que pasar muchos años para cumplir con ese sacramento. No obstante, recuerdo que desde la pubertad empecé a conversar con Dios en las noches, de manera breve sin que ello significara ningún compromiso con la Iglesia. Una vez ingresado a la Escuela Naval, desaproveché totalmente la posibilidad de conocer más sobre la fe yendo por ejemplo al Mes de María y tampoco acudí a satisfacer alguna inquietud en este sentido con el capellán Enrique Pascal.

El cambio en este aspecto de mi vida se empezó a producir cuando conocí a quien es hoy mi esposa. Pololeamos por carta los dos años de embarco de subteniente en el PP “Lientur”, que tenía base en Punta Arenas y que, dada la época (1982-83), implicaba severas restricciones para comunicarnos. Mi actitud un tanto rebelde frente a la Iglesia fue advertida por quien fuera mi primer comandante en ese buque quien le solicitó al capellán naval que hablara conmigo; en efecto, tuvimos una agradable conversación pero que “no movió mucho la aguja”. Cuando a mi regreso y después de casi un año le propuse a mi polola que nos casáramos, conociendo ella mi falta de compromiso religioso, me planteó que esto implicaba comulgar (para mí por primera vez) y que en consecuencia debía confesarme, algo que jamás, en mis entonces 25 años de vida, había hecho. No diré que entré en pánico, pero fue algo parecido: reconocer mis pecados frente a un sacerdote por supuesto me generaba una gran vergüenza y atentaba contra mi orgullo; aceptar que era débil, arrepentirme y comprometerme a mejorar no conversaban con la soberbia propia de un joven de esa edad. Sin embargo, considerando su solicitud, lo hice y pude comprobar la gran paz que ese acto me dio y que el sacerdote es solo un intermediario a través del cual recibimos la infinita misericordia de Dios. Por supuesto en la Iglesia, salvo la novia, nadie supo que yo recibí ese día dos sacramentos por primera vez:, la comunión y el matrimonio. Al cabo de algunos años los dos recibimos simultáneamente el sacramento de la confirmación. Hoy, habiendo transcurrido casi 40 años juntos, con varios hijos y nietos, tenemos la firme convicción de cuánto ayuda estar cerca de Dios para disfrutar la vida en familia, la naturaleza, los amigos, etc. y, lo más importante, tener un apoyo cuando vienen los inevitables momentos de dificultad, para darle un sentido al dolor.

Defensa doctrinal y teológica

La fe como limitante del libre pensamiento: Jorge Lührs afirma que “la fe, ha logrado sesgar y coartar el libre pensamiento de una gran cantidad de creyentes”. Sin embargo, para quienes tenemos fe, nos parece que, muy por el contrario, esta nos permite entender mejor la creación y a su protagonista, el Hombre. Las principales preguntas que en virtud de ese pensamiento nos hacemos pueden ser ¿cuál es el propósito de la vida?; ¿por qué existe el mal?; ¿qué es el amor?; ¿por qué somos capaces de morir por otros?; ¿somos realmente libres?, etc. La fe no impone, sino que ayuda a pensar y a discernir porque entrega a nuestra consideración un análisis que otros han hecho, ya que nuestra limitada vida terrenal nos impediría partir desde cero.

Normas y dogmas: Prosigue Jorge diciendo que la Iglesia reserva la entrada al Cielo solo a quienes cumplen ciertas normas y reconozcan ciertos dogmas. En este sentido hay que entender que el ser humano necesita normas y que no tenerlas conduce inevitablemente a un caos que termina en un fracaso. Sin embargo, las “normas” de Dios que promueve la Iglesia se condensan en dos, tal como lo expresó Jesucristo: amar a Dios y amar al prójimo. ¿Son ellas despreciables; coartan nuestra libertad? Yo creo que no. Y respecto a los dogmas, por supuesto que los hay, pero son bastante menos de lo que se pudiera pensar. Por ejemplo, el hecho de que en Jesucristo hay una sola persona y dos naturalezas (la humana y la divina); la Santísima Trinidad, muy difícil de comprender, al punto que la historia cuenta que San Agustín, doctor de la Iglesia, cuando trataba de descifrarlo, vio a un niño llenando un hoyo en la arena con el agua del mar y le preguntó por qué lo hacía, a lo que el niño respondió que intentaba vaciar toda el agua del mar en el agujero. Al escucharlo, el santo dijo al niño que aquello era imposible, a lo que éste respondió que, si aquello era imposible, más imposible aún era tratar de descifrar el misterio de la Trinidad. ¿Son estos dogmas caprichos de un Papa o de un religioso cualquiera? No, son producto de una extensa reflexión de obispos en concilios, para lo cual han pedido la inspiración del Espíritu Santo. El motivo es que Jesucristo no dijo todo con detalle; muchas cosas las expresó en parábolas y sus interlocutores a veces no le entendieron. ¿Cuál sería la situación de la Iglesia hoy si se siguieran discutiendo estos y otros puntos?; ¿hubiera evolucionado o se habría sostenido más de 2.000 años con estas dudas? Es necesario preservar la integridad del mensaje cristiano frente a interpretaciones erróneas o simplistas.

El desarrollo doctrinal (como la revisión de la enseñanza sobre el Limbo que señala Jorge) refleja un entendimiento más profundo de la revelación y la aplicación pastoral en respuesta a nuevos entendimientos teológicos y culturales. No significa que la verdad cambie, sino que nuestra comprensión de ella se profundiza. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, busca responder a las necesidades pastorales de los fieles de cada época.

Fe y moralidad

La ley natural y el libre albedrío: A continuación, Jorge se refiere a un “premio por comportamiento”, el cual le parece injusto debido a lo que llama la “tómbola de la vida”, es decir, a las diferentes circunstancias en las que nacemos, crecemos y nos desarrollamos, y que condiciona las posibilidades que uno tiene. Este tema fue tratado por Carlos Peña en su libro “La mentira noble”. Jorge dice – y con justa razón – que una persona nacida en un barrio pobre, asolado por la delincuencia (y hoy por el narcotráfico) tiene muchas posibilidades de seguir el mal camino y no puedo sino estar más de acuerdo con él. Sin embargo, concordará él en que existe la Ley Natural, es decir, un sello con el que todos nacemos que nos hace saber, sin dudas, qué es bueno y qué es malo. Aunque no tuviéramos nadie que nos lo enseñara, lo sabríamos casi por instinto; por último, aunque no se crea en esto, las leyes humanas nos harían darnos cuenta de esa realidad rápidamente. Y a esto se suma la Ley de Dios, entregada a Moisés a través de los mandamientos y uno de los principales dones que Dios nos dio, el libre albedrío, es decir, la capacidad de decidir qué camino a seguir. ¿Cuántos ejemplos existen de personas que habiendo nacido con todo en su contra finalmente tomaron buenas decisiones que los llevaron a tener éxito en la vida en todo orden de cosas? Otra parábola que dice relación con esto es la de los talentos, que relata el uso que tres empleados le dan al talento1 entregado a cada uno por su señor para que lo custodiaran. Dos de ellos lo invirtieron de diferente manera, pero el tercero lo escondió bajo tierra, temeroso de perderlo. Al regresar su señor, felicitó a los dos primeros y castigó al que lo había escondido acusándolo de flojo. De la misma manera, todos nacemos con diferentes “talentos” y de nosotros depende el uso que hagamos de ellos. No podemos echarle la culpa de todo al ambiente y las circunstancias, aunque ellas son a veces muy relevantes y por cierto penosas.

El opio del pueblo: Jorge dice que tanto los mandamientos como el compromiso a cumplirlos han contribuido a que la religión sea el “opio del pueblo”, parafraseando a Karl Marx que afirmó que ella produce un efecto narcótico en las personas, que las ayuda a sobrellevar las dificultades de la vida y por lo tanto a no rebelarse frente a las injusticias y a quienes las generarían.2 El premio ante tal resignación sería la vida eterna. Ello implicaría que esta sola conducta nos permitiría llegar al Cielo, lo cual no es correcto. Dios no nos pide solo ser resignados, sino que además ayudar al prójimo. Recordemos las virtudes teologales: fe (creer en Dios), esperanza (creer en la vida eterna) y caridad (amar al prójimo). Sería muy fácil y un sinónimo de falta de inteligencia vivir resignadamente, sin hacer ninguna contribución nuestra al plan de Dios.

Fe y ciencia

Ciencia y religión: Prosigue el autor destacando las opiniones de Albert Einstein y de Stephens Hawking, que habrían llegado a la conclusión, desde el punto de vista científico, de que Dios no existe. En este sentido podríamos contrarrestar estas opiniones presentando a científicos como Luis Pasteur,3 Nikola Tesla,4 Alexander Fleming,5 Guillermo Marconi,6 Georges Lemaître,7 Gregor Mendel8 y muchísimos otros, que supieron combinar el rigor científico con la fe. Pero ese no es el mejor argumento; Jesucristo eligió para difundir su doctrina a pescadores ignorantes e incluso no muy ágiles de pensamiento; tal es así que a veces perdía la paciencia con ellos cuando no entendían el significado de sus parábolas, pero casi como arrepintiéndose decía “Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños”.9 No existe contradicción entre la fe y la ciencia, salvo que obstinadamente nos neguemos a aceptarlo.

La eternidad y la dimensión temporal: En este ámbito el autor se pregunta “¿cómo puede una vida eterna desarrollarse en una dimensión sin tiempo?”. La respuesta a esta pregunta está en ella misma; en efecto, lo eterno es algo que no tiene principio ni fin, por lo que el concepto “tiempo” no tiene sentido, no es útil. Si no podemos establecer el fin de algo – en este caso, la vida eterna – porque no existe, ¿para qué nos serviría considerar esa dimensión? Por supuesto, Jorge considera que toda existencia requiere ajustarse a las dimensiones que conocemos, pero quienes creemos en la vida eterna porque Jesucristo confirmó su existencia, entendemos que es algo que escapa a nuestra capacidad de comprender, pero, aun así, tenemos la esperanza de alcanzarla.

La religión como ideología: Jorge dice que ha podido hacer un análisis de la religión gracias a que está ajeno a la contaminación de ideologías o sentimentalismos. Es necesario aclarar que la religión es mucho más que una ideología. Un movimiento o grupo dentro de una religión podría recibir ese nombre, pero no la religión en todo su sentido. Como su nombre lo indica, una ideología es un conjunto de ideas y la religión es mucho más que eso; es la palabra de Dios o como explicó Jesucristo a Tomás: “el camino, la verdad y la vida”; es decir, el origen y el destino de todo ser humano. Limitar la religión o la fe a una ideología es subestimar su dimensión e importancia. Las ideologías muchas veces son sobrepasadas por el tiempo, por los acontecimientos y se transforman para adaptarse a las nuevas circunstancias o desaparecen. La fe ha perdurado y en esencia el mensaje de Jesus es el mismo, más de 2.000 años después.

El relativismo: Jorge afirma que, dado que la religión (y en consecuencia Dios) son un producto inventado por el hombre, los conceptos que de ella se derivan (es decir, la ley de Dios) son relativos. Afirma categóricamente que el bien y el mal son interpretables de acuerdo con lo que la sociedad defina. Esta afirmación es tremendamente grave, ya que desconoce la ley natural y por supuesto la ley de Dios. Implica que la historia del hombre se ha construido en base a ideas totalmente cuestionables. El gesto de Prat, por ejemplo, podría no haber tenido sentido. Nuestra carrera militar sería entonces la mera satisfacción de nuestros deseos ya que el amor a la patria sería solo una convención social. Los delitos, los abusos, las arbitrariedades, etc., podrían ser incluso buenas acciones, de acuerdo con las circunstancias, etc.

La oración: Continuando con su reflexión sobre la fe, Jorge llega a un tema esencial de la vida cristiana: la oración. Dice que nunca logró que Dios le hablara y que para él la oración es lo mismo que las meditaciones que realizan “otras ideologías”, como el budismo (que al no creer en un Dios, no es una religión propiamente tal). La oración es conversar con Dios, manifestándole nuestras preocupaciones, alegrías, afectos, inspiraciones, etc., pidiéndole que nos ayude a tomar buenas decisiones, a hacer lo correcto, a que un ser querido se recupere, a que resulte algo que debemos hacer, etc. Su respuesta no será normalmente una voz desde lo alto, sino que se materializará en hechos o en que todo siga igual. Será la voluntad de Dios que se manifiesta, dándonos lo que es mejor para nosotros, aunque a veces nos cueste entender su respuesta. En eso consiste la fe. De otra manera, si esperamos un signo que refleje que Dios nos escucha, seríamos como el triste Herodes que le pidió a Jesus un milagro cuando lo llevaron a comparecer ante él.

Conclusión

O    La fe nos ayuda a entender al ser humano y su relación con la naturaleza, dando respuesta a muchas interrogantes sobre el sentido de nuestra existencia.

O    El hombre necesita normas y, por lo tanto, la vida interior también. Sin ellas todo es un caos. Los dogmas no son un capricho sino consecuencia de profundas reflexiones que dan cuenta de un mejor conocimiento de la revelación de la Verdad.

O    Por difíciles que sean las condiciones en las que se nace y se crece, la ley natural y la ley de Dios no señalan el camino correcto. Sin embargo, gracias al libre albedrío somos soberanos para elegir cuál seguir.

O    La fe y la ciencia no se oponen; la Verdad no requiere ser sabio para ser comprendida.

O    A partir de la Verdad, el relativismo en temas trascendentes pierde todo sustento.

O    La oración es una conversación íntima con Dios; a través de ella le damos gracias por lo que recibimos, pidiéndole perdón por nuestros pecados, alabándolo y pidiéndole aquello que necesitamos.

Pese a su crítica, Jorge finaliza su artículo de manera misteriosa e intrigante. Después de haber reiterado su rechazo a la fe, menciona a una de las advocacaciones de la Virgen, la de Guadalupe. ¿Por qué se refiere específicamente a ella? No lo sabemos; quizás la experiencia del indiecito mejicano Juan Diego, sencilla y que, al igual que con los apóstoles, refleja la predilección de Dios por los más desamparados, impresionó a Jorge o quizás hubo alguna experiencia personal que hace que él no sea un ateo, sino que un agnóstico buscando la verdad.

Confieso que una de las principales dudas de fe que tengo es saber por qué Dios se nos manifiesta tan claramente a algunos y a otros no. O quizás estoy equivocado y todos han tenido la oportunidad de acercarse a él, pero prefirieron el camino de la duda permanente o no quisieron adquirir un compromiso que los obligara a cumplir su ley. Quienes nos hemos acercado al esplendor de la fe, sabemos que ella no es solo una inmensa ayuda para enfrentar las a veces duras condiciones de la vida en la tierra, sino que un camino claro para merecer en la tierra la vida eterna en el Cielo.

Bibliografía

  1. LÜHRS, 2021

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Comentarios

FRANCISCO VICENTE
FRANCISCO VICENTE hace 2 semanas

Excelente artículo que deja abierta la tribuna a nuevos autores para compartir aproximaciones a una dimensión fundamental para el hombre de mar (y más aún un marino de guerra), cuál es la fe en Cristo Jesús y la devoción a la Estrella de los Mares, su Santa Madre.

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