Chile es un país paradojal, en su historia, en su geografía, en su población, en su devenir y en su conformación como nación y como Estado soberano. Enclavado en el confín del continente sudamericano, en su tan particular forma angosta y larga, que le permite contar con prácticamente todos los principales tipos geográficos y climatológicos que existen, en su curiosa, vulnerable e impresionante posición de balcón hacia el Pacifico, un balcón que se está cayendo y que algún día será tragado por las fauces del océano. Una nación que se encuentra indisolublemente atada a sus condiciones de país meridional, oceánico, antártico, multifacético y estratégico. Considerando todas estas características tan peculiares, es inevitable hacer la reflexión acerca de su pasado, su presente y su futuro: ¿cómo se formó este territorio tan curioso?, ¿porqué hemos sido históricamente un país más mediterráneo que oceánico?, ¿qué iniciativas gubernamentales y particulares se han llevado a cabo para reforzar nuestra condición oceánica-tricontinental?, ¿qué hacemos actualmente para reforzar nuestro destino marítimo?, ¿qué podemos hacer desde nuestras propias áreas de trabajo para conformar una verdadera prospección marítima hacia el mediano y el largo plazo?
Son todas estas preguntas que es necesario meditar e intentar dar respuesta, algunas de las múltiples interrogantes sobre este importante y urgente tema que nos obliga a enfrentarnos al siglo XXI con otra mirada, con una perspectiva distinta, multifacética y en la que el territorio y el maritorio deben ir férreamente unidos, complementados, apoyados mutuamente para ser, por fin, una nación protagonista en el devenir histórico del océano Pacifico y su influencia geopolítica del presente y del futuro.
Desde la perspectiva del pasado histórico de Chile, hay ciertos hechos que son como una señal que indica nuestro destino marítimo. Tal vez, el primero y más importante sea el hecho de que Chile fue descubierto por el mar, no por tierra, circunstancia prácticamente olvidada por los historiadores decimonónicos y de principios de siglo, quienes siempre hablaron de Diego de Almagro como descubridor de Chile en 1535, en circunstancias que fue el navegante Hernando de Magallanes quien avistó por vez primera las costas del Chile austral en 1520. Aunque sólo estuvo de paso, es en estricto rigor el primer europeo en explorar nuestro territorio. Si bien ha existido el debate acerca de si el descubrimiento fue por el norte o por el sur, preferimos sostener que Magallanes es el verdadero descubridor de Chile, por cuanto él fue quien abrió la ruta interoceánica entre los dos océanos más importantes del globo; fue quien logró hallar la tan ansiada vía hacia la isla de las especias, hacia el comercio con oriente por vías alternativas a las conocidas entonces a través del Atlántico y el Cabo de Buena Esperanza y el continente eurasiático. Y con este paso decisivo, vino paulatinamente toda la civilización cristiano occidental a estas latitudes, a la par de las venidas por tierra, permitiendo así que Chile y América del Sur, al igual que toda América Latina, fueran impregnados e iluminados con la luz de la fe, la ciencia, el arte y las letras milenarias del acervo patrimonial y cultural de Europa y por su medio, también de Asia Menor y el Lejano Oriente. Debemos estar agradecidos de ser herederos de ese inmenso legado cultural que nos une indefectiblemente al primer mundo y todo lo que esto conlleva.
Por otra parte, durante la conquista es un hecho clarificador el que gran parte del éxito del asentamiento de los españoles en esta zona, se debió en buena medida a las expediciones por mar enviadas desde el virreinato del Perú, circunstancia que de otro modo hubiera hecho imposible el avance hacia el sur de los conquistadores, considerando las enormes dificultades de hacerlo por tierra (desiertos, cordilleras, hostilidad indígena, insularidad, vegetación intransitable, pluviometría extrema, etc.). Así y todo, la conquista terrestre se realizó igualmente, pero con este formidable apoyo que fueron los buques con abastecimiento y personal para dichas incursiones. Curiosamente, la mayoría de esas condiciones geográficas, climatológicas y topográficas se las debemos en mayor o menor medida al mar, puesto que en nuestra condición de balcón hacia el Pacífico, estamos inevitablemente condicionados por su presencia a todo lo largo del territorio.
Teniendo en cuenta estas realidades, se hace muy necesario cambiar nuestra mirada de extranjero hacia el océano, el considerar como un entorno palpable, cotidiano, aspectos tan esenciales como el desarrollo de la pesca, la acuicultura, del comercio y el turismo marítimo, la gastronomía, en fin, todos aquellos aspectos vinculados al mar que pueden transformarlo en verdadero protagonista de nuestras vidas. Y todo esto con una percepción moderna de las cosas, vale decir, con espíritu de vivacidad, creatividad, dinamismo, capacidad de adaptación, innovación, rigor e intuición.
Ahora bien, creemos que para lograr avances sustanciales en esta misión de desarrollar la conciencia marítima, es muy importante el sentirse orgulloso de pertenecer a esta colectividad cívica y social. Y desde el punto de vista náutico, nuestro país tiene un rico legado y patrimonio del imaginario marítimo, en el cual abundan los mitos, leyendas, aventuras, relatos, etc., inspirados en sucesos navales e inspiradores de novelas y cuentos famosos, tales como Robinson Crusoe, por todos conocido, Moby Dick, inspirada en el caso real de la ballena Mocha Dick, cuyo primer ataque a un velero circa 1810 fue en las cercanías de la isla Mocha, las incursiones de piratas y corsarios y sus tesoros escondidos, varias novelas de aventuras con Chile austral como entorno, de autores tales como Julio Verne, Edgar Allan Poe, Emilio Salgari, Joseph Conrad o Bertold Brecht. Efectivamente, Chile es un lugar que llama y atrae al escritor, al poeta, al soñador imaginativo, un punto recóndito del planeta que encanta y atrae al extranjero, justamente por esa diversidad y compleja combinación de hábitats, climas y paisajes que lo hacen tan propio, tan especial, tan único, donde el mar es medio, entorno y personaje. Con mayor razón nosotros, que somos de aquí, que somos parte de ese tan especial imaginario, debemos quererlo, cuidarlo y luchar por que se posicione como nación oceánica líder en el mundo.
Durante los primeros 100 años de vida republicana, hubo varios personajes importantes que tuvieron clara esa conciencia de la importancia del mar para Chile. Es el caso de O’Higgins y su consejo para decretar la libertad de comercio en los puertos más importantes del país en 1811, la creación de la primera Escuadra Nacional, de la Comandancia General de Marina y de la Academia de Jóvenes Guardiamarinas en 1818, posteriormente Diego Portales y su idea de crear una escuela náutica y de pilotaje, su reglamento de Libre Comercio de 1813 y la ley de Navegación de 1836, así como la conformación de un poder naval, Manuel Bulnes y la toma de posesión del estrecho de Magallanes y tierras adyacentes en 1843, Policarpo Toro y la anexión de la Isla de Pascua en 1888 y ya en el siglo XX, la creación del Mes del Mar y todas las políticas legislativas, administrativas y culturales en pro del desarrollo marítimo de Chile por parte del gobierno militar posterior a 1973, donde la figura del almirante José Toribio Merino adquiere una relevancia primordial en este aspecto, para finalmente consolidar toda esta trayectoria pro cultura marítima, mediante el almirante Jorge Martínez Busch, quien desarrolló conceptos importantísimos para el estudio de la geopolítica, tales como el de oceanopolítica y el mar presencial, entre otros, logrando así ampliar la perspectiva y las posibilidades de una presencia soberana de Chile en el océano de múltiples variables.
No menos importante, han sido a su vez los estudios de relevantes estudiosos y naturalistas, quienes, con sus análisis y conclusiones, han aportado al conocimiento de nuestros mares, costas y también tierra firme desde diversas áreas de la ciencia. Es el caso de Alexander von Humboldt, Charles Darwin y Robert Fitz Roy, Rodulfo Philippi, Ignacio Domeyko o Francisco Fonck, entre otros, alcanzando muchos de ellos, avances en el conocimiento científico del maritorio y del territorio de connotación mundial.
Toda esta visión marítima de nuestro país, adquiere aún mayor relevancia si consideramos que Chile forma parte de uno de los cuatro cuadrantes predominantes del Océano Pacífico:
➣ Norweste, que incluye China, Rusia, Japón e influyendo sobre el Asia Oriental y Suroriental
➣ Noreste, que incluye Canadá y Estados Unidos, influyendo en el Pacífico Norte y Central
➣ Surweste, que incluye Australia y Nueva Zelanda, con influencia en la Micronesia y la Melanesia
➣ Sureste, que incluye a Chile y su influencia hegemónica en el Pacífico Sur.
Es en este sentido, donde la Armada de Chile entra a jugar su más importante rol, al ser la institución dedicada, por vocación y mandato, a desarrollar actividades fundamentales en el acervo marítimo de la nación, como explorador, reconocedor, soberanizador, comunicador, sostenedor y protector, primero sobre ese vastísimo espacio oceánico que incluye la zona económica exclusiva, pero también la que abarca el mar presencial, y luego en todas aquellas zonas y territorios insulares y aislados, donde sólo se puede llegar por vía marítima, fluvial o lacustre. De hecho, la Armada de Chile ha sido históricamente el gran conquistador y sostenedor de la zona austral, con hitos tan relevantes como la exploración y reconocimiento de todo el territorio al sur del paralelo 41°, la ya mencionada anexión del territorio de Magallanes, la creación del distrito naval Chiloé, el establecimiento en Isla Dawson y Puerto Harris, la formación de Puerto Williams, pero de igual modo en lo insular, con el descubrimiento del archipiélago Juan Fernández y la toma de posesión de Isla de Pascua, obteniendo así toda la proyección hacia el eje Asia Pacífico y la hegemonía del Pacífico Sur. No olvidemos tampoco, el establecimiento de la primera base naval antártica chilena en 1947, lo que nos permite proyectarnos también hacia el Polo Sur y ostentar el decisivo carácter de país tricontinental, condición por demás única en las naciones de América Latina.
Es importante destacar, de igual modo, las iniciativas desarrolladas por instituciones de orden civil, orientadas al incentivo de la conciencia marítima. Han existido diversas organizaciones en este ámbito, pero las más destacadas por su labor y trayectoria son la Liga Marítima de Chile (Ligamar), la Fundación Mar de Chile y la Corporación Patrimonio Marítimo de Chile.
La primera es una corporación sin fines de lucro, creada en mayo de 1914, y que, en sus más de 100 años de vida, ha mantenido una lucha constante por fomentar todo tipo de actividades relacionadas con el mar y con su importancia en el presente y futuro de Chile. Así, uno de sus más importantes esfuerzos ha estado orientado al fomento de la marina mercante, mediante consejos y sugerencias para la aprobación de leyes favorables, la creación de una Dirección de Marina Mercante, la gestación de la ley de Protección de la Marina Mercante y la reserva del cabotaje para naves chilenas. Pero asimismo, ha realizado ingentes esfuerzos para incentivar el desarrollo del estudio científico marítimo, mediante el apoyo a la estación de biología marina, en sus inicios en 1943, la creación del Instituto de Oceanografía de Valparaíso en 1945 y en general todas las iniciativas de orden oceanográfico, las que fueron coordinadas por la Ligamar hasta 1974, año en el que se creó el Comité Oceanográfico Nacional (CONA) y el entonces Instituto Hidrográfico de la Armada (IHA actual SHOA) comenzó a coordinar desde ese año. En el entorno de los deportes náuticos, fue patrocinadora desde sus comienzos de cursos para patrones de yates y gestora de clubes de yates y boga a lo largo de la costa nacional. La educación es otra área muy recurrida por la Ligamar, siendo la principal gestora en la formación de cursos para pilotos e ingenieros de la marina mercante, los que culminarían en 1948 con la integración de esa especialidad en los ramos de la Escuela Naval. Otro tanto ha sido la realización desde 1977 y hasta ahora del curso de acercamiento al mar para alumnos de enseñanza media. Pero tal vez, las iniciativas más celebradas y de impacto en la opinión pública, han sido la formación, primero del Día del Mar en 1938, de la Semana del Mar en 1954, precursoras del definitivo Mes del Mar, instaurado en 1974 por la Armada de Chile y luego de la celebración del Año Nuevo en el Mar, desde el año 1952 en la poza de Valparaíso e imitada más tarde desde el 2004 por las comunas de Viña del Mar y Concón. Imposible no destacar en estas líneas, la extraordinaria iniciativa de uno de sus socios y presidente de la Ligamar, don Jorge Guarello Fitz Henry, de declarar el principio de las 200 millas de Zona Económica Exclusiva, idea que planteó por vez primera en 1946 y que se ratificaría posteriormente en la Convención sobre el Derecho del Mar en 1982.
La Fundación Mar de Chile es una institución sin fines de lucro, creada en 1999 y que tiene como objetivo principal el fomentar la conciencia nacional acerca de la importancia del territorio marítimo, lacustre y fluvial como elementos vinculantes en el desarrollo integral del país. Su labor está orientada especialmente a la juventud y se proyecta de manera transversal, de manera que se considere como asunto público nacional, que involucre tanto al estado como a los particulares y se complementen mutuamente. El año 2001 comenzó sus actividades y una de las mas importantes ha sido la creación del Portal de los Siete Mares, sitio web dedicado a la difusión en Internet de todas aquellas actividades e iniciativas que propendan al incentivo de la cultura marítima de Chile. De esta manera, el sitio tiene siete pestañas que se denominan mar institucional, mar deportivo, mar industrial, mar histórico, mar educacional, mar científico y mar nutricional, que como se aprecia, abarcan cada una de las actividades que se pueden realizar en el entorno marítimo y oceánico, entregando datos, noticias, artículos, ideas, programas y actividades que la comunidad puede aprovechar para enriquecer y desarrollar su acercamiento al mar. Por otra parte, desarrolla igualmente actividades de ayuda a las comunidades aisladas, programas de incentivo de objetivos fundamentales transversales de mar en colegios de enseñanza básica y media, concursos sobre el mar en colegios, visitas de alumnos a pescaderías y caletas, degustación de productos del mar, cursos en sistema e-learning para incrementar el conocimiento marítimo, creación de un Instituto del Mar en la cuarta región, potenciamiento de la carrera de Acuicultura, creación de la primera Escuela Náutica en línea, entre otras muchas iniciativas de este orden.
Por su parte, la Corporación Patrimonio Marítimo de Chile se constituyó en el año 1998, y su principal objetivo consiste en preservar, investigar y difundir el patrimonio marítimo del país, de manera de ser una plataforma de redes y vínculos que tiendan a apoyar el desarrollo de actividades relacionadas con este fin. En un principio, su gestión estuvo centrada en el sostenido apoyo a todos los museos y espacios históricos de carácter marítimo que eran administrados por la Armada. Mas, en los últimos años, ha paulatinamente enfocado sus proyectos en el apoyo a actividades culturales relacionadas con gente vinculada al mar, las que desean expresar su creatividad mediante ritos, creencias, artes musicales o pictóricas que representen su identidad propia. Igualmente, se ha preocupado de difundir la cultura marítima, por medio de charlas y otros proyectos compartidos de carácter social y de interés histórico cultural, siempre orientados principalmente a la juventud. Dentro de sus proyectos más emblemáticos llevados a cabo en sus 19 años de funcionamiento, cabe mencionar la construcción del museo Corbeta Esmeralda en Iquique, el proyecto museográfico desarrollado en el museo San Agustín de Puñual – Cuna de Prat, en Ninhue, la recuperación patrimonial de la batería Esmeralda en Valparaíso y la reinstalación de la señal horaria conocida como Time Ball en el frontis del edificio Luis Uribe Orrego, ex escuela naval y actual sede del Museo Marítimo Nacional.
Si bien podemos constatar que han sido muchos los esfuerzos, de distintas entidades, para fomentar y difundir la conciencia marítima nacional, siempre fueron tareas individuales o de organismos parcializados, no una política de Estado, la cual contribuiría enormemente a la instauración de dicha conciencia en el pueblo chileno. No obstante, después de mucho tiempo y dedicación, finalmente se logró que el gobierno promulgara una Política Oceánica Nacional (PON), recién en marzo de 2018. Así y todo, esta idea se venía gestando ya desde el año 1976, cuando se publicó por primera vez un documento sobre este tenor, el cual fue la base para la elaboración de varias leyes para mejorar el precario sistema portuario de la época, así como la ley de Navegación y la ley de Fomento de la Marina Mercante, entre otros muchos estatutos afines. Sin duda, otro documento que complementó en gran medida estas primeras iniciativas, fue la clase magistral dictada en 1994 por el comandante en jefe de la Armada, almirante Jorge Martínez Busch, con ocasión del inicio del Mes del Mar, titulada justamente: “Política Oceánica Nacional: Sugerencias para una formulación”. En esta ponencia el almirante Martínez plasma una pormenorizada visión de lo que debiera ser una PON chilena, considerando los fundamentos académicos, la administración de los espacios marítimos nacionales y sus vinculados, la injerencia de los poderes del Estado y del sector privado, la identificación de las megatendencias internacionales para la definición de una PON, las que incluían el transporte marítimo, los recursos vivos, la tecnología espacial y los espacios marítimos, el tráfico de desechos peligrosos, la explotación minera del océano y la investigación científica del mar, para finalizar con la importancia de la política, el poder naval y el objetivo superior de la nación, cual es según Martínez Busch y resumiendo sus palabras, el propender al desarrollo y afianzar la seguridad, considerando nuestra posición geográfica en relación al tráfico marítimo mercante y las presiones geopolíticas potenciales, ya sea en el plano regional o mundial, de manera de valorar el binomio desarrolloseguridad y su interdependencia recíproca. Con todos estos antecedentes, el año 2016 se conformó un consejo de ministros para la elaboración de la tan necesaria Política Oceánica. Dicho comité tuvo las siguientes funciones:
➣ Proponer al presidente de la República la PON, con orientaciones, prioridades, alcances, intereses e institucionalidad en materia oceánica y su respectivo programa oceánico.
➣ Servir de instancia de coordinación de los organismos públicos con competencias en la actividad oceánica
➣ Identificar y proponer la realización de estudios y solicitar antecedentes para la determinación del programa oceánico nacional.
En este consejo de ministros, la participación de la Armada mediante un representante permanente es fundamental, toda vez que no existen mejores expertos para la definición de una PON realista y asentada en ideas, perspectivas y experiencias acordes con nuestra realidad geofísica, material y humana.
Al concluir esta reflexión sobre nuestra vocación y destino marítimo, creemos necesario enfatizar que Chile es el país más marítimo del mundo en proporción a su territorialidad tierra-mar, es asimismo una nación privilegiada al tener el dominio del único paso interoceánico entre los dos océanos más importantes del planeta, al tener proyección territorial hacia tres continentes, al ser el controlador hegemónico de uno de los cuatro cuadrantes del Pacífico, al ser el poseedor de las mayores reservas de agua dulce del mundo, en fin, al tener más de 4.000 km de costa para aprovechar en todas sus formas, de manera racional y ecológica por supuesto. Es un legado demasiado grande como para no verlo, no asimilarlo, no considerarlo parte importante y, porque no, primerísima de nuestras vidas. El mar es fuente, base y protagonista de múltiples iniciativas y actividades, de orden político, económico, social, artístico, científico, etc. Debemos considerarlo como un compañero, un aliado, un amigo, no un extraño, o peor aún, un enemigo. Con las debidas precauciones, conocimientos y experiencia podemos internalizarlo en nuestras vidas y recurrir a él en cada actividad que podamos, sabiendo y entendiendo que si somos una nación grande, fuerte y respetada en el concierto internacional es debido fundamentalmente a nuestra condición marítima.
Introducción La publicación de la PON posibilitó el robustecimiento de la viga maestra que sustenta la institucionali...
El término Ocean Literacy asociado a los conceptos cultura oceánica y alfabetización marina, es un concepto relativament...
Durante muchos años la Armada de Chile había planteado, a través de distintas instancias, a las más altas autoridades del país, la necesidad de dar vida a la empresa de otorgar esa necesaria política oceánica con carácter de política de Estado a nuestra nación. La dictación de un decreto Supremo el año 2018 para su entrada en vigencia, junto a la implementación y estructuración sectorial del diseño de un programa oceánico subsidiario, brindará sustento a las bases para la generación de múltiples dinámicas sobre el empleo sostenible y la gestión eficiente del territorio marítimo. El hito cardinal alcanzado con su promulgación, constituye un claro entendimiento de la importancia de los beneficios del mar para nuestro país y las oportunidades, riesgos y desafíos que representa el océano Pacífico y las aguas antárticas para la proyección de Chile como potencia marítima en el concierto internacional.
En 2009, la Organización de las Naciones Unidas tendrá lugar el 8 de junio como el “día mundial de los océanos”. En Chile, el año 2017, por medio de la promulgación de una ley se incorpora tal fecha al calendario de actividades oficiales. El reconocimiento en nuestra legislación representa la significancia que se le otorga al gran estanque del globo, compuesto por todos los océanos del mundo, los que cubren casi el 70% de la superficie del planeta. También, le brindamos el sitio y la importancia que reviste para Chile el mar que baña sus costas junto con la biodiversidad y los ecosistemas que sus aguas le otorgan el clima y las características de nuestro territorio continental e insular.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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