Por LAURIANI IDE, CRISTIÁN .
El mar de China Meridional es un área geopolítica de relevancia mundial que no solo se caracteriza por sus reservas de hidrocarburos y su potencial pesquero, sino también por su tráfico marítimo de escala global (Kurlantzick, 2015). En la actualidad, dicha zona es objeto de diversas reclamaciones territoriales por parte de una serie de naciones del sudeste asiático, las cuales comenzaron a partir de 1956, cuando Taiwán ocupó Taiping en las Islas Spratly (Rustandi, 2016). La raíz del problema se encuentra en las disputas por tres archipiélagos que expanden la influencia del país reclamante en el mar de China Meridional: las Pratas en el norte, los Paracel en el noroeste y los Spratly en el sureste (Kaplan, 2014). El incremento de la tensión en la zona podría gatillar un conflicto armado, cuyo impacto en el resto del mundo sería catastrófico, debido a la relevancia económica y política del sudeste asiático. Por esta razón, es imperativo que la comunidad internacional aumente su participación para resolver estas disputas utilizando los métodos pacíficos de resolución de conflictos que caracterizan el orden mundial actual. De lo contrario, podría surgir una guerra en el futuro, debido a la incapacidad de las organizaciones regionales para resolver controversias, así como al aumento de las tensiones y el incremento de las capacidades militares entre los Estados de la región.
En este contexto, el propósito de este ensayo es analizar la controversia por la posesión de los territorios insulares del mar de China Meridional, a fin de exponer los riesgos y amenazas presentes en el escenario estratégico, lo cuales de no cambiar en el futuro, podrían generar un conflicto armado internacional. Para alcanzar este objetivo, inicialmente se expone una síntesis histórica de la evolución del conflicto. Posteriormente, se analiza el rol de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en la solución de la controversia y las tensiones provocadas en la zona. Finalmente, se dan a conocer las conclusiones obtenidas de este estudio.
A través de su historia milenaria, Pekín siempre empleó el mar para comunicarse con el resto de los Estados del este de Asia, sobre los cuales mantenía una relación de control jerárquico, en la cual les exigía el pago de tributos a cambio de protección. Por tal razón, existe un sentimiento arraigado en la cultura de esta nación respecto de que el mar de China les ha pertenecido desde siempre. Luego del término de la Segunda Guerra Mundial, el primer reclamo que hizo Pekín, con respecto al mar de China Meridional fue en 1951 en respuesta a la firma del Tratado de San Francisco, que, liderado por Estados Unidos, estableció el orden regional de la postguerra.
La legalidad de las acciones de China es controvertida, ya que sus reclamaciones se contraponen con las regulaciones establecidas en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar mar o UNCLOS (Por su sigla en inglés United Nation Convention on the Law of the Sea), debido a que tienen el potencial de generar nuevas aguas territoriales y Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) empleando una interpretación de la norma legal. La Convención del Mar (Convemar) autoriza la expansión del mar territorial y la ZEE de un país en los sectores aledaños a los territorios insulares. Sin embargo, las reclamaciones chinas en la zona en disputa no son reconocidas como islas según la convención del mar debido a que en su mayoría constituyen bancos de arena, bajos y roqueríos, los cuales no permiten expandir el mar territorial y ZEE del país.
A pesar de ello, siguiendo el ejemplo chino, Taiwán en 1956 reclamó la isla Taiping (Itu Aba) en las islas Spratly en donde desplegó tropas de manera permanente. Por su parte, Filipinas en 1970, reclamó la parte occidental del grupo de las islas Spratly ocupando cinco posiciones. En 1983, Malasia hizo lo propio, tomando posesión de tres islotes en las islas Spratly y en 1986 reclamó otras dos.
Otra controversia que se observa en la zona, es la disputa por las islas Paracel entre la República Popular China, Taiwán y Vietnam, la que incluso llevó a un enfrentamiento bélico entre China y Vietnam en enero de 1974, en el combate de las islas Paracel, el cual tuvo como resultado la muerte de 36 soldados de ambos lados. Dos años más tarde, 74 hombres de la Armada vietnamita murieron en un enfrentamiento con China por el Arrecife Johnson.
China y Filipinas también disputan la propiedad del bajo de Masinloc o Scarborough, en donde ambas partes han puesto banderas y levantado señalizaciones desde 1997. Sin embargo, en el año 2012, China prácticamente se anexó el bajo Scarborough desplegando medios navales de forma permanente en esta zona.
Además de lo anterior, China es el único país que ha emprendido actividades de recuperación de tierras en arrecifes, bajos y roqueríos, creando islas artificiales en el mar de China Meridional. Dichas construcciones hechas por el hombre no están incluidas en el marco legal de la Convemar, lo cual confirma la continua actitud desafiante de China hacia el orden mundial establecido y su interés por expandir su influencia hacia el Mar de China.
En consecuencia, las controversias territoriales observadas en la zona en disputa han ido aumentando en el tiempo, llevando a los países del este de Asia a experimentar continuos incidentes y escaramuzas limítrofes debido a la expansión de sus intereses marítimos en el mar de China. Los antecedentes descritos han generado un clima de tensión en la zona que en la actualidad pone en riesgo la seguridad internacional en una de las áreas de mayor tráfico marítimo del mundo.
Tabla con la síntesis de las disputas territoriales en el mar de China (Fuente: Elaboración autor) | |
Islas Spratly | Disputadas entre la República Popular China, Taiwán y Vietnam, con Malasia, Filipinas y, en menor grado, Brunei. |
Isla Itu aba (Taiping) |
Es la más grande de las islas Spratly ubicada naturalmente en el mar del Sur de China. Actualmente está Ocupada por China. En 2016, ante la demanda presentada por Filipinas contra China, un fallo arbitral en la Corte Permanente de Arbitraje, clasificó a Itu Aba como un roquerío en el marco de la UNCLOS y, por lo tanto, quien lo posea no tiene derecho a una ZEE de 200 millas náuticas ni a la plataforma continental. Tanto Taiwán como China rechazaron esta decisión |
Sand Cay también conocido como Son Ca | Es un cayo en el borde norte del banco Tizard de las islas Spratly en el mar de China Meridional. La isla ha sido ocupada por Vietnam desde 1974. También es reclamada por China, Filipinas, Vietnam y Taiwán. |
Islas Paracel | Disputadas entre la República Popular China, Taiwán y Vietnam. Ocupada por la República Popular China tras la batalla de las islas Paracel (1974) |
Islas Pratas | Reclamadas por China, pero ocupadas por Taiwán |
Banco Macclesfield | No posee tierra sobre la superficie del mar. Es disputado por China, Taiwán y Filipinas. |
Bajo Scarborough | Con solo unas rocas sobre el nivel del mar, es disputado por China, Taiwán y Filipinas. |
Los acontecimientos observados en la zona en disputa han confirmado la incapacidad de las organizaciones regionales para encontrar una solución plausible a la controversia generada en torno a las reclamaciones territoriales en el mar de China Meridional, las cuales, con el correr del tiempo siguen aumentando. Según Melly Caballero-Anthony (2014), la ASEAN es la institución regional central que facilita el diálogo entre los Estados del sudeste asiático. Esta organización conecta una red compleja de otras instituciones multilaterales que hasta ahora han evitado la guerra. Sin embargo, su capacidad de influencia depende de la capacidad de sus miembros para alcanzar un consenso y movilizar recursos en virtud de los intereses particulares de cada nación. En este caso, todos los miembros de la ASEAN tienen fuertes vínculos económicos con China, que es el país con más reclamos en el área de conflicto. Por esa razón, estos Estados han demostrado falta de entusiasmo para generar consenso a fin de encontrar una solución a las disputas en el mar de China Meridional, debido a que no quieren enemistarse con Pekín. Al mismo tiempo, Agus Rustandi (2016), argumenta que la ASEAN es una organización de seguridad que se enfoca más en la gestión de conflictos que en la resolución de conflictos, lo cual, impide resolver las disputas, ya que cualquier solución que persiga la ASEAN requiere el acuerdo de todos sus miembros.
Por otra parte, Christopher Roberts (2017) agrega que la falta de capacidad de estas instituciones multilaterales para hacer cumplir las resoluciones de los tribunales internacionales respalda la idea de la incapacidad de la ASEAN y otras organizaciones regionales para resolver conflictos. De hecho, en el año 2016, un proceso arbitral falló a favor del gobierno filipino, afirmando que ninguna de las posiciones insulares reclamadas por China, en el área de conflicto, representaba una isla. Por el contrario, estas solo constituían requeríos, lo cual impedía que China pudiese justificar un aumento de su mar territorial y ZEE. Ante esta situación, el gobierno chino no aceptó la resolución de arbitraje, mientras que las organizaciones regionales no pudieron hacer cumplir el fallo.
Los antecedentes expuestos demuestran la falta de capacidad de la ASEAN para encontrar una salida a esta controversia. Sin embargo, las Naciones Unidas y la Asamblea General tienen mecanismos para obligar a China a cumplir sus compromisos. Por tal razón, es imperativo que la comunidad internacional se involucre con más fuerza en este tema antes que sea demasiado tarde.
Además de las dificultades que la ASEAN y los organismos regionales han tenido para encontrar una solución al conflicto del mar de China Meridional, el Sudeste Asiático ha vivido un aumento en las tensiones y capacidades militares entre las naciones que cohabitan esta área geográfica. Lo anterior, podría generar el fenómeno conocido como: dilema de seguridad, en el cual los países que comparten frontera comienzan una carrera armamentista por temor al incremento de capacidades militares de la contraparte. Esta situación aumenta la desconfianza y la tensión entre países vecinos, lo cual podría terminar en un conflicto bélico. En tal sentido, entre 2006 y 2015, el gasto militar en el sudeste asiático creció en un 57%. Según Felix Heiduck (2017), los aumentos en los presupuestos de defensa de la región son particularmente impresionantes en términos absolutos. Una explicación para este fenómeno es la transformación del entorno estratégico inmediato, que ha exigido a los Estados poseer fuerzas militares más potentes para equilibrar la expansión china (Heidbuck 2017).
Por su parte, el catedrático chino Feng Zhang (2017) en su libro El pensamiento chino en el sudeste asiático y el futuro de la seguridad regional, sugiere que el gigante asiático desde 2009 ha basado su estrategia en la escuela de pensamiento pragmático, que busca proteger la soberanía china y sus derechos marítimos en la región con una perturbación limitada de la estabilidad regional. Esta declaración confirma la intención de Pekín sobre el mar del Sur de China, que considera parte de su territorio marítimo, afectando los intereses de otros países en el área. Otro elemento que aumenta las tensiones en el Sudeste Asiático es la amenaza permanente de Corea del Norte y la competencia actual entre Japón y China, que según Chiew-Ping Hoo (2017) afecta la estabilidad de la región debido a que el noreste y sureste de Asia están conectados política y económicamente a través del mar.
En términos de aumento de capacidades militares en la región, Naciones Unidas y los Estados miembros tienen la posibilidad de influir en este conflicto. A través de la restricción de la venta de armas, la comunidad internacional podría evitar una carrera armamentista entre los Estados involucrados, lo que ayudaría a disminuir las tensiones en la zona, a fin de evitar una guerra.
El incremento de las disputas territoriales en la zona del mar de China Meridional ha producido un aumento en la probabilidad de una guerra que podría traer consecuencias insospechadas de alcance global, debido al valor geopolítico de la zona en disputa y a la presencia regional de Estados con capacidades nucleares. Dicha situación se ve amplificada debido a la incapacidad de las organizaciones regionales como la ASEAN para resolver conflictos, el aumento de las tensiones debido a la contraposición de los intereses marítimos de estas naciones y el incremento desmedido de las capacidades militares de los Estados presentes en la zona.
Al mismo tiempo, Chile posee una natural proyección de sus intereses hacia el Pacífico, lo que se suma a las grandes oportunidades que ofrece Asia y su potencial al desarrollo del país. Debido a esto, en la actualidad Chile mantiene la mayor parte de sus principales socios comerciales en la zona en disputa. Los fuertes vínculos económicos de Chile con China, Japón, Corea del Sur y la ASEAN, exigen de estabilidad política y comercial para seguir profundizándose. Por tal razón, cualquier crisis internacional en el mar de China Meridional tendría un gran impacto en la economía e intereses chilenos en la región.
La permanente vocación de las Naciones Unidas para prevenir conflictos y el compromiso de la sociedad internacional en la preservación de la paz, han generado mecanismos efectivos que contribuirían a la resolución de este conjunto de controversias, que hoy en día no tienen solución. La comunidad internacional podría presionar con mayor fuerza para obligar a China a cumplir con sus compromisos internacionales y, al mismo tiempo, podría evitar una carrera armamentista en el área de conflicto, restringiendo la venta de armas a los países del Sudeste Asiático y, por lo tanto, disminuir las tensiones en la zona.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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