Revista de Marina
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  • Fecha de publicación: 29/08/2016. Visto 676 veces.
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El marino es un ser humano especial, proveniente de diferentes estratos de nuestra sociedad y oriundo de los más diversos lugares de nuestro territorio. Quien optó por esta carrera también optó por un estilo de vida que siempre lo diferenciará del resto. Pero ello no es fácil ni algo que todos serán capaces de lograr. Para convertirse en marino es necesario que el individuo adquiera conocimientos y desarrolle habilidades en una amplitud de campos que no solo tienen que ver con la navegación, la guerra o con el permanente perfeccionamiento profesional, sino que tienen que ver con el fortalecimiento de los valores personales, con sobreponerse a las circunstancias adversas con optimismo y entusiasmo, con ser flexibles (tener la capacidad de reaccionar con * Sargento 1° IM (Ms.). (juannavarrocastillo@gmail.com). Género musical con más de un siglo de vida, que fue catalogado – en sus inicios – como música marginal, que llegó a las salas de concierto y actualmente es considerado música culta. REVISMAR 3 /2016 49 creatividad y tomar decisiones responsablemente ante los cambios imprevistos). El marino debe ser una persona honesta, con un profundo amor por Dios, la Patria, su familia y la carrera que ha elegido, él privilegia el bien común por sobre sus intereses personales, rige su vida y conducta personal en congruencia con los principios y valores cristianos, también cultiva y practica las virtudes cardinales, la lealtad, el respeto, el espíritu de cuerpo y la camaradería. En los eventos sociales, él es un caballero y ella una dama, cuya preparación profesional y bagaje cultural obtenido a través de la lectura y principalmente por medio del contacto personal con diversos lugares, personas y culturas en sus innumerables travesías alrededor del mundo, le distinguen del resto y le permiten opinar acerca de cualquier tema. Es en este punto, motivado por la experiencia que vivió un marino de nuestra Institución, cuya identidad no revelaré -puesto que ello no es lo relevante- y la afición que me une al Jazz, es que me he inspirado y decidido a escribir este artículo, que pretende -de alguna manera- entregarles nociones y herramientas básicas para conocer, apreciar y comprender cómo y por qué este género musical (con más de un siglo de vida), que fue catalogado -en sus inicios- como música marginal, llegó a las salas de concierto y actualmente es considerado música culta. De esta manera, cuando usted estimado lector, asista a un concierto o cuando participe en un evento social y se hable acerca de este tema, podrá opinar con propiedad. Para comenzar a tratar sobre el Jazz resulta indispensable convenir por lo menos en dos puntos: esta música se conoce mediante la audición atenta de todas sus manifestaciones antes que leyendo una montaña de libros y, en segundo lugar, el Jazz es indefinible y, sin embargo, no es muy difícil identificarlo, aun cuando el recién iniciado en el conocimiento de esta música pueda confundirse debido a que su nombre se ha utilizado y aplicado con excesiva ligereza. Justamente ese uso indiscriminado ha promovido mi interés por difundirlo. Si nos ubicamos ante las evidencias, sin recurrir a los orígenes ni buscar la explicación de los hechos, parece razonable señalar que el Jazz, en su multifacético panorama, presenta ciertas características generales cuyo enunciado puede servir de punto de partida a todo interesado en aprender el lenguaje y disfrutarlo más ampliamente. Características del Jazz La música Jazz se caracteriza -en general- por eludir la ejecución de las interpretaciones a partir de la lectura fiel de una partitura, naturalmente, evolucionando hasta crear su propio lenguaje. ¿Cómo es ese lenguaje? Uso de la síncopa, insistencia rítmica, timbres instrumentales insólitos -difíciles de encontrar en otro tipo de música- improvisación y, en cuanto a las voces, desgarro de las mismas. Todo ello impregnado de una palabra mágica: swing, el alma del Jazz. El Jazz es música y, por lo tanto, presenta algunos elementos básicos: melodía, armonía, ritmo, timbre y forma, los cuales han sido tratados, desarrollados y consolidados conforme a particulares concepciones de algunos prominentes cultores y otros artistas, quienes en conjunto han afianzado y decantado el lenguaje, estableciendo una inagotable cadena de aportes cuyo desenlace no está precisado. n Melodía Una melodía podría definirse como una sucesión de notas organizadas horizontalmente en frases. Así como en una obra literaria tenemos sentencias, frases intercaladas, puntuaciones diferentes y cierta consonancia en las palabras, la melodía presenta un cuadro similar en su tipo, y, así como al leer vamos relacionando las palabras para captar el contenido de lo escrito, al escuchar relacionamos las diferentes notas y frases musicales para captar el total. Un oído atento hace al entendido en Jazz. Mediante el entrenamiento del oído puede aprenderse, empíricamente, la belleza melódica del Jazz. En líneas generales, la melodía jazzística presenta una construcción plena de contrastes, fraseo sorpresivo, cierta tendencia a insistir, singularidad en cada uno de los grandes creadores y una particular sintaxis. Algunas personas no iniciadas tienen la dificultad de memorizar y/o canturrear de inmediato las melodías jazzísticas, contrariamente a lo que les sucede con cierta música de entretenimiento MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: Para entender el Jazz 50 -mal llamada música popular-, muchas de cuyas interpretaciones ofrecen la discutible cualidad de ser pegajosas. Obviamente, los valores de una melodía no están determinados por la mayor o menor dificultad que se tenga para memorizarla inmediatamente, pero en el caso que nos preocupa, se requiere de un trabajo o, si se prefiere, de una concentrada atención, además de ponerse de acuerdo en los términos. Cada creador jazzístico tiene su propia lógica melódica y en la producción de todos ellos -hasta ahora- se produce lo que Joachim Berendt llamó “arcos de tensión” (momentos de interés), cada uno de los cuales tiene un valor propio y aislado que se va sumando a los anteriores y los por venir. Estos momentos de interés, incluso los calificados como largos, presentan una brevedad abismante, pues a veces una sola nota, con una entonación adecuada, constituye todo un discurso musical. n Armonía La palabra armonía forja la imagen de lo armonioso como sinónimo de agradable al oído. La misma disciplina aplicada para captar la belleza melódica se puede adecuar para la apreciación de la armonía, entendiéndose por tal una secuencia de acordes (a lo menos tres notas tocadas simultáneamente), que se mueven siguiendo un plan preestablecido y que sirve de base de sustentación de la melodía. La armonía podría definirse, entonces, como una sucesión de notas organizadas verticalmente. Estos acordes agrupados conforman lo que se llama armonía base de un tema, la cual puede servir para desarrollar varias melodías distintas, sucesivas o simultáneas. Los jazzistas improvisan siguiendo la estructura armónica de una melodía, que permanece invariable en lo fundamental, tantas veces como se acuerde previamente; cada una de estas exposiciones de la estructura recibe el nombre de chorus (coro). En la vida del Jazz, muchos músicos se han tomado libertades llegando al politonalismo (simultaneidad de dos o más tonalidades diferentes). Con tal superposición se aspira a destacar sus planos sonoros. Es un movimiento de principios del siglo XX, aunque tenga sus raíces en el pasado, en el Jazz han reemplazado la armonía base por escalas o modos (interpretación modal), evidenciando que estamos frente a una música viva y siempre atenta. El asunto de la armonía es bastante más complejo que toda esta explicación, pero señalemos - eso sí - que el Jazz se ha nutrido de las concepciones armónicas de la música europea, aunque la ha trabajado imprimiéndole un movimiento diferente. n Timbre En este terreno, el Jazz es atrevidamente singular, visto como un conjunto o apreciado a través de cada uno de sus creadores más prominentes; en este terreno el Jazz es apasionadamente peculiar, presentando una riqueza infinita y un carácter francamente antiacadémico o, a lo menos, no-académico, si es enemigo de forzar las definiciones. El mundo de los sonidos en el Jazz es de una riqueza tal que no es atrevido señalar que su singularidad es uno de sus aportes más significativos a la cultura musical contemporánea. El expresivo sonido de esta música, con su cualidad vocal (timbre significativo), es la resultante de la aplicación de una técnica instrumental propia de cada intérprete; una técnica natural, creada sobre la base de una técnica académica actualmente indispensable, que convierte al instrumento en una verdadera prolongación del individuo. Desde sus primeros balbuceos, el Jazz abrió las puertas al sonido y sigue ensanchando y profundizando el cauce hasta llegar al predicamento de los músicos de vanguardia, muchos de los cuales -más que buscar formas y notas musicales de acuerdo a la tradición europea- buscan y encuentran texturas sonoras, en una nueva dimensión de la música, donde el concepto tradicional de afinación cede ante el logro de un clima o ambiente de expresión quizás más elocuente que lo logrado por el más calificado virtuoso instrumental convencional. En el Jazz se advierte toda una gama de sonoridades impactantes cuyos adjetivos deben tener un significado muy diferente al impuesto por el uso y la costumbre. La entonación (expresión que se da a una o más notas) y las dinámicas (intensidad y matices de los sonidos) son tan variadas en el Jazz y tan singulares en cada intérprete, que resulta preferible referirse a cada caso en particular, ya sean grupos o individuos, pues hay tantos sonidos diferentes como artistas de categoría ha producido esta música. Aquello de las armonías extrañas o REVISMAR 3 /2016 51 disonantes del Jazz corresponde justamente al campo sonoro más que a la organización de las notas; corresponde al enfoque sonoro de grupos o individuos que han logrado una fisonomía tímbrica claramente identificable. n Ritmo “Si usted pregunta qué es el ritmo, no lo sabrá jamás”, respondió una vez el pianista Fats Waller y con tal sentencia se podría cerrar este párrafo; pero antes conviene detenerse a examinar algunos aspectos. El tempo (velocidad) de las interpretaciones jazzísticas es habitualmente estable, aunque en este terreno algunos músicos han variado para matizar sus interpretaciones destruyendo así el mito de “la imperiosa necesidad de no acelerar ni desacelerar”. En lo referente a los acentos rítmicos se advierte una tendencia que destaca los tiempos débiles del compás con enfoques cambiantes con el correr de los años: de la casi insistente marcación de dos tiempos por compás, a la acentuación de los cuatro tiempos mediante el trabajo en bloque de la sección rítmica, para llegar a la liberación gradual de los distintos instrumentos que la componen, hasta desembocar en interpretaciones que no marcan el tempo sino el pulso, siguiendo una fundamental rítmica implícita, alrededor de la cual los músicos elaboran sus variaciones creando una nueva sensación de flotar sobre el ritmo. En todo caso, el valor rítmico de una interpretación no está determinado exclusivamente por la calidad de uno o todos los integrantes de la sección rítmica, sino por las cualidades de todos los participantes del conjunto, ninguno de los cuales traspasa responsabilidades; el solista melódico de primera posee un sentido del ritmo tan bueno como el mejor de los percusionistas y se integra al equilibrio flexible y balanceado con sus acentuaciones desplazadas, yuxtaponiéndolas a las de los otros (polirritmia), anticipándose, produciendo quiebres, silencios y apoyos. Para la afirmación “el Jazz es puro ritmo y debe ser interpretado en un compás de 4/4”, la respuesta es que el Jazz es música y presenta, por tanto, varios elementos, existiendo además innumerables interpretaciones jazzísticas válidas vertidas en compases de 3/4; 5/4; 6/8; etc. n Formas (interpretación) Unánimemente se ha acordado que solo la interpretación es válida para la calificación de las obras, no importando el material elegido, por cuanto el Jazz no tiene temas propios, siendo decisivo el cómo se hace. Se llega incluso a la MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS: Para entender el Jazz n Festival internacional de Jazz de Valparaíso, julio 2015. 52 descalificación de un conjunto de virtuosos que pretenden hacer Jazz ejecutando -al pie de la letra- una obra escrita por un jazzista y se califica bien al grupo de jazzistas que interpreta una pieza escrita por el menos integrado de los autores. La más insignificante composición adquiere validez si la vierte un buen músico de Jazz, y la ejecución más perfecta de virtuosos desconocedores del lenguaje parece música de robot, con los atributos de la vida, pero carente de la vida misma. Ahora bien, la interpretación se realiza siguiendo el expediente de la improvisación (colectiva o individual) o la simple lectura de un arreglo; el mito de la improvisación indispensable no es otra cosa que el producto de una difusión mal enfocada, ya que no se pueden desconocer la legitimidad y calidad de muchas obras íntegramente escritas o memorizadas (lo que viene a ser lo mismo), sean estas de Jelly-Roll Morton o el gran colorista canadiense Gil Evans, ambos creadores de piezas consideradas obra total. El excesivo énfasis en la improvisación, es la resultante de una desinformación producida cuando se comenzó a difundir esta música con más entusiasmo que preparación. Evidentemente, todos los grandes creadores han sido improvisadores muy fértiles; pero su valor e importancia en el desarrollo en el Jazz no radica exclusivamente en eso. Así como la improvisación no es indispensable, tampoco la buena interpretación es aquella que desfigura el tema haciéndolo irreconocible. El trompetista Donald Byrd señaló: “Después de todos estos años dedicados a tocar música, he llegado a la conclusión de que una de las mayores dificultades para el músico es tocar una melodía tal como es originalmente, y tocarla bien, con buen sonido y buen sentido musical.” En la década de 1920, el trompetista Louis Armstrong lo hizo, seguramente, sin haberlo analizado primero. Durante mucho tiempo, la interpretación jazzística ha seguido la forma tema con variaciones: se expone un tema (una balada, una canción popular o un blues) y, después de uno o más chorus de la exposición, se hacen variaciones sucesivas o simultáneas, improvisadas o escritas. Puesto que hay acuerdo previo en la cantidad de chorus, no es ningún misterio el hecho que los músicos sepan durante una improvisación cuándo deben terminar sus actuaciones. Desde luego hay otras formas, entre ellas las libres. El formato de los temas jazzísticos es, en la mayoría de las interpretaciones, el del blues y el de la canción popular. La organización armónica tonal emplea frecuentemente la escala del blues con fines melódicos. Son habituales recursos como las blue notes, las síncopas, los ritmos múltiples, los vibratos, los glissando. La base de la interpretación jazzística es la improvisación. Consecuentemente, es una música que se centra en el intérprete antes que en el compositor. Excepto en algunos casos de free jazz o de jam session, donde sí puede darse el caso de que no se trabaje sobre ningún tema ya conocido. Improvisar significa que el intérprete recrea libremente el tema en cada ejecución del mismo, ya sea en directo o en un estudio de grabación: la melodía es solo un pretexto para desarrollar una posible interpretación de la misma. Este factor esencial que es la improvisación diferencia de forma primordial al Jazz de otros estilos musicales, como la música clásica y el pop, y tiene importantes repercusiones respecto a cuál es su posición en el ámbito comercial: la subordinación de la melodía, el factor más valorado, por ejemplo, en la música pop, a la libertad creativa del artista, ha alejado históricamente al Jazz de una presencia comercial masiva. La libertad interpretativa, que es definitoria del Jazz, ha llevado al uso de un término histórico, swing, como sinónimo de una determinada calidad rítmica que es percibida de una forma completamente subjetiva en algunas interpretaciones, de las que se puede decir que tienen swing como un elogio. El jazzista, además, ha debido desarrollar cualidades que son determinantes para un intérprete a la hora de improvisar: la intuición (originalidad), la emoción (el carácter), el intelecto (nivel técnico y forma melódica), sentido de las alturas (transforma alturas imaginadas en notas) y el hábito de ejecución (rapidez de respuesta). Reflexión final Estimados lectores, espero que este artículo, contribuya a que conozcan un poco más del Jazz y a su vez que el mismo les motive para REVISMAR 3 /2016 53 comenzar el descubrimiento de este fantástico género musical, sus estilos y sus exponentes más destacados. Los invito a escuchar y disfrutar la música culta, música que ha sido creada por mentes brillantes, bajo una concepción artística y no comercial. Espero que, a partir de ahora, quienes no lo han hecho, puedan acercarse con menos timidez a los diferentes conciertos que constantemente se ofrecen y, en este ámbito, ustedes también puedan hacer un valioso e interesante aporte a una conversación, tal como lo hacen en muchas otras materias.

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