Revista de Marina
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Es un relato ficticio del conflicto en el mar entre dos poderes navales, protagonizado por la escolta antisubmarina de una fuerza de tarea que quiere materializar un desembarco y un submarino que quiere penetrar la cortina y atacar al High Value Unit (HVU). La principal innovación, sin embargo, radica en la nueva tecnología del misil IDAS, capaz de efectuar un ataque submarino-aéreo, cambiando radicalmente las desiguales condiciones entre los helicópteros en versión Antisubmarino (A/S) y los submarinos actuales. Esta tecnología, real y disponible en el mercado, puede cambiar la táctica de la Guerra Antisubmarina (ASW) contemporánea.

El capitán de corbeta Troy McClure se sentía orgulloso. Flamante comandante de aeronave, era uno de los pilotos de ala rotatoria de primera línea de combate de la armada de Arcadia y servía como dotación de uno de los modernos helicópteros multipropósito Sikorsky SH-60 SeaHawk. Su destacamento se encontraba embarcado en el DD Monty Burns, buque insignia de la flota Arcadia. Siendo honesto consigo mismo, jamás imaginó estar en esta situación: si bien los países de Arcadia y Telmar nunca habían tenido relaciones abiertamente amigables, las amenazas y tensiones entre ambos países siempre habían sostenido un nivel de agresividad acotado a la diplomacia y mantención del status quo. No había tenido mucho tiempo para reflexionar y este no parecía una buena oportunidad para hacerlo, ya que se encontraba operando junto al grupo de tarea compuesto por los buques de proyección, liderado por el LSDH Carl Carlson con los más de 1.000 infantes de marina que transporta, junto con los de apoyo logístico, como el AO Lenny Leonard y unidades de combate que conforman la escolta, entre los que se contaba el propio Monty Burns y la FFG Nelson Muntz. Al regresar del vuelo, y luego de llevar a cabo los chequeos pertinentes, encontró finalmente un momento de calma para ordenar sus pensamientos. Los primeros días a bordo habían sido complejos, acomodándose al espíritu de una unidad sobrecargada con el frenesí del combate.

A bordo SS Barrabases

El capitán de fragata Pancho Matraca llevaba tres días durmiendo pocas horas y escuchando el mismo sonido rutinario. Conocida es la extraña condición de quienes navegan por muchos días: al dejar el puerto y adentrarse en el mar las personalidades cambian, dada la respuesta del organismo por verse rodeado de un medio que no es natural. Quien haya vivido este fenómeno debe multiplicarlo para entender lo que pasa dentro de una lata de 1.800 t y sólo 53 m de eslora, sumergido por un espacio de 20 días a 75 m de profundidad. Este era el caso del SS Barrabases, un moderno submarino del tipo U-212 de construcción alemana en los astilleros de Howaldtswerke-Deutsche Werft, en Kiel. El SS Barrabases había sido adquirido por el Estado de Telmar cinco años atrás y el comandante Matraca podía sentirse orgulloso por comandar este submarino, que secretamente había sido dotado de capacidades impensadas.

Al zarpar, la situación con Arcadia no se encontraba en buenos términos. Rivalidades económicas reforzadas por problemas limítrofes preexistentes habían mantenido la tensión entre los Estados, lo que hacía habitual el despliegue en funciones de disuasión. Sin embargo, hace menos de siete días un avión militar fue derribado más allá de la frontera, lo que produjo el término de toda relación diplomática y la decisión de Arcadia de movilizar una fuerza de tarea, posiblemente de desembarco de acuerdo al último reporte de inteligencia, con la intención de recuperar territorios perdidos en disputas territoriales pasadas. La misión del submarino, recibida hace 96 horas, era acercarse sin ser detectado a la fuerza naval y, a la distancia óptima de lanzamiento de sus torpedos, atacar a la unidad más valiosa: aquella que transporta los contingentes de infantería de marina o los suministros vitales para mantener el esfuerzo de guerra. La misión no era fácil, considerando las reglas de enfrentamiento vigentes, el ataque debía ser realizado dentro de la Zona de Exclusión (ZE).

Submarino con capacidad de lanzar misiles sobre blancos de superficie, aéreos y terrestres.

El teniente 1° Peter Valdés y su equipo de sonaristas liderados por el cabo Manguera detectaron a la fuerza de desembarco cerca de las 18:00 h del día anterior y se mantenían escoltándola fuera de la zona de exclusión, sin ser detectados. Gracias al tremendo trabajo realizado por los servicios de inteligencia en tiempo de paz, las bases de datos acústicas habían permitido identificar positivamente el sonido de las hélices del petrolero Leonard y del buque de desembarco anfibio Carlson, entre otros buques menores. Imperceptiblemente para la mayoría, pero de manera característica para un oído entrenado como el de Matraca y su dotación, el familiar sonido cambió, lo que significaba que la fuerza había caído y se dirigía a las playas de Telmar. Era cuestión de tiempo para que entraran a la ZE y, entonces, el submarino debería utilizar su armamento y cumplir con su deber.

Era hora de hablar con la tripulación. Pancho sintió como se erizaba la piel cuando tomó el 1MC:

-Poner atención el buque, habla el comandante…-

DD Monty Burns

A medida que pasaba el tiempo de navegación, los adiestrados marinos habían logrado frenar su ímpetu y regresar al entrenado ritmo que caracteriza la vida de un buque de guerra en el mar. Sin embargo, el capitán McClure sabía que entraban a un punto crítico de la ruta, pues luego de algunos días de navegación sin inconvenientes, por orden del Oficial de Comando Táctico (OCT) se había dado la señal para caer con rumbo hacia el litoral de Telmar, en demanda de la playa asignada para el desembarco. Como todo buen oficial de marina, sabía que aún cuando el arte de la guerra se encuentra en sorprender al adversario cuando menos lo espera, son las zonas críticas de convergencia de rutas y cercanas al litoral donde se vive el verdadero peligro, pues el dominio de estos puntos determina el control del mar y, en consecuencia, el destino del conflicto. Aunque habían pasado más de ocho horas desde la última vez que acudiera a la Central de Informaciones de Combate (CIC) del buque insignia para recibir las instrucciones respecto de su último vuelo, un rápido cálculo mental le permitía inferir que no debían encontrarse próximos a una zona de peligro, por lo que decidió ir a dormir a su camarote y descansar para las acciones que tendría que desarrollar frente a la amenaza submarina enemiga.

SS Barrabases

-…continuar-. El comandante Matraca dejó el MC, dio las últimas instrucciones al jefe de guardia en la central y fue a su camarote. Bajo su mando tiene una obra maestra de la ingeniería alemana. Un submarino tipo 212 dotado de propulsión independiente de la atmósfera, lo que permite ser muy discreto. Dentro de las novedades de este tipo de unidades se cuenta: motores combinados de diesel y Propulsión Independiente del Aire (AIP), la capacidad de navegar a altas velocidades gracias a un sistema de células de combustible de hidrógeno comprimido, operar sumergido hasta tres semanas sin emerger, baja huella térmica y magnética, libre de vibraciones, muy silencioso y virtualmente indetectable. Sabe que su mayor amenaza son los medios aéreos. Los escoltas no le preocupan demasiado, tiene una gran ventaja acústica sobre ellos y si se acercan demasiado, siempre puede poner un torpedo en el agua del tipo WASS BlackShark para ahuyentar sus esfuerzos de caza.

Submarino U-212.

DD Monty Burns

El llamado de “Pony 27 en acción, Pony 27 en acción” por el parlante del camarote lo había sacado de la cama hace 70 min. Luego de vestirse apresuradamente y llegar a recibir instrucciones del Jefe de Guardia (PWO), cumplió con el tiempo dispuesto de 60 min para estar volando. Su tripulación debía relevar al Pony 22, helicóptero de la misma clase, destinado a la fragata Muntz, en los roles de protección en la cortina. -Como principal sensor antisubmarino de la fuerza, los tripulantes de los buques confían en nosotros- exclamó McClure a su dotación.

Y claro que podían hacerlo, con un equipo de tres hombres perfectamente adiestrado, el aparato cargaba una impresionante variedad de sensores, desde un complejo procesador para las 25 sonoboyas que pueden ser lanzadas, hasta un Detector de Anomalías Magnéticas (MAD), pasando por una potente cámara infrarroja, un sensor de Emisiones Electromagnéticas (MAE) y un radar que aprovecha la altura de vuelo para detectar cualquier contacto en el horizonte. De cada uno de los costados del helicóptero cuelga un torpedo MK-46, suficientemente preciso y rápido para eliminar cualquier submarino adversario.

El teniente 2° Kirk Van Houten, Oficial Coordinador Táctico (TACCO) del helicóptero, se sentía emocionado cuando volaba, ya que se desplazaba diez veces más rápido que los buques de superficie para investigar cualquier indicio de submarino que fuera reportado por la línea de coordinación táctica. Estando a bordo del helicóptero se sentía intocable; acústicamente era indetectable para la amenaza submarina, quienes confían en el sonar como principal medio de detección y dada la separación que proveía el aire, podía atacar sin temor a represalias.

–Los submarinos no se atreverán a acercarse mientras nosotros estemos cerca, una indiscreción significaría su perdición- pensó el teniente Van Houten.

SS Barrabases

-El enemigo es, al menos, igual de inteligente que nosotros- pensó el teniente Valdés.

La pantalla de traqueo pasivo claramente mostraba que la fuerza de tareas había fijado el rumbo para interceptar una flota de pequeños pesqueros que se encontraban en el área y que estaban reportados en el SITPESQ. Si bien el análisis de ondas permitía identificar los sonidos de los buques mayores, sería necesario pedir permiso al comandante para subir a profundidad de periscopio y verificar que en la línea de fuego no existiera ningún buque o implemento de pesca que pueda mermar la acción de un torpedo, toda vez que desde el momento de fuego el submarino delataría su posición. El comandante no estaría feliz con la noticia.

Efectivamente el comandante no lo estaba. En su interior sabía que la asesoría del teniente Valdés era correcta y no había nada que hacer al respecto.

–Oficial de guardia, subamos a profundidad de periscopio- fue todo lo que logró articular ante los ojos atentos de sus subordinados.

En este momento sentía el peso de la responsabilidad de la vida de los 33 tripulantes que conformaban la dotación. Su dotación.

SH-60 Pony 27

El vuelo consistía en un patrullaje de seis horas continuas, con las detenciones necesarias para efectuar combustible en caliente en la cubierta de vuelo del DD Burns.

Concordante con las instrucciones recibidas en la CIC, el capitán McClure consideraba que existían muy bajas probabilidades de encontrar un submarino en el área. La apreciación en la CIC era que la zona de confluencia de submarino se encontraba todavía a 140 millas, lo que correspondía a 14 horas a la velocidad actual del HVU.

Helicóptero SeaHawk SH-60B

DD Monty Burns

En la CIC del buque insignia se vivía un ambiente de relativa calma. El teniente1° Moe Szyslak se encontraba en la mitad del cuarto nocturno, acababa de mandar el correspondiente relevo de aeronave, lo que permitía mantener una rebusca hacia proa de un posible submarino y se encontraba planificando la disposición de la cortina para la amenaza que se consideraba estaría presente a contar de 14 horas más. Por eso, el toque de alerta y posterior reporte del módulo de inteligencia lo sobresaltó.

–Por reporte de inteligencia de alta confianza existe, al menos, un submarino en el área-.

–Elevar la alarma– dijo rápido y casi automáticamente el PWO –e informen al helicóptero de sus nuevas instrucciones…-

SH-60 Pony 27

La orden de cambiar de estacionamiento a popa llegó por sorpresa, sin embargo se cumplió rápidamente. Para no alertar al posible submarino, el teniente Van Houten apaga el radar. Su cámara infrarroja busca metódicamente sobre la superficie para detectar cualquier mástil. Es posible que el submarino quiera confirmar, a través de sus periscopios o sensores de guerra electrónica la presencia de nuestra fuerza naval y, quizás, eso lo obligue a ser indiscreto.

SS Barrabases

-Izar el periscopio de búsqueda y el MAE – dijo el comandante Matraca.

El submarino se encontraba a 18 m de profundidad, listo a romper la superficie del agua con sus mástiles y pronta estaba toda la dotación a cumplir las órdenes del comandante. Era un momento crucial en el desempeño de la misión y los tripulantes confiaban que el resguardo de la noche y una mar levemente rizada les ayudarían a mantener el sigilo. Las lecturas del MAE no se hicieron esperar y en esa demarcación se tenían bullas de radar similares a las que podrían esperarse de los buques de Arcadia. Mientras los operadores de guerra electrónica analizan la información, el comandante en persona vigilaba el horizonte en busca de una aeronave. Tradicionalmente han sido la principal amenaza para las fuerzas submarinas y el día de hoy siguen siendo un enemigo temible, aunque la tecnología lo había dotado de algunas opciones…

SH-60 Pony 27

Hacia las 05:00 h y con la luz crepuscular recién comenzando a despuntar, con un gran esfuerzo y concentración de parte de la dotación táctica que protege a la fuerza, hay suerte.

-La cámara infrarroja ha detectado algo, señor informa el operador cabo 1° Kent Brockman.

Al acercarse a la pantalla el teniente Van Houten confirma que un punto de calor minúsculo sobre las frías aguas del océano Pacífico es perceptible. Rápidamente se informa de la situación a la fuerza a través de la línea de comunicación táctica y el helicóptero pone rumbo al punto situado a 20 millas, para seguir investigando. Aún cuando las pulsaciones comienzan a aumentar con la información, se actúa con calma a bordo de la aeronave.

-Puede que sólo sea un barril a la deriva- indica por el comunicador el capitán McClure.

O quizás sea sólo una gaviota que ha amarizado para descansar; menciona sin mucha convicción el teniente Van Houten.

DD Monty Burns

En la CIC el reporte de un posible submarino avistado por el helicóptero SeaHawk fue un golpe de inyección para que muchas cosas sucedieran al mismo tiempo. Sonó la alarma de combate y en pocos segundos el comandante se encontraba en la CIC recibiendo la información. Durante los primeros días se habían perdido muchos torpedos disparados con premura ante los más ínfimos indicios de detección, por lo que se había decidido ser más cauto en las reacciones. Sin embargo, la información de inteligencia y este nuevo indicio causaba sospecha, y el teniente Szyslak no creía en coincidencias.

SS Barrabases

A través de la cámara infrarroja del periscopio el comandante Matraca observa algo que llama la atención: un punto de calor que vuela nivelado, lo que descarta que sea un pájaro. Con una blasfemia en tono bajo, concluye que ha sido descuidado y confiado en el estado del mar. Debido a la carencia de emisiones electromagnéticas de intensidad considerable, permaneció en la superficie más del tiempo prudente. Los mástiles han estado expuestos demasiado tiempo y ahora un helicóptero les ha detectado. El helicóptero no transmitía con radar, por lo que todavía existe la posibilidad de que no hayan sido descubiertos. El aumento de velocidad y la característica caída del grueso en evasión antisubmarina no deja espacio para dudas, el helicóptero se dirige hacia ellos y en cuanto tengan claro que se trata de un submarino, lanzará uno de sus torpedos justo sobre la vertical, lo que es casi imposible de esquivar. La mente del comandante Matraca lo llevó a las clases de táctica del curso de comandante de submarino; ante esta situación no quedaba más remedio que arriar todo, bajar a profundidad de evasión e intentar escapar. Pero ahora tenía otra opción, dado los cuatro ejemplares de su nueva arma estibados en los tubos de proa.

SH-60 Pony 27

El piloto, capitán McClure, está ahora apenas a dos millas del avistamiento y no parece haber ninguna duda sobre los mástiles del submarino.

-Están perdidos- pensó el capitán McClure.

-Casi sin esperarlo, oirán un torpedo entrar al agua y empezará a transmitir tan cerca que no tendrán tiempo para evadir- sentenció por la línea de coordinación interna el teniente Van Houten.

El oficial de guardia en el periscopio ni siquiera habrá visto llegar al helicóptero acercarse. Desde la CIC del DD Burns se da libertad de maniobra para efectuar el lanzamiento de un torpedo de combate. El TACCO prepara el lanzamiento, cuando algo inusual ocurre. De repente, la superficie del agua se quiebra. Un objeto acaba de llegar a la superficie y acto seguido se aprecia la ignición de un motor cohete.

SS Barrabases

Decidido a permanecer en profundidad de periscopio y resignado a sus bajas probabilidades de éxito al evadir, el comandante prefiere adquirir datos precisos respecto de la posición del helicóptero.

-El submarino ha sido detectado e intentaremos acercarnos a la fuerza de Arcadia en otra ocasión. teniente Valdés, prioridad es pasar datos de control de fuego precisos mediante el periscopio- dijo de forma decidida el comandante.

-A su orden mi comandante- respondió el oficial que leyendo las intenciones de su comandante sabía que, de tener éxito, harían historia en las páginas de la guerra antisubmarina en particular y la táctica naval en general.

El oficial de armas introduce los datos en la recientemente instalada consola.

-Blanco correcto interrogativo mando aprueba- pregunta el teniente Bototo, oficial de armamento.

El comandante se toma unos segundos, que parecen eternos, para dimensionar lo que está a punto de suceder. –Mando aprueba, disparar-

– Fuego- repite automáticamente y sin dudar el teniente Bototo

SH-60 Pony 27

En los pocos segundos que preceden al derribo del helicóptero SeaHawk, la primera impresión es que el submarino ha lanzado un ataque misilero sobre la fuerza de superficie mediante el uso de un misil del tipo sub Harpoon o quizás Exocet SM39. Al mismo tiempo que el teniente Van Houten alerta a la fuerza por la línea de acción, efectúa una nota mental para verificar la información de los submarinos adversarios, pues no tenía registrado que tuvieran esa capacidad. Sin embargo el misil vira y se dirige rápidamente hacia la aeronave. El capitán McClure intenta reaccionar, pero el tiempo es tan escaso que las bengalas usadas como contramedida no sirven de nada.

Ejemplo de diseño de una cortina ASW.

SS Barrabases

A los pocos segundos, uno de los cuatro misiles IDAS alojados en cuatro de los ocho tubos lanzatorpedos sale hacia la superficie, arrancando su motor cohete. La cámara IR de la parte delantera del misil envía imágenes a la consola de armas del submarino, a través de una señal inalámbrica y de un cable de fibra óptica conectado entre el pod de expulsión del misil y el sistema en el submarino. El oficial de armas distingue claramente que se trata de un SH-60 SeaHawk y durante la fase de aproximación, envía órdenes al misil para evitar las contramedidas. La distancia disminuye…

-¡Impacto!- exclaman al unísono el oficial de armas y el segundo comandante, en señal de alivio.

El helicóptero se precipita al mar envuelto en llamas.

DD Monty Burns

Todo era silencio en la CIC del buque. Lo que parecía un ataque deliberado sobre un contacto, se convirtió, en cosa de segundos, en desconcierto. La primera señal de desastre vino del puente, cuando reportó una explosión a una altura aproximada de 100 pies, correspondiente con la altura del helicóptero. El silencio que se tuvo posteriormente en la línea, la nula respuesta del IFF del helicóptero y el desvanecimiento del contacto amigo venían a confirmar las malas noticias.

El primero en reaccionar fue el comandante, quien declaró la emergencia de amaraje del helicóptero y se puso en contacto por la línea con la fragata Muntz.

Muntz este es el comandante del Burns, solicito de forma inmediata que su helicóptero vaya por los posibles sobrevivientes-.

SH-60 Pony 22

Dos horas más tarde y considerando medidas extra de protección, que incluían caladas con el sonar de profundidad variable cada 10 millas para cerciorarse que no había amenaza para la integridad del helicóptero, éste llegó al área del siniestro.

-Muntz acá Pony 22, se encuentran restos de la aeronave flotando sobre la superficie. No ha habido supervivientes, cambio –

Del otro lado de la línea hubo por respuesta un seco y corto.

-Recibido, regrese al buque-.

SS Barrabases

Después que el helicóptero se precipitara envuelto en llamas al agua, el comandante, con el control total del submarino, comienza una evasión que puede llevarle días hasta encontrar una nueva posición de lanzamiento. Ha perdido la oportunidad de atacar, pero ha escrito una nueva página en la historia de la guerra antisubmarina.

-Oficial de guardia, tome el control y llévenos a profundidad de periscopio, debemos cargar baterías y reportar esta acción- ordenó el comandante cuando el peligro había pasado.-

Ya habrá otra oportunidad para completar la cacería y, esta vez, no sería tan imprudente ni ellos tan confiados. Al menos, les había enseñado una buena lección-.

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