Sintetizar miles de horas de inmersión, incontables millas navegadas, patrullas de guerra, misiones cumplidas, singladura tras singladura y tantas vivencias en unas pocas páginas es un reto; sin embargo, el propósito del presente artículo es dar a conocer, de manera sucinta, la historia del Comando de Submarinos de la Armada del Ecuador, desde su origen en 1974, con el inicio de los trabajos de construcción de estas unidades en Alemania, hasta la actualidad y analizar su empleo futuro frente a los nuevos escenarios y amenazas.
Para reseñar la historia submarinista ecuatoriana es pertinente remontarse 181 años en el pasado. Así, el 18 de septiembre de 1838, el exalumno de la Escuela Náutica de Guayaquil, José Raymundo Rodríguez Labandera, guayaquileño de nacimiento, junto a su colaborador José Quevedo, navegó bajo las aguas del rio Guayas en el denominado submarino Hipopótamo (ver figura 1), primera invención de este tipo en Latinoamérica, hazaña recogida por la prensa escrita de la época (El Ecuatoriano del Guayas, 1838).
Noventa años después de este histórico hecho, ingresó en 1928 a la Escuela Naval de Chile, Manuel Antonio Alomía Guerra quien después de graduarse, se especializó como submarinista en el mismo país, este destacado oficial fue el primero con esa especialidad en el Ecuador, a pesar de que aún la Armada no contaba con este tipo de unidades (Sánchez, 2017).
Deberían pasar 133 años desde la hazaña del Hipopótamo para que el país se interesara formalmente en submarinos de guerra. Así, en 1973, se decide adquirir dos submarinos tipo U209 de fabricación alemana, firmándose el respectivo contrato el 18 de marzo de 1974 (Sánchez, 2017).
Esta y posteriores adquisiciones de unidades navales permitieron alcanzar un relativo equilibrio regional del poder naval con los países vecinos en busca de garantizar la soberanía nacional en el mar, a través de medios modernos y de última tecnología para la época.
Paralelamente a las gestiones de adquisición de los submarinos, la Armada del Ecuador inició la preparación del talento humano que tripularía estas unidades; así, en 1973, viajaron a Brasil oficiales y tripulantes a la escuela de submarinos, en la base Almirante Castro e Silva de la isla Moncague, en Río de Janeiro, para, posteriormente, entrenarse en los submarinos tipo Guppy, SS10 Guanabara, SS11 Rio Grande do Sul y SS12 Bahia. En 1974, Chile recibió a otro contingente de marinos con el mismo propósito, realizando su fase práctica en los submarinos tipo Fleet, SS21 Simpson y SS20 Thompson (Sánchez, 2017).
El 1 de noviembre de 1974 iniciaron los trabajos en el astillero alemán Howaldtswerke-Deutsche Werft (ver figura 2). En 1975 se conforma la primera misión naval ecuatoriana en Kiel, que además debería coordinar la preparación del personal de las dotaciones y de apoyo técnico a cargo de la Marina alemana y las empresas fabricantes de los diferentes sistemas a ser instalados (Vázquez, 2006).
El 8 de octubre de 1976, se realiza la botadura del casco de la primera unidad submarina y el 4 de noviembre de 1977 se firma su traspaso a la Armada del Ecuador; al día siguiente 5 de noviembre, se realiza su bautizo y pasa a llamarse Shyri que significa señor, denominación del gobernante de la antigua cultura Quitu-Caras, asentada en la actual ciudad de Quito, que protegió su territorio heroicamente de los Incas. Se iza por primera ocasión el pabellón nacional, y se hace cargo del submarino su primera dotación ecuatoriana comandada por el señor capitán de fragata Raúl Toledo Echeverría.
El 16 de enero de 1978, el submarino Shyri zarpa hacia el Ecuador, ingresando en aguas territoriales el 8 de marzo de 1978. Esta se constituye en la fecha clásica del Comando de Submarinos. La unidad arribó finalmente a la base naval Sur de Guayaquil el 10 de marzo de ese año.
Por su parte la botadura del casco de la segunda unidad se realizó el 23 de marzo de 1977. El 16 de marzo de 1978 se izó por primera ocasión el pabellón nacional, se la bautizó con el nombre de Huancavilca, en honor a la antigua tribu asentada en las actuales provincias de Guayas y Santa Elena, navegantes y protectores inconquistables de su territorio de invasiones foráneas, siendo su primer comandante el capitán de fragata Marcelo Sola Salvador.
El 31 de mayo de 1978, el submarino Huancavilca zarpa hacia Ecuador, arribando el 24 de julio de 1978 a la base naval Sur de Guayaquil.
La Armada del Ecuador, para aquella época, se encontraba dando un salto tecnológico y estratégico sin precedentes; los primeros submarinistas tendrían el orgullo y el honor de surcar las profundidades y poner a prueba esta nueva arma, además de ser los primeros en sentar los cimientos de la escuela de submarinistas en el país, iniciando los cursos en 1979, poniendo énfasis en el recurso humano, la capacitación y el entrenamiento.
A nivel regional, las unidades submarinas no han perdido vigencia, muy por el contrario, diferentes países han incrementado sus unidades en los últimos años, tal es el caso de Chile con sus dos submarinos clase Scorpene de fabricación franco-española, Colombia con sus dos U-206 alemanes repotenciados y tropicalizados y Brasil, que tiene un programa de construcción de cinco nuevos submarinos en sus astilleros, uno de ellos de propulsión nuclear que estará listo en 2029 (Bonilla, 2018).
En general, las características de los submarinos como el ocultamiento, movilidad, permanencia y potencia ofensiva, los convierten en armas de gran valor estratégico por los efectos que pueden causar, su empleo táctico es ofensivo y explota el factor sorpresa, manteniendo la iniciativa ante la amenaza. La utilización de submarinos en aguas enemigas obliga a la armada adversaria a dividir sus fuerzas y a desgastarse en operaciones de protección a su tráfico mercante y puertos.
Su empleo con fines militares le permite actuar contra buques de superficie, submarinos, minado, operaciones especiales, como reconocimiento e incursiones anfibias, y en tiempos de paz, ahora algunas armadas, empiezan a emplearlos en operaciones de apoyo al combate de las actividades ilícitas en el mar.
En el Ecuador, 45 años después de iniciarse la construcción de estas unidades y luego de una extraordinaria vida operativa, actualmente y frente a los nuevos escenarios regionales, los submarinos continúan cumpliendo sus roles tradicionales relacionados a la defensa de la soberanía e integridad territorial y también en apoyo a la seguridad interna.
En el contexto antes indicado, se realizan operaciones de Control de Área Marítima (CAM) en apoyo al combate de actividades ilícitas en el mar, estas tienen especial importancia, ya que contribuyen con el mantenimiento de la seguridad interna del país; para ello, los submarinos emplean sus sensores en la vigilancia de los espacios marítimos jurisdiccionales, su ubicación será la que inteligencia considere, siendo necesaria la participación de las unidades que realizan la fiscalización y de ser necesario el abordaje respectivo, constituyéndose así un trinomio submarino-inteligencia-unidad que fiscaliza (ver Figura 4). Cabe recalcar que, sin una adecuada inteligencia, la probabilidad de que un submarino detecte fortuitamente actividad ilícita en el inmenso mar es mínima.
Este empleo de las unidades submarinas se ha realizado con éxito, destacándose el efectuado entre los meses de agosto y septiembre del año 2017 contra la Pesca Ilícita, No Declarada y no Reglamentada (INDNR), amenaza materializada por la presencia de la flota pesquera china1 de aguas distantes (ver figura 5), a propósito de la fiscalización realizada el 13 de agosto del año en mención por una unidad guardacostas ecuatoriana que detuvo en aguas de la reserva marina de Galápagos al buque carguero Fu Yua Leng 999, que transportaba alrededor de 300 ton de pesca, incluyendo especies protegidas. La participación de los submarinos, unidades de superficie y aeronavales, junto a otras medidas tomadas por el Estado2 contribuyeron a alejar la amenaza.
Por otro lado, el entrenamiento es una actividad fundamental del Comando de Submarinos. Para el efecto el Comando de Operaciones Navales, a través del Centro de Control y Evaluación del Entrenamiento (CECOEN), califica al personal y a las unidades mediante inspecciones en puerto y en la mar de diferente nivel de complejidad.
Para el adecuado cumplimiento de las tareas asignadas al Comando de Submarinos, es importante destacar el proceso de especialización de los nuevos submarinistas y los cursos de capacitación posteriores que el personal realiza como parte de su plan de carrera, con fases prácticas a bordo. Por las escotillas de estas unidades han pasado decenas de promociones de submarinistas, que han sabido atesorar lo aprendido en el claustro del casco resistente y lo han puesto en práctica desde los diferentes puestos de zafarrancho. Oficiales y tripulantes embarcados son parte de un mismo engranaje, no son individuos aislados, sino un equipo de trabajo profesional que es consciente de los riesgos propios de esta especialidad.
En un mundo tan cambiante, con escenarios mundiales y regionales influenciados por variables políticas, económicas, culturales, religiosas, naturales y delincuenciales, no hay certidumbre; en consecuencia, los conflictos del mañana pueden tener diversas motivaciones y diversas amenazas, confrontando a combatientes estatales y no estatales.
La tormenta perfecta es el nombre del escenario al año 2030, en que el incremento de la población en un 33%, llegando a 8.000 millones, generará una demanda de recursos extraordinaria (Beddington, 2009). En ese escenario, el mundo necesitará un 30% más de agua dulce y un 50% más de energía y alimentos, además de enfrentar el cambio climático y desastres naturales; esto llevaría al aparecimiento de crisis y guerras futuras debido a la demanda de recursos vivos y no vivos, sin dejar de lado las causas tradicionales de los conflictos entre Estados (Salinas, 2018).
Las armadas no pueden dejar de considerar el escenario antes indicado, siendo evidente la necesidad de contar con los medios suficientes y capaces para enfrentarlo.
Las unidades submarinas del futuro deben tener capacidades que permitan enfrentar las amenazas que se esperarían encontrar y que de hecho ya se han ido materializando desde hace unos años, además de contar con tripulaciones capacitadas, entrenadas y calificadas.
La pesca INDNR es una amenaza real. Países súper poblados necesitan extraordinarias cantidades de recursos y, ante la disputa de los mismos, sus flotas pesqueras de aguas distantes podrían, en el futuro, estar acompañadas de escoltas militares, haciendo necesario que las armadas cuenten con unidades que tengan gran poder disuasivo y permanencia en el área de operaciones asignada, los submarinos cumplen con estos requisitos. Ecuador tiene un territorio marítimo cinco veces superior al terrestre y con gran riqueza de recursos vivos y no vivos que deben ser defendidos, más aún con el proyecto de extensión de su plataforma continental en el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR).
Dada la escasez de recursos, se esperaría que esto contribuyera al incremento de otras actividades ilícitas en el mar como el contrabando, narcotráfico, migración ilegal y terrorismo, requiriéndose en consecuencia un diseño de fuerza que considere las amenazas antes indicadas, sin descartar las tradicionales.
Una configuración dual permitirá a los actuales y futuros submarinos cumplir con la defensa de la soberanía nacional y además ser eficientes en el mantenimiento de la seguridad interna, ya que la configuración única en el ámbito de la defensa no es suficientemente útil para cumplir los requerimientos de la segunda (Andrade, 2017).
Existen innovaciones tecnológicas que pueden ayudar a los submarinos a enfrentar de mejor manera las nuevas amenazas, obtener información de inteligencia y realizar un uso progresivo de la fuerza; por ejemplo, existen diseños de mástiles multi – propósito (ver figura 6), que permiten al submarino en inmersión disponer alternativamente de vehículos no tripulados, antenas para inteligencia de comunicaciones, inteligencia electrónica o armamento de 30 mm (Gabler, 2008).
En resumen, se podría decir que el futuro del arma submarina considerará dos ejes fundamentales: la preparación del talento humano a través de la especialización, capacitación, entrenamiento y calificación eficiente, y el estado del material, ya sea de los actuales o nuevos submarinos. Estos ejes están íntimamente relacionados al proceso de actualización de la doctrina submarinista, necesaria para el cumplimiento de la misión asignada sea cual fuere.
Después de resumir 45 años de historia de las unidades submarinas de la Armada del Ecuador, resaltando hechos y personajes más importantes, y luego de relatar el pasado, analizar el presente y vislumbrar el futuro de esta arma, se debe destacar que el profesionalismo y sentido de pertenencia, entre otras virtudes demostradas por las dotaciones embarcadas en estas unidades, han permitido contribuir con el cumplimiento del mandato constitucional de defender la soberanía e integridad territorial del Ecuador.
Los escenarios futuros en donde la creciente escasez de recursos será una de las causas de los conflictos en el mar, permiten visualizar la necesidad de planificar, por la autoridad competente, el diseño de una fuerza submarina capaz de contribuir a enfrentar las nuevas y tradicionales amenazas, considerando una configuración que les permita ser eficientes prioritariamente en la defensa externa, pero sin dejar de lado la seguridad interna.
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Uno de los efectos que ha producido el COVID-19, es que ciertos gobiernos han decretado cuarentena preventiva en los hogares, objeto disminuir gente en las calles y con esto minimizar los riesgos de contagio. Los submarinistas son profesionales altamente capacitados y entrenados para operar largos períodos de tiempo sumergidos y en un ambiente de aislamiento permanente. Es por esta razón que el presente artículo pretende dar a conocer ciertas características que permiten a los submarinistas sostener el aislamiento.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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