Por RAÚL ZAMORANO GOÑI
El artículo menciona los ámbitos de acción de la especialidad de Aviación Naval. Asimismo, enuncia los desafíos a los que se enfrentan los pilotos que se desempeñan en los escuadrones, en los buques, como también en tierra. Posteriormente recalca la necesidad de que los especialistas, estén preocupados de su perfeccionamiento profesional, para así contribuir a la planificación y ejecución de las operaciones. Finalmente invita a los oficiales pilotos a aceptar el desafío que impone esta exigente especialidad.
Durante mi carrera, muchas personas me han hecho la pregunta del por qué opté por ser piloto de la marina y no de la fuerza aérea. La respuesta es muy sencilla, uno antes de ser aviador naval es oficial de marina. Este convencimiento es lo que le da el arraigo e identidad naval a aquellos que optan por esta exigente y desafiante especialidad.
Así como la Aviación Naval, las distintas especialidades de la Armada, fueron creadas para satisfacer las necesidades que, a nivel institucional, existen respecto del conocimiento y capacitación del personal, para cumplir determinadas tareas, las que permiten cubrir el amplio espectro de operaciones que exige el cumplimiento de las áreas de misión asignadas a la Armada por el Estado de Chile.
Dentro de este abanico de especialidades, se encuentra la Aviación Naval, que permite cumplir tareas en apoyo a la ciudadanía, a la escuadra, a la infantería de marina, a la dirección del territorio marítimo y a las zonas navales, desarrollando misiones en todo tiempo y lugar, las 24 horas del día, los 7 días de la semana y los 365 días del año.
La especialidad de Aviación Naval convive y se desarrolla en un escenario en que interactúa con las otras existentes, buscando un trabajo integrado y con la máxima sinergia con las restantes. En este aspecto, una de las grandes ventajas de la especialidad, es que permanentemente opera con las fuerzas operativas, como la Escuadra, la Infantería de Marina, la Fuerza de Submarinos, el Comando de Fuerzas Especiales y la autoridad marítima. Esta interacción y conocimiento de la función específica que realizan estas distintas organizaciones le dan al zviador naval una perspectiva distinta que contribuye a conocer las necesidades del que está siendo apoyado. Este nivel de conocimiento se maximiza y se puede visualizar cuando los pilotos aviadores navales se desempeñan a bordo de los buques, ya que conocen perfectamente las necesidades de los que están a bordo de las aeronaves de la Armada, ya sean estas de ala fija o rotatoria. Asimismo, al regresar a los escuadrones aeronavales, también tienen clara conciencia de lo que los que están a bordo de las unidades de combate, apoyo operativo, logísticas y marítimas están sintiendo y requieren de los medios aéreos.
En palabras simples, han podido conocer las dos caras de la moneda, lo que potencia finalmente las operaciones desarrolladas y el logro de los objetivos planteados.
El track que deben navegar los aviadores navales para cumplir esta dualidad de funciones ( tanto a bordo como en tierra), no es sencillo, requiere de esfuerzo, compromiso y dedicación, pero sobre todo salir de la zona de confort y asumir nuevos desafíos, que aunque parecen difíciles, son perfectamente alcanzables por aquellos que lograron superar la formación de un piloto naval que independiente de los contenidos académicos, consta de pruebas de resiliencia, de superación de los miedos, de fortaleza mental y sobre todo voluntad de salir adelante.
Atrevámonos a aceptar los desafíos que nos presenta la carrera naval, les aseguro que saldrán adelante, superando los obstáculos que se les presenten y se sorprenderán de lo que son capaces.
Con el esfuerzo de todos, podremos seguir manteniendo una especialidad potente, presente en distintas áreas de la marina a lo largo del país, tanto a bordo como en tierra en puestos operativos, como formando parte integral de estados mayores en distintas zonas navales y en lugares de toma de decisiones estratégicas.
La palabra resiliencia ha sido utilizada por varias ciencias como la ecología, el psicoanálisis y la de los materiales, ...
La Escuela Naval en sus 200 años de existencia ha formado a más de 13.500 cadetes o aspirantes a oficiales. Muchos de los cuales no sólo han contribuido al servicio de nuestra Marina, sino que han destacado en campos como la industria, la religión, la política, la educación, la ciencia o el deporte.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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