Revista de Marina
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El empleo deliberado de la crisis en nuestros tiempos

  • Carlos Palavecino Villagra

Por Carlos Palavecino Villagra

  • Fecha de recepción: 14/09/2022
  • Fecha de publicación: 28/02/2023. Visto 526 veces.
  • Resumen:

    La crisis es un conflicto de intensidad limitada, generado exprofeso por un estado, para hacer prevalecer sus intereses sin recurrir al empleo generalizado e intenso de la fuerza. Se explicará cómo, el empleo deliberado de la crisis como herramienta para alcanzar un objetivo político, se encuentra absolutamente vigente en nuestros tiempos.

  • Palabras clave: crisis, Crisis.
  • Abstract:

    Crisis warfare is a conflict of restricted intensity, triggered specifically by a State, to prevail its interests without making use of military power. This article explains how the deliberate use of crisis as a tool to achieve a political objective is current in current times.

  • Keywords: Crisis.

“El arte supremo de la guerra, es someter al enemigo sin luchar”

                                                                                      Sun Tsu.

Una crisis es un conflicto de intensidad limitada, generada exprofeso por un Estado, para hacer prevalecer sus intereses por sobre los de su oponente, sin recurrir al empleo generalizado e intenso de la fuerza armada, la cual es posible revertir a la situación que existía antes de su inicio, mediante negociaciones que aseguren a quien lo generó la satisfacción de sus intereses y que sean aceptables para el oponente1.

El objeto del presente ensayo es explicar cómo, en el siglo XXI, el empleo deliberado de la crisis como herramienta para alcanzar un objetivo político se encuentra absolutamente vigente, para lo cual se citarán autores de renombre, la ley 20.424 y el Libro de la Defensa Nacional, entre otros; además, se utilizarán casos históricos y otros actuales para llevar a la práctica lo expuesto desde la teoría.

Un Estado cuenta con tres herramientas para poder lograr sus objetivos políticos, cuales son, la negociación, la crisis y la guerra, siendo la crisis, la herramienta de nivel intermedio. Estas tres herramientas tienen un factor común, que es la voluntad que debe tener el conductor político para emplearlas, siendo el valor que se le asigne al objetivo, lo que determinará la magnitud del esfuerzo que el estado deberá realizar. Este esfuerzo puede ir desde una simple negociación, hasta involucrar al país en una guerra. Dado que el Estado no puede ni debe privarse de ninguna de las tres herramientas indicadas para cumplir sus objetivos políticos, es que la crisis como herramienta, con consecuencias mucho menos perjudiciales que una guerra, se encuentra plenamente vigente.

La crisis tiene la particularidad de contar con algunas características de las otras dos herramientas. Con la guerra tiene la similitud de que en ella se ven involucrados los cuatro campos de acción: diplomático, económico, militar e interno. En relación a la negociación, podríamos decir que la crisis en sí, es una negociación, en la que las partes comienzan a emplear no sólo la persuasión, sino que, también la disuasión y la coerción, mediante la correcta articulación de los instrumentos del poder nacional, para cambiar la voluntad de la contraparte y llegar a un acuerdo aceptable por ambos estados; quien la provoca, debe tener la capacidad de manejarla, teniendo como premisa que los intereses en disputa, no deben ser vitales para el oponente y asumiendo que la reversibilidad es una de sus características más importantes.

Hace 2.500 años, Sun Tzu planteó un desafío: “Los que son expertos en el arte de la guerra, someten al enemigo sin llegar al combate"2, desafío que recoge nuestro estatuto orgánico del Ministerio de Defensa Nacional, (2010), el cual introdujo el concepto de crisis a nuestro ordenamiento jurídico, señalando que “en caso de crisis internacional que afecte la seguridad exterior del país, el presidente de la República dispondrá la activación de los planes de la defensa nacional respectivos, y ordenará el empleo de las fuerzas militares”. Se debe considerar que, en situación de crisis, el uso de la fuerza es eventual y puede adoptar una modalidad disuasiva o de empleo efectivo pero limitado, acorde al objetivo político de evitar un escalamiento del conflicto, en el contexto de que nuestra política exterior se basa en el principio de la solución pacífica de las controversias3.

Si bien el uso premeditado de este instrumento puede no corresponder a la orientación de la política exterior de un país, por considerarlo demasiado arriesgado, se debe tener presente que es posible ser víctima de un manejo de crisis generada por otro Estado. Es un hecho cierto que la crisis ha llegado a servir para muchos de los propósitos que antes sólo se alcanzaban a través del recurso extremo de la guerra4. Algunos autores plantean que, en el uso de la crisis como herramienta, se debe asumir que, no será posible obtener la totalidad del objetivo político, dado que los fines propios se limitan para que sea más fácil llegar a un acuerdo; lo anterior, reviste gran importancia, considerando que la negociación en una crisis se traduce en un regateo coercitivo, en una combinación de gestos de buena voluntad con amenazas veladas5. A juicio del autor, lo correcto no sería parcializar el objetivo político a cumplir, sino plantear uno que, sea alcanzable mediante la crisis.

En el mundo del siglo XXI, marcado por la hegemonía unipolar de Estados Unidos, la globalización transversal con énfasis en lo comercial, la interdependencia entre Estados, la digitalización, el terrorismo transnacional y la teórica no existencia de guerras, pero con la ocurrencia práctica de variados conflictos bélicos alrededor del mundo, la crisis como herramienta para la consecución de objetivos políticos de un Estado pasa a ser la forma más común, después de la negociación, del uso del poder nacional en lo general y del instrumento militar en lo particular, por lo que su correcto empleo juega un rol trascendental en la mantención de esta paz aparente que caracteriza nuestros tiempos. Por otro lado, no debemos olvidar que muchas guerras han sido producto de crisis mal manejadas, al traspasar una de las partes el umbral de agresividad crítico, que no es otra cosa que, la ofensa que la otra parte está dispuesta a tolerar. Un rol relevante lo juegan los medios de comunicación y la opinión pública, dado que pueden llevar al conductor político, por atender el clamor popular, a tomar decisiones erradas.

Como oficiales de Marina, es de suma importancia comprender que es en el mar donde existe la mayor probabilidad de que se generen las acciones del instrumento militar en una crisis. Hay quienes señalan que esto se debe principalmente a que en el mar el riesgo de pérdida de vidas humanas es considerablemente menor que en tierra, pero la mayoría de los autores se inclina a que, esto se produce porque el poder naval tiene características que lo hacen de vital importancia e irreemplazable en una crisis: flexibilidad, gradualidad en el empleo de la fuerza, presencia naval, la capacidad de proyección, simbolismo, condición de listo al arribo y posibilidad de en tiempos de paz mover unidades de combate para operar en cualquier parte del orbe donde los intereses nacionales lo requieran. Todo lo anterior, hacen que su rol de apoyo a la política exterior sea inalterable en el tiempo, tanto así, que la cooperación internacional y apoyo a la política exterior del estado, es hoy una de las cinco áreas de misión definidas por y para nuestra Armada6. Oliver Cromwell señaló hace 500 años que “el mejor embajador, es un buque de guerra”, lo cual a la luz de lo planteado anteriormente se encuentra plenamente vigente. Un buque de guerra fondeado en puerto extranjero puede ser al mismo tiempo, un símbolo del poder militar del adversario, o bien, el mejor representante de la amistad o el apoyo humanitario del aliado.

James Cable en su “Diplomacia de Cañoneras” propone el uso limitado del poder naval para lograr y mantener la ventaja sobre un adversarioy un muy buen ejemplo de ello es que la sola presencia naval sirve para cumplir objetivos políticos relacionados con la política exterior o la diplomacia, sin necesidad de recurrir al empleo de la fuerza militar o la guerra. Por otra parte, Geoffrey Till nos plantea que: “La diplomacia, comprende las actividades navales en el grado menos  peligroso del espectro de procedimientos que un país puede usar para influenciar el comportamiento de otro"8. Como ejemplo de esto se puede señalar una experiencia personal a nivel interno, ocurrida durante el período de excepción constitucional con motivo del “estallido social” del año 2019. En una Unidad de la Escuadra, siendo designados para apoyar a la Autoridad Marítima en tareas de seguridad interior, con el objeto de asegurar la ejecución de las maniobras y faenas de alije de gas, entre otras, de los terminales marítimos de un puerto determinado. Una vez fondeados, se desembarco a cargo de la primera partida, con la tarea de reunirse con las autoridades locales para coordinar la forma en que se cumpliria la misión.  encontrandose con la sorpresa, de que los desórdenes públicos se habían acabado una vez que la Fragata había fondeado en la bahía. Sin el afán de argumentar la tesis del presente ensayo con historias marineras, a juicio del autor, el hecho descrito constituye un ejemplo inequívoco de lo que debemos entender como presencia o diplomacia naval. Hay quienes proponen que esta diplomacia naval es un eufemismo para definir la capacidad de proyección del poder naval. 

Ejemplos del empleo de la crisis para conseguir objetivos políticos en la historia tenemos muchos, las 3 crisis del Estrecho de Taiwán en 1954/55 – 1958 – 1995/96, la intervención de Estados Unidos, en la Guerra Indo Pakistaní en 1971, o casos más actuales como lo que ocurre en el Mar de China o con Corea del Norte. Un ejemplo más actual que no sea de Estados Unidos, es el caso de Colombia con Nicaragua por la disputa de las islas de La Providencia, San Andrés y las aguas que las rodean, cuando el presidente Uribe celebró el 20 de julio de 2007 el aniversario patrio de Colombia con un gran desfile militar en San Andrés, desafiando abiertamente al Gobierno de Nicaragua, desconociendo la competencia de la Corte Internacional de Justicia y preparando un posible fallo adverso. Cabe destacar que desde esa fecha Colombia a reforzado la presencia naval en el área en disputa, sin acatar el fallo promulgado en noviembre del año 2012. Otro ejemplo del empleo de la crisis en forma deliberada para lograr un objetivo político por parte de Estados Unidos, fue cuando a mediados del año 2020, la Casa Blanca le puso precio al presidente de Venezuela Nicolás Maduro y su cúpula política, acusándolos de narcoterrorismo. Algunos días después, el presidente Donald Trump manifestó: “No podemos permitir al narcoterrorismo explotar la pandemia para amenazar la vida de los estadounidenses”, a lo que el Comando Sur agregó: “Estamos duplicando nuestra fuerza en el área, (Mar Caribe frente a las costas de Venezuela), es la operación más grande en Occidente Occidente9.

Tras todo lo señalado precedentemente, es que se puede afirmar que la crisis como herramienta para la consecución de objetivos políticos es completamente aplicable en nuestros días, siendo sus únicas limitantes, la voluntad del conductor político de considerar su empleo y la correcta articulación de los Instrumentos del poder nacional requisito básico para que la maniobra elegida, apalanque a la estrategia, y así se logre cambiar el statu quo inicial a la condición favorable deseada. No podemos olvidar que el fin militar es la victoria, pero el fin político consiste en construir una paz que garantice seguridad y concordia, es por eso que, la paz a cualquier precio es una capitulación10. A juicio del autor, y dado que nuestro ordenamiento jurídico lo contempla, la crisis era una alternativa completamente válida cuando Perú demandó a nuestro país para delimitar la frontera marítima, desconociendo los tratados de 1952 y 1954, pero dado el bajo valor asignado al objetivo en disputa, no valió la pena el esfuerzo.

Lista de referencias

  1. Academia de Guerra Naval, La Crisis y su Maniobra, 2002.
  2. Sun-Tzu, El Arte de la Guerra.
  3. Libro de la Defensa Nacional, Capítulo X, 2017.
  4. Syllabus Cátedra Estrategia Marítima, CEM 2020, CDP 1-06.
  5. Syllabus Cátedra Estrategia Marítima, CEM 2020, CDP 1-06.
  6. https://armada.mil.cl/.
  7. James Cable, Diplomacia de cañoneras: Empleo político de fuerzas navales limitadas.
  8. Geoffrey Till, Sea Power, 2004.
  9. https://www.infobae.com/america/venezuela/2020/04/02/tres-palabras-el-contundente-mensaje-de-la-armada-de-eeuu-sobre-la-operacion-antidrogas-mas-grande-de-occidente/.
  10. Apuntes de clases de la Cátedra de Estrategia Marítima CEM 2020, CDP 1-04.

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