Por JOSÉ MIGUEL HUERTA MARÍN
En mi afición por el estudio de la historia, he descubierto que no son pocos los “héroes anónimos” y se cometen grandes injusticias históricas. El caso del osornino Amador Barrientos está muy cercano de serlo. Lo que parece notable es que su heroica actuación durante el desembarco de Pisagua, que sin dudas, en un hito que marcó un antes y un después en la Guerra del Pacífico, este héroe pasó inadvertido.
In my passion for the study of history, I have found that there are several “anonymous heroes,” and quite frequently, these oversights have caused great historical injustices. The case of Amador Barrientos, a native from Osorno, is a clear example. What’s incredible is that his heroic performance during the troops landing in the town of Pisagua, undoubtedly a milestone that marked a before-and-after in the War of the Pacific, this hero went unnoticed.
Podría asegurar que si se les pregunta a los chilenos quién fue Amador Barrientos Adriazola, ni el 1% daría la respuesta correcta.
Lo anterior, con la salvedad de que la encuesta se haga en Osorno, aunque, a decir verdad, los osorninos en su gran mayoría responderían que es una calle de esa ciudad.
La sureña localidad fue cuna de un par de glorias del deporte. Uno es el destacado futbolista y seleccionado chileno, ya fallecido, Rubén Marcos, con cuyo nombre fue bautizado -con justicia- el estadio donde el Club Deportes Osorno juega como local. Mayor renombre aún tuvo el gran boxeador Martín Vargas, todavía vivo. Quienes ya tenemos algunos años, mantenemos vivo el recuerdo de sus triunfos y disputas de títulos mundiales y del legendario aliento de sus hinchas: “Pega Martín, pega”.
Con seguridad el oriundo de esa ciudad con mayores laureles guerreros sea el verdadero “León de Tarapacá”, el comandante Eleuterio Ramírez, quien durante la guerra de 1879 luchó como un león y hasta la muerte en la quebrada del mismo nombre.
La historia de Amador Barrientos es notable y poco conocida. El osornino nació en una casona familiar ubicada en el costado sur poniente de la Plaza de Armas. Se integró a la Armada con escasos 17 años y a los 19 ya era guardiamarina embarcado en la goleta Covadonga. En 1870 fue transbordado a la Esmeralda. Cinco años después ascendió al grado de teniente 2°.
Participó en el Combate de Angamos en octubre de 1879, cuyo resultado fue la captura del Huáscar por parte de Chile, hecho vital para el triunfo definitivo de las armas chilenas en esa guerra, ya que significó el dominio chileno en el Pacífico.
Pero su mayor gloria la consiguió en noviembre de 1879, durante el desembarco de Pisagua, considerada mundialmente como la primera operación anfibia de la historia. Los historiadores emulan esta acción con el desembarco de Normandía el 6 de junio 1944 durante la Segunda Guerra Mundial. En esa acción se dispusieron botes a remo al mando de Barrientos para llevar a bordo a los soldados del batallón Atacama y desembarcarlos en la playa para el asalto y toma de Pisagua. Dicho sea de paso, ya dominado el mar por parte de Chile, este desembarco fue de vital importancia para que las tropas de infantería y caballería chilenas avanzaran hacia el norte, con sendos y épicos triunfos que culminarían con la toma de Lima. Como se decía anteriormente, los soldados del Atacama fueron los primeros en poner pie en la costa peruana de Pisagua y, liderados por Barrientos, quien fue el primero en pisar tierra enemiga en la playa del lado norte (Playa Blanca) con nuestra bandera en sus manos, bajo una lluvia de balas que desgarraban su uniforme. Y no sólo eso, sino que además, desafiando a los fusiles enemigos, corrió junto a 15 de sus hombres hacia un promontorio y plantó el pabellón patrio en suelo enemigo, lo que se considera un hito trascendental en esa guerra ya que, como se mencionó, era el primer paso para el triunfo definitivo de las armas chilenas.
El comandante del Loa, Javier Molina, indicó textualmente en el parte de combate:
“El teniente Barrientos fue el primer chileno que saltó a tierra en la playa del norte, llevando una bandera nacional que plantó sobre una prominencia del terreno en medio de una lluvia de balas que sólo perforaron su traje.”
Esta acción significó establecer una sólida “cabeza de playa” que permitió el desembarco masivo de tropas, caballería y pertrechos, lo que derivó en el exitoso inicio de la Campaña de Tarapacá.
Mencionemos que en esa localidad existía un tren que se internaba en el desierto, lo que facilitó todo el empuje logístico para los siguientes triunfos chilenos.
Posteriormente, Barrientos participó en la batalla de Arica que culminó con la toma del Morro, propinando un casi definitivo golpe anímico al ejército enemigo.
Estas acciones le significaron recibir la Medalla de Honor con tres barras de oro de parte del presidente de la República, Domingo Santa María.
Tras la hazaña chilena del Morro de Arica, pidió el retiro temporal de la Armada y comenzó a desempeñarse con éxito en el campo civil. En esos menesteres se desempeñó en 1886 como subdelegado de La Noria, en Tarapacá. En 1887 asumió como Comisario de Salitreras. Fue un periodo en que, en medio de un trabajo intenso, pudo tener alguna holgura económica.
Posteriormente, bajo el mandato de José Manuel Balmaceda se reincorporó al servicio y ascendió a Capitán de Corbeta, desempeñándose como segundo comandante del cazatorpedero Lynch.
Luego vino la dolorosa guerra Civil de 1891, que enfrentó a las fuerzas presidenciales de Balmaceda contra las fuerzas congresistas. Chilenos contra chilenos. El capitán Barrientos se mantuvo fiel al Presidente y pagó caro su lealtad. Derrotado Balmaceda vinieron los desquites y venganzas. El héroe de Pisagua perdió sus bienes y empleo. Las odiosidades y rencores impidieron que Chile diera el merecido reconocimiento a Barrientos. Recién después de 26 años la Armada le concedió una magra pensión que le permitió subsistir el resto de sus días en forma muy modesta. “El pago de Chile”.
Amador Barrientos falleció a los 72 años el 23 de julio de 1921.
Aprobado por el Congreso un monumento con su busto en una plazuela de Osorno, hoy día se espera que el Concejo Municipal de esa ciudad haga justicia con este valiente marino chileno.
Actualmente, un grupo de exoficiales y cadetes de la Armada residentes en Osorno ejecutamos diversas iniciativas públicas y privadas para lograr que se concrete el merecido recordatorio de tan notable figura.
Bibliografía
HUERTA, 2024
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Se presenta un análisis de las acciones realizadas en Pisagua y Junín el 2 de noviembre de 1879, las que dieron inicio a la Campaña de Tarapacá, a fin de dar a conocer su importancia bajo el contexto histórico de la Guerra del Pacífico y la doctrina de guerra anfibia. Ambos hechos, en conjunto permitieron iniciar la proyección de las fuerzas chilenas en territorio peruano, con la finalidad de separar los ejércitos de Tarapacá y Tacna.
Texto elaborado para ser leído en la vigilia de oficiales efectuada el 20 de mayo de 2019, a bordo de la fragata Almirante Condell. Basado en gran parte en el siguiente artículo histórico: González Valencia, Andrés J. (2014) “Quilpué y lo que sobrevino tras la muerte del Contra-Almirante Don Carlos A. Condell de la Haza”. Boletín Histórico de la Sociedad de la Provincia de Marga-Marga, Volumen N° 10.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1006
Mayo - Junio 2025
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