Revista de Marina
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Maestros polinésicos: Colonizadores y su arte de navegación ancestral

  • Hugo Edmunds Concha

Por Hugo Edmunds Concha

  • Fecha de recepción: 12/05/2022
  • Fecha de publicación: 30/06/2022. Visto 584 veces.
  • Resumen:

    Los antiguos polinésicos mantuvieron por siglos una hegemonía marítima en el Océano Pacífico, colonizando vastas distancias de océano por medio de travesías basadas en un acabado conocimiento astronómico y del medio ambiente que los rodeaba. Por supuesto, sin la tecnología disponible en la Europa de la época.

  • Palabras clave: Rapa Nui, Polinésicos.
  • Abstract:

    The ancient Polynesians, for centuries maintained a maritime hegemony in the Pacific Ocean, colonizing vast distances of ocean, by navigating based on a thorough knowledge of astronomy and the surrounding environment. Obviously, all this was performed without the technology available in the Europe of that time.

  • Keywords: Rapa Nui, Polynesians.

Normalmente se le asume el descubrimiento de las islas del Océano Pacífico a los exploradores europeos, que en un lapso de dos siglos registraron en sus bitácoras el avistamiento de centenares de “nuevas islas”, desde Hernando de Magallanes en 1521, con su arribo a la isla Guam en el archipiélago de las Marianas, hasta el Almirante neerlandés Jacob Roggeveen, que en 1722 descubriría una isla a la que nombraría Paaseiland (Isla de Pascua), por avistarla en Pascua de Resurrección, llamada “Te Pïto o Te Henua” (el ombligo del mundo) y “Mata Ki Te Rangi” (ojos que miran al cielo) por sus habitantes.

Los europeos concurrieron unos tras otros al Pacífico, develando la existencia de nuevas islas que iban poblando un mapa desconocido para ellos. Muchos de estos marinos iban en busca de la mítica “Terra Australis Incógnita” y otros, como Magallanes, en estricta necesidad de apertrecharse para evitar la hambruna.

En realidad, todo lo que iban “descubriendo”, ya había sido descubierto y colonizado hacía mucho tiempo atrás por navegantes provenientes del sudeste asiático, quienes dominaban la ubicación de cada isla de la polinesia.

“Contra vientos y corrientes”

Los registros occidentales suceden muchos siglos después que los verdaderos colonizadores poblaron las islas de la melanesia, micronesia y polinesia. Esos navegantes corresponderían a asiáticos de la era paleolítica que comenzaron a poblar lo que hoy es Australia, Nueva Guinea y Tasmania, hace más de 40.000 años, las que constituían una sola masa continental. En la época, empleaban rústicas balsas para cubrir pequeñas distancias. Así continuaron hasta descubrir la melanesia o “islas negras”, por el color de piel de sus habitantes.

Alrededor del 3.000 A.C., mejoraron sus antiguos diseños de embarcaciones, adentrándose a las puertas de lo que actualmente se denomina polinesia, o “muchas islas”, descubriendo y colonizando las islas de Tonga y Samoa.

Cercano a ese período, entre el 3.000 y 2.000 A.C., le siguió la micronesia, que significa “pequeñas islas”, las que se encuentran al norte de Nueva Guinea. En ellas, se asentaron pequeñas colonias que mantuvieron la conciencia marítima legada por sus antepasados.

En este período desarrollan embarcaciones a remo con estabilizadores laterales que les permitían eficientes navegaciones en tramos relativamente cortos. Sin embargo, uno de los mayores avances marítimos de la época ve la luz en estas islas: el catamarán, embarcación de doble casco con sistemas de velas que optimizaban el ángulo de ataque al viento, permitiéndoles ceñir para avanzar hacia el Este. La eficiencia que tiene en la actualidad este tipo de embarcación es sin duda una prueba de la experiencia marítima de los antiguos polinésicos.

Estos desarrollos permitieron el esfuerzo de la colonización desde el Oeste al Este, donde las condiciones de viento y mar reinantes la mayor parte del año son desfavorables para embarcaciones que precisamente emplean estas variables para desplazarse.

Así, alrededor del año 1.000 D.C., los navegantes polinésicos provenientes del Oeste del Pacífico, descubren y colonizan Rapa Nui, configurando junto a Motu Motiro Hiva (Salas y Gómez), el vértice sureste del triángulo polinésico.

El desarrollo de sus catamaranes fue acompañado por grandes conocimientos en el arte de la navegación. Hallazgos de alfarería y otros elementos en Tonga y Samoa, demuestran la existencia de una cultura marítima que definía su estilo de vida, el que con el tiempo se transformó en una “Cultura Polinésica Ancestral"1.

¿Quiénes eran estos navegantes?

La colonización que comenzó con nómades proveniente del sudeste asiático en la prehistoria tomó forma con poblaciones que se asentaron en los espacios que iban descubriendo, dando paso al cultivo y el ganado entre otras cosas. Esto avanzó de la mano con la mirada marítima natural y el permanente espíritu aventurero para adentrarse en el Pacífico, seguros que encontrarían nuevas tierras. En la tradición oral polinésica, se destacan sabios consejeros profetas que transmitían sus visiones místicas a sus gobernantes, con una gran influencia en el destino de su gente. Es el caso de Haumaka, quien le indicó al Ariki Hotu A Matu’a la existencia de RapaNui.

El establecimiento de nuevas colonias fue dando forma a diferentes sociedades. En la melanesia y micronesia, se distinguieron grupos liderados por personas que destacaban por su capacidad para proveer recursos a sus seguidores, es decir, aquella que podía entregar a la población alimentación y tierras, ganándose la simpatía de sus habitantes para defender sus intereses frente a otros líderes, lo que al final reflejaba un sistema frágil que no les entregaría estabilidad a estos grupos. Por el contrario, los polinésicos se estructuraron en sociedades jerárquicas y feudales fuertemente influenciadas por su cultura ancestral, lo cual fue clave para materializar la colonización hacia el Este, que duro varios siglos.

La navegación estaba íntimamente ligada a la cultura de cada pueblo. Desde el corte del tronco, hasta la ceremonia de lanzamiento y designación de su tripulación, obedecían a las tradiciones ancestrales y benevolencia de sus dioses. En la medida que los polinésicos iban conquistando distintas tierras hacia el Este, aumentaba con el tiempo la necesidad de espacio vital para desarrollarse como sociedad y cultura, lo que los obligaba a mantener una mirada oceánica para buscar nuevos horizontes para sus futuras generaciones.

Los siglos de colonización que siguieron, motivados por las diferentes condiciones ambientales y algunos aislamientos prolongados, produjeron una natural adaptación a las condiciones de su nuevo hábitat, generando una variedad de expresiones sociales y culturales que hasta el día de hoy distinguen a cada isla polinésica. A pesar de esto, la cultura polinésica ancestral se logró transmitir de isla en isla, permaneciendo muchas de ellas con evidentes similitudes genéticas, lingüísticas y culturales.

Descubriendo un extenso océano

Si hoy pensamos que una navegación que cruce el Pacífico a bordo de una moderna fragata podría ser muy demandante, el imaginarse la aventura de los navegantes polinésicos, que no contaban con cartografía, ni técnicas modernas como la navegación electrónica, inercial, brújula ni sextante, e incluso con limitados recursos para sobrellevar una navegación astronómica, resulta un esfuerzo de dimensiones titánicas. Recorrer un océano que cubre cerca de un tercio del total del planeta, en embarcaciones a vela, sin sistemas logísticos que permitan la preservación de alimentos, ni otras bondades actuales, debía ser producto de un increíble dominio del arte de la navegación y de una gran preparación.

El éxito de las expediciones polinésicas está comprobado. Es prácticamente imposible para ese período de la historia, adentrarse miles de millas náuticas al Este del Pacífico sin el empleo de una embarcación como el catamarán. Así lo describe la tradición oral respecto del arribo del Ariki (rey) Hotu A Matu’a a RapaNui.

Y dentro del Pacífico, solamente la polinesia abarca cerca del doble de la superficie de nuestro Mar Presencial. Si hacemos un ejercicio hipotético para dimensionar lo que significó navegar hasta RapaNui, calculando el tramo comprendido entre Tahití y el destino, con una velocidad convenida de avance de 7 nudos y asumimos que se navegó la ortodrómica, es decir empleando la distancia más corta entre dos puntos en una esfera, obtenemos que este viaje hipotético debió haber tomado cerca de 2 semanas. Sin embargo, el viaje provino de más al Oeste, con vientos que probablemente no permitieron una navegación directa y con limitadas provisiones para la supervivencia, lo que aumentaría esa permanencia en alta mar, sin la certeza de encontrar la anhelada tierra.

El arte de la navegación polinésica

Existe consenso en que la navegación es un arte y una ciencia. Es arte porque considera tradiciones, destrezas, experiencias y lecciones aprendidas en funciones asociadas con el dominio de las embarcaciones y la navegación misma; y ciencia por requerir conocimientos específicos, como aquellos matemáticos, cartográficos oceanográficos y astronómicos necesarios para situarse en forma precisa y navegar con seguridad. Los problemas que debe resolver la navegación abarcan desde el conocimiento del rumbo y la profundidad, hasta el control de variables de tiempo, velocidad y distancia, entre otras. Entonces ¿cómo lo hicieron los polinésicos sin el moderno instrumental que poseían los europeos de la época y sin cartografía?

Los polinésicos emplearon esencialmente la navegación astronómica, con un profundo dominio de más de un centenar de estrellas que asociaban a latitudes e islas, de acuerdo a su posición cenital, como también a sus salidas y puestas en el horizonte, registrando las lecturas en las mismas bordas de las embarcaciones, y por supuesto el sol y la luna como grandes referentes.

No menos importante, era la navegación por “estima”. Era imperativo contar con algún método que permitiera seguir avanzando en días cubiertos. Esto lo lograban con un acabado conocimiento del comportamiento de las corrientes marinas, vientos reinantes e indicios de cercanías de costa como aves características y restos a la deriva. La memorización de los elementos de la naturaleza era la clave para complementar sus conocimientos astronómicos.

Estos conocimientos les permitían en la práctica, lograr avances por la ortodrómica para conseguir travesías más eficientes, que era posible gracias a las eficientes embarcaciones que tripulaban. Por supuesto que llegar a dominar este arte requería décadas de aprendizaje. Pero como se mencionó anteriormente, eran sociedades jerarquizadas y muy organizadas. El cargo de un maestro navegante revestía un sitial muy especial en sus pueblos.

Y si algo andaba mal y no avistaban oportunamente las tierras que esperaban encontrar al Este, siempre tenían la opción de retornar 180°, con condiciones de mar y viento generalmente favorables.

Conocimientos al borde de la extinción

Los colonizadores europeos, trajeron consigo la imposición hacia la “cultura occidental” que afectaron islas como Tahití y Hawái. Esto trajo profundos efectos negativos en variados aspectos culturales y tradicionales. El traspaso del arte de la navegación fue uno de los más afectados. Los polinésicos, involuntariamente, se fueron alejando gradualmente de sus conocimientos marítimos hasta casi la extinción de su arte de navegación.

En el caso de Rapa Nui, tal como lo describe la bitácora del almirante Jacob Roggeveen en 1722, sus buques fueron recibidos por canoas de menores dimensiones, atribuyendo la carencia de construcción de embarcaciones mayores a la falta de árboles que posteriormente coincidiría con la demostrada deforestación gradual que habría sufrido siglos antes la isla. Este factor se sumaría al asentamiento en una tierra fértil y bondadosa, más la lejanía de otras tierras, trayendo consigo una concentración de sus conocimientos náuticos en embarcaciones pequeñas, destinadas principalmente a la pesca, dejando postergadas aquellas construcciones de magníficos catamaranes como los empleados por sus primeros habitantes. Los registros posteriores del Almirante inglés Lowther, en 1853, confirman la descripción del Almirante Roggeveen. Sin embargo, a pesar de su enfoque en embarcaciones menores, los Rapa Nui mantuvieron por largo tiempo el estudio del firmamento con un emplazamiento en el vértice Este de la isla, en un sector conocido como Papa u’i hetu’u (plataforma de observación de estrellas), en las elevaciones del Poike.

Recuperación del arte de la navegación

Gracias a la permanente conciencia marítima y la conservación de la cultura ancestral polinésica, los RapaNui dieron un gran paso al materializar la construcción de un catamarán polinésico y surcar las aguas que separan Valparaíso de RapaNui. Fue Lynn Rapu quien, junto a un grupo de navegantes, se prepararon por décadas para construir y materializar una travesía el año 2019, lo que significaría un gran paso en la recuperación de los conocimientos tradicionales de la navegación polinésica. Con conocimientos asimilados principalmente en Tahití, construyeron el Kuini Analola, una embarcación tradicional del tipo catamarán o “Vaka Taurua”.

Las experiencias del Kuini Analola, se apoyaron en el esfuerzo tahitiano por recuperar también su tradicional navegación, quienes el 2012, cubrieron el tramo entre Tahiti y las islas Salomón con una embarcación tipo catamarán.

Aotearoa o Nueva Zelanda, también tomó el rumbo a recuperar su tradicional navegación polinésica, sumándose a los esfuerzos de las otras islas.

Versión polinésica del velas latinoamérica

Fue en Hawái, donde se logró el mayor impulso para recuperar este arte, el cual continúa hasta el día de hoy gracias a la organización Polynesian Voyaging Society. En el año 1976, esta sociedad construyó el catamarán ancestral Hōkūle’a, siendo dotado por nativos hawaianos y micronesianos, quienes lograron navegar con éxito entre Hawái y Tahití. Para evitar la extinción cultural de la navegación y ante la falta de hawaianos con conocimientos suficientes, recurrieron a un maestro de la micronesia: Mau Piailug, un navegante de una isla llamada Satawal. El segundo viaje tomó lugar en 1980, con los primeros aprendices de Mau, pero navegando el track inverso, desde Tahití a Hawái, travesía que no se había realizado en más de 6 siglos. Repetirían viajes posteriores a Aotearoa, en 1985 y 1987, y posteriormente a RapaNui en 1999. Actualmente la flota de la Polynesian Voyaging Society, compuesta por el Hōkūle’a y el Hikianalia, se está preparando para surcar nuevamente el Pacífico en un viaje de cinco años y 60.000 millas náuticas2 empleando solamente las técnicas de navegación ancestral astronómica y por estima.

Bibliografía

  1. ENGLERT, SEBASTIÁN: La tierra de Hotu Matu'a (Historia y etnología de la isla de Pascua), Ediciones de la Universidad de Chile, 1974.
  2. Geoffrey Irwin, “The Prehistoric Exploration and Colonisation of the Pacific”, 1992.
  3. Eccles, D (2011). Genomic Analysis of Human Population Structure.
  4. Juan González-Aller Lacalle, May 10, 2022, Meteorología y Oceanografía para Navegantes Oceánicos, https://navegantesoceanicos.com/las-corrientes-del-pacifico-sur/.
  5. José Miguel Ramírez, “Navegantes polinésicos: de lado a lado del Pacífico”, 2014.
  6. Pedro Sapunar Peric, Embarcaciones polinésicas, http://www.historianaval.cl/publico/publicacion_archivo/publicaciones/26_4.pdf.
  7. Hawaiian Star Lines, http://www.hokulea.com/education-at-sea/polynesian-navigation/polynesian-non-instrument-wayfinding/hawaiian-star-lines/.
  8. https://www.latercera.com/nacional/noticia/la-travesia-maritima-mas-3-600-kilometros-del-kuini-analola-llegar-rapa-nui/557930/
  9. La ubicación de la Polinesia Francesa, https://astelus.com/mapa-polinesia-francesa/la-ubicacion-de-la-polinesia-francesa/.

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