Estamos inmersos en un mundo digital, en el cual la Cuarta Revolución Industrial marca la senda del progreso y diariamente surgen innovaciones e investigaciones que rompen paradigmas aprendidos. Esto nos debe llevar a pensar si en defensa estamos a la altura de la realidad tecnológica que beneficia a países, organizaciones y sociedades, y hacernos una introspección para definir si no estamos repitiendo la historia cuando los estrategas no veían futuro en el tanque y avión en el arte de la guerra.
We are immersed in a digital world, in which the 4th revolution sets the course for progress and everyday innovations and research break the learned paradigms. This leads us to rethink if in defense matters, we are prepared to meet the technological reality that benefit countries, organizations, and societies. Also, in introspection, we can determine if we are not repeating history when strategists did not foresee the future of tanks and airplanes applicable in the art of warfare.
No es novedad decir que nos encontramos viviendo en la Cuarta Revolución Industrial, cuya repercusión alcanza a la mayoría de las actividades que realizan las empresas, los países y las personas. Por otra parte, la velocidad de los avances tecnológicos deja retrasados conceptos, costumbres y paradigmas establecidos, lo que nos fuerza a analizar con amplitud de mente las tendencias que aparecen en el mundo, porque en el escenario actual el crecimiento está asociado al conocimiento, tecnología y a la innovación, donde tenemos que innovar hasta en la forma en que innovamos. Todo lo anterior pasa a un segundo o tercer plano si no tenemos un capital humano capacitado para adoptar ideas nuevas y desarrollarlas.
En estos momentos la clave del crecimiento está en lo digital, siendo necesario evaluar cómo la industria 4.0 y la tecnología van modificando la realidad haciéndola más compleja e impredecible, instancia en que los competidores y las amenazas aparecen de lugares inesperados, puesto que ya no se requieren grandes inversiones o infraestructura para generar un nuevo producto, servicio o forma de hacer las cosas. Igualmente, es requisito romper paradigmas y prestar atención a la advertencia de Norman Dixon en su libro Sobre la psicología de la incompetencia militar, respecto a que la nostalgia y conservadurismo llegan a asegurar que el presente deberá seguir siempre las huellas del pasado. Ese conservadurismo que se evidencia en la resistencia a las nuevas ideas, tecnologías y armamentos, pero finalmente repercute en la entrega inadecuada de equipos, entrenamientos y armas a las tropas.
Lo poco que va corrido de este siglo XXI nos debe hacer reflexionar en cómo enfrentaremos el futuro, especialmente en defensa, porque dada su necesaria estructura piramidal requiere, obligatoriamente, de instancias que permitan refrescar o reevaluar conceptos considerados inamovibles, admitiendo ideas que, posiblemente, se consideren inaceptables. Una prueba de lo señalado es responder si fuéramos capaces de llegar a plantear una idea tan radical como el suprimir los carros de combate del ejército, tal como lo hizo el Reino Unido, con el objeto de invertir más recursos en nuevas capacidades relacionadas con la ciberguerra y el espacio, entre otras tecnologías.
Se ha llegado a decir que la historia es reticente a dar vuelta la página y se sigue escribiendo en la misma hoja las repetidas situaciones ocurridas en diversas épocas. Ya a inicios del siglo XX los altos mandos tuvieron complicaciones en adaptarse a la irrupción del tanque, submarino y avión en el campo de batalla, como también para sacarle el máximo provecho. No obstante, los avances tecnológicos trajeron consigo el radar, sonar, cohetes y la radio, entre otros, que exigió a los estrategas el máximo de sus capacidades en adecuar y alinear planes de guerra, medios e industria a los desarrollos armamentísticos.
Al respecto, el historiador británico Geoffrey Regan describe en su libro Historia de la incompetencia militar, los efectos negativos de aferrarse a la tradición. Allí nos comenta entre otras cosas, cómo el almirantazgo británico, a fines del siglo XIX, consideraba poco importante la artillería, al creer que los combates serían a corta distancia y luego del bombardeo se produciría el abordaje, tal como en la época del almirante Nelson. De igual forma, está el caso de la ametralladora, desarrollada en Francia cerca de 1870, que pese al interés británico en la Primera Guerra Mundial, el ejército del Reino Unido no contaba con una cantidad suficiente de ellas debido a que se consideraba que eran un estorbo por ser caras, técnicamente complicadas, usaban demasiada munición y eran demasiado defensivas en una época de mentalidad ofensiva, basta decir que esta guerra se caracterizó por lo contrario -defensiva y guerra de trincheras-. Incluso, la resistencia a nuevas ideas llevó al periodo de entreguerras mundiales a un enfrentamiento entre los partidarios de los tanques y sus detractores, que conservaban el espíritu de la caballería. En 1929 el obstruccionismo a los carros blindados quedó reflejado en los gastos del ejército británico: en combustible para tanques y vehículos se emplearon 72.000 libras, y en forraje para caballos 607.000 libras. En 1936 la estrechez de mente continuó con el general en jefe encargado de armamento y material, sir Hugh Elles, quien declaró que los tanques podían tener alguna utilidad, aunque obviamente ocuparían una posición menos importante que la desempeñada en el pasado.
A mayor abundamiento, tenemos los comentarios que el mariscal de campo británico Earl Haig dijo en 1925:
Actualmente algunos fanáticos discuten la posibilidad de que la caballería acabe por extinguirse, y profetizan que el avión, el tanque y los automóviles sustituirán al caballo en las guerras futuras… Estoy por la utilización de aeroplanos y tanques, pero éstos no son más que accesorios del hombre y su caballo.
El proceso de la aceptación del tanque en el ejército británico es un caso de estudio, porque además de la reticencia de un sector militar importante, está el aprovechamiento de Alemania a las ideas desechadas por el Reino Unido. Regan agrega en su libro, que el capitán Basil Liddell Hart, experto en el uso estratégico y táctico de los tanques, fue blanco de la hostilidad del establishment militar. En 1928 participó en el concurso “Ensayos militares” con un texto sobre el empleo de los tanques en combate, que fue rechazado por los jueces y dieron por ganador un ensayo dedicado al tema de las limitaciones del tanque. Lo irónico de esta situación, fue que el estudio del capitán Liddell Hart fue traducido al alemán y se convirtió en el texto básico para el Estado Mayor de ese país, siendo innecesario profundizar en el eficiente empleo de los tanques por parte del ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial.
El oficial Liddell Hart, ante la oposición que sufrían sus pensamientos comentó:
Si un soldado defiende una idea nueva de verdadera importancia, construye ante sí mismo un muro de oposición tal -hecho de resentimientos, sospechas e inercia- que la idea sólo triunfa con el propio sacrificio del autor. Cuando finalmente el muro cede a la presión de la nueva idea, cae sobre su valedor y lo aplasta.
La Armada de Chile ha llevado adelante importantes programas de innovación, no sin el consabido proceso de reticencia. A modo de ejemplo se pueden nombrar la transformación de los destructores de la clase County en unidades portahelicópteros (DLH), para operar con dos helicópteros de gran tamaño con capacidad para la guerra antisuperficie y antisubmarina. El proyecto Hielo, en el que trabajó la Dirección de Programas, Investigación y Desarrollo de la Armada en conjunto con el Centro de Estudios Científicos de Valdivia, que consistió en el desarrollo exitoso de un radar aerotransportado y sistema láser para determinar el espesor del hielo, llegando a penetrar a más de 1.600 m. Del mismo modo, en el podio de las innovaciones debe estar el proyecto Neptuno, ocasión en que la Armada asumió el riesgo de adquirir la construcción de los submarinos Scorpene, que eran un prototipo; aparejado a este proyecto estuvo el trabajo de integración -incluidas las pruebas en la mar- de los torpedos Black Shark a estos submarinos.
La defensa debe reevaluarse integral-mente, conociendo o reconociendo nuevas formas de hacer las cosas y aceptando conscientemente la dependencia de los sistemas informáticos, su vulnerabilidad y el poder de daño de las amenazas digitales como los virus.
El COVID-19 añadió más variables a un panorama que ya era difícil de analizar y de predecir, puesto que forzó nuevas formas de trabajar y estudiar cuyas consecuencias aún no están claras, la amenaza de un arma biológica se volvió real, se reafirmó el rol y poder de los medios de comunicación y redes sociales para generar emociones y conductas en la sociedad y varios otros factores que cada uno puede incluir. En base a la incertidumbre en la que estamos, es oportuno realizar un análisis VICA (Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad), para que, entre otras cosas, se planifique la defensa que se requiere para el futuro, un futuro que ya comenzó.
Debido a la velocidad del cambio tecnológico, los estrategas y planificadores militares se enfrentan a problemas nunca vistos en la historia. Para estar acorde a las exigencias del mundo digital, se requiere crear un ecosistema I+D que retroalimente a los altos mandos, es decir, que la estructura piramidal tenga un canal de comunicación con este ecosistema conformado por la triada de Defensa, Industria y Universidades, puesto que es intransable el trabajo colaborativo e integrado. La mencionada triada debe generar procesos de recolección de conocimiento y oportunidades en proyectos donde participar (Figura 1).
Uno de los resultados de la emergencia sanitaria producto del COVID-19 ha sido el publicitado acercamiento de las industrias de defensa para desarrollar proyectos con universidades, como el diseño y fabricación de ventiladores mecánicos. Si a lo anterior le sumamos la producción de artículos sanitarios -alcohol gel, mascarillas-, se comprueba la flexibilidad y capacidades con que cuentan las industrias autónomas de defensa del Estado y empresas asociadas, para producir artículos duales -uso militar y civil-, como también, romper con la creencia que la función de la industria de defensa es únicamente fabricación bélica. Es de esperar que esta relación perdure en el tiempo, sea provechosa y genere réditos, y no sea una circunstancia coyuntural y/o el esfuerzo en solitario de quienes están preparando la defensa para este siglo XXI, porque creo y recalco que la clave del desarrollo es el conocimiento, la tecnología y la innovación, por tanto, hago mención a lo señalado por Norman Dixon respecto a la aceptación de la innovación en la Royal Navy:
La necesaria y esencial incorporación de estos avances a la estructura de la modernización se ha conseguido gracias a oficiales solitarios y a veces indisciplinados, a presiones políticas e industriales, o -y esto es lo más corriente- debido a que han sido adoptados con éxito por marinas de guerra rivales.
Por último, el establecimiento del ecosistema I+D no significa que las fuerzas armadas no se preocupen de adecuar procesos y preparar la cultura organizacional para la transformación digital que se vive y que continuará. Al respecto, para Eduardo López -Presidente de Google Cloud para América Latina- es clave contar con una masa crítica de pensamiento exponencial que ayude a crear innovación exponencial, a pensar fuera de la zona de confort, a enfrentar un desafío tomándolo y acelerando la respuesta, buscando elementos diferenciadores a la forma común de pensar, puesto que se busca una innovación exponencial por sobre una innovación incremental. Si la organización tiene un pensamiento incremental, aunque cuente con una tecnología de desarrollo exponencial, el resultado será innovación incremental. Entonces, se requiere tener una organización con pensamiento exponencial y con tecnología exponencial para que se genere una innovación exponencial.
Considerando la complejidad e inestabilidad del mundo actual, junto con la velocidad de los avances tecnológicos, su accesibilidad y libre empleo por parte de cualquier persona u organización, en el corto y mediano plazo seremos testigos de lo asertivas que fueron las decisiones por parte de las autoridades.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1001
Julio - Agosto 2024
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