Por LÁZARO GERARDO VALDIVIA HERRERO
En 1908 la capital cubana fue testigo de la visita desarrollada por la corbeta Nautilus, buque escuela de la Armada Española. Había transcurrido una década desde que oficialmente la enseña nacional hispana ondeara por última vez a bordo de una nave de ese país dentro de las aguas cubanas. El presente trabajo ofrece una caracterización histórica del suceso, mediante la consulta de publicaciones seriadas de la época (periódicos y revistas) y con el apoyo testimonial del registro fotográfico.
LOS ORÍGENES DE LA NAUTILUS Y SU INCLUSIÓN COMO BUQUE ESCUELA EN LA ARMADA ESPAÑOLA.
El contexto epocal en el cual se desarrollan los clíperes ingleses (mediados del siglo XIX), se caracteriza, en primer orden, por la rivalidad inicial establecida entre la navegación a velas y la de vapor, esta última sometida a algunos inconvenientes que de forma gradual se irían superando a lo largo de la centuria. El clíper vendría a ser, en medio de esta disyuntiva, una especie de «experimento» exitoso pensado básicamente con el objetivo de obtener velocidades superiores a las alcanzadas por los primigenios barcos movidos a vapor, para lo cual se acudieron a innovaciones en materia ingenieril que terminarían por modificar las bases y conceptos antonomásticos del diseño naval.
La mayoría de las fuentes coinciden al afirmar que la Nautilus -cuyo nombre fundacional era el de Carrick Castle- fue originalmente un clíper fabricado en 1866 en un astillero de la ciudad escocesa de Glasgow, urbe reconocida como una de las más prestigiosas en materia naval en toda Europa. Acerca de la primera etapa de su explotación (unos 20 años) realmente se han podido compendiar pocos datos históricos, en comparación con la extensa documentación relativa a la nave que se generó desde que, en 1886, la misma fue dada de alta en las listas de la Armada Española.
Se sabe, por ejemplo, que este clíper superaba ampliamente los 50 metros de eslora (59, 30 m.), los 10 de manga (10, 40 m.), los 12 de puntal (12, 20 m.), poseía un calado de 4, 80 metros y un desplazamiento de 1500 toneladas (El Correo de España, 1894), contando, además, con un aparejo distintivo en correspondencia con su morfología alargada y estrecha, aspecto que sufriría posteriormente cierta metamorfosis al ser aparejada la embarcación como una corbeta, con vista a su funcionamiento bajo la condición de buque escuela.
El año de construcción y botadura del Carrick Castle (1866) deviene pista cardinal para entender su uso en predios ingleses. Si tomamos en consideración lo expresado por el catedrático e investigador Arthur Birnie en lo referente al momento cumbre de la «Carrera del té» (tercer cuarto del siglo XIX), periodo donde los clíperes alcanzaron notable protagonismo (Birnie, 1949), bien pudiera intuirse que la nave fue empleada justamente en dicha empresa mercantil, y al menguar la explotación de la misma, sus propietarios optaron por venderla con el posible interés de invertir en nuevas embarcaciones. La deducción precedente guarda relación con el mecanismo de adquisición del clíper que empleó la Armada Española (es decir, la compra), para cuyas gestiones fue comisionado el glorioso marino militar Fernando Villaamil Fernández Cueto (1845-1898) (Fig.1), personalidad clave en el proceso de transformación del que fue objeto el cuerpo armado naval español a partir del último tercio del siglo XIX.
Fig.1. Retrato de Fernando Villaamil. Foto publicada en El Mundo Naval Ilustrado, Año II, Núm. 30 (julio de 1898)
La operación comercial en la que medió Villaamil supuso un éxito en todos los sentidos para los compradores1. En primer lugar, debemos apuntar que la nave, a pesar de su antigüedad, se hallaba en buen estado técnico; a lo cual habría que añadir que la cifra abonada por su compra era inferior al coste del transporte hacia España de los pertrechos obtenidos para modificar los sistemas defensivos submarinos, los cuales fueron transportados en el Carrick Castle, por lo que la acción financiera significó un ahorro sustancial difícilmente materializado en caso de haber contratado otro transportista.
De los primeros años de la Nautilus a las órdenes de la Armada Española, previo al viaje de circunnavegación efectuado entre 1892 y 1894 con el objetivo de conmemorar el cuarto centenario del «descubrimiento de América», debe mencionarse la visita realizada a La Habana en 1891, la cual, pese a que fue registrada en la prensa y los medios divulgativos del ámbito naval, no logró superar en impacto mediático a la ocurrida en 1908, la que, a su vez, pasó a los anales como la primera ocasión en que una nave militar con bandera española llegaba a costas cubanas, luego de finalizada la Guerra del 95' y el dominio metropolitano hispánico sobre la Mayor de las Antillas.
LA HISTÓRICA VISITA DE LA NAUTILUS A CUBA EN 1908: RECEPCIÓN PERIODÍSTICA Y SOCIAL.
La visita de la corbeta Nautilus a Cuba, el 24 de junio de 1908 (Fig.2), se materializa en un contexto bastante convulso para la sociedad cubana, que veía como en esta fecha todavía permanecían en Cuba las fuerzas militares estadounidenses que habían intervenido por segunda vez el país hacía dos años, a petición del mandatario cubano Tomás Estrada Palma2.
Fig.2. La corbeta Nautilus entrando a La Habana el 24 de junio de 1908. Reproducción de una foto publicada en revista El Fígaro, Año XXIV, Núm. 26 (28 de junio de 1908). Autor: Blain
La víspera, la mayoría de los medios periodísticos cubanos de alcance nacional, regional y local, así como la prensa española de la época, se hicieron eco del acontecimiento naval hispano-cubano más importante de los últimos años. Ostentosos, pintorescos, sensacionalistas y polémicos, son solo algunos de los calificativos que pudieran utilizarse para catalogar los diversos titulares que sobre este hecho aparecieron en las primeras páginas de los diarios noticiosos.
Nicolás Rivero Muñiz (1849-1919), popular periodista y escritor asturiano asentado en la isla, quien en ese entonces fungía como director del Diario de la Marina3, plasmó en una de sus glosas que cotidianamente publicaba en el propio periódico, la impresión que le había causado la confirmación de la llegada de la Nautilus a puerto habanero en próximos días. Con fecha 5 de junio (diecinueve jornadas previas al histórico arribo), colocó un sentido comentario dentro de su mítica sección de Actualidades, al que tituló "La «Nautilus»". Una década después de su muerte, tales crónicas y reflexiones fueron compiladas de manera exquisita en el material titulado Actualidades (1903-1919), texto donde se incluyó el citado comentario alusivo a la Nautilus, y en el que su autor nos deja saber con emotivas palabras:
Barco humilde por su tamaño y por su fuerza; pero soberbio por lo que representa y por los que lo tripulan.
Representa a la nación española que viene a saludar a la patria cubana.
Y lo tripulan jóvenes marinos que son la esperanza, no de venganza sangrienta, sino de días venturosos de honor y de gloria (Rivero, 1929).
El anterior fragmento presupone una alta dosis de optimismo y esperanza, sentimientos ancorados en el alma de un peninsular que se había «aplatanado» en la isla caribeña y que reconocía la existencia de una «patria cubana» a la cual se le debe saludar con tono de respeto. No hay animadversión en las palabras de Rivero, sino todo lo contrario. Su elocuente prosa advierte el inminente pasaje de confraternidad y esperanza del que serán intérpretes en fechas venideras los marinos hispanos y sus anfitriones cubanos.
Otro de los periódicos que registró el arribo de la Nautilus a Cuba fue La Discusión, autotitulado el «Diario cubano para el pueblo». En su edición del 6 de junio comunica acerca de la publicación de una colección de versos populares cuyo tema central es el advenimiento del buque escuela, compilación lírica
que, según declara la nota, será vendida "al precio de diez centavos por las calles el día en que arribe la corbeta" (La Discusión, 1908). El lunes 8 de junio un segundo artículo es reflejado en las páginas de La Discusión. En él se ofrecen detalles sobre el programa general de los festejos organizados por el Comité Ejecutivo de la Colonia Española con motivo del trascendental evento.
Al siguiente día (9 de junio) se coloca en primera plana un llamativo titular: "La «Nautilus» no estuvo ni está frente a La Habana", comentario aclaratorio respecto al supuesto avistamiento de la embarcación a las puertas de la rada capitalina durante la fecha anterior. Desde el noveno día de junio hasta el 24 de dicho mes, los informes discordantes publicados en La Discusión propiciaron un sinfín de reacciones, muchas de ellas con estampas especulativas. Se llegó a afirmar, incluso, que la nave había embarrancado en las cercanías de La Florida (Estados Unidos) o que la tripulación optó por cambiar el rumbo tras su salida de Veracruz, México, donde previamente habían permanecido.
Toda esta atmósfera de incertidumbre tenía que ver con la demora justificada del buque escuela en su trayecto desde México hacia La Habana, retraso provocado por las inclemencias del tiempo. Finalmente, el 24 de junio, lo que para muchos parecía ya improbable se hizo realidad. La Nautilus fue divisada desde tierra firme a las 7 y 20 de la mañana, información anunciada en la primera plana de la edición correspondiente a esa fecha (Fig. 3) y llegada a la redacción de La Discusión a través de los reporteros apostados en las cercanías de la Capitanía del Puerto.
Fig.3. Titular del arribo de la corbeta Nautilus a La Habana Periódico La Discusión, Año XX, Núm. 176 (24 de junio de 1908)
La famosa revista ilustrada El Fígaro (fundada en el siglo XIX) también quiso referenciar el hecho mediante una serie de artículos de elevado rigor investigativo. El Núm. 24 de esta publicación seriada (14 de junio de 1908) dedicó una reseña a los antiguos marinos españoles que en aquel entonces residían en la isla (Fig. 4).
Fig.4. Reseña acerca de los marinos españoles residentes en Cuba en 1908. Publicada en revista El Fígaro, Año XXIV, Núm. 24 (14 de junio de 1908)
El día 21 se divulgó un nuevo reportaje fotográfico bajo el nombre "La «Nautilus» en México", dando a conocer algunas de las actividades realizadas por los tripulantes hispanos en tierra azteca. Una semana después, estando ya anclada la embarcación en puerto capitalino, El Fígaro dedicó una edición especial al insigne buque. Sobresale en este número dos fotos espectaculares colocadas en la portada de la revista: en la primera se aprecia a la Nautilus en el Arsenal del Ferrol (España) disponiéndose a partir para el viaje de instrucción que incluiría a Cuba como escala; la segunda imagen muestra un retrato grupal de varios de los Guardiamarinas fotografiados con sus trajes de aspirantes antes de iniciar la travesía.
Del otro lado del Atlántico, en tierras de la antigua metrópoli, los medios periodísticos también divulgaron el acontecimiento. La Revista General de la Marina, una de las publicaciones españolas más importantes en lo concerniente al mundo de la navegación y su historia, dio cobertura al evento, corroborando que "ricos, pobres, grandes, pequeños, hombres, mujeres, niños, en coche, en tranvía, a pie, se precipitaron en alegre tumulto sobre las proximidades del puerto, ansiosos de disfrutar del grandioso espectáculo." (Revista General de Marina, 1908).
Entre tanto, la revista Vida Marítima publicó una sugestiva reseña acerca del evento, en las que se dieron a conocer no solo los pormenores del mismo, sino también los detalles del recibimiento a la Nautilus en predios españoles tras haber concluido su emblemática visita a la nación caribeña. En la edición Núm. 238 (Año VII) de dicho medio, fechada el 10 de agosto de 1908, salió a la luz el texto "La «Nautilus» en La Habana", en cuyas palabras iniciales se da por sentado, debido al cálido ambiente de concordia vivido en la jornada del 24 de junio, que: "La primera visita oficial que después del Tratado de París ha hecho un buque español, la Nautilus, Escuela de Guardias Marinas, á la Habana, ha sido el fundente" (Vida Marítima, 1908).
Con posterioridad a esta publicación del 10 de agosto, Vida Marítima prosiguió abordando (de forma grácil o extendida) el tópico de la Nautilus; muestra de lo anterior son las ediciones correspondientes a los días 30 de agosto (Núm. 240, Año VII), 10 de octubre (Núm. 244, Año VII) y 10 de noviembre (Núm. 247, Año VII).
Desde el punto de vista social la visita de cortesía realizada por la Nautilus a la capital cubana fue propicia para ejecutar un significativo plan de actividades oficiales. La tripulación, encabezada por el Capitán de fragata Salvador Moreno Eliza, disfrutó de un amplio programa de agasajos durante su estancia en tierras cubanas, como testimonio de la aceptación mayoritaria que tuvo dicha visita.
El 27 de junio en horario de la tarde, por ejemplo, se celebró una «Garden-Party» con altos índices de asistencia, y en la que los marinos hispanos "fueron recibidos por el Sr. Azcárate (alcalde municipal) y una Comisión de concejales" (Vida Marítima, 1908). Al siguiente día se efectuó un banquete ofrecido por la colonia española en el Teatro Nacional, al que asistieron el comandante, los jefes y oficiales y guardiamarinas. El 29 por la noche tuvo lugar un gran baile en la sede de la Asociación de Dependientes, después de haberse realizado una gran matiné en el Yatch-CIub, en la playa de Marianao; mientras que al otro día se suscitaron dos banquetes más: el "de los dependientes de comercio á la marinería del barco-escuela y otro de los veteranos de la Independencia al jefe y oficiales de la marinería de la corbeta Nautilus" (Vida Marítima, 1908). Sobre este último banquete ofrecido por los veteranos del Ejército Libertador, la revista El Fígaro registra que no ocurrió el día 30 sino en la fecha anterior (El Fígaro, 1908), quedando inmortalizada la cena a través de la cámara del acreditado fotógrafo cubano Rafael Blanco Santa Coloma (Fig. 5).
Entre todas las ceremonias y recibimientos, destaca igualmente el convite ofrecido al Comandante y oficiales de la corbeta por parte de un grupo de antiguos oficiales de la Armada Española retirados en La Habana. Este convite, acaecido el 2 de julio en el poblado costero de Cojímar, estuvo organizado principalmente por Capitán de Navío Juan García Carbonell, retirado en 1887, y su hermano, el Capitán de Fragata Luis García Carbonell, licenciado tres años después que el anterior.
La solemnidad y la remembranza también se hicieron sentir en la Catedral de La Habana, escenario de la Misa de Réquiem oficiada por el Sr. Obispo de la Diócesis capitalina, Pedro Ladislao González y Estrada, la cual reunió de manera emotiva a los marinos españoles y representaciones cubanos del Ejército y de la Marina, para rendir justo tributo a la memoria de los que formando parte de la escuadra de Cervera cayeron bravamente en la Batalla Naval de Santiago de Cuba hacía una década.
Fig.5. Banquete ofrecido por los veteranos del Ejército Libertador cubano a la tripulación de la Nautilus. Publicado en revista El Fígaro, Año 24, Núm. 27 (5 de julio de 1908).
Autor de la foto: Rafael Blanco Santa Coloma
Una segunda Misa de Réquiem fue realizada a bordo de la corbeta, el 3 de julio, fecha luctuosa para la Marina Española pues se evocaba precisamente el décimo aniversario de la pérdida de la escuadra de Cervera. En la mañana del día 4 el comandante de la Nautilus, en compañía de varios jefes y oficiales de su buque, visitaron el Cementerio de Colón para colocar coronas y ramos de flores sobre algunos panteones.
Un nuevo convite con sede en el Centro Asturiano sería organizado el 6 de julio bajo los auspicios del ministro de España. A este particular asistieron, entre otras distinguidas personalidades, el ministro de los Estados Unidos, el ministro de Alemania, el Encargado de Negocios de China, el de la República de Santo Domingo, los secretarios de Estado y el Gobernador de la Habana, así como algunos representantes de la prensa. Todos fueron testigos del único brindis del acto, protagonizado por el ministro de España, Sr. Gaytán de Ayala, quien haciendo gala de su oratoria, agradeció una vez más a la comunidad de emigrados españoles en Cuba y al pueblo en general, por el afectuoso recibimiento extendido a la corbeta insigne del sistema de formación naval español (Vida Marítima, 1908).
Fig.6. Todo un pueblo hizo acto de presencia aquel 9 de julio de 1908, para despedir a la corbeta Nautilus tras su histórica visita a la capital del país
(Foto cortesía de la Fototeca de la Oficina del Historiador de La Habana)
Otra de las actividades insertada en el programa fue la entrega a la dotación de la Nautilus de una bandera nacional española por parte de un grupo de alumnos del plantel de instrucción del Centro Gallego nombrado Concepción Arenal, símbolo que fue izado a bordo de la nave en un conmovedor cortejo protocolar (Martínez-Valverde, 1998), luego de ser arriada la enseña patria con la que habían llegado a La Habana.
Fig.7. Otra icónica instantánea de la corbeta Nautilus saliendo del puerto de La Habana el 9 de julio de 1908
(Foto cortesía del profesor e investigador Rufino del Valle)
El 9 de julio, luego de permanecer catorce días anclado en el puerto habanero, el ya famoso buque escuela zarpó «pletórico de alegrías», teniendo como testigos privilegiados de aquel momento a miles de ciudadanos que, apostados en el malecón y las azoteas de los edificios colindantes, hacían vítores de manera unánime como expresión de un sentimiento recíproco abonado por la evocación patriótica (Figs. 6 y 7). Esa misma jornada el comandante de la nave, Salvador Moreno Eliza, hizo entrega a la prensa de una nota de despedida en la cual dejaba implícito todo el sentimiento emanado de su persona y el resto de la tripulación. A continuación, un fragmento de tan emotivas palabras:
Cúponos la fortuna de ser el primer buque de guerra español que en aguas de Cuba libre saludara al cañón la bandera de la estrella solitaria, izada al tope mayor, y como precioso trofeo de amor en nombre de la madre patria os la ofrendamos, remitiéndola al señor alcalde de la ciudad, que le dará el destino correspondiente; pero tuvimos al mismo tiempo al ganar puerto la inmensa satisfacción de ver honrado y saludado por las baterías de la Cabaña el glorioso pabellón de la nación descubridora, de la bien amada España, izada al pico de la cangreja de nuestra corbeta, en justa correspondencia, como pieza histórica de valor inestimable, será por nosotros conservada
Sabed, pueblo de Cuba, que á la dotación de la corbeta Nautilus no la agita al zarpar otro sentimiento que el de su gratitud hacia vosotros y no formula más que un solo voto, el de vuestra felicidad.
Hermanos queridísimos, adiós. -SALVADOR MORENO Y ELIZA (Vida Marítima, 1908).
La despedida anterior no puede ser explicada más allá de lo que por sí misma logra revelar. En tan raigales confesiones palpita no solo el credo sincero de una pequeña dotación naval, sino, además, el impulso familiar y cercano de miles de españoles residentes en la península Ibérica, a quienes diez años de historia reciente no les habían podido borrar de la mente los recuerdos de una tierra llena de bondades y virtudes, pero que eligió el digno camino de la independencia respecto a su metrópoli.
A MODO DE CONCLUSIÓN.
Aunque es indudable que la efusiva recepción de la Nautilus por parte del pueblo cubano se proyectó conforme lo previsto -júbilo que podría interpretarse, según la opinión del investigador histórico y Contralmirante de la Armada Española, Carlos Martínez-Valverde, como "una gran manifestación de entusiasmo españolista por parte de los cubanos y de fervor patriótico de los españoles residentes en la capital cubana" (Martínez-Valverde, 1998)-, lo cierto es que en las primeras seis décadas del siglo XX cubano muy pocos acontecimientos lograron igualar o superar en impacto mediático y connotación social, a la que fue inscrita en las memorias históricas como la primera visita oficial a Cuba de una embarcación con bandera española, luego de instaurada la etapa republicana. Ese privilegio histórico fue, es y será para siempre de la Nautilus.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.
1)-Agasajo a la Nautilus (1990, enero). Revista General de Marina (España), Tomo 218, pp. 844-845.
2)-Antiguos marinos españoles, hoy en Cuba (1908, junio 14). El Fígaro, Año XXIV, Núm. 24.
3)-Birnie, A. (1949). Historia Económica de Europa (1760-1939) (Traducción de la quinta edición inglesa correspondiente a 1948). Barcelona, España: Luis Miracle, Editor, pp. 63 y 64.
4)-Del litoral, puertos y playas (1908, octubre 10). Vida Marítima, Año VII, Núm. 244, p. 446.
5)-El Mundo Naval Ilustrado (1898, julio 15), Año II, Núm. 30, pp. 313, 320.
6)-Gómez Núñez, S. (1901). La Guerra Hispano-Americana. Madrid, España: Imprenta del Cuerpo de Artillería, pp. 9, 17, 181 y 191.
7)-Leonelo Carbonell, N. (1908, julio 6). La «Nautilus». El Fénix, Sancti Spíritus.
8)-La «Nautilus». Versos populares (1908, junio 6). La Discusión, Año XX, Núm. 158, p. 3.
9)-La «Nautilus» no estuvo ni está frente a La Habana (1908, junio 9). La Discusión, Año XX, Núm. 161, p. 1.
10)-La «Nautilus» en México (1908, junio 21). El Fígaro, Año XXIV, Núm. 25.
11)-La «Nautilus» al fin llega frente á La Habana (1908, junio 24). La Discusión, Año XX, Núm. 176, p.1.
12)-La «Nautilus» en La Habana (1908, agosto 10). Vida Marítima, Año VII, Núm. 238, pp. 345-346.
13)- <La Nautilus>, en La Habana (1908, agosto). Revista General de Marina, Tomo LXIII, p. 244.
14)-La vuelta al mundo en 20 meses, verificada por El «Nautilus» (1894, agosto 19). El Correo de España, Año I, No. 12, p. 8
15)-Martínez Arango, F. (1960). Cronología Crítica de la Guerra Hispano-cubanoamericana (Segunda edición). Santiago de Cuba: Departamento de Extensión y Relaciones Culturales de la Universidad de Oriente, pp. 80-81.
16)-Martínez-Valverde, C. (1998). Cosas del noventa y ocho (Recordadas en 1908 con motivo de la visita a La Habana de la corbeta Nautilus). Revista de Historia Naval, Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada Española, Año XVI, Núm. 63, pp. 71-75.
17)-Müller y Tejeiro, J. (1898). Combates y capitulación de Santiago de Cuba. Madrid, España: Imprenta de Felipe Marqués, pp. 73, 127, 169, 185 y 236.
18)-Patria y defensa nacional (1908, agosto 30). Vida Marítima, Año VII, Núm. 240, pp. 377-378.
19)-Rivero Muñiz, N. (1929). La «Nautilus». Actualidades (1903-1919). La Habana, Cultural, S.A., pp. 231 y 232.
20)-Suárez Solís, R. (1957, septiembre 15). La Habana de ayer. Diario de la Marina (número extraordinario), La Habana, p. 17 y 18.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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