La intuición es aquella facultad que nos permite actuar sin necesidad de la deliberación y nos puede llevar a la acción en momentos difíciles. Está presente además en muchas de las actividades cotidianas; el desarrollo de sus potencialidades nos puede permitir obtener mejores respuestas antes del proceso analítico, el cual es vital para validar y respaldar nuestras decisiones.
A lo largo de nuestra vida y en ocasiones, a veces sin darnos ni cuenta, gran parte de nuestras decisiones no son precisamente el resultado de la razón meditada, sino, más bien, de la intuición espontánea que ha llevado a la psicología y la neurociencia a su investigación detallada, permitiendo determinar que estas provienen de complejos procesos inconscientes de la mente.
El diccionario de la lengua española define intuición como “facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento”. Y fue el mismo Albert Einstein que se refirió a ella declarando “La mente intuitiva es un don sagrado y la mente racional es un siervo fiel, hemos creado una sociedad que honra al siervo y ha olvidado el don.”
Durante mucho tiempo se nos ha inculcado que la calidad de una decisión está directamente relacionada con el tiempo y el esfuerzo dedicados en adoptarla, que obtendremos mejores resultados recopilando una mayor cantidad de información y deliberando sobre ella durante todo el tiempo que sea posible; pero en ciertas ocasiones, sobre todo en situaciones de alto estrés, la intuición nos puede llevar a tomar decisiones inmediatas que pueden ser tan buenas o mejores que las más prudentes y deliberadas.
Como no mencionar la importancia que tiene la intuición en personas que han visto reducida sus capacidades por el detrimento de sus sentidos, viéndose en la necesidad de agudizar su conocimiento y sensibilidad para continuar con su vida, o la importancia que reviste la intuición en las relaciones interpersonales, donde queda de manifiesto que muchas veces funciona mejor que la misma razón.
El cerebro es una gran máquina de predicción, que compara constantemente la información sensorial entrante junto a las experiencias actuales con el conocimiento almacenado y los recuerdos de experiencias previas, prediciendo qué vendrá después, es lo que los científicos llaman “marco de procesamiento predictivo”. Las intuiciones ocurren cuando el cerebro ha establecido una coincidencia o desajuste significativo, entre el modelo cognitivo y la experiencia actual, cuando aún no ha alcanzado el conocimiento consciente.
Mediante la experiencia obtenida como resultado de la debida práctica y el correcto aprendizaje, lo anterior dotará a nuestro cerebro de una mayor y mejor información, permitiendo contrastar esta con la experiencia circunstancial y, por consiguiente, obtener que las intuiciones sean más precisas y confiables. Lo anterior esta directamente relacionado con la actitud y confianza de las personas, que serán, en definitiva, quienes exteriorizarán sus intuiciones tranformándolas en acciones.
La intuición no reemplaza a la razón, más bien la complementa, ambas estan supeditadas a la oportunidad y/o al tiempo disponible para su ejecución, porque sería dificil presenciar a una autoridad nacional anunciando una decisión importante para la nación justificándola por una intuición, sin haber efectuado la respectiva evaluación que pueda respaldar su desición.
El físico-matemático Mario Bunge en su libro Intuición y Razón (2013), señala que la intuición difiere de la razón y, a menos que nos propongamos disminuir la distancia entre ellas, se obstaculizarán mutuamente: la intuición ineducada bloqueará al razonamiento, y a su vez el razonamiento equivocado o fuera de lugar malogrará a la intuición valiosa. En cambio, la intuición educada es razón, y la razón familiar es intuitiva.
La intuición es una poderosa facultad con que cuentan todas las personas, pero más desarrollada en unas que otras; su importancia ha sido minimizada en beneficio de la razón y el pensamiento analítico, pero así como podemos aprender a pensar de manera lógica y deliberada, también lo podemos hacer respecto a los juicios instantáneos. Para mejorar nuestra capacidad intuitiva es muy importante la aprehensión de un debido conocimiento y experiencia, lo que, sumado a la confianza personal y la voluntad, serán herramientas vitales para el proceso de toma de decisiones donde las condiciones no permitan un raciocinio mayor.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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