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¿Afectará el cambio climático el statu quo en la Antártica?

  • Fecha de recepción: 10/11/2020
  • Fecha de publicación: 14/12/2020. Visto 1102 veces.
  • Resumen:

    El cambio climático ha sido una constante en la historia del planeta Tierra. En los próximos años podría modificar la morfología antártica y generar falta de recursos básicos a una población mundial cada vez más numerosa, amenazando al statu quo antártico. Sin embargo, el autor plantea que solo lo afectará de manera indirecta, siendo sus principales amenazas los intereses económicos de los países, en especial de las grandes potencias, y la presión que ejercerán los países con reclamos soberanos superpuestos territorialmente.

  • Palabras clave: Antártica, Cambio climático.
  • Abstract:

    Climate change has been a constant in our planet´s history. In the next few years, these changes could modify the Antarctic’s morphology and generate a lack of basic resources to an increasingly world population, threatening the Antarctic’s status quo. However, the author suggests that this will only affect them indirectly, meanwhile the main threat is economic interests from these countries. This is especially from major powers along with the pressure from the countries whose claims in that continent are overlapping.

  • Keywords: Antarctic, Climate change, economic interests, law of the sea.

El 1° de diciembre de 1959 se firmó en Washington DC un documento que ha demostrado ser un éxito de la diplomacia mundial: el Tratado Antártico (TA). Entró en vigencia el 23 de junio de 1961, dando respuesta a diversas disputas respecto a la soberanía en el continente y a la presión de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que pedía su internacionalización. En el TA se consagraron principios tales como: el uso del continente para fines pacíficos y científicos, el congelamiento de las reclamaciones soberanas (como consecuencia y no como imposición, ya que no implica renunciar a las mismas) y el establecimiento de un sistema antártico internacional basado principalmente en la cooperación y la preservación de los recursos. Considerando que fue firmado hace más de 60 años, se puede aseverar que lo que hoy conocemos como Sistema del Tratado Antártico (STA), debido a los protocolos y convenciones que lo fueron conformando, ha cumplido satisfactoriamente con sus propósitos y pese a que tiene duración indefinida, no se puede asegurar su permanencia en el tiempo.

Por otra parte, si bien el clima en nuestro planeta ha estado en permanente cambio, se cree que desde la Revolución Industrial la intervención del hombre en el planeta ha impactado en todos los ecosistemas y estabilizadores claves de la Tierra, por lo que muchos científicos postulan que sería la principal causa de una aceleración en el cambio del clima, que ha traído como consecuencia un calentamiento global, y, por ende, el derretimiento de hielos en los polos y sequía en varios puntos del planeta. Estos fenómenos, han permitido incrementar el debate respecto a la extracción de hidrocarburos, minerales y agua dulce desde la Antártica, acciones que se encuentran prohibidas actualmente de acuerdo al STA.

En función de lo anterior, el presente ensayo propone que, si bien el cambio climático probablemente modificará la morfología antártica y además, podría generar falta de recursos básicos a una población mundial cada vez más numerosa, las principales amenazas al statu quo antártico serán los intereses económicos de los países, en especial de las grandes potencias,1 y la presión que ejercerán los países con reclamos soberanos superpuestos territorialmente, por asegurar la propiedad de sus recursos antárticos.

Para sostener esta tesis, el primer argumento se basa en que el cambio climático no ha afectado al continente antártico de una forma tal, como para llegar a ser en el futuro la causa principal de una modificación al statu quo actual.

Durante la mayor parte de los 4.600 millones de años de la Tierra, el clima no ha sido acogedor para los seres humanos, solamente en los últimos 10.500 años, aproximadamente, se comenzó a vivir una época que los geólogos llaman Holoceno y que proporcionó un correcto equilibrio en la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera, acidez en los océanos, coral en el mar, cubierta forestal en el ecuador y hielo en los polos para almacenar agua y reflejar los rayos del sol para mantener la vida humana y hacer crecer paulatinamente la población del mundo (Friedman, 2018, pág. 212). Esta condición de equilibrio al parecer ha sido amenazada por el hombre desde el año 1750 y, en especial, durante los últimos 70 años, generando el año 2016 una concentración de CO2 en la atmósfera de un 35% más alta que su tope en los últimos 800.000 años y el nivel medio del mar más alto en 115.000 años (Friedman, 2018, pág. 210). Si bien estos datos han generado gran preocupación en la comunidad científica, hay una parte importante de ella que le quita dramatismo.

El continente antártico posee el 90% del hielo del planeta, conformando un espesor promedio de 2,4 km, llegando inclusive a 5 km en algunos lugares. La mayor parte de este hielo se encuentra en la Antártica oriental, donde las temperaturas medias son inferiores a -35°C y nunca se aproxima a la temperatura de fusión del hielo, lo que ha generado una mayor acumulación de este en las últimas décadas (Lino, 2017, pág. 30). Por otra parte, la Antártica occidental, donde se sitúa la península antártica que se proyecta fuera de su círculo polar, ha registrado un calentamiento del orden de 2,5°C en las últimas cinco décadas y la mayor parte de los glaciares de la región están disminuyendo; aunque las causas no son claras, algunas plataformas de hielo que rodean la península antártica han estado ausentes durante varios periodos del Holoceno y la mayoría de los científicos atribuye el deshielo de la región al cambio de los patrones de circulación atmosférica, que son los que determinan los movimientos y la deriva de los hielos fluctuantes (Change, 2008, pág. 1).

Debido a que el clima antártico es determinado por su masa de hielo y no al contrario, la Antártica debiera mantener su efecto regulador del clima. Esto quiere decir que a futuro, a pesar de la pérdida de masa de hielo en el Ártico y en el lado occidental de la Antártica, el planeta debiera mantener un equilibrio general, mediante la disminución de temperatura promedio de la Antártica, que según estudios de la NASA está ganando más hielo del que pierde (Viñas, 2017, pág. 1).

A pesar de que la Antártica se mantenga como polo regulador del Holoceno, inevitablemente unos sectores del planeta se verán afectados por sequías y otros por precipitaciones inusuales, debido al proceso dinámico del cambio climático. Si a esto se suma un aumento creciente de la población, que se proyecta de los 7.500 millones actuales a 9.700 millones de personas en 2050 (Friedman, 2018, pág. 227), se puede esperar una necesidad creciente, por parte de los países, de aumentar sus recursos energéticos e hídricos, en el marco de una competencia cada vez más grande entre Estados Unidos, Rusia y China.

La causa más probable que podría poner en riesgo el statu quo antártico, correspondería al interés de naciones, especialmente de las grandes potencias, por satisfacer su desarrollo económico a través de la explotación de los recursos antárticos. La creciente accesibilidad a recursos en el sector occidental del continente, el avance de la tecnología para su extracción y la conectividad con otras partes del mundo, incrementarán la presión internacional por explotar sus reservas minerales e hídricas.

Entre los factores que podrían llegar a generar una crisis a escala mundial en el futuro, se encuentran las consecuencias del cambio climático y el agotamiento global de los recursos (Diamond, 2019, pág. 464). Como se mencionó anteriormente, una creciente población mundial, sumada a las consecuencias de áreas afectadas por sequías, probablemente generarán un aumento en la competencia de los países por obtener recursos energéticos e hídricos. En las últimas décadas se han provocado guerras, por intereses económicos, relacionadas al petróleo. Actualmente, existe una enorme competencia por el agua en muchas partes del mundo, por ejemplo, las disputas generadas por el deshielo de las nieves del Himalaya, que proporciona el suministro a los principales ríos que atraviesan gran parte de China, India y los países del sudeste asiático (Diamond, 2019, pág. 499).

La Antártica posee variados recursos entre los que se encuentran: yacimientos de minerales como oro, cobre, hierro, estaño, plomo, níquel, platino, plata, carbón y uranio; vastos depósitos de hidrocarburos con reservas aún no especificadas (se estima que posee grandes cantidades de reservas de petróleo y gas natural en las cuencas sedimentarias de los mares de Weddell y Ross) (INOCAR, 2016, pág. 6); reservas de agua dulce, que se calcula alcanzan el 70% del total del planeta; y finalmente, recursos marinos vivos que pueden ser explotados de acuerdo a la convención de Canberra de 1980, los que junto al turismo, corresponden a las únicas actividades económicas permitidas (Ternicien, 2019, pág. 49).

Por lo tanto, si se considera, por una parte, que la Antártica posee una enorme cantidad de recursos que, gracias a efectos del cambio climático y el desarrollo tecnológico actual podrían ser explotados en sectores de la Antártica occidental, que anteriormente se encontraban bajo hielo, y por otro lado, que los países son motivados por sus propios intereses y que ante la necesidad de recursos podrían llegar a generar crisis e incluso conflictos, resulta evidente que el interés económico de las grandes potencias sería uno de los principales factores que podría afectar el statu quo antártico. China, por ejemplo, ha declarado que considera a la Antártica como “un continente sin ninguna atribución de soberanía” y ha manifestado “estar insatisfecho con el orden actual de la Antártica” (Brady, 2017, pág. 5), no descartando futuras reclamaciones; sin embargo, pese a ser un país firmante del TA desde 1983 y que aparentemente ha cumplido el Protocolo de Madrid de 1991, que considera una moratoria de 50 años para la explotación minera de la Antártica a contar de 1998, su presencia no ha sido transversalmente bien considerada. Mientras sigue aumentando su participación en el continente con la construcción de su quinta base, el Gobierno chino ha sido acusado de realizar investigaciones militares para su sistema de navegación satelital BeiDou y de esconder, bajo el pretexto de investigaciones científicas, los primeros pasos para la extracción de minerales, hidrocarburos y reservas hídricas, recursos fundamentales para su economía, además de potenciar la pesca, turismo y rutas de navegación (Brady, 2017, pág. 11). Si lograran confirmarse estas acusaciones, el Gobierno chino estaría incumpliendo el TA y elevaría las tensiones con los demás países firmantes, especialmente con otras potencias como Estados Unidos y Rusia, que se espera tomen medidas que afectarían aún más el statu quo antártico.

Las presiones que ejerzan los países firmantes del TA, en especial las grandes potencias, por revisar las restricciones del Protocolo de Madrid en cuanto a la moratoria de explotación de recursos, probablemente obligará a que los países con reclamos de soberanía fortalezcan su posición y busquen asegurar los recursos que se encuentren dentro de su territorio, Zona Económica Exclusiva (ZEE) y plataforma continental (PC). Esto es muy importante para Chile, ya que se interpone con nuestra Política Antártica Nacional de 2017 (PAN) que en su primer punto establece la obligación de “proteger los derechos soberanos de Chile sobre territorio chileno antártico” y “resguardar y promover los intereses nacionales en el continente antártico” (CPA, 2017, pág. 5).

Otros aspectos que podrían afectar el statu quo antártico en un futuro cercano, corresponden a la superposición de territorios soberanos, la evolución del derecho del mar y el interés de los países en esta condición por asegurar el acceso a sus recursos antárticos y consolidar el reconocimiento internacional a su soberanía.

A medida que el interés por los recursos antárticos empezó a aumentar, el derecho del mar comenzó a tener un papel más activo. Como consecuencia de las distintas posiciones de los países partes del TA, en relación con la condición territorial de la Antártica, los primeros enfoques del derecho del mar estuvieron también basados en posiciones de principio. En opinión de los países que reclaman soberanía, cada territorio antártico genera sus correspondientes zonas marítimas (Orrego, 1994, pág. 170). El hecho de que algunas reclamaciones se hayan superpuesto, dio origen a jurisdicciones marítimas también superpuestas, pero, desde el punto de vista de los reclamantes, esto no afecta su validez en el derecho internacional. Esta situación es completamente diferente para los países que no reconocen reclamaciones de soberanía. Para ellos, la inexistencia de territorios nacionales en la Antártica significa que el concepto de zonas marítimas unidas a la jurisdicción territorial nacional no es aplicable al continente antártico, suponiendo que este solo es rodeado por alta mar (Orrego, 1994, pág. 170).

El pasado 24 de julio, el Senado argentino aprobó, de manera unánime, una ley que establece los límites exteriores definitivos para su PC, con lo que buscan derechos exclusivos y soberanos sobre los recursos minerales y otros recursos vivos y no vivos del lecho de mar y subsuelo, de acuerdo a lo establecido en el artículo 77 de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CONVEMAR). Esta ley se interpone a la soberanía de Chile y Reino Unido en territorio antártico, y afecta los puntos de límites marítimos para la ZEE establecidos en el Tratado de Paz y Amistad de 1984. Si bien, la CONVEMAR en su artículo 76 avala las pretensiones argentinas, esta considera establecer una Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) conformada por 21 expertos elegidos por los Estados partes, entre ellos Chile; además, el TA en su artículo IV es categórico al señalar que “ningún acto o actividad que se lleve a cabo durante la vigencia del TA constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial.” Asimismo, agrega que ninguna disposición se interpretará como una renuncia, por parte de los países firmantes del TA, a “sus derechos de soberanía territorial o a las reclamaciones en la Antártica, que hubiere hecho prevaler previamente”, lo que luego amplía a la preservación de los “fundamentos de reclamación de soberanía territorial” que un país pudiera tener (Vergara, 2008).

Sin duda, los aspectos jurídicos del derecho del mar utilizados por los países están asociados a sus intereses económicos, principalmente por las reservas de hidrocarburos que se encuentran en el subsuelo de la plataforma continental reclamada. Lo anterior, podría generar tensiones entre los gobiernos de Chile, Argentina y Gran Bretaña, y, a la vez, ser utilizado por los países que no les reconocen soberanía, para quebrantar su condición soberana y buscar obtener modificaciones al STA u otro acuerdo que reemplace la normativa actual.

La motivación de la postura argentina con respecto a la plataforma continental antártica, podría deberse a una maniobra política para tomar la delantera en caso de que la carrera por explotar los recursos energéticos en el Ártico, como consecuencia del derretimiento de sus hielos, se desplace a la antártica occidental. En este caso, el cambio climático sería un factor que afecta de manera indirecta al statu quo antártico.

A pesar de lo anteriormente argumentado, si se analizan los hechos ocurridos en el Ártico durante los últimos años y cómo el derretimiento de los hielos polares, producto del calentamiento global, ha provocado una verdadera carrera entre Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega por la explotación de sus recursos energéticos y abrir nuevas rutas de navegación (Sainetska, 2018, pág. 1) ¿Por qué entonces no podría ocurrir lo mismo con los recursos en la Antártica, considerando que las grandes potencias se han manifestado disconformes con el STA2 y al mismo tiempo están aumentando su presencia antártica? Lo primero, son las diferencias geopolíticas. La Antártica es un continente con una superficie cercana a los 14 millones de km,2 que se encuentra rodeado por el océano Antártico, a diferencia de la masa de hielo flotante rodeada de tierra que es el Ártico. Por lo mismo, la Antártica tiene una historia de disputas por su territorio y sus recursos. Segundo, el TA le da al continente un régimen jurídico único, a través de un statu quo sin fecha de expiración y con una moratoria hasta el año 2048. Lo anterior, ha permitido la coexistencia y desarrollo científico entre diversos países y la conservación de sus recursos naturales. Por lo tanto, las condiciones de explotación de recursos en lugares donde las masas de hielo antes no lo permitían, difiere completamente entre ambos polos, por lo que no debe considerarse lo que ocurre en el Ártico, como un precedente válido para la Antártica.

Recapitulando todo lo anteriormente expuesto, se puede concluir lo siguiente:

  • Las condiciones del calentamiento global, como consecuencia del cambio climático, han afectado a solo una parte de la Antártica, lo cual ha permitido al Polo Sur mantener su rol regulador de la temperatura global, sin disminuir su cantidad total de hielo. Por lo tanto, solo afectará de manera indirecta el statu quo antártico.
  • La causa más probable que podría poner en riesgo el statu quo en la Antártica, corresponde a los intereses económicos de naciones con capacidad tecnológica y financiera para explotar los recursos antárticos. Lo anterior, puede aumentar a futuro como consecuencia de los efectos del cambio climático en aquellos países.
  • Otros aspectos que podrían afectar el statu quo antártico en un futuro cercano, corresponden a la superposición de territorios soberanos, la evolución del derecho del mar y el interés de los países en esta condición por asegurar el acceso a sus recursos antárticos y consolidar el reconocimiento internacional a su soberanía.
  • Debido a las condiciones geopolíticas y jurídicas únicas de la Antártica, la manera en que el calentamiento global ha afectado al Ártico, no debe ser considerado como un precedente válido para la Antártica.

Junto a lo anterior, es posible considerar que el TA, pese a haber mantenido satisfactoriamente el statu quo por 60 años, permitiendo el uso del continente solo para fines pacíficos y científicos, congelando las reclamaciones soberanas y estableciendo un sistema antártico internacional basado principalmente en la cooperación y la preservación de los recursos; se ha transformado hoy en día en un elefante en la sala, ya que fue concebido bajo premisas geopolíticas de mediados del siglo pasado, por lo que debe ser adaptado al entorno presente y futuro, y de este modo, estar preparado para enfrentar a un cisne negro que busque apropiarse unilateralmente de los recursos del continente antártico y evitar de esa forma que la coexistencia internacional en el extremo sur del planeta se transforme en un elefante negro.

 

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BIBLIOGRAFÍA

  1. BBC (3 de diciembre de 2015). News BBC mundo. Obtenido de https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/12/151203_economia_conflicto_petroleo_gch.
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