Recientemente conmemoramos un nuevo aniversario de la crisis del Canal Beagle, que encaminó a Chile y Argentina hasta el borde de un conflicto bélico de graves consecuencias. Este diferendo tuvo una larga historia, abarcando desde fines del siglo XIX y gran parte del siglo XX, debido en gran parte a las diferencias entre las posiciones de ambos países respecto a la delimitación de su frontera marítima en el canal Beagle, discrepancia que escaló a niveles críticos durante el incidente del islote Snipe en 1958 y en la crisis del canal Beagle de 1978, pero que sin embargo, logró resolverse de forma pacífica, por medio del Tratado de Paz y Amistad firmado por ambas naciones en el año 1984.
No es la intención del autor el agregar un análisis adicional a los ya existentes para explicar los argumentos y las aspiraciones que poseían ambos países para justificar su soberanía en el canal Beagle, sino que el objetivo de este artículo está enfocado en explicar la influencia ejercida por un individuo en particular, el rumano (nacionalizado argentino) Julio Popper, quien motivó a una nación a distorsionar su versión respecto a la delimitación existente en el canal Beagle, según lo establecido en el Tratado de Límites de 1881, transformando de esta forma una ambición personal en un asunto de Estado, hecho que originó la génesis de una discordia casi centenaria y un cuasi conflicto entre países hermanos.
Con el propósito de orientar al lector dentro del contexto histórico de esta narración, se hará una breve explicación del tratado de límites entre Chile y Argentina de 1881, haciendo mención al límite establecido en el canal Beagle y a las medidas tomadas por el gobierno argentino para ejercer la soberanía e incentivar la exploración y colonización de Tierra del Fuego. Posteriormente, se hará una breve reseña de la vida de Julio Popper, haciendo referencia a sus orígenes, educación y motivaciones que le permitieron arribar al continente americano y emprender con éxito en Tierra del Fuego, gracias al beneplácito del gobierno argentino y los más altos círculos de influencia bonaerense de la época. Estos logros, sumados a sus ambiciones personales, influyeron en la generación de una estrategia personal que originó una controvertida tesis, que se continuará exponiendo. Finalmente, se nombrarán las más importantes acciones emprendidas por el Estado argentino en la argumentación limítrofe con Chile, como corolario de la influencia ejercida por la Tesis Popper.
Desde la segunda mitad del siglo XIX no fue fácil definir la frontera entre Chile y Argentina. Su establecimiento se convirtió en un asunto prioritario en ambas naciones, de tal forma que ya en 1856 se suscribió el primer Tratado de Paz, Amistad, Límites y Comercio, el cual no logró apaciguar la inestable relación bilateral, dada la dificultad de precisar algunas delimitaciones.
El 23 de julio de 1881 se firmó en Santiago de Chile un tratado de límites, el cual en su artículo tercero estableció que:
En la Tierra del Fuego se trazará una línea que, partiendo del punto denominado Cabo del Espíritu Santo en la latitud cincuenta y dos grados cuarenta minutos, se prolongará hacia el Sur, coincidiendo con el meridiano occidental de Greenwich, sesenta y ocho grados treinta y cuatro minutos hasta tocar en el Canal “Beagle”. La Tierra del Fuego dividida de esta manera será Chilena en la parte occidental y Argentina en la parte oriental. En cuanto a las islas, pertenecerán a la República Argentina la isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a ésta y las demás islas que haya sobre el Atlántico al Oriente de la Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia; y pertenecerán a Chile todas las islas al Sur del Canal “Beagle” hasta el Cabo de Hornos y las que haya al Occidente de la Tierra del Fuego.
Argentina no tardó en establecer disposiciones administrativas para la afirmación de su soberanía en el vasto territorio asignado por este tratado. De esta manera, en 1884, creó cinco territorios nacionales con la Patagonia y parte de Tierra del Fuego. En ella se especificó como límites de la Gobernación de Tierra del Fuego, los mismos límites establecidos en el tratado de 1881, además de la isla de los Estados. En consecuencia, Argentina inicia la ocupación de Ushuaia en 1884, trasladando a ese lugar el establecimiento penal que se encontraba en la isla de los Estados. Al año siguiente, dividió el territorio de Tierra del Fuego en tres departamentos: Ushuaia, Buen Suceso y San Sebastián.
Estas razones, sumadas al reciente descubrimiento de oro en Tierra del Fuego en 1879, fueron motivos suficientes para que el gobierno argentino creara incentivos para poblar dichas áreas y, de esta forma, afianzar su soberanía. Por lo anterior, fueron numerosos los ciudadanos argentinos y extranjeros, entre ellos Julio Popper, que se sintieron atraídos por la exploración de estas inhóspitas tierras.
La figura de Julius Popper, o Julio Popper ha sido polémica en la Patagonia. Este singular y popular personaje, odiado por unos y admirado por otros, ha sido objeto de numerosas investigaciones y publicaciones que han buscado describir sus virtudes y defectos. A pesar de que no permaneció un período prolongado en la Patagonia argentina, sus acciones y emprendimientos han exaltado su figura, llegando en la actualidad a ser parte de la cultura popular de la isla de Tierra del Fuego.
Nació en Bucarest, actual Rumania, el 15 de diciembre de 1857, en aquel entonces bajo la soberanía del Imperio Otomano. De familia judía, emigró a Francia a los 17 años, para estudiar en la Universidad Politécnica de París y titularse como ingeniero en minas en 1879.
Luego de extensos viajes por el mundo, emigró a Argentina en 1885, atraído por el descubrimiento de yacimientos auríferos en la Patagonia. Carismático, poseedor de un indomable espíritu aventurero, acreedor de un perfecto dominio del idioma español y de una oratoria admirable, no tuvo dificultades en ser recibido en la sociedad bonaerense de la época, a la que deslumbró con sus conocimientos y experiencias durante sus viajes previos, por lo que consiguió, sin mayores dificultades, el beneplácito del gobierno trasandino -y su respectivo financiamiento- para encabezar una expedición al extremo austral del continente americano, llevándose a cabo a contar de septiembre de 1886.
En ella, no solo descubrió nuevos e importantes yacimientos de oro en el lado argentino de la isla de Tierra del Fuego, sino que igualmente logró importantes avances técnicos en la explotación de este mineral, inventando y patentando su famosa cosechadora de oro, que le otorgó un asombroso promedio de producción de más de medio kilo diario. Además, sus exploraciones lograron descubrimientos geográficos en un territorio hasta aquel momento casi inexplorado por el Estado.
Por lo anterior, prominente fue el revuelo en Buenos Aires cuando a su regreso, el 5 de marzo de 1887 Popper expuso ante la Sociedad Geográfica Argentina. En esta presentación, expuso el potencial que representaba para el Estado argentino aquella área para la exploración y explotación del oro, como asimismo realzó la importancia geopolítica que podría significar la colonización e investigación de aquellas inhóspitas tierras, además de su eventual contribución a la proyección de Argentina hacia la Antártica.
De esta forma, consiguió la concesión de 2.500 ha en el área Norte de la isla de Tierra del Fuego, además de la autorización y el financiamiento para la explotación de este preciado metal. Bajo la justificación de servir con el propósito de ratificar la soberanía argentina en el sector, Popper encabezó en terreno una empresa que tuvo bajo su mando exclusivo a más de 100 trabajadores, en su mayoría extranjeros de origen austro-húngaro (croata), los que se diseminaron en diferentes yacimientos en la isla, incluyendo su ribera sur, que bordea el canal Beagle.
En aquel entonces, Julio Popper se había convertido en una leyenda en la historia argentina y patagónica. Sus aventuras y relatos lo elevaron a la categoría de una especie de vaquero, en una especie de lejano Oeste, homologado a esa inhóspita Patagonia, que vivía su propia fiebre del oro. Sus exitosos resultados en la explotación de este preciado metal, cuyo destino era, en su mayoría, la casa del oro en Buenos Aires (previo embarco en Punta Arenas), lo motivaron a contar con un ejército personal, emitir un sello postal propio e incluso acuñar monedas con su nombre que, por cierto, su valor fue notorio en atención a la “falta de comunicaciones regulares entre Tierra del Fuego y Buenos Aires y también por las constantes fluctuaciones del papel moneda… (Canclini, 2000). Lo anterior, se vio reflejado especialmente en forma posterior a la crisis bursátil que sufrió Argentina en 1890, precisamente por la elevada especulación de este metal, que llevó a la divisa trasandina a sufrir una fuerte devaluación.
Pero no todo era positivo para Popper. Fue acusado de haber asesinado indiscriminadamente a indígenas Selknam que poblaban el lugar. Esto, sumado a importantes antagonismos generados con exploradores locales, autoridades regionales e importantes empresarios en Punta Arenas, de la talla de José Menéndez, generaron un ambiente de discordia respecto a la opinión general de este joven y osado explorador extranjero que, en sólo pocos años, logró fama y fortuna a costa de admiradores y detractores.
Luego de haberse agotado su principal centro de producción en el Páramo, bahía San Sebastián, en 1890, y probablemente azuzado por la crisis económica vigente, Popper debió trasladar el centro de gravedad de su industria hacia bahía Sloggett, contigua al extremo oriental del canal Beagle.
Forzado por la necesidad de encontrar nuevas fuentes de riqueza de su industria, emprendió la exploración de las islas Picton y Nueva, encontrando oro en ellas. Este es el momento clave en que se genera el interés de concebir una estrategia que le permita a Popper satisfacer las demandas de producción desde Buenos Aires y a su vez seguir incrementando sus aspiraciones. Atendiendo a que su principal obstáculo consistía en que las citadas islas eran consideradas como territorio chileno, conforme a lo establecido en el tratado de 1881, debía idear un plan que le permitiera su asignación, pero ¿cómo lo haría?
En 1891, Popper recurrió a su creativa astucia para concluir que la mejor alternativa consistía en convencer al gobierno argentino de que en realidad las islas Picton y Nueva formaban parte de su territorio, y él la persona indicada para continuar proyectando la soberanía argentina en la región. A lo anterior, no debe dejarse de lado el hecho de que Popper mantenía contactos comerciales directos con Punta Arenas, por lo que se encontraba informado acerca de la guerra civil que afectaba a nuestro país, de manera que no esperaba una pronta reacción por parte del gobierno chileno, en caso que sus ideas tuvieran éxito (Villalobos, 1979).
Una vez definido su plan, Julio Popper acudió nuevamente a sus amistades y contactos en Buenos Aires, consiguiendo una nueva oportunidad para exponer en el Instituto Geográfico Argentino el 27 de julio de 1891. Dada la dificultad de obtener un registro oficial de aquel discurso, -probablemente inexistente-, Eduardo Gómez (2004), sostiene que Popper “expuso su descubrimiento de que el Beagle doblaba hacia el Sur, siguiendo la costa de la isla Navarino y que las islas Picton, Nueva y Lennox, por lo tanto, no estaban al Sur del Canal Beagle.” Existen igualmente otras versiones, como la expuesta por Sergio Villalobos (1979), quien establece que la tesis Popper afirmó que “el Canal Beagle pasaba entre las islas Navarino y Picton y luego entre Lennox y Nueva, quedando así Picton y Nueva en el lado argentino.”
El conferenciante exhibió además una carta de la región, en la que señalaba su curiosa teoría sobre el curso del canal y en que aparecia la isla Nueva como un enorme ensanchamiento en la parte oriental. Fue tal el éxito de su presentación, que el mencionado instituto, presidido en la época por Estanislao Zeballos, -amigo personal de Popper-, inició los preparativos para reconocer en primera instancia lo afirmado por nuestro personaje, hecho que fue sometido a un intenso debate. Existen versiones de distintas publicaciones emitidas a contar de esta fecha que, en cierto modo, hacen eco respecto a lo postulado en aquella conferencia; sin embargo, podemos afirmar que la expedición del capitán de navío Juan Sáenz Valente, a bordo del acorazado Almirante Brown de 1899, efectuada entre la boca oriental y bahía Lapataia, demostró un esfuerzo formal por parte del Estado argentino en reivindicar el trazado del límite entre ambos países, según lo indica el siguiente mapa que fue presentado por la cancillería trasandina en 1901:
Con el propósito de justificar la desviación del canal Beagle hacia el Este de las islas Navarino y Lennox, en esta expedición nace la denominación del canal Moat, otorgada por el comandante Sáenz que, supuestamente, representaba la extensión del canal Beagle hacia el oriente, entre el Norte del islote Snipe y la isla Nueva.
La creación del canal Moat tuvo gran aceptación en las autoridades argentinas de la época, sirviendo de base para que, en 1904, el Estado argentino solicitara a Chile el trazado de un límite marítimo en el Canal Beagle. Luego, según lo sostenido por el CA Francisco Ghisolfo (1983).
…en 1915, reclama no tan solo aguas en el Canal Beagle, sino que también soberanía sobre las islas Picton, Nueva y Lennox; y más tarde, en 1960, el uso de aguas interiores chilenas para la navegación sin límites y sin controles, incluso de sus buques de guerra.
Una de las teorías más recientes, previo a la resolución del conflicto, fue la del ex comandante en Jefe de la Armada argentina, almirante Isaac Rojas (1978), quien en 1979 planteaba que el límite Sur entre ambas naciones se extendía por el meridiano que llegaba hasta Cabo de Hornos.
Poco pudo disfrutar Julio Popper de sus logros persuasivos en forma posterior a la renombrada conferencia de 1891. Sin haber retornado a Tierra del Fuego, el 6 de junio de 1893 fue encontrado muerto en su casa en Buenos Aires. Aunque muchos sostienen que fue asesinado por eventuales enemigos, el libro de inhumaciones estableció que su deceso se debió a una congestión pulmonar.
¿Qué hubiera ocurrido si Popper no hubiese llegado a Sudamérica? Si bien el Estado argentino hubiera desarrollado su plan de colonización y soberanía en el área, es posible que esta auténtica fiebre del oro que vivió Tierra del Fuego en aquella época hubiera logrado un desarrollo distinto, a cargo de terceros que, probablemente, manejarían este auténtico auge de distinta manera. Por lo anterior, es muy probable que una osadía como la planteada por la Tesis Popper no se hubiese formulado, o tardaría más en idearse, pero encontrando a Chile en una situación política interna distinta a la que oportunamente Julio Popper pudo advertir.
Para muchos chilenos, el significado de Julio Popper puede ser interpretado como un personaje que encontró el subterfugio para reabrir una divergencia entre dos naciones que, luego de haber firmado un tratado de límites 10 años antes, habían dado solución a décadas de desacuerdos y disparidades. Lo cierto es que la crisis del canal Beagle bien puede resumirse como un ejemplo más, de muchos que existen en la historia universal, respecto a las nefastas consecuencias que la ambición humana puede lograr, a través de la manipulación de ideas que arrastran masas. Sin incluso imaginarlo, estas acciones pueden comprometer gravemente el futuro de los pueblos involucrados.
El Tratado de 1881 estableció los límites entre Chile y Argentina, indicando la soberanía de Chile de todas las islas al sur del canal Beagle hasta el Cabo de Hornos y las existentes al Occidente de la Tierra del Fuego. A contar del año 1884, Argentina dispuso leyes para el establecimiento de su soberanía, destinadas a la exploración y colonización del territorio que le correspondía en Tierra del Fuego, generando, a su vez, incentivos para motivar el arribo de numerosos ciudadanos argentinos y extranjeros, toda vez que, desde el año 1879, se tenía en conocimiento la existencia de yacimientos de oro en aquella casi inexplorada región.
Julio Popper fue uno de los extranjeros que mostró interés en aquella empresa. Este ingeniero en minas de origen rumano, arribado a Argentina en 1885, convenció a las autoridades de la época para autorizar y financiar una expedición a Tierra del Fuego. Luego se convirtió en un empresario que hábilmente buscó ratificar la soberanía argentina en Tierra del Fuego, en pos de satisfacer sus ambiciones personales. Sin embargo, su astucia y ambición lograron mucho más que un renombre personal y una especie de sitio de honor en la mitología patagónica.
Ante la crisis económica que vivía Argentina en 1890, y previendo la escasez de la ya mermada producción de oro de sus yacimientos en Tierra del Fuego, Popper ideó una estrategia que le pudiera generar nuevas concesiones en las recientemente descubiertas vetas de oro en las islas Picton y Nueva. Teniendo presente la escasa reacción que, eventualmente, podría obtener por parte de Chile, -en atención a la guerra civil que afectaba nuestro país en aquella época-, en el mes de julio de 1891 Popper propuso ante la Sociedad Geográfica argentina en Buenos Aires la idea de que el curso del canal Beagle en realidad pasaba al sur de las islas Picton y Nueva, por lo que estas eran parte del territorio argentino.
Si bien Popper nunca pudo llevar su plan a cabo, pues falleció en Buenos Aires en 1893, la auspiciosa recepción de esta nueva concepción geográfica, por parte de la comunidad política y científica bonaerense, logró despertar la inquietud en el Estado argentino, el que, a contar de 1899, denotó esfuerzos serios en lograr evidencias empíricas que le permitiesen demostrar su soberanía sobre aquellas islas, llevados a cabo por medio de una argumentación diplomática, cuyo ímpetu por validar esta afirmación fue acrecentándose con el tiempo, de tal forma que nuevas aspiraciones territoriales fueron sumándose a las originales durante el desarrollo del siglo XX, en un hecho que, en la actualidad, conocemos como el diferendo marítimo austral, que tuvo a nuestras naciones al borde de la guerra en 1958 y 1978.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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