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Chiloé: GeopolÍtica defensiva en la zona sur-austral

Chiloé: GeopolÍtica defensiva en la zona sur-austral

  • Published at: 30/12/2025. Visto 3 veces.
  • Abstract (spanish):

    Durante la Independencia, Chiloé constituyó el último bastión realista en América, debido a su privilegiada posición geopolítica. Las defensas construidas en el periodo colonial permitieron una excelente defensa ante los embates de los patriotas, que vieron como dos campañas resultaban fallidas, siendo una tercera la que conseguiría el objetivo. En este breve trabajo se analizarán las características que le permitieron a Chiloé ser una clave geopolítica en el proceso de independencia.

  • Keywords (spanish): Chile, defensa, geopolítica, Defensa, Geopolítica, Chiloé, España.
  • Abstract:

    During the Independence process, Chiloé became the last Royalist stronghold in the Americas—a status rooted in its exceptional geopolitical position. The defensive structures built during the colonial period enabled the island to withstand Patriot offensives, thwarting two military campaigns before a third finally succeeded. This paper examines the features that made Chiloé a strategic geopolitical player during the struggle for independence.

  • Keywords: Defense, Geopolitics, Chile, geopolitics, defense, Chiloé, Spain.

La isla de Chiloé constituyó, a diferencia de las demás provincias, uno de los paradigmas de la Independencia chilena. Mientras que en el resto del país encontraban eco las ideas de la emancipación, Chiloé se transformaba en uno de los más tenaces defensores del rey (Barros Arana 1856):

La independencia americana, proclamada y sostenida en las colonias españolas del nuevo mundo en el segundo decenio de este siglo, no halló al principio eco alguno en aquellas islas, y más tarde encontró en sus habitantes los más tenaces y decididos enemigos. En sus pueblos se organizaron los primeros cuerpos con que los partidarios de España quisieron someternos de nuevo al coloniaje. (Barros Arana, 1856, p. 4)

Aunque Barros Arana explicaba este apoyo en el atraso de la provincia, la explicación iba más allá del plano económico, pues su aislamiento del resto de Chile facilitó su unión con las ideas monarquistas, ya que la conexión real se encontraba con el Perú y con la propia España, desde donde llegaban los barcos que cruzaban el Estrecho, debido a que el gran alzamiento mapuche de inicios del siglo XVII separó el Chile continental (hasta el río Biobío) del sur (Valdivia y Chiloé) (R. Urbina, 2020). Se debe considerar también la profunda raíz religiosa, a través de las misiones franciscanas, mercedarias y jesuitas que marcaron el archipiélago, con una sociedad que se mantuvo sin mayores sobresaltos, con instituciones como la encomienda que se extendieron por dos siglos (Guarda 2008, Barrientos, 2013). Las conexiones con el exterior eran escasas, y en su mayoría con el Perú, desde que el virrey Amat declarase su unión con el virreinato en desmedro de Chile (Barrientos, 2013). En este caso, se puede observar que existían poderosas razones para mantener la isla bajo control:

Virrey Manuel de Amat.
(Fuente: Wikimedia Commons)

El archipiélago, por su situación geográfica y estratégica, ofrecía seguridades tales que aconsejaban no abandonarlo por ningún motivo. El gobernador Beránger, con ojo de marino experto y matemático, llamó a Chiloé “antemural” de la América del Sur. Desde antiguo fue tenido como la llave del Pacífico. Así lo consideraron también los corsarios y más tarde Moraleda. Don Bernardo O’Higgins creía que la “conquista de Chiloé” era el complemento indispensable de la independencia nacional. Don Ramón Freire habla más o menos en los mismos términos, haciendo hincapié en la necesidad de incorporarlo al territorio de la república antes que los gobernantes españoles acumulen nuevos elementos para su defensa. (Barrientos, 2013, p. 63).

El control de Chiloé respondía a fuertes componentes geopolíticos que la hacían imprescindible para España y luego para Chile, ya que, en manos del Virreinato, siempre sería un problema mayor debido a la posibilidad de refuerzos que bloquearan su independencia.

Geopolítica de la zona sur – austral

Desde que Hernando de Magallanes cruzó el Estrecho en 1520, se demostró que no solo era relevante controlar el extremo austral, sino que todo el camino que llevase a la costa chilena, debido a las amenazas a las colonias presentadas por la piratería, como quedó demostrado con las dos expediciones holandesas que atacaron Chiloé en 1600 y 1643 (X. Urbina 2020). Aunque aislada del resto de Chile, España tenía conciencia absoluta de que no debía abandonar la provincia, algo que se ve reflejado en la creación de Castro, San Antonio de Chacao y Ancud, además de varios fuertes y baterías que la protegiesen de sus posibles invasores, ya que el control de la isla era parte de un eje de control sobre las rutas marítimas existentes y los viajes a Lima:

Aunque varias veces los vecinos pidieron al rey licencia para abandonar Chiloé, la corona española no permitió que se despoblara una provincia estratégicamente valiosa para mantener a raya al enemigo desde el sur, y para controlar el paso de extranjeros hacia las riquezas del Perú, que era, finalmente, lo que se quería proteger (X. Urbina, 2020)

En ese aspecto, aunque la geopolítica como disciplina recién se define en el siglo XX, la Corona Española realizaba acciones geopolíticas claras y definidas con respecto a sus territorios de ultramar. Chile dentro del esquema internacional cumplía una importante labor: la protección del Estrecho para evitar que otras potencias se situaran en ese territorio, ya que era la única conexión natural entre el Océano Pacífico y el Atlántico, por lo que el poder naval era clave en el esquema de protección, comunicación y asentamiento real en zonas como Chiloé:

El Poder Naval tiene en sí una estructura funcional; está constituido por tres elementos: Fuerza, Posición y Voluntad estratégica, considerada un factor multiplicador de los dos primeros, en razón a que en la medida que uno de ellos disminuya o crezca, reduce o acumula el resultado final. Si el planteamiento es llevado con uno de los elementos a cero, el Poder Naval se reduce también a cero. (Ghisolfo, 1994, p. 400)

A juicio del contralmirante Ghisolfo, el poder naval es clave para la mantención de ciertos puntos estratégicos. El archipiélago de Chiloé, junto a su mar interior, permitían dar un respiro a las enormes travesías que se desarrollaban entre el Estrecho y el resto de Chile, por lo que su evidente control era funcional para las necesidades de la Corona; por ello, el abandono fue negado por las autoridades (X. Urbina 2020). En ese marco, la periferia meridional indiana estaba ubicada precisamente en Chiloé, el non plus ultra de América (R. Urbina, 1983) donde la lejanía marcó la diferencia con Chile y con el Virreinato, pues estaba unida más al último que al primero. Sin duda, lo que hacía España en los siglos coloniales fue desarrollar la teoría de Mahan sobre los mares, es decir, una geopolítica cuya clave son las rutas, el transporte y las comunicaciones para situarse en el mundo (Mahan, 1895). Chiloé cumplía con creces esas características, siendo una isla enclave del desarrollo hispano que buscaba mantener la región para evitar que otras potencias llegaran a la zona, siendo una zona de natural aprovisionamiento (Cañas Montalva, 2008). Aunque sin resultados en el Estrecho, debido al fallido intento de poblamiento de Sarmiento de Gamboa, Chiloé pasó a ser el último lugar poblado por parte de los españoles en América. Efectivamente, la muestra geopolítica de la periferia que se buscaba defender. Por ello, se aumentó la cantidad de barcos que hacían el viaje entre Lima y Ancud (X. Urbina, 2020), beneficiando a sus habitantes y generando una mancomunión con la Corona que sería estable hasta el periodo independiente.

Defensas en Chiloé

Considerando el primer paso en este análisis, la defensa era la consecuencia lógica del proceso. Desde ese punto de vista, contaba con presencia de tropas regulares, que se situaron en el último periodo del siglo XVIII en Ancud, más milicias de ciudadanos (Garay, 2000, Barrientos, 2013). Ancud se transformó en el eje de la defensa de Chiloé, ya que allí se encontraban las principales instituciones, como la casa del gobernador, y la conexión directa con el Perú. Se puede decir que:

La antigua gobernación de Chiloé se localiza en el suroeste del continente americano, en aguas del Mar del Sur (llamado hoy día Océano Pacífico). Su nombre oficial era el de «Provincia de Nueva Galicia», y si bien en principio comprende la isla grande de su nombre y otras decenas de pequeñas islas adyacentes, más tarde incluyó establecimientos como Calbuco, Carelmapu, el fuerte fronterizo de Maullín, etc. Era una gobernación de tercera clase (es decir, dependiente de un gobierno central, que en el caso era la Capitanía General de Chile), y el cargo de gobernador era sobre quien recaía la jefatura política y militar de la provincia. (Pérez, 2018)

Para el número de habitantes con que contaba, Chiloé era una isla con una mentalidad de defensa, asumida en que cada persona participaba de la protección en general, debido a que, por lógica distancia, no podían encontrar más apoyos que en Valdivia primero, y en Osorno después (debido a su refundación más tardía por parte de Ambrosio O’Higgins), lo que se traducía en obvias demoras que no podían ser sorteadas a tiempo. En esas circunstancias, la segunda parte se tradujo en instalar una serie de fuertes y baterías capaces de sobrevivir a los embates de cualquier invasor que intentase entrar a capturar la isla, desde Castro, Ancud y sucesivas baterías en el cruce del canal de Chacao, especialmente cuando se temió una incursión inglesa en la zona sur de Chile (R. Urbina, 1983):

El cambio de dependencia y la fortificación de Chiloé hacen preciso el aumento de la dotación, creándose en 1770 la Compañía de artillería con 30 soldados, mientras la Compañía de infantería y dragones se mantienen con 50 hombres cada una. En 1778, se considera que 1os 130 soldados de dotación no cubren las necesidades militares de Chiloé, por lo que se solicita la creación de mayor número de plazas, petición que es denegada por no ser posible levantar un contingente competente de tropas veteranas “por el crecido gasto que ocasiona a la Real Hacienda” (R. Urbina, 1983, p. 233)

Estructura de artillería restaurada en Fuerte de Chaicura, ubicado en la península de Lacuy, Ancud.
(Fuente: Wikimedia Commons)

Por ello, a fines del siglo XVIII, Chiloé constituía una plaza bien fortificada, que, aunque alejada de los polos de desarrollo (Santiago – Concepción o Lima) se mantenía a buen resguardo debido a los problemas geopolíticos del periodo, que había colocado nuevamente de frente a España y Gran Bretaña.

Chiloé y la independencia

Fue entonces que se produjo la independencia, que explotó en las diferentes capitales de América del Sur con fuerza, conducida por el grupo criollo que veía afectados sus intereses. Sin embargo, sectores como el Virreinato del Perú tomaron un camino totalmente diferente, convirtiéndose en el principal foco de resistencia a estos movimientos y trasladando tropas para frenar la emancipación. Chiloé, en contacto directo con el Perú, tomó el mismo camino, debido a que la estructura española tenía una gran raigambre en el desarrollo de la isla. Fue entonces que, siendo una provincia pequeña y lejana, comenzó a ser base de provisiones y hombres que se alistaron en el Ejército. En una de las particularidades del proceso, Chiloé aportó un aproximado de 4000 hombres, un 10% de la población que sirvió en las campañas de Chile y el Perú (Torres Marín, 1985), lo que generó enormes dificultades económicas en el archipiélago, por la falta de personas que realizasen los diferentes trabajos, según lo comentaba el propio gobernador Antonio de Quintanilla en sus cartas años después (Orellana, Ibañez, Aravena, 2018). Una de las primeras acciones ocurre durante la Patria Vieja, donde los realistas aumentan su tropa pasando por Chiloé y Valdivia, quienes se enfrentaron a los patriotas en las principales batallas que pusieron fin a ese proceso con la batalla de Rancagua. Por ello, la primera parte del conflicto puede ser considerada una guerra entre chilenos con diferentes modos de proyectar el país, algunos manteniendo la colonia y otros pensando en la independencia. Sin embargo, la segunda parte incluyó las tropas profesionales provenientes de Europa, quienes habían vencido a Napoleón en Bailén, pero fueron derrotadas en Maipú. Asimismo, se incluyeron los elementos de desarrollo naval de la guerra no observados en otros países, como en el caso de la incursión de Valdivia desarrollada por Lord Cochrane, mediante la cual se capturaron fuertes y se ingresó a la ciudad con el uso inicial de la decepción estratégica.

Fuerte Tauco, en las cercanías de Chonchi.
(Fuente: Wikimedia Commons)

Aunque el proceso en teoría había terminado en Maipú (1818), solo ocurrió en una parte de la zona centro del país. Todavía quedaban zonas donde la guerra continuaba con fuerza, como el centro – sur en la llamada Guerra a Muerte (1824) y entre Valdivia (1820) y Chiloé (1826). Tras la captura de Valdivia por Lord Cochrane en 1820, solo quedó Chiloé al sur, que a pesar de todo siguió resistiendo y apoyando los esfuerzos de Benavides en el plano marítimo en su lucha contra los patriotas. Finalmente, tras resistir el primer intento de invasión en 1824, el segundo encabezado por el general Freire entregó resultados. En una campaña que contó con mayor preparación, planificación y un clima favorable (fue realizada en verano), las tropas chilenas logran obtener la victoria en Bellavista y la capitulación de la plaza en enero de 1826, pasando a ser incorporada definitivamente como una provincia a través del Tratado de Tantauco. Desde ahí, Chiloé fue pieza clave en la expansión chilena hacia el sur, especialmente Aysén y Magallanes, en los siglos XIX y XX.

Conclusiones

A través de este breve trabajo, podemos observar la importancia geopolítica y defensiva de Chiloé que fue clave en el proceso de independencia. Siendo la provincia más aislada del territorio nacional, y separada tras el alzamiento de 1598 de la zona central, su vida transcurrió en torno a un fuerte componente español, con una sociedad que mantuvo la encomienda y enlazada a través de la religión, donde la labor de franciscanos, mercedarios y jesuitas fue relevante en la evangelización del archipiélago. En este aislamiento, se tenía conciencia plena del rol geopolítico que ocupaba, pues era la primera zona habitada que se encontraba tras el cruce del Estrecho, que contaba con el interés no solo de España, sino de otras potencias que quisieron apoderarse, como los holandeses en el siglo XVII.

Por ello, Chiloé constituyó un bastión geopolítico defensivo de relevancia para los españoles, que no quisieron abandonar el archipiélago ante el temor de una posible ocupación foránea, ya que, dentro de las rutas marítimas, significaba dejar una escala posible ante cualquier enemigo. Si consideramos que existían compañías de infantería, caballería y artillería además de milicias, una parte importante de la población se dedicaba a trabajos de defensa, que incluían no solo los fuertes y baterías, sino el mantenimiento de los caminos (Urbina, 2013). Desde el plano marítimo, se consideraba relevante la labor de Chiloé, ya que no solo eran las rutas comerciales, sino que la escala que conectaba con el Perú que ya se hacía cargo de la isla en el siglo XVIII. La mantención de la fidelidad al rey fue una característica notoria de los soldados de Chiloé, que no solo combatieron en el centro de Chile, sino que marcharon al Perú además de mantener la defensa del archipiélago, a pesar de los sucesivos intentos de los gobiernos chilenos para controlar la región. Con el Tratado de Tantauco, Chiloé finalmente quedó en manos del gobierno de Chile, que ocupó las ventajas geopolíticas que poseía para transformarla en un polo de expansión al sur, a través de la fundación del Fuerte Bulnes, pero también del proceso de reconocimiento marítimo del siglo XIX.

BIBLIOGRAFÍA

  1. Barrientos, P. (2013). Historia de Chiloé. Ediciones Museo Regional de Ancud.
  2. Barros Arana, D. (1856). Las campañas de Chiloé (1820–1826). Imprenta del Ferrocarril.
  3. Cañas Montalva, R. (2008). Geopolítica oceánica y austral. Colección Academia de Guerra del Ejército de Chile.
  4. Garay, C. (2010). Los leales chilotes: El Ejército Real de Chile y la fidelidad insular. Fuego y Raya, (1), 71–100.
  5. Ghisolfo, F. (1994). El factor político-estratégico en la frontera oceánica chilena. Revista de Marina, (4), 394–410.
  6. Guarda, G. (2008). Los encomenderos de Chiloé. Ediciones UC.
  7. Orellana, A., Ibáñez, I., & Aravena, G. (Eds.). (2018). Epistolario de Antonio Quintanilla y Santiago: Último gobernador monárquico de Chiloé, 1817–1826. Historia Chilena.
  8. Pérez, P. (2018). Las milicias de tierra de Chiloé: Su ubicación, composición y sueldos. Fuego y Raya, (15), 53–67.
  9. Torres Marín, M. (1985). Quintanilla y Chiloé: Epopeya de la constancia. Andrés Bello.
  10. Urbina, R. (1983). La periferia meridional indiana: Chiloé en el siglo XVIII. Ediciones. Universitarias de Valparaíso.
  11. Urbina, R. (2020). Chiloé y Chile: Dos mundos coetáneos. En Chiloé. Museo de Arte Precolombino.
  12. Urbina, X. (2013). La situación de Chiloé durante las guerras de independencia. En S. Ophelan & G. Lomne (Eds.), Abascal y la contra-independencia de América del Sur. Ediciones PUCP. 
  13. Urbina, X. (2020). De la conquista a la República. En Chiloé. Museo de Arte Precolombino.

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