Por ZARAGOZA MOYA, JESÚS .
De la segunda Guerra Mundial existen infinitas historias, muchas de ellas mil veces contadas y otras muy poco conocidas, una de ellas es esta que relata la captura del HMS Seal. Submarino británico que tuvo por misión colocar minas en el estrecho Kattegat, ubicado entre Jutlandia y Suecia, el cual fue capturado por la Armada Alemana, pero, lo increíble de esto, aparte de ser la única nave de este tipo que los británicos perdieron en la guerra, fue por la manera en la cual se logra esta captura que bordea en lo increíble.
Era la primavera de 1940, el Seal con la misión encomendada y su tripulación hábilmente entrenada, se dirige a la cuadra de la isla de Vinga para sembrar minas. Un poco después de la medianoche del 4 de mayo es avistado y atacado por una aeronave alemana. Un Heinkel He-115, el que le produce daños menores, los que no mermaron su capacidad operativa. Este aeroplano debió cesar su ataque ya que se presentó otro objetivo de mayor importancia en la zona. Lo anterior, obligó al HMS Seal a navegar sumergido para así disminuir, en parte, el haber sido detectado por fuerzas enemigas. A la mañana concreta su misión, con lo que días después se hunden una fragata alemana y varios cargueros.
Al llegar la tarde de ese 4 de mayo, el Seal es cazado, teniendo que ocultarse sumergido, ingresando, para su mala fortuna, a una zona de minas. Una de ellas lo golpea causándole un daño severo en la zona de popa, a 100 m de profundidad e imposibilitado de poder emerger, averiado, medio inundado e ingobernable, con un aire en su interior que se consumía lentamente y su tripulación dando muestras de hipoxia, solo quedaba emerger o morir.
Ya con la medianoche desplegada y con toda la tripulación liderada por su comandante, el teniente Lonsdale, se comanda escalar a proa para así intentar estabilizar la nave, esto en un último y desesperado acto de lograr recuperar el control, esta maniobra les permitió volver a la superficie y con ello sobrevivir.
Con el sumergible imposibilitado de inmersión, la meta era una, navegar con destino de aguas seguras en Suecia. Pero antes del amanecer, y siguiendo con la racha de acontecimientos poco ventajosos, nuevamente es detectado, esta vez un hidroavión tipo AR-196, quien, sin esperar, descargó su furia de ametralladoras con un par de cargas, las cuales continuaron golpeando el malogrado submarino. A esta injusta contienda, se sumó un segundo hidroavión, quien acometió la misma estrategia del primero. Resistieron hasta donde fue posible y hasta que las ametralladoras dejaron de disparar.
Con gran parte de la tripulación herida, sin opciones, solo pudieron rendirse, no sin antes destruir todos los documentos confidenciales y equipos secretos de sonar, que pudieran caer en manos enemigas.
Los pilotos alemanes demandaron que Lonsdale fuera nadando hacia ellos, para aceptar su rendición total y oficial.
Increíblemente, el submarino no estaba listo para hundirse, es por esto que debió ser remolcado hacia aguas enemigas, en este caso danesas y de desde allí a Kiel para entrar a dique seco. Se rebautiza y sirve mayormente para propaganda del gobierno, no usándose en operaciones militares, más que de entrenamientos.
Sin duda, será difícil encontrar en la historia naval mundial, una situación similar a la descrita, donde dos hidroaviones se hayan dado el lujo de capturar a un submarno.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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