- Fecha de publicación: 01/08/2002.
Visto 2553 veces.
EVOLUCIÓN DEL ESTADO MODERNO
frente a las imposiciones de una sociedad universal
Javier Lüttecke Barrientos *
Introducción.
Al examinar más de cerca lo que hoy conocemos y entendemos por Estado, nos
encontramos frente a una realidad imponente y abrumadora en la vida de las sociedades, una
criatura casi omnipotente que acecha dondequiera que se esté y que exige continuamente
sacrificios económicos (impuestos, contribuciones, pagos de derechos, etc.) y, lo que es aún más
grave, sacrificios personales, en relación a las libertades y a la vida individual misma. Sin embargo,
debe reconocerse que esta entidad se nos presenta como una realidad enigmática e inquietante.
Continuamente está proveyendo paz y seguridad y, al mismo tiempo, imparte la justicia tan
necesaria para el normal funcionamiento del conjunto social. También, en su calidad de estructura
rectora, proporciona aquellos servicios públicos que los particulares no están en condiciones de
aportar: aeropuertos, carreteras, redes telefónicas, salud pública y asistencia, educación y muchos
otros. Frente a este comportamiento aparentemente contradictorio ¿Qué puede decirse entonces
del Estado?.
Es así que durante la última década, gran parte del mundo ha sido testigo de
transformaciones fundamentales, tanto en las relaciones entre los Estados y sus sociedades
nacionales, como en los patrones de organización económica y política en el plano internacional.
Fenómenos como la apertura de los mercados, el ajuste del Estado y la economía, el desempleo y
la flexibilización laboral, la privatización de empresas y servicios públicos, la descentralización
administrativa y la integración regional, están redefiniendo las funciones tradicionales del Estado
nacional. Al mismo tiempo, la historia reciente registra progresivas corrientes democratizadoras,
luchas por nuevos derechos sociales, desequilibrios sociales cada vez más profundos,
recrudecimiento de la xenofobia y los fundamentalismos religiosos, todos fenómenos que se han
sumado a la contribución para transformar radicalmente las relaciones sociopolíticas dentro de los
Estados, y entre ellos.
Este creciente proceso evolutivo ha pasado a ser el centro de un debate académico en que
el Estado regresó como problema de investigación y acción, pero sobre todo a partir de la
constatación de que su dimensión y formas de intervención estaban sufriendo una transformación
profunda.
Con el presente trabajo se buscará desarrollar un esquema que permita presentar las
principales imposiciones que está planteando la universalización de las sociedades al Estado
actual, a la luz de las tendencias globales que, de una u otra forma, estarían condicionando el
desenvolvimiento, al menos de las sociedades occidentales. A continuación, se pretende
determinar cuáles serían aquellos aspectos del esquema estatal y social que se encuentran
mayormente afectados por las corrientes contemporáneas y que requieren de adaptaciones para
enfrentar de manera consistente y coherente el desafío que se presenta. Y, finalmente, se buscará
establecer una visión acerca de la configuración a la que podría tender el Estado moderno para
satisfacer las necesidades sociales que demandan sus ciudadanos.
La sociedad universal, las influencias globales y el Estado.
La creciente vorágine de cambios que enfrentan las sociedades del mundo moderno, tal
como lo estamos presenciando, abarca una serie de aspectos radicales, entre los cuales los más
importantes son la aceleración de la globalización, la necesidad de internacionalización de las
relaciones entre los Estados y la importancia de la integración estatal a nivel, al menos, regional. A
raíz de esta situación, los aspectos antes señalados generan una serie de inquietudes e
imposiciones, las cuales pueden ser agrupadas en tres grandes áreas: económica, social y
cultural.
1 Es así que puede aventurarse que este fenómeno tiene como blanco prioritario a las
sociedades del mundo, especialmente las occidentales, las cuales influyen sobre sus respectivos
aparatos estatales, buscando su mejor funcionamiento para así beneficiar sus intereses y, a través
de ellos, progresar más eficientemente hacia el bien común. Por lo tanto, a partir de esto, los
Estados modernos se están viendo enfrentados cada día con más rigor, a una serie de exigencias
planteadas por sus respectivas sociedades, en la búsqueda del establecimiento de nuevos
esquemas y estructuras que respondan a sus inquietudes y a la vez permitan superar los efectos
negativos que producen los procesos que se desarrollan. Con el fin de comprender mejor las
características del movimiento mundial actual, y así poder establecer cuáles serían las
imposiciones e imperativos sociales que están recayendo sobre el Estado moderno, se describirá
brevemente cada una de las áreas indicadas.
En cuanto a la economía, se puede decir que a partir de la década de los años setenta
asistimos a una transformación radical del concepto de espacio económico, inducida por el
capitalismo internacional, su reubicación a escala mundial y la redefinición de las relaciones entre
actores económicos y unidades de producción. La división que aún prevalecía hasta el siglo XIX
entre el mundo occidental, mercantil
2 y en vías de industrialización, y el mundo de las civilizaciones
estancadas y de los pueblos indígenas, fue sustituida a principios del siglo XX por una división
Norte- Sur entre países ricos e industrializados, por una parte, y países pobres y subdesarrollados,
por la otra, lo que prevalece aún hasta nuestros días. Sin embargo, aquel enfoque se ha vuelto
más complejo a partir de la segunda mitad del siglo XX debido a la conformación de espacios
económicos integrados, o en proceso de integración, en torno a las grandes urbes económicas del
Norte, en las cuales se maneja hoy la mayor parte de la actividad económica y de la riqueza
mundial. Dichos bloques, que se caracterizan por un alto nivel de intercambios internos y
relaciones comerciales significativas, así como por importantes flujos de inversiones internas y
externas, se encuentran hoy estructurados alrededor de los tres polos de la llamada tríada,
constituida por los Estados Unidos de Norteamérica, la Unión Europea y Japón.
No obstante, esta visión representativa de los mercados y de los intercambios no capta la
realidad aún más compleja de la organización de la producción y del movimiento del capital a nivel
global. El proceso de universalización del capital, que se inició en los años setenta y se aceleró a
partir de los ochenta, considera en realidad la existencia de tres fenómenos: la penetración de los
grandes mercados existentes y de los llamados emergentes por la vía de la inversión extranjera
directa; la reubicación de amplios segmentos de la cadena productiva en países con bajo costo de
mano de obra y débil organización sindical, por la vía de las transferencias de capitales; y,
finalmente, la conformación de un vasto mercado financiero a escala mundial, articulado en torno a
una docena de plazas con proyección global.
Como resultado de esta transnacionalización
3 de la economía, hoy en día se ha constituido
una red global de intercambios económicos y financieros que, al igual que la red Internet,
trasciende las fronteras nacionales, se configura en torno a un número limitado de nodos
metropolitanos estratégicos, y sobre la cual los Estados no ejercen más que un control marginal.
Pero, también se ha reestructurado el espacio social, a partir del esquema planteado por el
proceso de transnacionalización, el cual, más allá de reorientar las actividades económicas a nivel
mundial, redistribuye también la riqueza y el poder, según nuevos parámetros socioeconómicos.
En consecuencia, las influencias económicas mundiales están afectando significativamente
a las sociedades, en cuanto a que se observa una marcada tendencia a perturbar el
funcionamiento económico local, lo cual es reclamado permanentemente a la respectiva autoridad
estatal. El problema está en que actualmente los Estados carecen de mecanismos para
regularizar esta situación y así evitar los efectos negativos sobre la masa social.
Respecto de lo social, la universalización de la brecha entre los individuos, la tecnología, la
seguridad y la justicia, constituyen nuevos puntos de partida para nuevas imposiciones de la
sociedad al Estado. Hasta hace no mucho, se hablaba de una división mundial bajo conceptos
como mundo desarrollado y subdesarrollado, Norte rico y Sur masivamente pobre, etc. Sin
embargo, hoy día tal cosa ya no resulta posible por cuanto, al igual que en el aspecto económico,
emplear los mismos conceptos implica caer en el empleo de términos demasiado simplistas e
incapaces de representar la realidad social. Así, el proceso mismo de transnacionalización del
capital está incidiendo directamente en la distribución de la riqueza a escala global y en las
relaciones de fuerza dentro de cada sociedad.
Lo anteriormente indicado ha producido cambios en los ámbitos del empleo y la relación
capital-trabajo que afectan profundamente la estratificación social de los países y de los espacios
involucrados. Mientras ciertas zonas del planeta declinan en términos de actividad económica y de
empleo, otras emergen como resultado de la reubicación industrial y de los movimientos de capital.
De este modo, nuevas áreas deprimidas y nuevas zonas de prosperidad se constituyen, como
resultado de dichos movimientos. Esta evolución ha traído consigo fuertes tensiones sociales
causadas principalmente por la búsqueda de mejores condiciones laborales, por el aumento en la
cesantía producto de una mayor tecnificación de los procesos productivos, por la exigencia de
mejores remuneraciones y por un creciente interés de las sociedades por acceder a los beneficios
ofrecidos por un mundo de puertas abiertas.
La existencia de grandes focos de pobreza en amplias partes del mundo y el retroceso casi
generalizado de la clase media, contrastan con la concentración creciente de riqueza y de poder
que se está desarrollando al otro extremo de la pirámide social. Todo ello conlleva una acentuación
de las desigualdades y una universalización de la brecha social, tanto en los países
industrializados como en los subdesarrollados.
4 Dentro de este ámbito también aparecen
problemas como el acceso a la salud, las drogas, el SIDA, etc. Es por ello que los Estados se
encuentran enfrentados a un gran reto tendiente a crear las condiciones para disminuir las
diferencias sociales y, por medio de nuevos esquemas administrativos, propender a superar las
deficiencias a este respecto, dentro del aparato estatal.
El tema de la seguridad se ha visto enfrentado a una serie de cuestionamientos, basados
principalmente en el nuevo esquema global luego del término de la Guerra Fría. Ello, debido a que
las sociedades han caído en la falsa idea de que con el ocaso del equilibrio bipolar Este-Weste y al
establecimiento de los EE.UU. como principal potencia global, los conflictos tenderían a disminuir y
casi a desaparecer. Los hechos han demostrado lo contrario. Sin embargo, la tendencia está
siendo reducir las dimensiones de las herramientas del Estado para la aplicación de la fuerza
5 para
así potenciar otras áreas dentro del tablero nacional. Además, las influencias mundiales que de
alguna forma condicionan la política internacional de los Estados, están imponiendo una extensión
al campo de acción de las FF.AA. hacia áreas de cooperación internacional y de participación en
operaciones militares no tradicionales.
Los aspectos relativos a la justicia se encuentran en un período de profundas discusiones,
por cuanto el Derecho Internacional ha aflorado con inusitada fuerza. Se ha comenzado a plantear
una pugna entre la legislación propia de cada Estado y aquella del Derecho Internacional,
poniendo muchas veces a los individuos en una disyuntiva frente al apego a una u otra normativa
legal.
6
El tercer aspecto, el cultural, dice relación con la exacerbación de la crisis de identidad de
las sociedades. La desarticulación progresiva de las economías nacionales y una creciente
inestabilidad en algunos mecanismos de protección social, han comenzado a socavar las bases
mismas del Estado, debido a que las referencias culturales de los pueblos y sus sistemas valóricos
están siendo invadidos constantemente por la penetración cultural del modelo dominante y los
valores asociados a él.
Esta realidad está generando reacciones por parte de las comunidades agredidas, lo cual
constituye un imperativo para los respectivos Estados: en primer lugar, existe un rechazo,
frecuentemente violento, de los valores y referencias culturales promovidas y respaldadas por las
culturas globales dominantes; y, en segundo término, como corolario del primero, hay un retorno a
los valores y referencias tradicionales de las comunidades o el enclaustramiento en sí mismas, con
frecuentes derivaciones nacionalistas extremas. Evidentemente, no todas las sociedades se ven
afectadas de la misma forma y en igual intensidad, sin embargo, los efectos de la agresión cultural
externa no discriminan entre los diferentes grupos objetivos. Lo anterior demuestra que, hoy en
día, se está cayendo en una crisis, entendida ésta como la crisis cultural vivida por cada pueblo e,
incluso, por cada comunidad frente a las agresiones del modelo cultural dominante, en el contexto
de un retroceso del Estado y del compromiso ciudadano.
En resumen, las sociedades, enfrentadas a la volatilización de aquellos aspectos
fundamentales de su funcionamiento e identidad antes mencionados, y a la tentación de ser
partícipes de las bondades del mundo actual, producto de avasalladoras tendencias universales,
están planteando profundos desafíos a sus respectivos Estados para enfrentar de manera
coherente el creciente fenómeno que se cierne sobre ellas. Se observa, por una parte, una
decadencia del Estado, tanto en efectividad como en legitimidad, en su misión de responder a las
inquietudes y a las aspiraciones de sus ciudadanos. Por otro lado, el Estado aparece como una
entidad incapaz de solucionar los llamados problemas globales, pues no logra ejercer su papel
económico y social, y además, diminuye el compromiso de los ciudadanos en su relación con él,
pues no consigue responder a sus aspiraciones de seguridad y bienestar, cuando no ha caído en
el extremo de servir a grupos e intereses ajenos a la nación.
Estructuras y aspectos del Estado más afectados por las tendencias actuales.
Establecidas las principales imposiciones que estaría planteando la sociedad actual al
Estado moderno, se nos presenta la inquietud acerca de cómo ellas estarían afectando su
funcionamiento y qué estructuras principales o aspectos constitutivos requieren de una
reestructuración frente a los nuevos escenarios vigentes en el mundo actual.
Así nos enfrentamos a la aparición de cuatro grandes áreas dentro de la estructura del
Estado que parecen ser las más afectadas por la evolución de los acontecimientos y las tendencias
que marcan el ritmo del desarrollo de las sociedades modernas. Me refiero a las áreas de
seguridad, economía, política y de derecho.
Área de la Seguridad.
Una de las funciones esenciales del Estado es la de brindar seguridad a sus ciudadanos y
mantener su propia integridad territorial. Entonces podemos decir que el Estado-Nación es una
“unidad de supervivencia” básica de la era moderna.
7 Sin embargo, nos encontramos con una
dualidad funcional del Estado en este ámbito, toda vez que éste se ve enfrentado a las tendencias
mundiales actuales. Por una parte, aparece como un actor autónomo, con una capacidad militar
independiente y la responsabilidad máxima por su propia supervivencia y, por otra, busca su
inserción en una jerarquía de poder entre los Estados y estructuras de seguridad a nivel global, las
cuales le imponen restricciones significativas sobre el tipo de políticas (o acciones) de defensa o
externas que debe seguir.
Hasta hace poco, la seguridad de los estados estaba configurada decisivamente por la
disputa Este-Weste entre los dos bloques de poder rivales. Frente a este escenario, la posibilidad
de que los Estados iniciaran una política de defensa o exterior independiente, estaba
considerablemente limitada. Hoy día, aunque se está frente a una nueva distribución de poder
político y económico, aún se mantiene vigente la característica de que las opciones político
estratégicas o exteriores que enfrenta un Estado individual, están definidas por su lugar dentro de
la jerarquía global. Es así que las relaciones de poder en el mundo, continúan ejerciendo una
profunda influencia sobre la acción de los Estados individuales.
Las condiciones del mundo moderno están, progresivamente, imponiendo el
establecimiento de nuevas estructuras de seguridad colectiva que plantean a los Estados una
integración internacional más fuerte en asuntos militares y de seguridad, junto con la creación de
diversos mecanismos de consulta y coordinación multilateral. Esto se traduce en que los Estados
deben poner a disposición de otros, aspectos importantes de su soberanía y autonomía estatal.
Además de lo anterior, los Gobiernos se están viendo presionados para, por un lado, adecuar la
dimensión y estructura de las Fuerzas Armadas para proteger los intereses nacionales en esta
nueva era; y, por otro, manejar la reducción y reestructuración de las fuerzas de manera tal que
mantengan su preparación, capacidad disuasiva y eficiencia respecto de las condiciones previas.
Es por ello que el aspecto de la defensa debe ser cuidadosamente analizado y reestructurado para
no apartarse del fin último para el cual existe y que no es otro que la protección de los ciudadanos,
la mantención de la integridad territorial y la preservación de la soberanía.
Área Económica.
La economía Mundial, hoy en día, presenta una disfunción entre la autoridad formal del
Estado y el alcance espacial de los sistemas contemporáneos de producción, distribución e
intercambio que frecuentemente funcionan limitando el área de competencia y efectividad de las
políticas económicas nacionales.
Hay dos aspectos de los procesos económicos internacionales que son fundamentales
para comprender el por qué el aparato económico del Estado requiere de una revisión de su
estructura: la internacionalización de la producción y la globalización
8 de las transacciones
financieras realizadas por un pequeño número de corporaciones transnacionales muy poderosas.
La mayoría de las compañías transnacionales organizan la producción, el marketing y la
distribución en una escala regional o global. A pesar de tener todas una base nacional, sus
actividades se enfocan predominantemente a maximizar su posición competitiva internacional y su
rentabilidad de tal forma que las subsidiarias individuales (nacionales) operan en el contexto de
una estrategia corporativa general.
Con la internacionalización de la producción ha llegado también la globalización de los
servicios bancarios y financieros. Los avances en la tecnología del transporte y las comunicaciones
están rápidamente erosionando las fronteras que hasta este momento separan a los mercados
nacionales, las cuales son requisito necesario para el manejo local de la economía. Los mercados,
y por lo tanto las sociedades, se están volviendo más sensibles entre sí. Un ejemplo de esto es la
forma en que los violentos movimientos de los mercados financieros internacionales influyen sobre
las políticas monetarias y fiscales de los Estados nacionales individuales y, por lo tanto, en los
hogares de los individuos. La existencia de redes transnacionales de producción, inversión e
intercambio, hace que sean pocos los mercados nacionales o sectores de economías nacionales
que puedan aislarse por completo de las condiciones internacionales o las presiones competitivas
externas.
9
Por lo tanto, parece posible aventurar que la internacionalización de la producción, las
finanzas y el intercambio comercial están erosionando, sin lugar a dudas, la capacidad de control
económico dentro de los Estados individuales. Como mínimo, parece haber una disminución en la
autonomía del Estado, y una separación entre la noción de un Estado soberano dirigiendo su
propio futuro y las dinámicas de la economía mundial contemporánea.
Área de la Política.
En el período posterior a la Segunda Guerra Mundial, los Estados se involucraron
progresivamente en formas multilaterales de gobierno internacional. En la actualidad, los Estados
participan en una serie creciente de regímenes internacionales y organizaciones que han sido
creadas para ocuparse de áreas específicas de interés global (el comercio, los océanos, el
espacio, telecomunicaciones y otros). Esta situación, refleja la rápida expansión de actividades
transnacionales, la creciente penetración de políticas internacionales y domésticas, y el
correspondiente deseo por parte de casi todos los Estados, de contar con alguna clase de gobierno
y regulación internacional que les permita encarar los problemas a nivel colectivo.
El desarrollo de regímenes y organizaciones internacionales está llevando a importantes
cambios en la estructura de toma de decisiones en la política mundial. Se han ido creando nuevas
formas de política multilateral e internacional y con ellas distintos estilos de toma de decisiones
colectivas, que involucran a gobiernos, organizaciones intergubernamentales (OIG) y una serie de
grupos de presión transnacionales y organizaciones no gubernamentales (ONG).
10 Los regímenes
y organizaciones internacionales mencionados, debido a la preocupación manifiesta por temas
fundamentales de creación de normas y asignación de recursos, han sufrido una alta politización. A
diferencia de otros organismos técnicos de menor envergadura, estas organizaciones han estado
continuamente en el centro de los conflictos por el control y dirección de la política global. Aun
cuando su forma de operar varía, en general tienden a funcionar sobre la base de toma de
decisiones consensuadas y, a lo largo de los años, han visto fortalecido su peso internacional
obteniendo cierta capacidad y poder para constituirse en interventores decisivos a escala mundial.
No puede tampoco omitirse la existencia de otras instituciones globales más informales y redes de
coordinación política que también tienen considerable poder de influencia sobre los asuntos de los
Estados. El Grupo de los Siete,
11 por ejemplo, reúne a los estados económicamente más
poderosos del mundo y opera a modo de lo que podría llamarse un directorio mundial.
Por estas razones, resulta fundamental que los Estados reorienten sus estructuras en este
ámbito para así lograr hacer frente a las presiones que progresivamente están ejerciendo los
organismos internacionales. La reorientación aludida, puede pasar por la asociación con otros
Estados con el fin de obtener en conjunto una mayor estatura política que permita adoptar un
carácter supranacional
12 y así evitar las excesivas influencias de los organismos internacionales en
el manejo de las políticas individuales. Sin embargo, no debe perderse de vista, al buscar una
nueva estructura para enfrentar los problemas globales, la necesaria facultad de cada Estado de
continuar reteniendo la capacidad de decisión sobre muchas áreas de sus asuntos domésticos e
internacionales, evitando, en lo posible, hacer excesivas concesiones relativas a la soberanía
nacional.
Área del Derecho.
El avance del Derecho Internacional ha sometido a individuos, gobiernos y a las diferentes
organizaciones, a nuevos sistemas de regulación legal. Aspectos como poder y coerción, derechos
y deberes, han sido reconocidos por el Derecho Internacional, trascendiendo las fronteras de los
Estados y estableciendo nuevas relaciones entre ellos, y entre éstos y las diferentes sociedades.
Los conflictos generados dentro de la sociedad o entre las sociedades modernas y que se
encuentran, de alguna forma, enmarcados dentro de la problemática de la protección de los
derechos del hombre y las libertades fundamentales, han venido a establecer verdaderas cuñas
entre los individuos y sus respectivos Estados. Con ello se plantea un conflicto de intereses entre
aquel miembro de un Estado y el Estado mismo, donde muchas veces se cuestiona la legislación
nacional y se la pone por debajo de la internacional, produciendo una suerte de subordinación de
la soberanía jurídica. Ante estas circunstancias, en que las diferencias son llevadas a instancias
que trascienden las fronteras de los respectivos países, se produce un dilema respecto de si los
Estados aún conservan la facultad soberana para resolver sobre aquellos aspectos jurídicos de
competencia nacional o éstos deben ser tratados por organismos internacionales que se permitan
juzgar en contra del mismo Estado. El Derecho Internacional, hoy en día, constituye un amplio y
cambiante cuerpo de normas que determinan las bases de la coexistencia y cooperación en el
plano internacional. Tradicionalmente, ha identificado y sostenido la idea de una Sociedad de
Estados Soberanos como el principio normativo supremo de la organización política de la
humanidad. Durante las últimas décadas, el tema del Derecho Internacional ha sido desafiado, y la
opinión dominante se ha volcado en contra de la doctrina que dice que éste es y debe ser “leyes
entre estados sola y exclusivamente”.
13 El móvil principal de este vuelco se deriva de las
diferencias entre los argumentos planteados a favor del sistema de Estado y los que se hacen en
pos de un principio alternativo de orden mundial: en su forma más radical, una comunidad
cosmopolita. Sin embargo, esta disyuntiva está lejos de resolverse y la renovada intensidad de los
nacionalismos sugiere que las demandas hechas a favor de una comunidad cosmopolita parecen
tener poco asidero. Ante este panorama, actualmente, el aparato judicial del Estado se encuentra
sin las herramientas ni la estructura adecuada para hacer frente al cada vez más creciente flujo de
controversias jurídicas entre los ciudadanos y sus Estados de origen.
En conjunto, las cuatro grandes áreas expuestas, identifican patrones cambiantes de
poderes y relaciones que estrían redefiniendo la arquitectura del poder político soberano asociado
al Estado moderno. Al plantear este tema, se identifican un conjunto de fuerzas que desdibujan las
fronteras entre política doméstica e internacional, alteran los contextos institucionales,
organizacionales, y legales de las comunidades nacionales y debilitan las líneas de
responsabilidad y de rendición de cuentas de los Estados nacionales en sí mismos.
Evolución y tendencias futuras.
Podríamos sostener que no hay nada nuevo en relación con las imposiciones que plantea
la sociedad universal de nuestros días a los distintos entes que la rodean y que el significado de
las tendencias globales para los Estados ha sido, en principio, evidente desde hace tiempo. No
obstante, tales afirmaciones no serían sustentables si no se enfatiza que con la expansión inicial
de la economía mundial y la aparición del Estado moderno a fines del siglo XVI, comenzaron a
emerger importantes patrones de interconexión global. Además, se podría sugerir que la política
nacional y la internacional se han relacionado estrechamente a lo largo de la era moderna, donde
ambas se entrelazan para establecer la mejor línea de acción para obtener los beneficios que la
sociedad demanda. Sin embargo, una cosa es aseverar que hay elementos de continuidad en la
formación y estructura de los Estados, economías y sociedades modernas, y otra es asegurar que
no hay nada nuevo en aspectos de sus formas y dinámicas. Es así que hoy día nos enfrentamos a
un orden internacional que pareciera estar generando una vorágine evolutiva que involucra la
conjunción de aspectos tales como:
a) Un sistema mundial de producción e intercambio que escapa al control de cualquier Estado
(aun al del más poderoso).
b) Extensas redes de interacción transnacional y comunicación que trascienden las sociedades
nacionales y escapan a casi todas las formas de regulación nacional.
c) El poder y la actividad de un sinnúmero de regímenes y organizaciones internacionales,
muchas de las cuales restringen el ámbito de acción, aun de estados líderes.
d) La internacionalización de las estructuras de seguridad que limitan el ámbito para el uso
independiente de la fuerza militar por parte de los Estados.
Por eso, el orden global contemporáneo se caracteriza por múltiples sistemas de
interacción y coordinación que conectan personas, comunidades y sociedades en formas muy
complejas y que, dada la naturaleza de las comunicaciones modernas, virtualmente borran
fronteras territoriales como barreras a la actividad y relaciones socioeconómicas.
14
Lo que distingue al sistema global contemporáneo es el grado en que las influencias
mundiales y la regionalización se han inscrito en las dinámicas de la modernidad y la vida social
actual. En comparación con períodos previos, se evidencia un imperativo generalizador en cada
uno de los dominios institucionales claves de los Estados (el político, el legal, el económico y el
militar), los que ayudan a definir las formas características de las sociedades modernas. Cada uno
de estos dominios está siendo afectado por una dinámica discreta y progresiva de cambio. La
política, hoy en día, se practica con toda su particular característica de incertidumbre e
indeterminación, en un mundo regido y traspasado por los movimientos de capital, el flujo de las
comunicaciones y el paso de personas.
Esto no quiere decir que los procesos en auge estén llevando, necesariamente, a una
mayor integración, o dicho en otros términos, a un orden político marcado por el desarrollo
progresivo de una sociedad unificada y una organización política institucionalizada. Esto se debe al
hecho de que estos procesos generan tanto fragmentación como unificación. En este contexto, el
significado y lugar del Estado debe ser repensado en relación a una serie de procesos y
estructuras locales, regionales y globales superpuestas. Por esto, resulta esencial establecer y
reconocer al menos tres elementos de cambio en el devenir de los Estados:
a) Primero, la forma en que procesos de interrelación económica, legal, política y militar están
alterando la naturaleza, ascendiente y capacidad del Estado soberano, toda vez que su
autoridad reguladora está siendo desafiada y reducida en algunas esferas.
b) Segundo, la forma en que organizaciones, grupos, movimientos y comunidades étnicas locales
y regionales están poniendo en duda la legitimidad del Estado como un ente de poder
representativo y responsable.
c) Tercero, la forma en que la interrelación global crea lazos para la toma de decisiones políticas
y establece eslabones entre los Estados y sus ciudadanos, estructurando procesos de relación
entre soberanía, democracia y la comunidad política territorial.
Los Estados deben acomodarse a todos estos cambios. Si no lo logran, probablemente se
volverán cada vez menos efectivos para determinar la forma y límites de la actividad estatal.
Por lo anterior, y ante los procesos universales que actualmente se desarrollan en un
mundo donde la permeabilidad de las fronteras ha permitido un constante flujo de influencias de
todo tipo, definitivamente el Estado Moderno está siendo afectado en forma significativa respecto
de su configuración tradicional. Entonces, al mirar los acontecimientos actuales y proyectarlos en el
tiempo, se nos presenta la imagen de un Estado que comienza a ser despojado progresivamente
de su poder absoluto y centralizador, en lo referente a las decisiones colectivas que
tradicionalmente ha adoptado dentro de su territorio. Además, se le observa experimentando un
proceso de traspaso de funciones y prerrogativas desde los órganos centrales hacia aquellos de
carácter regional, dotándolos de autoridad para representarlo frente a la sociedad. Dentro del
ámbito internacional, se aprecian nuevos tipos de interacción con los entes globales: por una parte,
los Estados, actuando como unidades principales, se relacionan con otros Estados y organismos
internacionales; y por otra, establecen vínculos con actores supranacionales y transnacionales no
gubernamentales dotados de atributos como autonomía, objetivos y medios de acción propios. Ello
ha dado origen a un movimiento en dos direcciones: hacia la regionalización y hacia la
revalorización de las unidades políticas subestatales.
15 Efectivamente, por un lado, es posible
apreciar que determinados problemas como los medioambientales, de mercado, de derechos
humanos, de delincuencia organizada, etc., tienden a escapar de la tuición del Estado, lo que lleva
a éstos a asociarse a nivel regional (Unión Europea, NAFTA, ALCA, etc.). Pero por otro, las
necesidades de identidad colectiva, de relaciones más estrechas y de proximidad entre gobierno y
problemas ciudadanos, son enfrentados bajo la perspectiva de intentar satisfacerlas a nivel
subestatal. En este sentido, existen posiciones que plantean el proceso evolutivo del Estado
dividido, en general, en dos períodos. En un primer período, se habría producido la consolidación
del Estado-Nación, el cual circunscribió a la sociedad dentro de un territorio. Era básicamente lo
que podría denominarse un Estado-contenedor, por cuanto dentro de sus fronteras, y en
contraposición a lo que había más allá de ellas, quedaban muy bien definidos los diversos
aspectos de la vida de los súbditos o ciudadanos: idioma oficial, religión, sistema económico y
político, sistema educativo, etc. Frente a la irrupción agresiva, en la mayor parte del mundo, de las
tendencias globales, nos hallaríamos en tránsito hacia el segundo período evolutivo en el que se
traspasarían las fronteras, toda vez que los inmigrantes forman grupos culturales o religiosos
homogéneos dentro de los Estados; la Internet se constituyen en lazo de comunicación y relación
entre personas y entidades lejanas espacialmente; o porque hay ciudadanos que, por poseer una
vida dinámica dentro del mundo, sienten que pertenecen a varios países simultáneamente.
Existen voces que plantean la necesidad de estructurar una sociedad mundial que forme
parte de una aldea global en la cual se centralicen los procesos y relaciones, manteniendo un
esquema universal único que concentre las necesidades e inquietudes de la sociedad para así
evitar los conflictos que nos afligen hoy. Del mismo modo, en este sentido, también se señala la
alternativa de establecer Estados continentales que a un nivel levemente inferior al antes indicado,
genere los procesos de relaciones dentro de su jurisdicción y con los demás Estados del mismo
tipo y entes internacionales.
Ambos planteamientos, parecen estar, al menos hoy día, destinados al fracaso por cuanto
factores tales como la identidad nacional, las culturas étnicas, los nacionalismos que no han
desaparecido, las idiosincrasias particulares y otros, atentan directamente contra el fin que
persigue el Estado y que no es otro que el de aglutinar a la sociedad en un afán asociativo humano
que busca unir individuos, agruparlos y solidarizarlos bajo una misma norma y por parámetros
comunes.
Conclusiones.
A la luz del análisis efectuado, y coincidiendo con los diversos autores y expertos que ven
al Estado moderno apremiado por la sociedad para asumir de buena forma su papel como
referente central de la acción colectiva e, inclusive, como factor decisivo en el propio proceso de
construcción social, se aprecia que las principales imposiciones que se le plantean están referidas
a temas económicos, sociales y culturales. Estas imposiciones, considerando la permanente
interpenetración entre Estado y sociedad, estarían generando componentes unificadoras y
desintegradoras que han dado curso a numerosos procesos evolutivos por diversas vías.
Definitivamente, el Estado que conocemos hoy, acotado y debilitado en muchas áreas, es el
resultado de una serie de imposiciones planteadas por la sociedad, alumbradas por la necesidad
de adaptación frente al ambiente globalizado que se vive.
A raíz del efecto producido por las imposiciones de una sociedad universal, el Estado se ha
visto afectado al enfrentarse a una realidad que le deja un escaso margen de autonomía para
realizar su gestión, debiendo orientar, muchas veces, sus políticas de acuerdo a los dictados y
preferencias de quienes dirigen el esquema internacional. Luego, a partir de esta situación, se han
podido determinar analíticamente los principales aspectos del esquema estatal y social que se han
visto más afectados y que requieren de alguna reestructuración para enfrentar el escenario actual.
Lo anterior ha podido ser enmarcado dentro de cuatro grandes áreas que abarcan los principales
aspectos mayormente afectados por los acontecimientos y tendencias del momento: área de la
seguridad, de la economía, de la política y del derecho. Ellas encierran estructuras que requieren
de modificaciones que se adecuen en mejor forma a los desafíos del mundo contemporáneo.
Alcanzados los límites de su expansión frente a una crisis que se presumía terminal, la
antigua matriz del Estado ha ido dando cabida a un modelo de relación cuya forma final todavía se
está definiendo, pero que tiene como característica principal una incorporación diferente de las
instancias estatales subnacionales, de los demás sectores que componen la sociedad y de los
actores supranacionales. Así, el Estado y la sociedad se están viendo enfrentados a la
reconstrucción de una estructura en la que ni el Estado tenga un protagonismo excluyente ni el
ciudadano cumpla meramente un papel pasivo en su triple carácter de votante, contribuyente o
usuario de servicios.
Mucho se ha hablado de la constitución de la gran Aldea Global o de Estados Regionales
para hacer frente a las influencias mundiales a las cuales los Estados de manera individual no
pueden enfrentar con su actual configuración. Sin embargo, fenómenos sociales como los
nacionalismos, las identidades valóricas y otros, resultan ser factores disociadores para ello. Por
estos motivos, no pareciera factible su constitución para dirigir los destinos de una gran sociedad
mundial. De todos modos, sí se cree que los Estados progresarán hacia la creación de procesos y
estructuras asociativas adaptadas para cumplir de manera efectiva con los mandatos de la
sociedad componente. Esto los llevaría a buscar instancias de relación económica, legal, política y
militar, para evitar ver afectada en demasía su naturaleza, alcance y capacidad, y del mismo modo,
a potenciar su legitimidad, representatividad y responsabilidad ante toda la sociedad.
En todo caso, a pesar de la crisis que se cierne sobre el Estado moderno, derivada de los
imperativos e imposiciones que está planteando la sociedad, no se vislumbra hoy alguna entidad o
tipo de institución alternativa que lo sustituya, ya que los intereses sociales se mantendrían
centrados en el sustento de una estructura que actúe por decisión soberana de la mayoría,
creando instancias de organización, control, desarrollo y supervisión con lo cual avanzar hacia el
bien común colectivo. Podrían generarse nuevas estructuras en base a las ya existentes o
constituirse otras a partir del interés social mencionado, pero no dejarían de contar con las
características de lo que hoy conocemos como Estado Moderno.
ANEXO “A”
Influencias, organización y metas del Estado.
Esquema general.
El Estado, como entidad individual dentro de un esquema global, se nos presenta hoy día
como una unidad erigida a partir de la voluntad soberana de la sociedad que lo compone para que
la organice, norme y dirija hacia el bien común. De esta manera, y por constituir parte de una
estructura mayor, aparece enfrentado a tres grandes imposiciones nacidas de la evolución que
está experimentando la sociedad actual: la necesidad de internacionalización de los procesos que
se desarrollan a su interior; la necesidad de integración con otros Estados para generar mayor
peso político a nivel global; y, la globalización, que abarca aspectos económicos, culturales,
tecnológicos y sociales.
Como entidad particular, el Estado persigue la obtención del bien común para la sociedad
componente, para lo cual se considera que lo hace mediante una Gobernabilidad para mantener
una estabilidad general; por la búsqueda de la Equidad; y, a través de acciones que fomenten y
creen Desarrollo en todos los niveles.
ESQUEMA GRÁFICO.
16
Para el caso de la gobernabilidad,
esta se estaría logrando con una distribución
equilibrada del poder dentro de la sociedad.
Por su parte, la equidad se estaría
materializando por la oferta de igualdad de
oportunidades para todos los individuos para
acceder al bien común. Y, finalmente, el
desarrollo se logra por la proyección general
del esfuerzo nacional, la que considera
aspectos tecnológicos, culturales,
económicos y laborales.
Con todas estas influencias, metas y
caminos que tienen los Estados para
estructurar los procesos tendientes a
satisfacer los requerimientos de la sociedad,
se establece una Agenda Estatal, la cual
constituye el principal referente para registrar,
priorizar, tratar y verificar el desarrollo de
todos aquellos temas de interés general que
se plantean para la búsqueda del bien
común.
Evidentemente, el esquema aquí
presentado representa la configuración ideal
del Estado actual para conseguir proyectarse
y satisfacer las necesidades sociales (ver
gráfico adjunto), sin embargo, en la realidad,
la mayoría de ellos presentan deficiencias en el tratamiento de algunos de los aspectos
mencionados, lo que los hace apartarse de la línea que conduce al fin último para el cual existe.
ANEXO “B”
Relación entre el Estado y la Sociedad.
Relación de convivencia.
A partir de lo señalado en el Anexo “B”, es posible establecer la relación que mantiene el
Estado con su respectiva sociedad para encauzar los esfuerzos globales hacia la prosperidad y la
obtención del bien común.
Dentro del entorno que configura el Estado moderno, el cual se encuentra
permanentemente influido por las tendencias globales, se genera todo un esfuerzo, tanto estatal
como social, para lograr el equilibrio requerido para arribar al o los objetivos establecidos. Para ello
se requiere que el Estado como entidad superior
17 sea capaz de entregar gobernabilidad, equidad
y desarrollo, a partir de las cuales producir los progresos y avances.
Con estas condiciones obtenidas, el Estado a través de sus órganos de acción
18 debe
proceder a ejecutar los procesos que tiendan a satisfacer las necesidades que la sociedad plantea
y que se enmarcan dentro del ámbito particular de cada Organismo Estatal. Obviamente, la acción
individual de cada uno de estos organismos debe estar interrelacionada con la de los demás para
lograr eficiencia y sinergia.
ESQUEMA GRÁFICO.
19
Junto con lo anterior y con
el propósito de acrecentar o
mantener su nivel de legitimidad y
poder ante la sociedad, el Estado
recurre al desarrollo de gestión en
cada medida adoptada, a la
materialización de la
representación que requieren los
ciudadanos, a la imposición de
normas para regular las relaciones
entre los individuos y las
entidades (públicas y privadas), y
finalmente, a la búsqueda de
eficiencia a través de la gestión
general.
Es así que la acción de
cada uno de los Organismos
Estatales debe estar orientada
hacia la obtención de una
creciente legitimación del Estado
para lograr una cada vez mayor
gobernabilidad, hacia la
redistribución de los recursos de
todo tipo para obtener más
equidad y, hacia el manejo de
gestión a todo nivel con el fin de
tender a una mayor eficiencia y
con ella a un más alto nivel de
desarrollo.
ANEXO “C”
TENDENCIAS EVOLUTIVAS DEL ESTADO MODERNO
Probable configuración del Estado, a nivel individual, conforme a las imposiciones de
una sociedad universal.
20
* Capitán de Corbeta. Oficial de Estado Mayor. Aviador Naval.
1. Beck. Ulrich: “¿Qué es la Globalización?” Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona. 1998.
2. Referido al sistema altamente autoritario y centralizado que, en primer término, desarrolla el comercio, principalmente de exportación, y
considera la posesión de metales preciosos como signo característico de riqueza.
3. Desarrollo de actividades, principalmente económicas, que trascienden los Estados y no consideran los parámetros nacionales
(Asignatura de Pensamiento Estratégico, dictada por el CN Sr. Fernando Thauby G., Academia de Guerra Naval, mayo 2001).
4. Serrano, Joseph M.: “La Globalización”. Artículo en Internet. 2001.
5. Referencia a las Fuerzas Armadas.
6. Fernández De La Mora, Gonzalo: “Allende el Estado Moderno”. Artículo en Internet. 2001.
7. Held, David y McGrew, Anthony: “La Globalización y el Estado Liberal Democrático”. Artículo en Internet. 2001.
8. Fenómeno cultural que comenzó a desarrollarse a partir del siglo XIV y que en la actualidad ha aumentado su intensidad debido al
adelanto tecnológico, especialmente de las comunicaciones, expandiendo su campo de influencias hacia la economía y otras áreas.
9. Saffirio, Eduardo: “Estado–Nación y Globalización”. Publicación “¿Hay Patria que Defender?” Centro de Estudios para el Desarrollo.
Santiago de Chile. 2000.
10. Truyol y Serra, Antonio: “La Sociedad Internacional”. Alianza Editorial. Madrid. 1974.
11. Integrado por EE.UU., Gran Bretaña, Alemania, Francia, Japón, Italia y Canadá.
12. Planos de operación que están por sobre las naciones y donde los Estados tienen que llegar para aplicar sus políticas internacionales
de manera multilateral.
13. Cita de Oppenheim, L. en “International Law”, Vol. 1, Editorial Longmans, Londres, 1905, mencionada en Held, David y McGrew,
Anthony: “La Globalización y el Estado Liberal Democrático”. Artículo en Internet. 2001.
14. Beck, Ulrich: “¿Qué es la Globalización?”. Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona, 1998.
15. Organismos estatales del tipo municipalidades, ayuntamientos, intendencias, gobernaciones y otros similares.
16. Oszlak, Óscar. “Estado y Sociedad: ¿Nuevas Reglas de Juego?” Artículo de Internet. 2001.
17. Considerado como estructura normativa, reguladora y ejecutora, pues conceptualmente la sociedad está por sobre el Estado y éste
nace y se sustenta por voluntad de la primera.
18. Ministerios, Corporaciones, Servicios, Secretarías, etc.
19. Oszlak, Óscar. “Estado y Sociedad: ¿Nuevas Reglas de Juego?” Artículo de Internet. 2001.
20. Oszlak, Óscar. “Estado y Sociedad: ¿Nuevas Reglas de Juego?” Artículo de Internet. 2001.
BIBLIOGRAFÍA
- Heller, Hermann: “Teoría del Estado”. Editorial Fondo de la Cultura Económica. México. 1992.
- Blanco, Ande Joaquín: “El Estado, la Nación, el Pueblo y la Patria”. Editorial San Martín, S.L. Madrid.
1985.
- Maritain, Jacques: “El Hombre y el Estado”. Ediciones Encuentro. Madrid. 1983.
- Kuhn, Helmut: “El Estado”. Ediciones Rialp, S.A. Madrid. 1979.
- Fried, Morton H.: “El Estado: La Institución”. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales. Volumen
4. Águila Ediciones. Madrid. 1974.
- Watkins, Frederick M.: “El Estado: El Concepto”. Enciclopedia Internacional de las Ciencias Sociales.
Volumen 4. Águila Ediciones. Madrid. 1974.
- León, Pierre: “Las Incertidumbres de las Sociedades Industriales Avanzadas”. Historia Económica y
Social del Mundo. Volumen 6. Editorial Zero Zyx. Madrid. 1978.
- Truyol y Serra, Antonio: “La Sociedad Internacional”. Alianza Editorial. Madrid. 1974.
- Anisi, David: “Creadores de Escasez”. Alianza Editorial. Madrid. 1995.
- Eyzaguirre, Sebastián: “El Poder en la Teoría del Estado”. Editorial Jurídica de Chile. Santiago. 1967.
- Rattenbach, Benjamín: “El Sistema Social–Militar en la Sociedad Moderna”. Editorial Pleamar. Buenos
Aires. 1972.
- Bell, Daniel; McDonald, Dwight; Shils, Edward; Horkheimer, Max; Adorno, Theodor W.; Lazarfeld, Paul F.;
Merton, Robert K.: “Industria Cultural y Sociedad de Masas”. Monte Ávila Editores. 1969. - Held D.: “La
Democracia y el Orden Global. Del Estado Moderno al Gobierno Cosmopolita”. Capítulo 3 “El Desarrollo
del Estado–Nación y la Consolidación de la Democracia”. Barcelona. 1997. Compendio Academia de
Guerra Naval.
- Ritter. G.: “El Estado Social, su Origen y Desarrollo en una Comparación Internacional”. Introducción.
Madrid. 1991. Compendio Academia de Guerra Naval.
- Lahaye, Laura: “Mercantilismo”. Capítulo 15. Academia de Guerra Naval. Compendio de Lecturas. Módulo
de Estrategia. 2000.
- Donovan, Kevin F.; Freney, Michael A.; Gibson, Andrew E.; Duncan, W. Raymond.: “El Sistema Político
Internacional”. Capítulo 41. Academia de Guerra Naval. Compendio de Lecturas. Módulo de Estrategia.
2000.
- Toffler, Alvin: “El Cambio del Poder”. Edición Academia de Guerra Naval. Valparaíso. 1998.
- Beck, Ulrich: “¿Qué es la Globalización? Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona. 1998.
- Miranda, Carlos: “Nuevas Tendencias Ideológicas en la Posguerra Fría”. Revista Diplomacia. Academia
Diplomática de Chile. Octubre-diciembre 1999.
- Saffirio, Eduardo: “Estado–Nación y Globalización”. Publicación “¿Hay Patria que Defender?” Centro de
Estudios para el Desarrollo. Santiago de Chile. 2000.
- Serrano, Joseph M.: “La Globalización”. Artículo en Internet. 2001.
- Fernández De La Mora, Gonzalo: “Allende el Estado Moderno”. Artículo en Internet. 2001.
- Held, David y McGrew, Anthony: “La Globalización y el Estado Liberal Democrático”. Artículo en Internet.
2001.
- Sotelo, Ignacio: “Globalización y Crisis del Estado Social”. Artículo Publicado en el diario “El País”, de
España, en diciembre de 1998. Artículo de Internet. 2001.
- Sotelo, Ignacio: “Estado Moderno”. Artículo en Internet. 2001.
- Flores, Ricardo Miguel: “Estado Nacional, Globalización y Mundialismo”. Artículo en Internet. 2001.
- Solchaga, Carlos: “Apuntes sobre la Globalización y el Papel del Estado”. Artículo en Internet. 2001.
- Halliday, Fred: “La Globalización y sus Descontentos”. Artículo en Internet. 2001.
- Oszlak, Óscar: “Estado y Sociedad: ¿Nuevas reglas de Juego?” Artículo en Internet. 2001.
Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-