El ser humano no se encuentra adaptado al medio ambiente acuático, por lo que no percibe el ruido ambiental subacuático en su totalidad. Esta percepción limitada y orientada solo al beneficio propio, lo ha llevado a utilizar, y en ocasiones abusar, de algunos sistemas de superficie y submarinos que perturban este medio, sin considerar además, el impacto y las repercusiones que sus acciones podrían generar en un corto, mediano y/o largo plazo al medio ambiente marino.
Conforme a la definición de la Real Academia Española, contaminación corresponde a la acción y efecto de contaminar, vale decir, a la alteración nociva de la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos. De esa forma, la contaminación de ruido antropogénica, ha sido definida por la Organización Marítima Internacional (OMI), como:
La generación de ruidos intensos producidos por el hombre en el medio marino, por el uso de explosivos, desarrollo de experimentos oceanográficos, investigación geofísica, construcción submarina, tráfico de naves, sonares activos intensos y pistolas de aire comprimido utilizadas para estudios sísmicos de petróleo y actividades relacionadas.
Si bien es cierto que el medio ambiente marino es, por naturaleza propia, un ambiente ruidoso con sonidos de origen físico producto del viento, las olas, la lluvia, el desplazamiento de masas de hielo, etc. y de fuentes biológicas como son las ballenas, los delfines, peces y otros, el ruido antropogénico submarino ha registrado una tendencia en aumento de más de 3 decibeles (dB) durante los últimos 10 años desde la segunda mitad del siglo XX.
Muchos animales marinos dependen principalmente en su sistema auditivo para obtener su orientación y la detección de su entorno, por lo que el ruido antropogénico puede interferir el normal funcionamiento de las capacidades señaladas en forma individual o poblacional. Por lo anterior, el análisis de la problemática asociada debe considerar una serie de factores tales como las características de la generación del ruido acústico (ciclo de funcionamiento, nivel, duración, distribución espectral, etc.), las características del entorno en el cual se propaga el sonido y de las características/capacidades del receptor acústico.
El ruido antropogénico submarino puede causar diferentes comportamientos y efectos fisiológicos en la fauna marina, como generación de altos niveles de hormonas del estrés, aumento del ritmo cardíaco, cambios en el consumo de oxígeno, gasto cardíaco metabólico, generación de parásitos, irritación, angustia y mortalidad (a veces por enfermedad y/o canibalismo). Otros efectos pueden incluir un deterioro de las condiciones corporales, menores índices de crecimiento, cambio de peso, menor consumo de alimentos, disminución de la velocidad reproductiva, reducción de integridad del ADN con daños irreversibles, entre otros efectos.
La preocupación sobre el impacto del ruido subacuático en la vida marina, debido al aumento del transporte comercial, llevó a la O.M.I. a iniciar su estudio el año 2004. El trabajo comenzó a partir del reconocimiento del transporte marítimo como fuente principal de generación de ruido antropogénico, y la necesidad de generar acciones coordinadas a nivel internacional asociadas a la esencia de este tipo de tráfico. De esa forma, el año 2008, el Comité de Protección del Medio Marino (MEPC) elaboró directrices técnicas, no obligatorias, orientadas a la reducción máxima del ruido generado por los buques comerciales, limitando, de esa forma, los efectos adversos para la fauna marina.
El año 2014 la OMI aprobó directrices voluntarias orientadas a proyectistas, constructores y armadores de buques, que permitan la reducción del ruido submarino generado por los buques mercantes, señalando claramente, que este acto “no trata de sentar las bases de un documento de carácter obligatorio.” Estas directrices se centran en las fuentes primarias de ruido submarino de los buques, como son: la forma del casco, las hélices y la maquinaria a bordo, como así también, en el mantenimiento y limpieza del casco. Lo anterior, por cuanto entre un 80-85% de la energía acústica que genera una embarcación, proviene de la cavitación de la(s) hélice(s) que generan ruidos en la banda ancha de frecuencias del espectro submarino. Asimismo, estas recomendaciones establecieron definiciones y normas para la medición del ruido submarino.
Chile tiene una costa de aproximadamente 6.400 km de océano Pacífico, lo que lo clasifica como una de las 20 costas nacionales más largas del mundo. En sus masas de agua habitan 51 especies de mamíferos marinos, que equivalen al 36% de la diversidad mundial, lo que incluye especímenes de ballenas, nutrias y pinnípedos (focas y lobos marinos). Por lo anterior, urge la toma de conciencia acerca del impacto del ruido antropogénico. Jason Gedamke, biólogo marino de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, Departamento de Comercio de los Estados Unidos), señala que:
…ser capaz de producir y detectar el sonido es de vital importancia para muchas especies marinas, por lo que los cambios en el ruido de fondo natural pueden tener más impacto en la salud de los ecosistemas de lo que se pensaba anteriormente.
El estado de conservación para las distintas especies de cetáceos en aguas nacionales y a nivel regional, se distribuye entre un 66% y 76% para la categoría insuficientemente conocida, 25% y 19% en peligro de extinción, entre 9% y 5% como vulnerable. Por lo anterior, se hace necesario fomentar el desarrollo de estudios científicos, que permitan dirigir los esfuerzos hacia aquellos objetivos o tareas que sean consideradas prioritarias.
La normativa chilena, en esta materia, es pobre y la implementación de áreas de protección ha sido lenta y muy reciente. Debido a la disminución de las poblaciones de ballenas a nivel global, producto de su caza indiscriminada y la carencia de cuerpos legales que las protejan, es que el día 25 de octubre del año 2008 se publicó la Ley 20.293 orientada a la protección de los cetáceos, modificando la Ley 18.892 General de Pesca y Acuicultura. Asimismo, se estableció una veda a la caza de ballenas, la cual se encuentra vigente hasta el año 2025.
En el mes de diciembre del año 1991, el Plan de Acción para la Conservación de los Mamíferos Marinos en el Pacífico Sudeste (PAMM/PSE) fue aprobado por los gobiernos de Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Chile, con el propósito de proteger y conservar todas las especies, subespecies, razas y poblaciones de mamíferos marinos y de sus hábitats en la región, respetando las respectivas soberanías y:
…el establecimiento de programas de cooperación permanentes, tanto regionales como globales, con el fin de aumentar la colaboración científica, tecnológica y de educación ambiental y los conocimientos en el campo de las actividades relacionadas con la conservación de los mamíferos marinos.
La autoridad marítima chilena, conocida como DIRECTEMAR,* no ha adoptado una posición indiferente respecto al tema, puesto que sus direcciones técnicas dependientes, la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas y la Dirección de Intereses Marítimos y Medio Ambiente Acuático, ya se encuentran trabajando a través del comité de seguridad a la navegación, la forma en que se compatibilizarán las restricciones a la velocidad de desplazamiento de las naves y la protección de la fauna marina. Asimismo, una de sus autoridades locales acaba de emitir instrucciones orientadas a la protección de las ballenas en el mar interior de Chiloé y el mar de su costa Pacífico, con el propósito de evitar la colisión de estas con naves y registrar sus avistamientos.
El ruido ambiental en el medio marino consta de una serie de elementos, entre los cuales se pueden considerar los drásticos cambios en las diferencias de presión, el ruido generado por la agitación superficial de las masas de agua provocada por el viento, los sonidos propios de la fauna marina, el movimiento y desplazamiento de las capas tectónicas y el tráfico marítimo, entre otras variables. Cada uno de estos elementos presenta una amplia gama de espectro de frecuencia de propagación. Las emisiones de ruido de fuentes naturales generalmente son repetitivas, de corta duración y muy variadas. Por ejemplo, el sonido asociado al movimiento de las placas tectónicas o las actividades volcánicas se encuentra por debajo de los 100 Hz; el sonido de las ondas o del viento varía de 100 Hz a 50 kHz; el ruido generado por la lluvia, la nieve o el granizo se encuentra en el rango de 100 a 500 Hz, y puede aumentar los niveles hasta 35 dB. Si bien es cierto que el comportamiento acústico de la mayoría de los peces es desconocido, el sonido producido por sus coros puede aumentar los niveles de ruido ambiente hasta 20 dB entre los 50 Hz y los 50 kHz.
Algunos mamíferos marinos,* como los que pueden ser encontrados en las aguas nacionales, se comunican en frecuencias de 1 a 20 kHz con niveles de 100 a 180 dB, y muchos utilizan sistemas de ecolocalización* que operan entre los 20 y los 150 kHz, con un nivel que puede alcanzar más de 210 dB. Asimismo, existen otras clases, sensibles entre 12 Hz a 8 kHz, que no tienen un sistema de ecolocalización, pero que igualmente se ven afectadas por el ruido causado por el hombre.
Algunas de las fuentes más comunes de ruido antropogénico son las siguientes:
Un grupo de trabajo por correspondencia de la OMI, estableció que una forma potencial de reducir eficientemente la contribución general de ruido al océano por parte de los buques es disminuir el nivel de ruido generado por aquellos más contaminantes. Lo anterior, en base a estudios,en los cuales se estimaba que el 10% más ruidoso de los buques (aquellos que están a 6.8 dB o más por encima del promedio) contribuyen entre el 48 y el 88% del área total del mar, sobre el cual el sonido promedio de banda ancha de un buque superará cierto nivel. El año 2009 la OMI recomendó a los Estados miembros identificar aquellos buques mas ruidosos de sus registros.
Bajo la premisa anterior, la comunidad marítima internacional ha comenzado a desarrollar una serie de investigaciones que permitan adoptar medidas tendientes a la disminución de ruido antropogénico generado por los buques, entre los cuales destacan:
La contaminación acústica subacuática generada por el ser humano es una preocupación considerable para la preservación de la vida marina, en particular, debido a la posibilidad de que los niveles de ruido ambiental aumenten en el rango de frecuencia de 10-300Hz y que permitan enmascarar los sonidos biológicos. Existe un acuerdo generalizado de que reducir el ruido del envío es necesario y factible y la OMI se encuentra trabajando activamente en el tema, debido a que la principal fuente de ruido es generada por la cavitación de las hélices de los buques; por lo anterior, se hace necesario adoptar acciones que permitan mejorar el diseño de las mismas y el flujo de sus estelas.
Si bien es cierto que algunos investigadores señalan que, disminuyendo los niveles de ruido generado por el 10% de los buques más contaminantes, permitiría reducir en gran parte su impacto sobre el medio ambiente marino, se requiere un extenso conjunto de datos de mediciones de ruido, a gran escala, de naves en diferentes condiciones de operación, para comprender completamente cómo se relacionan los diferentes factores durante el proceso de generación de ruido, que permita tomar acciones tendientes a su reducción de ruido.
No obstante lo señalado en los párrafos anteriores, se hace necesario generar una conciencia mas amplia, que no solo considere a los constructores navales que diseñan los buques y sus hélices, sino que también a las autoridades marítimas, a los armadores y a la sociedad toda, puesto que nuestra complicidad al guardar silencio, está permitiendo el aumento del ruido antropogénico y la muerte de un número indeterminado de especies marinas.
La creación de un nuevo instituto formador de oficiales y tripulantes para la Marina Mercante es el nuevo desafío asumido por la fundación Carlos Condell; su Director Ejecutivo narra los pormenores de esta nueva singladura que se emprende.
La mejor carretera para el intercambio de bienes y servicios la constituye el inmenso espacio de nuestro mar, pareciera de toda lógica entonces tener un sistema de cabotaje que asegure su uso y explotación para una verdadera integración nacional.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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