Revista de Marina
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Presentación: Historia de la artillería naval en la Armada de Chile

  • Fecha de publicación: 01/06/2016. Visto 119 veces.
Quisiera agradecer al contraalmirante Renato Valenzuela Ugarte, por su atenta invitación para presentar este interesantísimo nuevo libro titulado: “Historia de la Artillería Naval en la Armada, desde la Alborada hasta nuestros días”, del cual es co-autor junto a don Piero Castagneto Garviso. Junto con el profesor Fernando Wilson, trataremos - espero que en un corto tiempo - introducirlos en esta completa y espléndida obra, que sin duda se convertirá en lectura obligada de los especialistas en Artillería de la Armada de Chile; los de ayer, los de hoy y los del mañana. Antes de entrar en materia, presentaré una breve semblanza del almirante Valenzuela, y posteriormente Fernando, presentará la del Sr. Castagneto. Egresó como oficial de marina el año 1964, y se graduó como oficial artillero el año 1969. Sirvió en varias unidades y reparticiones de la armada. Fue comandante de la lancha torpedera “Guacolda”, lancha misilera “Casma” y del destructor “Almirante Latorre”. Ascendió al grado de contraalmirante el año 1995. Fue Director de Educación de la Armada los años 1994, 1995 y 1996, y comandante de la Fuerza de Acción Rápida, durante los mismos años. Posteriormente se desempeñó como comandante en jefe de la Cuarta Zona Naval, durante los años 1997 y 1998. * Contraalmirante, Oficial de Estado Mayor. REVISMAR 3 /2016 87 Ha sido profesor de la Academia de Guerra Naval y profesor e investigador de la Academia Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos. Entre los años 1999 y 2003, ejerció como presidente de la Academia de Historia Naval y Marítima de Chile. Es autor de los libros: Bernardo O’Higgins y el Poder Naval en la Independencia de los Países del Sur de América y Génesis y Desarrollo del Pensamiento Marítimo en Chile. También junto al Sr. Castagneto, escribieron el libro Historia de las Telecomunicaciones en la Armada de Chile, desde los Albores hasta nuestros días. Posee los grados académicos de Magíster en Ciencias Navales y Marítimas de la Academia de Guerra Naval, e Historia, de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Además posee el diploma de Administración de Recursos de Defensa, del Naval Post Graduate School, en Monterrey, California. El libro describe, en forma clara y didáctica, la evolución de la artillería en la Armada de Chile. Tal como se señala en el prólogo; los autores muestran esta evolución desde cinco dimensiones distintas: El material, los buques; la infraestructura terrestre; los procesos y las personas. Desde el ámbito del material, el libro detalladamente relata la evolución tecnológica de la artillería naval y cómo este desarrollo tecnológico, impactó a la artillería naval de nuestro país. Las primeras piezas de artillería instaladas a bordo de la “Perla” y el “Potrillo” en 1813, el intento, no muy exitoso de fabricación de los cohetes Congreaves en 1819, las piezas de 12 y 24 libras de la primera escuadra nacional, dan cuenta de un inicio sencillo pero decidido, como también refleja el forjamiento del carácter de nuestra especialidad. Eso muy típico nuestro, de los artilleros, de arriesgarse frente a la aparición de nuevas tecnologías, que eventualmente pudieran entregarnos alguna ventaja táctica. Ejemplos de esto a lo largo de nuestra historia hay muchos, y varios de los que estamos sentados hoy aquí en esta sala, somos testigos de aquello. El crecimiento de los calibres, largo de cañones, aumento de peso de los proyectiles y alcances. La aparición de los primeros sistemas de control de fuego, hasta los actuales y sofisticados sistemas de armas y misiles, son descritos por los autores en forma amena, pero a la vez con extrema rigurosidad técnica, lo que evidencia una profunda investigación y conocimientos de la especialidad. En el ámbito de los buques de guerra, los autores en forma fluida y precisa, van relacionando el avance de la artillería naval, con el cambio de diseño de estos. Vemos como las posiciones de las piezas de artillería van cambiando, a medida que los diseños de los buques de guerra evolucionan. Los cañones salen del costado y se instalan sobre la línea de crujía, aparece la torre de coles (inventada por el capitán de navío Royal Navy, Cowper Coles). Se instala el debate, mayor blindaje y menor velocidad, o menor blindaje y más velocidad. Aparecen las centrales de control de fuego y después las centrales de información de combate. En fin, una serie de avances que al lector, gracias a la claridad de los autores, lo llevan sutilmente a concluir, correctamente por lo demás, que la Armada de Chile siempre ha estado a la vanguardia y ha apostado, al momento de decidir por el desarrollo de nuevas capacidades, por lo tecnológicamente nuevo y avanzado. Las incorporaciones a la lista naval de: la corbeta “Esmeralda”; los blindados “Cochrane” y “Blanco”; el crucero “Esmeralda”; el acorazado “Latorre”; los cruceros ligeros “O’Higgins” y “Prat”; los destructores Almirante; los destructores County; las lanchas misileras “Casma” y “Chipana”; la fragata “Williams”, las fragatas tipo M, tipo L y tipo 23. Entre otros, reflejan este espíritu innovador, que también trajo consigo profundos cambios en los procesos de instrucción y entrenamiento de los especialistas, además de su organización. LIBROS-PRESENTACIÓN: Historia de la artillería naval en la Armada... 88 En cuanto al desarrollo de la infraestructura terrestre, los autores dan cuenta detallada del avance, conceptualización y construcción del apoyo terrestre, a la artillería naval. Así, el lector se transporta al pasado, y visualiza cómo la infraestructura terrestre, dedicada al apoyo de la artillería, se va desarrollando desde la creación de los arsenales en el puerto de Valparaíso, pasando por las “Secciones de Armas de Guerra y Municiones”, hasta el día de hoy con nuestros modernos arsenales en Talcahuano y el edificio de armamentos, en la planta de Asmar del mismo puerto. Me pareció muy interesante - quizás influenciado por haber estado hasta solo unos días atrás al mando de la DRUA - la descripción del proyecto “Mapocho”, que fue el nombre que se le dio al proyecto de construcción del taller de armamentos de Asmar (T.). Idea concebida el año 1968, plasmada en el informe denominado “Thomas”, y en el cual participaron distinguidos oficiales artilleros y electrónicos, muchos de los cuales se destacaron como profesores de la escuela de armamentos, dos de los cuales fueron mis instructores. En este tema también se destaca, muy bien apoyado gráficamente por fotografías de la época, la construcción del edificio en el que nos encontramos hoy, iniciada en 1940, del cual todos los artilleros guardamos un especial afecto. Desde el punto de vista de los procesos y las personas, el libro recorre la constante evolución de los asuntos de organización, instrucción y entrenamiento de los especialistas. Se detallan los trabajos realizados para crear los reglamentos de condestable, basados en las ordenanzas de 1793, las primeras cartillas de instrucción elaboradas por el capitán de corbeta Enrique Simpson. Se examinan las materias relacionadas con la artillería, que se le enseñaban a los cadetes en la Escuela Naval, se describen las cartillas del teniente 1° Carlos Herrera, las materias de artillerías tratadas en la Academia de Guerra, como también la adopción de procedimientos tácticos de la armada de los EE. UU. o tácticas de escuadras de buques a vapor, cuyo autor fue el comandante Parker de la armada norteamericana. En fin, un largo recorrido por el perfeccionamiento de nuestros especialistas, que tuvo un poco noble comienzo con esos jóvenes vagos de Santiago, que en 1818 fueron apresados en la chimba, equipados con un gorro de lana rojo y marchados al puerto, para embarcarse en la primera escuadra nacional. Me pareció también interesante, la descripción del trabajo realizado por el almirante Luis Uribe en cuanto a las experiencias en combate obtenidas durante la guerra del pacífico, todas estas acompañadas por gráficas que personalmente no había visto, llamándome especialmente la atención la lámina que muestra el estado en que quedó la torre de mando del “Huáscar” cuando recibió un impacto de lleno de un proyectil de 250 lbs disparado por el blindado “Cochrane”, durante la batalla de Angamos. Estimo, que las lúcidas conclusiones vertidas por el almirante Uribe, las cuales los autores resaltan, tienen plena validez el día de hoy. Otra parte del libro, que también me llamó especialmente la atención, es la descripción del ataque de la fuerza aérea a los buques sublevados de la escuadra en Coquimbo el año 1931, por parte del suboficial escribiente de la armada, Ernesto González que formaba parte de los insurrectos. Su visión, de la respuesta al ataque aéreo sobre la escuadra, es particularmente intensa y gráfica. La lectura de este pasaje, me trajo a la memoria una anécdota que viví el año pasado, mientras me encontraba en una visita en Exponaval. Durante una reunión sostenida con una empresa británica, relacionada con trabajos a efectuar a bordo de un buque en reparaciones, tuve la oportunidad de conocer a un alto ejecutivo británico, cuyo apellido era González. Al notar su apellido, comencé a hablarle en español, sin embargo Mr. González, muy educadamente, me dijo que no hablaba ni una palabra de nuestro idioma. REVISMAR 3 /2016 89 Por supuesto que aproveché esto para bromear un poco, diciéndole que era la primera vez que conocía a un González que no hablara en español. Me respondió riendo, que no sólo no hablaba español, sino que además era en parte chileno y pariente de marino. Quede sorprendido. En un principio no quiso entregarme mayores antecedentes de su pariente, pero después, entrando ya más en confianza, me contó que el suboficial Ernesto González, que se menciona en el libro, era su bisabuelo. Una notable coincidencia. Antes de finalizar me gustaría leerles un extracto de la introducción del libro, que considero de una especial relevancia: “Cuando Cochrane arribó a chile acompañado de otros oficiales y gente de mar, no solamente se incrementaron los escalafones de especialistas para la guerra en el mar, sino también se instauró, una escuela de liderazgo que con el tiempo, la especialidad de artillería preferentemente, sería la entidad que se encargaría de fortalecer a través de todas aquellas acciones que se iban requiriendo para operar los sistemas de armas con que se iban dotando las unidades que se incorporaban en la armada.” Nada más cierto; nuestra especialidad no sólo se compone de personas competentes, motivadas y altamente calificadas, sino que de líderes, formados en nuestra escuela y herederos de Cochrane, capaces de conducir eficazmente a nuestro personal, en todo momento o circunstancia, para el servicio del país y de su armada. En resumen; el libro que presentamos hoy, sin duda es una obra contundente, completa y valiosa, que combina temas en forma muy armoniosa y amena. La historia, la tecnología y los relatos, acompañadas por gráficos e ilustraciones muy explicativas, se entrelazan con nuestros recuerdos como viejos especialistas, y nos vuelven a hacer vibrar con nuestras tradiciones y memorias, envueltos por ese aroma que emana desde la cordita quemada, que no es otra cosa que el dulce olor de la victoria.

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