Por THAUBY GARCÍA, FERNANDO .
Bolivia es un país y una historia desconocida por la generalidad de los chilenos, la ausencia de relaciones diplomáticas, impuesta por sucesivos gobiernos bolivianos ha contribuido a ello y ha dificultado las relaciones entre ambos países, potenciando las dificultades derivadas de sus propias dinámicas internas.
Bolivia está compuesta, grosso modo, por dos mundos, el andino y el oriental. El primero corre de norte a sur sobre las tres principales cordilleras que atraviesan Bolivia –paralelas y adyacentes a la frontera con Chile-, e incluye los departamentos de Pando, La Paz, Beni, Cochabamba, Oruro, Potosí y Chuquisaca, conformando el paisaje geográfico, humano y cultural que para nosotros es lo propiamente boliviano; el segundo, oriente, es la provincia de Santa Cruz y en parte Chuquisaca y Tarija, que no están en nuestro mapa mental ni cultural.
Después de la conquista, en las luchas entre Almagro y Pizarro, ambos en rebelión contra la corona española, Chuquisaca tomó partido por el rey. Esta lealtad fue recompensada, como premio el rey autorizó el establecimiento de la universidad Mayor de San Francisco Javier y le concedió el rango de ciudad y sede de la Audiencia de Charcas y su sede arzobispal adquirió gran poder e influencia en Sudamérica. Una parte importante de los criollos ilustrados que dieron la independencia a nuestra región se formaron en esa universidad y en los ambientes políticos de Chuquisaca. En 1555 el rey de España le dio la administración de la explotación de las minas de plata de Potosí descubiertas el año anterior, tomando la ciudad el nuevo nombre de Villa de la Plata de Nueva Toledo.
El desembarco de los portugueses en el delta del río de la Plata y su avance desde la Amazonía hacia Charcas que podría llevar a la pérdida de las minas de Potosí, hizo que el rey de España creara el virreinato de la Plata con sede en Buenos Aires, por entonces poco más que una caleta de pescadores. Dado que Villa de la Plata (Sucre) poseía una clase dirigente plenamente consolidada por sus instituciones y su gobierno local, la real audiencia de Charcas mantuvo competencias excepcionales sobre su jurisdicción dentro de la nueva administración virreinal.
El siguiente momento crítico fue el comienzo del movimiento independentista en 1809, en que la Villa de la Plata de Nueva Toledo (Sucre) tomó partido por la independencia mientras La Paz, en conjunto con los administradores de las minas de plata de Potosí, apoyaron al rey y con el apoyo de fuerzas realistas enviadas por el virrey de Perú, combatieron contra los rebeldes. Lima también envió un ejército contra la capitanía general de Chile.
En la batalla de Salta, en 1813, los realistas son derrotados y el 9 de julio de 1816, en el congreso de Tucumán, la audiencia de Charcas firma la independencia como provincia del Río de La Plata (hoy Argentina). En 1839, ya como capital de Bolivia, fue rebautizada como Sucre en honor del mariscal Antonio José de Sucre. La ciudad contaba entonces con una población 12.000 habitantes y una superficie de 17 km².
A fines del siglo XIX las relaciones entre Argentina, Bolivia, Chile y Perú eran muy complejas, en palabras del historiador peruano Jorge Basadre, “El Perú defendiendo a Bolivia, a sí mismo y al derecho, debía presidir la coalición de todos los Estados interesados para reducir a Chile al límite que quería sobrepasar” es decir, para los miembros de la coalición dirigida por Perú era el momento para el ataque a Chile aprovechando su condición de relativo desarme naval. El pretexto para producir el conflicto, fue la crisis de los 10 centavos de impuestos establecidos por Bolivia y la ganancia del negocio sería la Patagonia para Argentina y el salitre para Bolivia y Perú.
El mismo Basadre señala que uno de los motivos del Perú para firmar el tratado secreto entre Perú y Bolivia, además de proteger sus salitreras, era el temor en Lima a que Bolivia fuese atraída por Chile a una alianza contra Perú que ocuparía Tacna y Arica para entregarlos a Bolivia a cambio de entregar Antofagasta a Chile. Se puede apreciar que el fantasma de Arica ya estaba presente tanto en la mente de Perú, como en la de los líderes de La Paz.
En 1879 se inició la Guerra del Pacífico entre Chile y la alianza de Perú con Bolivia. Argentina postergó y luego canceló su adhesión. Bolivia jugó un rol muy breve y modesto en el conflicto, retirando sus fuerzas luego de las batallas de Arica y Tacna.
El resultado del conflicto fue negativo para Bolivia, que aceptó la anexión chilena de la franja 23° S – 24° S. Bolivia aceptó la ocupación militar chilena de la zona entre el río Loa y el paralelo 23° S, pero su soberanía quedó en disputa y posteriormente fue resuelta a favor de Chile en el Tratado de 1904. Por el tratado de Lima de 1929 Chile, devolvió Tacna al Perú y Arica fue adjudicada a Chile. El control de Arica fue un punto de discordia, en el cual Bolivia quería que quedase bajo su control y Perú prefería que lo tuviera Chile antes que sus vecinos altiplánicos.
El tratado de Paz y Amistad entre Chile y Bolivia de 1904 fue ganancia neta para La Paz: Chile construyó el ferrocarril de Arica a La Paz, enteramente a su costo, por US $170.371.568 del año 2002; asumió la garantía para la construcción de otros ferrocarriles internos que veremos a continuación, por US$13.206.900; dinero en efectivo por US$ 12.578.000, más otras indemnizaciones por el valor de US$25.000.000 más, en total transferencias por un equivalente de 1/3 del presupuesto anual de Chile en ese año. Como se señaló, además Chile asumió la deuda boliviana de 1.700.000 libras con pagos parciales de 100.000 libras para la construcción que sería emprendida en Bolivia durante los siguientes 30 años, de los ferrocarriles Uyuni / Potosí; Oruro / La Paz; Cochabamba / La Paz; La Paz / Santa Cruz; La Paz / Región del Beni; y Potosí / Santa Cruz (vía Sucre y Lagunillas).
El artículo 6° del tratado, establece que Chile reconoce también a favor de Bolivia y a perpetuidad, el más amplio y libre derecho de tránsito comercial por su territorio y el acceso a los puertos de Arica y Antofagasta en el Pacífico. El artículo 5°, en tanto, indica la cancelación de diversas deudas existentes de Bolivia con Chile. Se indican también algunas compensaciones de Chile a Bolivia, como el pago de 300.000 libras en dos pagos de 150.000 libras cada una, a partir de los seis meses de la ratificación del tratado de 1904, la primera y un año después de la primera entrega, la segunda.
La Paz se quedó con las llaves del comercio de exportación boliviano, excepto los minerales que continuaron exportándose por Antofagasta.
Con el tratado de 1904 La Paz logró consolidar completamente la derrota de Sucre apoderándose en exclusividad del comercio internacional de Bolivia por vía marítima (Arica).
En el intertanto, Santa Cruz había continuado su desarrollo en forma independiente de La Paz.
El tercer momento crítico de la geopolítica boliviana fue cuando a fines del siglo XIX, con el empuje del capitalismo europeo y por las necesidades de la industria occidental, la explotación del estaño adquirió enorme importancia en su economía.
Las ciudades de Sucre y Potosí, cuya economía estaba vinculada a la producción de plata, perdieron la preeminencia económica que tuvieron en los siglos anteriores, produciéndose un cambio de centro de gravedad de la distribución nacional de poder económico y político, comparable a lo sucedido entre Santiago y Valparaíso con motivo del cierre de la economía nacional al comercio exterior a consecuencia de la crisis de 1929.
Esta situación de competencia comercial y política entre los grupos dominantes de ambas ciudades, conformó la base de una larga y compleja crisis interna en Bolivia que vino a resolverse después de la Guerra del Pacífico.
La producción del estaño en Bolivia, cuya importancia económica crecía finales del siglo XIX, estaba centrada en Oruro, cercana a La Paz, y la clase dirigente que se beneficiaba de estos ingresos, estaba mayoritariamente asentada en esa ciudad.
Además, en La Paz se concentraba el comercio del 80% de la población de Bolivia en aquella época. En ese contexto, la clase dirigente paceña, aliada con los políticos liberales, desató la llamada Guerra Federal, cuyo pretexto fue la necesidad de instaurar un régimen federal en Bolivia. Este conflicto en el cual la clase dirigente paceña de la época buscaba concentrar los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, en La Paz, se desarrolló entre los años 1898-1899.
El Estado Federal no se instauró, pero La Paz trasladó la sede de los poderes ejecutivo y legislativo a su ciudad excepto el poder judicial que permaneció en Sucre, con el fin de evitar mayores conflictos.
El ferrocarril de Arica a La Paz fue inaugurado el 13 de mayo de 1913.
La revolución de 1952 produjo cuatro reformas estructurales que marcan el paso de un Estado oligárquico a un Estado liberal y consolida el centralismo de La Paz: El voto universal, ampliando el derecho de voto a la mujer y a los campesinos (indígenas); la nacionalización de las minas con la captura por parte del Estado del 80% de los ingresos de las exportaciones de estaño; la reforma agraria, otorgando tierra a los campesinos y eliminando las servidumbres y la reforma educativa, transformando la educación excluyente en universal y obligatoria.
Uno de los grupos más golpeados por estas reformas fue Sucre, una sociedad agrícola, rural y conservadora. La reforma agraria provocó el repliegue de los estratos sociales altos a la ciudad y la caída de la producción agrícola. Los campesinos abandonados retroceden a una economía de subsistencia. Sucre cuenta entonces con 40.128 habitantes y una superficie de 2,53 km².
En los años ochenta del siglo XX se produce la crisis del estaño. El gobierno cierra la mayoría de las minas y deja sin trabajo a más de 23.000 mineros. Esto completa la decadencia de los ejes mineros La Paz/Oruro y Potosí/ Sucre y comienza la consolidación del eje central La Paz / Cochabamba / Santa Cruz, siempre bajo la supremacía de La Paz.
Desde la década de 1970, Bolivia se estructuró en torno a las tres grandes ciudades del llamado eje troncal. La Paz, Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra. Estas ciudades son las cabezas de las tres áreas metropolitanas del país.
La construcción de un ferrocarril desde Arica a La Paz, financiado por Chile, constituyó un factor principal de la supremacía de La Paz, concentrando el tránsito de las mercaderías de importación y exportación de Bolivia por Chile. De hecho, Arica se constituyó como parte fundamental del proyecto geopolítico andino. Es el matrimonio por conveniencia entre ambas ciudades que existe hasta hoy.
En este contexto encontramos la explicación de la obsesión de Evo Morales con Arica. Si bien es cierto que a veces ha mencionado a Antofagasta, no es ese el centro de sus desvelos. Durante las negociaciones derivadas de la propuesta de Charaña, quedó claro que para el gobierno boliviano Antofagasta no tenía importancia ni valor y el regateo se centró en Arica o nada, confirmando que la Paz estaba decidida a mantenerse como región hegemónica política y económica de Bolivia, lo que se confirmó con la resistencia pasiva pero implacable a cualquier intento de oriente de avanzar en el desarrollo de sus accesos portuarios fluviales y del avance de su comercio directo con Argentina y Brasil. La demanda de 2014 en la Corte Internacional de Justicia contra Chile giró única y exclusivamente sobre soberanía en la costa próxima a Arica.
El gobierno de Morales –epítome de lo andino por su parte, cuando desplazó a la elite blanca de la política y se apoderó del gobierno, constató que el control político y económico que podía ejercer sobre Santa Cruz se había debilitado y seguía reduciéndose, lo que lo llevó a fortalecer la política de mantener a La Paz como controlador de la economía nacional vía control de las exportaciones, importaciones y servicios y a contener la autonomía económica de Santa Cruz.
El ferrocarril Cochabamba / Santa Cruz nunca se construyó, en su reemplazo se construyó la ruta 7, de modestos estándares carreteros; el desarrollo de los puertos Quijarro y Suárez no avanzó; el proyecto de uso del puerto de Rosario cedido por Argentina no se materializó y el proyecto de construcción del puerto Busch sobre el río Paraguay, único con acceso directo, sin pasar por otro país, no ha suscitado interés en el gobierno paceño. Las regalías de las exportaciones de petróleo y gas fueron también objeto de luchas intensas, con relativo éxito para Santa Cruz.
Este trato ha suscitado el desamor de los orientales -se ha hablado incluso de secesión.
El factor económico generado por el negocio de la plantación de coca y la producción y exportación de drogas no puede ser cuantificado con precisión, pero se puede asumir que es un negocio cuyas cabezas y beneficiarios operan desde La Paz; que actúan en beneficio de la región andina de Bolivia, que es exportado en buena parte vía Chile y via Tipnis (eludiendo Santa Cruz), que es de gran cuantía y que políticamente, la droga es un actor oculto pero real y con poder significativo.
La economía de Santa Cruz se basa mayoritariamente en la actividad privada, representada por 40.400 empresas principalmente agropecuarias y agroindustriales. Santa Cruz produce el 70% de los alimentos del país, aporta el 30% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, superando a La Paz (25%), Cochabamba (14%), Tarija (13%), Potosí (5,4%), Oruro (4,7%), Chuquisaca (5,0%), Beni (2,4%) y Pando (1%). La producción y venta del petróleo, gas y derivados producidos en oriente, está en manos del Estado y su exportación va por ductos hacia Brasil y Argentina, dejando en Santa Cruz una parte menor de las ganancias.
Pareciera que la economía boliviana se está consolidando en el Oriente y el Sur de su territorio, lejos de las fronteras con Perú y Chile y de una u otra manera, esto se reflejará en el equilibrio de poder político interno, en desmedro de La Paz y sus políticos andinos y a favor de Santa Cruz y sus empresarios privados, occidentalizados, liberales y globalizados.
Podemos concluir que Chile frente a Bolivia se encuentra enfrentado a un problema internacional, cuyas raíces van mucho más allá de una aspiración popular boliviana o de un caudillo errático e irresponsable, sino que tiene su origen profundo en un grave y dinámico conflicto geopolítico interno de Bolivia en el cual nuestro manejo es débil e incompleto por la falta de análisis y estudio que nos permita definir políticas eficaces para enfrentarlo.
En los próximos meses veremos una agudización del conflicto Andino – Santa Cruz, en que los orientales intentarán aprovechar la debilidad de La Paz, derivada de la derrota de su proyecto ariqueño, para potenciar su propia autonomía y poder político y económico.
Esta lucha interna, en el mediano plazo, podrá reducir la presión boliviana sobre Chile y concentrarse más en la lucha interna, en la cual deberíamos tener algo que decir y que aportar en defensa y promoción de nuestros intereses.
Arica debe ser considerada y evaluada, incluyendo estas complejidades bolivianas y proyectarla hacia el futuro con una mirada creativa, con visión de futuro, sin simplificaciones.
Si Arica es parte del problema boliviano, entonces el problema boliviano también es problema nuestro.
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A través de los años, las disputas por las islas situadas en el mar de China Meridional se han incrementado produciendo tensiones, reivindicaciones territoriales y aumento de capacidades militares entre los países reclamantes que, a la fecha, las organizaciones multilaterales regionales no han podido solucionar. Lo anterior ha producido un clima de conflicto permanente en la zona que podría arrastrar a estos estados a la guerra. Por tal razón, la sociedad internacional debiera involucrase con mayor fuerza en este conflicto, a través del uso de los mecanismos de resolución pacíficos de controversias que actualmente existen y regulan el orden mundial, a fin de solucionar las disputas territoriales mencionadas.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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