Por Javier Huidobro Bono
Aristóteles trasciende a los conceptos abstractos y desarrolla una filosofía práctica para el hombre. A través de conceptos como areté, praxis, logos, eudeimonia y telos, logra crear una ética en la cual se busca el perfeccionamiento del hombre como hombre, constituyéndose esto como un bien, y establece que este trabajo, que está muy relacionado con la felicidad del individuo, es un camino de vida, donde el fin a conseguir es importante, pero también lo es cómo se llega a él.
Aristotle transcends abstract concepts and develops a useful philosophy for man. Throughout concepts such as arete, praxis, logos, eudaimonia and telos, he manages to create an ethic in which man as a human being, seeks perfection creating this as an asset. Aristotle states that his work, which is closely related to the happiness of an individual, is a path of life, where the end to be achieved is important, but so is the way it is reached.
El presente texto tiene el objetivo de referirse brevemente al cambio de los conceptos éticos que produce Aristóteles y que son válidos hasta el día de hoy. Desconocer sus aportes, en la opinión del autor, es equivalente a desconocer los fundamentos de la cultura occidental.
La ética realista desarrollada por Aristóteles es muy rica en sus términos y tiene un amplio desarrollo. Dado que por extensión resulta muy complejo abarcarla por completo, el presente escrito se limitará a presentar conceptos que sirven para entender la orientación práctica que se le imprime, además de como esta se aleja de la concepción utilitarista que se manifestaba en la ética homérica, posicionándose como una ética realista, la cual se orienta al concepto de bien en sí, heredado de su maestro Platón, y que a través de conceptos como areté y eudeimonia el hombre logra llevar a la práctica y realizarse a través de la acción humana.
El texto finalizará mostrando, a través de varios conceptos, de cómo para Aristóteles la ética está relacionada con la felicidad, y que ella se construye durante toda la vida.
Aristóteles marca la cúspide del pensamiento ético-antropológico griego, y sienta bases sobre las cuales se desarrollará posteriormente la cultura occidental. Su trabajo conceptual y orientación realista, que será muy importante para las ideas de Tomás de Aquino y muchos pensadores hasta el presente, configurará el concepto actual que se tiene de ética.
Aristóteles se vio influido por Sócrates, quien buscaba los conceptos universales, y por lo desarrollado por su maestro Platón, de quien obtuvo las ideas de los valores morales puros. Platón logra alejar la ética primitiva de Homero, basada en una concepción práctica y utilitarista, proponiendo una orientada a las ideas del “bien en sí”. Aristóteles tendrá el mérito de utilizar lo desarrollado por su maestro y devolverlo al ámbito de la vida cotidiana del hombre.
Resultaría impracticable desarrollar la ética realista que legó Aristóteles en un texto de corta extensión, y menos llegar a contrastarla con todos los conceptos que dejan entrever Homero o Platón, por lo que el presente escrito se centrará en algunos términos que ayudarán a marcar diferencias y a mostrar cierto desarrollo en cuanto a lo que se presentó en el artículo publicado sobre la ética homérica que se puede desprender de la Ilíada y la Odisea1, y que muestran cómo la ética se deja de entender de manera utilitarista.
Algo a destacar en Aristóteles es que dedica importantes tratados a la ética y las relaciones entre los hombres, teorías que miran su comportamiento en función de la relación con otros y con la estructura de lo que podríamos llamar su intimidad (Camps, 1988).
El haber teorizado y escrito sobre la ética podrá parecer algo superficial pero no lo es, y resulta innovador comparado con lo apreciado en la ética homérica, donde sus conceptos deben ser deducidos de las historias narradas. La acción de escribir, además de traspasar los conceptos, busca llevar a una reflexión que desencadene en una filosofía práctica. A través de ella se insta al interpelado a desprenderse de su egoísmo natural, moderando la lucha interna que cada individuo tiene, que enfrenta precisamente lo individual con lo colectivo (Camps, 1988).
En Homero, el Agathós se encontraba asociado a una utilidad; era el bien, pero aparejado al comportamiento del individuo en el sentido que “servía”. Con Platón el bien se elevará como concepto de idea, separado del mundo real, logrando superar cualquier perspectiva relacionada a los deseos. La idea de bien pasó a ser un modelo (Camps, 1988).
Aristóteles busca superar las objeciones sobre este bien ideal, marcando claramente sus diferencias. En el uso de las palabras se manifiesta la doxa2, lo cual vuelve a involucrar a la praxis3. Dice que una filosofía de las cosas del hombre implica no trascender esa humanidad en busca de una normatividad ideal, en tanto no sea en vista de las condiciones en que se circunscribe la vida de los hombres.
El bien no puede ser una especulación abstracta y vacía, el bien humano debe ser útil, y esto quiere decir que tiene que servir no sólo al ideal que mueve determinados deseos. El bien abstracto se sitúa más allá de los bienes humanos concretos, por lo que se pierde la oportunidad que tiene la propia palabra para justificarse. Frente a lo anterior, en Ética a Nicómaco Aristóteles escribe lo siguiente sobre el bien humano:
“El bien del hombre es una actividad de acuerdo con la virtud, y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta, y además en una vida entera. Porque una golondrina no hace verano, ni un solo día, así tampoco ni un solo día ni un instante bastan para hacer venturoso y feliz (Aristóteles, Ética a Nicómaco, trad. en 1959)"4.
En esta cita muestra cómo la vida no trasciende de lo real, de lo concreto y acotado, ya que es en el transcurso de la vida donde se desarrollan la eudaimonía5 y la areté. La eudaimonía, concepto sumamente interesante que será la cúlmine de una vida ética, por su extensión deberá ser analizado en otra oportunidad.
La “filosofía práctica” va a orientarse hacia lo que Aristóteles denomina el “bien del hombre”, y el hombre tiende de manera natural al bien, por lo que en la Ética Nicomáquea expresa que:
“Toda modificación de lo real, todo camino que nos conduce y orienta, y lo mismo todo lo que hacemos y elegimos parece que se inclinan hacia un cierto bien. Por ello se ha dicho, con razón, que el bien es aquello ante lo que nada puede resistirse (Aristóteles, Ética a Nicómaco, trad. en 1959)”
En este punto ya queda claro que Aristóteles, además de querer definir y estudiar ciertas virtudes particulares, le interesaba llegar a una “filosofía práctica”, determinando que nuestras acciones se inclinan hacia el bien, y que para el hombre y sus acciones resulta imposible resistirse a esa orientación. El bien, pero de una manera concreta, será su objeto de estudio, y será hacia él que orientará su filosofía en cuanto a la ética, dedicándole una extensa bibliografía.
El bien tendrá una finalidad; aquí aparece la palabra télos6. Para explicarlo utilizaremos otro fragmento de la Ética a Nicómaco:
“Sí existe, pues, algún sentido (télos) de nuestros actos que queramos por sí mismo y lo demás por él, y no elegimos todo por otra cosa –Porque así se seguiría hasta el infinito, de suerte que el deseo sería vacío y vano– es evidente que ese sentido y plenitud será lo bueno y lo más excelente. Y así, el saber esto, ¿no tendrá gran influencia sobre nuestra vida y como arqueros que saben también dónde dirigen sus flechas no dirigiremos las nuestras hacia dónde debemos (Aristóteles, Ética a Nicómaco, trad. en 1959)?”
Esta gran analogía que nos presenta Aristóteles sobre el arquero, la flecha y hacia dónde la dirigimos, no debe confundirnos. No hay que creer que lo único importante es la flecha que impacta en el destino elegido. La flecha fue lanzada de cierta forma y tuvo un recorrido impulsado por la energía que se le entregó. El télos no es lo más importante del recorrido, tan solo una parte de él. Se debe considerar como fundamental la orientación que perfila esta energía en el recorrido correcto, pudiendo entenderse este término como cumplimiento, madurez o consumación, entendiendo que el recorrido en sí pasa a ser importante para llegar al objetivo apuntado.
A través de lo explicitado en el párrafo anterior, se logra diferenciar una ética orientada al bien de la utilitarista; mientras que en la ética aristotélica el fin no lo es todo, sino que una parte, y el “cómo” usado para conseguir el fin también es importante, en la ética utilitarista la manera de actuar no será relevante, llevando a que el fin justifique los medios.
Hasta el momento el escrito se ha enfocado en la visión relativa a la persona, su bien y su finalidad. Pero es importante diferenciar si el ser humano es un animal que habla, o un animal que, por naturaleza, tiene que convivir (Aristóteles, La Política, trad. 1981) con otros. Esta diferencia será fundamental para Aristóteles, pues de ella se desprenderá si el hombre debe incluir en su bien lo que contribuya a facilitar esa comunicación y hacer posible esa convivencia. En la búsqueda iniciará un saber político, siendo supremo objeto para la política de Aristóteles el bien del hombre. Este concepto será ampliamente desarrollado, especialmente en sus escritos de homónimo nombre, la Política.
Referente a como se llevará a la práctica la búsqueda del bien, Aristóteles se apoya en el término areté, al cual entrega una nueva acepción, colocándolo por sobre su definición clásica de la excelencia en alguna actividad Referente a como se llevará a la práctica la búsqueda del bien, Aristóteles se apoya en el término areté, al cual entrega una nueva acepción, colocándolo por sobre su definición clásica de la excelencia en alguna actividad específica7, y desligándola de su aplicación a una profesión o quehacer. Respondiendo a la pregunta ¿areté de qué?, con una areté del hombre en su vida y la vida en la Polis. Este término lo encontramos definido en la Ética Nicomaquea de la siguiente manera: y desligándola de su aplicación a una profesión o quehacer. Respondiendo a la pregunta ¿areté de qué?, con una areté del hombre en su vida y la vida en la Polis. Este término lo encontramos definido en la Ética Nicomaquea de la siguiente manera:
“Es, por tanto, la areté un hábito selectivo que consiste en un término medio relativo a nosotros, determinado por el logos8 y por aquello que decidiría el hombre prudente (Aristóteles, Ética a Nicómaco, trad. en 1959)”.
Esta areté, llevada a la práctica, es vista por Aristóteles como el bien en sí. Resulta totalmente lógico y congruente con el pensamiento de Aristóteles traer este bien desde el cielo a la tierra, buscar su aplicación práctica y con esto, llevarlo desde las ideas hacia los hombres. Es en el espacio concreto de la vida humana donde se desarrolla esa bondad.
Llevada a la realidad la areté, traducida actualmente como “virtud”, se logra a través de la praxis9, se llegará a ser bien de la justicia, a ser justo, realizando actos justos, a medida que se hace justicia, siendo esta aplicación análoga para cualquier tipo de virtud.
Aristóteles también se refiere a las pasiones, facultades y hábitos. Las pasiones las identifica con emociones como ira, alegría, compasión o en general todo lo que va acompañado de deseo y dolor; las facultades aquellas en virtud de las cuales nos afectan esas pasiones, como por ejemplo enojarnos o compadecernos; los hábitos aquello en virtud de lo cual nos comportamos bien o mal respecto a las pasiones. En el campo de los hábitos se situará la areté (Camps, 1988).
Que la areté o virtud sea un hábito quiere decir que su origen se encuentra en un proceso de asimilación y de apropiación. Se nos incorporan los modos de obrar que han sido asimilados en el ejercicio de nuestras posibilidades. Y que el mundo se presente en manera de posibilidades le entrega al areté un carácter selectivo. Este carácter selectivo hará que en algún momento se deba elegir, debiendo encontrarle un sentido a ese obrar y basándose en la inteligencia humana (Camps, 1988).
Pero estas elecciones no serán al azar o antojadizas. Para evitar ser conducidos por las pasiones, por un lado, y por el dolor y el placer en forma directa, es fundamental que el actuar sea dictaminado por el lógos10, gracias al cual se logrará la mesura. El lógos permitirá apaciguar el lado irracional del hombre, centrarlo y encontrar el equilibrio.
Las elecciones para obrar bien, a través de la praxis, deben ser integradas a la experiencia y a la memoria de la persona, generando los hábitos necesarios para que a través de la areté se pueda llegar a una finalidad del bien. La areté se utilizará para construir el horizonte último de finalidad de bondad buscado y de trayectoria en el contexto de la vida en la polis.
Es bueno resaltar que a través de la areté Aristóteles busca formar hábitos que le permitan al hombre dominar sus pasiones y su lado irracional, moderando su actuar y llevándolo hacia un justo medio.
Gracias a esto, la vida del hombre se proyectará en la trayectoria que tienda a una finalidad de bien en el contexto de la vida en la polis. Por último, la areté y la eudaimonía, concepto muy rico e importante en Aristóteles, que se traduce normalmente como felicidad, pero está más relacionado a la vida lograda, debían tender a ser analizados en el contexto de la totalidad de la vida del hombre y no como actos parciales, no como la “felicidad de un momento”, sino que como la totalidad en la cual cada acto y momento es importante, y a través de la cual se logra que el bien individual termine por aportar al bien colectivo.
Conclusiones
O Aristóteles se dedicó a teorizar sobre la ética, llegando a rechazar que las ideas y conceptos morales estuvieran elevados en el mundo de las ideas, recuperando este análisis en lo terrenal y humanizando el estudio.
O Con respecto a areté, el término es entendido en Homero como una excelencia práctica, la areté del guerrero es su excelencia en el desempeño de sus obligaciones y desempeño como guerrero. Posteriormente Aristóteles le da una nueva acepción llevándola al plano de la excelencia en el hombre en su función de ser hombre, moviéndola al área de la virtud general. El mismo Aristóteles la tomará como parte fundamental de su pensamiento sobre la ética, cimentando sobre ella conceptos como los hábitos y el télos.
O El télos es importante en Aristóteles, dado que se presenta como el fin a alcanzar. Sin embrago no es lo único importante, el cómo alcancemos este fin será igualmente importante, separándose de esta forma sus conceptos de la ética utilitarista.
O La areté y eudaimonia se logran a través de la vida. No deben analizarse como un momento en particular, pero no se debe perder de vista que cada momento cuenta y colaborará a este concepto de vida lograda, y si bien el télos es importante, no lo es todo.
O Los conceptos y el desarrollo de la ética que generó Aristóteles tuvieron una tremenda influencia en el mundo hasta el día de hoy. Sus ideas han sido tomadas por los filósofos posteriores que han teorizado sobre el tema, pero mucho más allá de eso, podemos encontrar en su ética elementos que son completamente vigentes y deberían ser comprendidos y aplicados por todos, ya que permiten desarrollarnos como seres humanos, convivir de mejor manera y alcanzar la felicidad.
Lista de referencias
Bibliografía
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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