Revista de Marina
Última edición
Última edición
  • Fecha de publicación: 01/10/2005. Visto 41 veces.
492 REVISMAR 5/2005 EL ALBATROS ERRANTE R ecuerdo haberlo contemplado en su solitario y majestuoso vuelo, en latitud 40 grados sur, en alta mar y a mil millas de distan - cia de Valdivia, en plena zona de los “Roaring Forties” (los Cuarenta Brama - dores) –como decían los viejos marine - ros– afrontando un viento fuerza cinco y planeando, siguiendo tangencialmente con un extremo de sus alas el cambiante contorno de las olas. Corría el año 1983 y estaba embar - cado en el buque oceanográfico alemán Sonne en busca de recursos minerales submarinos. Los científicos que confor - maban el grupo de investigadores, exta - siados con su vuelo, detenían su labor para observarlo, preguntándose cómo y por qué ese enorme pájaro marino permanecía en alta mar, tan lejos de la tierra más cercana. Observábamos al albatros errante (diomedea exulans), la más famosa de las 10 especies existen - tes y la más grande de todas las aves voladoras. Su cuerpo mide aproxima - damente 1,30 metros de largo y sus alas extendidas abarcan una extensión de 3,50 metros. En largas jornadas cir - cundan los mares australes entre las latitudes 30º y 60º sur. En la época de los grandes veleros, los marinos los cazaban con anzuelo y carnada de tocino y los mantenían vivos, controlados cual volantines con una lienza desde la popa de la nave. Regía la superstición que el matar a un albatros acarrearía terribles desgracias al victima - rio, como poéticamente lo narraba “La balada del viejo marinero”, del célebre poeta y filósofo inglés Samuel Taylor Coleridge (1772-1834). La mayor parte de la vida de los albatros transcurre en alta mar, alimen - tándose con calamares y jibias. Detienen anualmente su peregrinar para aterri - zar en las islas subantárticas, rocosas e inaccesibles, para reproducirse en los meses de diciembre a febrero. La hembra coloca un solo huevo, que la pareja se encarga de incubar en tarea compartida durante un período de tres meses. Cuando el retoño rompe la cás - cara, ambos se encargan de alimentarlo hasta el día en que éste decide iniciar su errante vida marinera. A bordo del Sonne, el contramaestre Emil Gruendinger y yo, éramos los más viejos integrantes de la dotación y entre ambos existía una natural afinidad pro - fesional. En largas y entretenidas char - las, gustaba él narrar algunos episodios de su vida. Durante la Segunda Guerra Mundial, cuando tenía 16 años de edad y estaba en plena labor de aprendizaje como marino mercante, lo embarcaron como * Contraalmirante. Ing. Nv. M. Sc. M.I.T. Preclaro Colaborador, desde 1983. Carlos Quiñónes López * No5-05 492 11/4/06 09:04:35 REVISMAR 5/2005 493 grumete en un buque minador de la Marina de Guerra Alemana. Permaneció un año sembrando minas alrededor de las islas Británicas y en el Canal de la Mancha, hasta el aciago día que la Real Armada Británica apresó su buque con toda la tripulación a bordo. ¡Oh ironía del destino!, los ingleses lo enviaron a integrar la dotación de un buque barre - dor británico para deshacer su obra, aún inconclusa, retirando las minas que el mismo había sembrado. Al término del conflicto se incor - poró a la marina mercante alemana. Enamorado de una bella mujer de su patria, contrajo matrimonio. Después de disfrutar de una dulce pero corta luna de miel, volvió a sentir el imperativo e irresistible llamado del mar. Las faenas marineras, el viento, la nieve y la lluvia, el movimiento incesante de las olas y la brisa salobre eran parte integrante de su ser... Y en la mar habría de con - tinuar el resto de su vida, navegando y regresando periódicamente a su tierra en busca del feliz reencuentro con su querida esposa. Al rememorar aquel navegar del Sonne en la impaciente soledad e interminable extensión del océano Pacífico, evoco al viejo contramaestre y me imagino verlo emergiendo desde la densa bruma del tiempo y la distan - cia como un albatros errante, en pos de su eterno peregrinar por los mares del mundo. * * * EL ALBATROS ERRANTE No5-05 493 11/4/06 09:04:36

Inicie sesión con su cuenta de suscriptor para comentar.-

Comentarios