By MIGUEL SALAZAR OLIVARES
El presente artículo tiene como finalidad recordar aspectos de su vida, tomando como principal referencia bibliográfica la “Guerra del Pacífico, documentos oficiales, correspondencia y demás publicaciones referentes a la guerra, que ha dado a la prensa de Chile, Perú y Bolivia” del autor Pascal Ahumada Moreno. Asimismo, se han transcrito algunos documentos de forma íntegra (cartas, certificado de defunción, notas, etc.), de sus últimos momentos, su muerte, entierro y posterior búsqueda de su cuerpo con el fin de darle una sepultura honrosa y con los máximos honores al glorioso sargento 2° de Artillería de Marina Juan de Dios Aldea Fonseca.
This article brings back aspects of the life of Marine Artillery Sergeant Juan de Dios Aldea, using as the main bibliographic reference Pascal Ahumada´s writings titled; “War of the Pacific, official documents, correspondence and other publications concerning the war, which he handed over to the press of Chile, Peru and Bolivia”. Also included are some documents that have been transcribed in full (letters, death certificate, notes, etc.) of his last moments, his death, his burial, and the subsequent search for his body to give him an honorable burial with the highest honors.
El Sargento segundo de Artillería de Marina Juan de Dios Aldea Fonseca nació en Chillán el 24 de mayo de 1853, en una familia de modesta situación económica.
Su padre fue don José Manuel Aldea, profesor que dirigía la escuela pública de la capital de Ñuble; y su madre doña Úrsula Fonseca.
Por ascendencia paterna poseía un parentesco cercano con el ministro del Gobierno del General Bernardo O’Higgins Riquelme, don Juan Antonio Rodríguez Aldea, y padre del ilustre poeta chileno Luis Rodríguez Velasco.
Su niñez transcurrió en Santiago junto a sus abuelos paternos, don Juan de Dios Aldea y doña María Antonieta Contreras.
Luego, a los ocho años fue llevado por su padre a la escuela franciscana de Chillán, la cual dirigía, donde se distinguió por su excelente caligrafía (don muy apreciado en aquellos tiempos) y manifestó interés por los ejercicios militares. A los doce años consiguió de sus padres pasar al lado de su tía Petronia Aldea Gutiérrez, madre de varios jóvenes más o menos de la misma edad del héroe, que vivía en un campo cercano en Chillán. Aquí se hizo hombre y a los 16 años tenía un espíritu jovial y bondadoso.
Aldea se incorpora a la Artillería de Marina
Lo que en un comienzo fue un juego y una ilusión, a los 19 años era una realidad.
A comienzos de julio de 1872, pasa por Chillán una comisión de enganche al mando del capitán Gabriel Álamos, enviada por el Batallón de Artillería de Marina existente en Valparaíso, cuerpo que dependía de la Comandancia General de Marina.
Desde su ingreso al Batallón de Artillería de Marina en 1872 hasta su muerte en Iquique en 1879, Aldea alcanzó a cumplir seis años, nueve meses y veinticuatro días de servicio abnegados en la Armada de Chile. Su Hoja de Servicio registra las siguientes destinaciones y anotaciones:
o 1 de agosto de 1872: Ingresa como recluta a la 1ª Compañía del Batallón de Artillería de Marina bajo el mando del Capitán José Ramón Vidaurre.
o Años 1872 y 1873: Cumple variadas funciones guarnicionales en Valparaíso y Magallanes.
o Abril de 1874: Cumple tareas de Servicio en Valdivia, integrando una Comisión de Enganche extraordinaria en dicha ciudad.
o 11 de mayo de 1874: Asciende al grado de Cabo 2° de Artillería de Marina, integrando el grupo de instructores.
o Junio – julio de 1875: Cumple comisión del servicio a Magallanes, como refuerzo de la guarnición. Regresa en la corbeta O’Higgins y continúa de dotación de la 1ª Compañía.
o 1 de enero de 1876: Asciende al grado de Cabo 1°.
o 1 de enero de 1877: Asciende al grado de Sargento 2°, luego de permanecer 1 año en el grado anterior1.
o 2 de dic. de 1877: De junio a noviembre inclusive, integró la Guarnición de la corbeta Chacabuco como Sargento 2°. Durante su permanecía a bordo le correspondió participar en el rescate de náufragos del vapor Etén encallado en las costas de Huentelauquén, entre el 16 y 21 de julio de 1877.
o Feb. – mar. de 1878: Es destinado al mando de la Guarnición del pontón Thalaba.
o 2 de abril de 1878: Se restituye a la 1ª compañía del Batallón y es destinado a la Guarnición del blindado Cochrane.
o Oct.- dic. De 1878: Destinado como jefe de la Guarnición del pontón Thalaba.
o 3 de enero de 1879: Se restituye a la 1ª compañía del Batallón y es destacado para cubrir la Cárcel de Valparaíso.
o Mar – may. de 1879: Es destinado a la Guarnición de la Corbeta Esmeralda.
o 21 de mayo de 1879: Participa en el Combate Naval de Iquique.
o 24 de mayo de 1879: Fallece en el hospital de Iquique.
Vida familiar del sargento Aldea
Salido del hogar paterno para integrar el Batallón de Artillería de Marina, Aldea se dedica completamente a sus obligaciones profesionales en Valparaíso. Pronto comienza a destacar en su unidad por su innato sentido del cumplimiento del deber. Sus valiosas cualidades profesionales lo destacan también como instructor de reclutas y en otras funciones de carácter formativo. Lo anterior le significa una mayor permanencia en Valparaíso.
Deseoso de formar su propio hogar, conoce en Valparaíso a la que será su compañera inseparable de su corta vida, doña Romigia Segovia. En 1876, Juan de Dios y Romigia se unen en matrimonio para toda la vida, la que será lamentablemente muy corta.
El combate
La consecuencia se cuenta entre sus principales virtudes, lo que se materializa durante la Guerra del Pacífico, en el Combate Naval de Iquique el 21 de mayo de 1879, al acompañar a su comandante Arturo Prat Chacón en el abordaje al monitor peruano “Huáscar”, sin que lo intimidara la gran superioridad del enemigo.
Aldea, cumpliendo fielmente con su deber, al darse la alarma del avistamiento del monitor “Huáscar” y la fragata blindada “Independencia”, al toque de “generala” formó en el alcázar a sus 33 Artilleros de Marina que pronto rindieron honores a los pabellones patrios izados en las diferentes drizas de la corbeta, presentándoles armas y batiendo marchas con su corneta y tambor.
Cerca de la 08:00 horas, al toque de “atención” del corneta Gaspar Cabrales, el Sargento 2° de Artillería de Marina Aldea se colocó en su puesto de combate, junto a su comandante, el Capitán de fragata Arturo Prat Chacón y el resto de la Guardia de Bandera, el subteniente Antonio Hurtado, el soldado Arsenio Canave, entre otros, ya que su deber era protegerlo durante el combate. Allí escuchó la inmortal arenga de Prat.
Al primer espolonazo del “Huáscar” acompañó a su comandante en su heroico abordaje a la nave enemiga. Mientras el oficial caía con su cráneo destrozado, su fiel subalterno caía agónico afirmándose en una bita, junto al mástil del monitor. Tenía el cuerpo herido y sus miembros fracturados. Las balas le habían perforado el cuello, un costado del cuerpo, el brazo izquierdo y pierna derecha. Así permaneció durante el resto del combate.
El Guardiamarina Vicente Zegers, en una carta enviada a su padre el 28 de mayo de 1879 desde Iquique, nos relata el momento del abordaje:
“Pocos momentos después y a pesar de habernos movido lo que las máquinas nos permitían, sentimos un choque horrible que el Huáscar daba a la Esmeralda en la parte de popa, a babor. Al mismo tiempo el comandante gritó: ¡Al abordaje, muchachos! Precipitándose él primero sobre la cubierta del enemigo; mas desgraciadamente la voz no fue bien oída y el Huáscar mandó atrás. Se desprendió inmediatamente, no alcanzando a pasar nadie más que él y un sargento de la guarnición que era el que estaba más inmediato”.
De las recopilaciones hechas por Pascual Ahumada, este describe: “Mientras tanto el sargento había recibido 10 a 12 balazos, y sentado sobre una bita, se balanceaba profiriendo palabras entrecortadas, en esa posición fue como lo tomaron prisionero"2.
El Subteniente de Artillería de Marina Antonio Hurtado, también de dotación de la “Esmeralda” y jefe de la Guarnición, en su parte oficial del 8 de abril de 1880, dice lo siguiente:
“…le secundaron solo el sargento de la guarnición Juan de Dios Aldea y un soldado, pues el resto de la gente que se lanzó en su seguimiento solo llegó cuando el enemigo, que tal vez preveía nuestro ataque, se había retirado a una distancia que ya se hacía imposible todo abordaje"3.
Alrededor de las 19:00 horas del 21 de mayo de 1879 fue dejado por los peruanos en el muelle de Iquique junto a los cadáveres de su Comandante y del Teniente Ignacio Serrano Montaner. Entrada la noche, alrededor de las 20:30 horas fue recogido por el ciudadano italiano Adolfo Gariazo y otros extranjeros avecindados en Iquique, los señores Hilario Maino, José Picconi y José Paluneri, y llevado al hospital, donde sufrió la amputación del tercio superior de su brazo herido y posteriormente igual intervención en su pierna derecha, pero no logrando superar el desangramiento.
Falleció el día 24 de mayo y al día siguiente fue enterrado en una fosa común y su cadáver exhumado el 01 de junio de 1881, gracias a la información dada por el joven español Feliciano Arego, quien había observado su entierro y a la comisión presidida por el señor Adolfo Gariazzo y los señores Hilario Maino, Carlos A. Navarrete, Máximo Urízar, Pedro Mardones, Antonio Alfonso, doctor Cornelio Guzmán, Teniente de la Armada, Carlos Krug, Ramón Silva, Eleuterio Concha, Segundo Bueno y el notario público Eduardo Reyes Lavalle.
Últimos momentos de Aldea
Con el fin de recoger algunos datos sobre el heroico sargento que acompañó a Prat en el abordaje del Huáscar, se transcriben las siguientes cartas:
Iquique, mayo 18 de 1881.
“Distinguido señor:
Sabiendo que Ud. correspondió el proporcionar medicamento y aun asistir al heroico sargento Aldea, herido en el memorable combate de el 21 de mayo en la rada de este puerto, me dirijo a Ud. solicitando de su bondad me comunique al pié de esta cuanto se relacione con los últimos días de dicho sargento.
Como Ud. comprenderá, para Chile y su historia tienen estos datos una gran importancia; así que he creído de mucha conveniencia recopilarlos antes que el tiempo haga desaparecer a las personas que pueden proporcionarlos. Al dirigirme a Ud., no dudo que obtendré lo que solicito, pues quien con tanta abnegación sirvió al valiente sargento en su lecho de dolor, empleará con gusto algunas horas en honrar su memoria.
De Ud. señor Gariazzo, atento y seguro S. – Ramón Pacheco"4.
Iquique, mayo 20 de 1881.
“Señor don Ramón Pacheco, presente.
Muy Señor mío:
En contestación a su apreciable carta fecha de anteayer, diré a Ud. lo siguiente:
Cuando ya el combate naval de 21 de mayo de 1879 había terminado por completo, y solo se trataba de dar sepultura a los muertos y de atender a los heridos de ambos combatientes, me encontraba en el muelle a las 8 y media de la noche, más o menos, de la misma fecha, observando las dolorosas escenas que eran la consecuencia de los acontecimientos del día”.
Entonces vi que llegó cerca de la aduana uno de los carros en que se conducía mercaderías, sobre el cual descansaba un herido perteneciente a la dotación de la Esmeralda de los que había saltado sobre el Huáscar.
Era el Sargento 2° Juan de Dios Aldea.
Me acerqué a él y al preguntarle qué se le ofrecía, me dijo:
¡Hágame Ud. el favor de un poquito de agua!
Inmediatamente busqué agua, a la que agregué un poco de coñac, a indicación del mismo herido, y se la dí, bebiéndola casi de un sorbo.
Debo decirle de paso que el herido Aldea, vestía su uniforme completo de sargento 2° y se hallaba de espalda sobre el carro, con la gorra, caída la visera sobre el rostro.
Al verlo en ese estado, lo hicimos colocar sobre una camilla y lo llevamos al hospital de la ciudad, acompañándolo los señores Hilario Mayno, José Picconi, José Palmueri y el que suscribe.
Cuando se halló ya restablecido, el doctor don José Arturo Ego Aguirre se presentó a examinarlo inmediatamente; y como las heridas eran muy graves, habiendo además perdido mucha sangre (había recibido heridas de bala en el cuello, al lado izquierdo, en el brazo idem y en la pierna derecha), el doctor procedió al momento a amputar el brazo herido, tercio superior, asistido y aprobado por el señor Mayno y yo, a fin de evitar la gangrena y antes que el enfermo se debilitase más.
Luego pretendió hacer otro tanto con la pierna, porque la herida era tanto o más peligrosa que la del brazo; pero vio que el paciente no resistiría.
Entonces, como era avanzada la hora, nos retiramos dejando al herido al cuidado de los empleados del establecimiento.
Lo demás que pasó con el sargento Aldea creo que, siendo de dominio público, sería inoficioso decirlo.
Agregaré, sin embargo, en conclusión, que el fallecimiento del noble sargento tuvo lugar el 24, pues fue imposible salvarlo por la gran efusión de sangre que sufrió durante todo el día 21, habiendo sido cuidado con toda solicitud durante su larga y tristísima agonía5.
De usted atento y S.S
Adolfo Gariazzo.”
Para la historia
Un joven español que tuvo oportunidad de presenciar en Iquique el desembarque de los cadáveres de Prat y Serrano, junto con el moribundo sargento Aldea, nos presenta los siguientes datos, que consideramos muy importantes para la historia, sobre todo lo relacionado al sargento Aldea y el sitio en que fueron sepultados sus restos:
“Serían las siete a ocho de la noche del día 21 de mayo, cuando atracaron varias embarcaciones menores al muelle de la aduana de Iquique; en ellas, no sé en cual, pero sí que fue una del Huáscar, vinieron los cadáveres de Prat y Serrano y el moribundo Aldea. Los pusieron en un carrito de los que tiene dicho muelle, y empujándolos los dejaron en el mismo carro frente a la puerta de la aduana.
Inmediatamente pusieron de guardia a dos soldados de policía, pero, no obstante, permitían verlos de cerca...
…Mientras tanto Aldea sufría horribles dolores de sus heridas, pues creo era más de una: la que yo le vi, fue la del muslo izquierdo, que era horrorosa. Pedía agua, y se le buscó no se de dónde una botella de coñac, y el mismo señor Gariazzo, mezclándola con agua, hizo se la dieran o se la dio él mismo.
Aldea hablaba. Le pregunté quién era, y me dijo que era sargento de la Esmeralda. - ¿Dónde tiene la herida? Aquí, me dijo, queriendo incorporarse, y me señalaba al mismo tiempo con la mano el muslo. Le pregunté de quienes eran los dos cadáveres (pues yo no los conocía), y medio quiso sentarse para verlos mejor, y señalándome a Serrano, que estaba a sus pies, dijo: Ese es el teniente Serrano. - ¿Y este otro?.- Volvió la cara y contestó: ¡Este es el comandante! Como viera que la voz se debilitaba y cada vez se quejaba más, no quise seguir preguntándole por no molestarlo.
Vestía terno oscuro de soldado y kepís. De lo que más me recuerdo, es del capote, que, si no me engaño, era como el que usan los soldados navales, es decir, plomo y como de ratina.
La casualidad como supe donde fue enterrado, fue así:
Unos días después de esto, allá por los último del mes, serían las ocho de la mañana, cuando un compañero mío de mostrador me llamó desde un cerro que hay al lado Sur del cementerio y que dominaba a este. Fui y ví que entre el conductor y el sepulturero sacaban del carro en que conducían los muertos del hospital un cadáver envuelto en una sábana. Lo desenvolvieron y conocí en el tipo y las heridas al mismo sargento, que yo ignoraba aún como se llamaba.
Iba completamente en cueros (cosa que me llamó la atención) y solo llevaba de este mundo las vendas de sus heridas, como prueba de sus sufrimientos y de su valor. Las tenía dando vuelta por la cintura; entraban por entre las piernas y así vendaban casi toda la pierna izquierda. Él era grueso, alto y de piel algo morena; tendría de treinta a treinta y cinco años; usaba bigote y pera, la que era bastante poblada.
Fue enterrado, no en una fosa común, si no, más a la derecha y como a seis pasos de la pared que mira a la línea del ferrocarril y a uno o uno y medio de la que va a la puerta, pero a la derecha, entrando, casi al frente donde estaba Prat y Serrano. Para que lo comprendan mejor, le adjunto la demarcación del cementerio del sitio designado.
El cadáver se haya a muy poca profundidad, cuando más a media vara, y está con la cabeza para la línea del ferrocarril (aunque no estoy muy seguro) y los pies para la puerta.
Es cuanto sé a este respecto. - J.R., español"6.
Certificado de defunción
A los 24 días del mes de mayo de 1879:
“Estando reunidos en junta particular los miembros que suscriben para dar cumplimiento a la ley del caso, sobre defunción del que fue Juan de Dios Aldea, chileno, católico, sargento 2° de la Esmeralda, hijo legítimo de Manuel Aldea y Úrsula Fonseca, casado de 27 años de edad, que murió de heridas graves.”
“Con lo que concluyó el acto y lo firmaron.
José Manuel Eyzaguirre,Ecónomo7.
Exhumación de los restos de Aldea
El 30 de mayo de 1881, el señor Gariazzo organiza una comisión compuesta además por los señores: Hilario Mayno, Carlos Navarrete, Máximo Urizar, Pedro Mardones y Feliciano Arego, con el fin de ponerse de acuerdo para emprender los trabajos necesarios para buscar en el cementerio los restos del glorioso sargento 2° de la Guarnición de la Esmeralda, Juan de Dios Aldea.
El día 31 de mayo, a las 6 A.M., se emprenden los primeros trabajos en el cementerio. Ese día se pudieron reconocer solo 10 cadáveres.
Al día siguiente y apoyado por 20 soldados del Regimiento Linares, se emprenden los trabajos a las 6:30 A.M. en un nuevo punto señalado por el señor Arego.
A las 10:10 A.M., luego de un trabajo continuo y de haber removido 110 cadáveres de la fosa común, se logró encontrar el del Sargento Aldea.
El cadáver tenía como vestido una blusa corta de brin, cuyos botones tomó la comisión como recuerdo.
Las señales que fueron reconocidas por la comisión para reconocer el cadáver fueron el encontrase en el sitio que la opinión pública y privada asegura vio sepultar, y que fue en el ángulo S.E. del cementerio, a seis metros de distancia de la muralla del fondo oeste, y a metro y medio de la del sur; tener el brazo izquierdo amputado en el tercio superior, con las hilas y muñón correspondiente, el cabello negro y la frente ancha, la pierna derecha fajada con vendas que tomaban parte de la cintura y una cataplasma, un escapulario del Carmen y una medallita, ambos de los que se obsequiaron en Valparaíso a los soldados que fueron a la guerra.
Quienes constaron la identidad del cadáver de forma oficial fueron: El notario Público y secretario del Tribunal de Alzada don Eduardo Reyes, el cirujano 1° del Blanco Encalada que se encontró en la acción del 21 de mayo, don Francisco Cornelio Guzmán y del teniente 1° Ramón Silva8.
Sesiones y notas de la comisión desenterradora de Aldea
Sesión del 2 de junio de 1881.
Se abrió la sesión a las 8 P.M., presidida por el señor Gariazzo. Asistieron los señores: Pedro Mardones, Carlos A. Navarrete, Hilario Mayno y el señor secretario que suscribe.
Se leyó y fue aprobada el acta de la sesión anterior.
Enseguida se dio lectura a las notas y actas que debían pasarse al señor Comandante General de Armas y se pusieron en discusión.
Después de un sostenido debate, se aprobaron con ligeras modificaciones.
El señor Mardones hizo indicaciones para que los cinco botones que contenía la camisa que se conservaba en el cadáver de Aldea, se mandasen a incrustar en pasadores de oro para corbata, con el fin de que cada miembro de la comisión conserve uno de recuerdo.
Esta indicación fue aprobada por unanimidad.
Se levantó la sesión a las 9:30 quedando de reunirse al día siguiente, a las 12 A.M., para firmar las comunicaciones que dirigirán a las autoridades.
Adolfo A. Gariazzo M. Urizar
Presidente Secretario
Señores:
José Manuel Tudela y Federico González, ciudadanos chilenos, testigos oculares del valor sin límites del compatriota Prat y Serrano, concurrimos a la digna comisión ofreciendo nuestro pequeño contingente; el primero, vengo en ofrecer el cajón de zing que debe contener al nunca bien ponderado Aldea y todo el trabajo que se necesite concerniente a la hojalatería; y el segundo, vengo a ofrecer el ataúd que debe encerrar esos preciosos restos de nuestro compatriota, que dio su vida por darnos patria y ejemplo.
No incluiremos sin exponer que si en algo más podemos ser útiles, estamos dispuestos a probar que si la patria tiene defensores, esos defensores tienen compatriotas. José Manuel Tuleda- Federico González. A los señores de la comisión de exhumación de los restos del Sargento Aldea.
Sesión del 3 de junio de 1881.
Se abrió la sesión a las 8:30 P.M., presidida por el señor residente.
Asistieron los señores: Carlos A. Navarrete, Hilario Mayno, Pedro Mardones y el secretario.
Leída y aprobada el acta de sesión anterior, se dio cuenta:
De una nota pasada por los señores Federico González y José Manuel Tudela, ofreciendo el primero el ataúd de madera que debe contener los restos de Aldea y el segundo el forro de zing y los trabajos de hojalatería que fueran necesarios.
De haberse entregado al señor Comandante General de Armas los documentos y la nota dando cuenta de los trabajos llevados a cabo por la comisión:
El señor Acosta pidió se le agregara a la comisión, porque dijo: “Deseo trabajar en cuanto me sea posible en obsequio de los restos de Aldea”.
A indicación del secretario, se acordó aceptarlo como miembro activo.
Se acordó dirigir un telegrama al editor del Mercurio para que se sirva comunicar a la viuda de Aldea el feliz encuentro.
También se dio cuenta a última hora:
De una oferta del señor Morales en la que se promete reunir una suma entre las personas que componen el Gremio de Jornaleros.
De un ofrecimiento de 50 pesos hecho por la señora Guadalupe S. de Baeza para ayuda de la fiesta.
Después de una acalorada discusión, se dio todo aprobado.
Se levanta la sesión a las 9:15 P.M., quedando de reunirse el 4 a la misma hora9.
Adolfo A. Gariazzo M. Urizar
Presidente Secretario.
Cambio de ataúd y traslado de sus restos
El 25 de junio de 1881, el señor Eduardo Reyes, acompañado de los señores Navarrete y Mardones, inspeccionaron el cambio de ataúd para que los gloriosos restos de Aldea descansaran en una urna más idónea que en la que se había colocado de forma provisoria.
El nuevo ataúd era una urna de caoba, con sus respectivas anillas de plata y gran medalla del mismo metal, incrustado en su cubierta tenía las siguientes letras: J.D.A.
En su interior estaba forrada en tela de seda azul, grabado en el forro de la tapa, en letras doradas, la siguiente inscripción:
“Al heroico sargento Juan de Dios Aldea”
Una vez finalizado el cambio, fue cerrado y sellado el ataúd por el señor notario Reyes, luego los restos fueron trasladados con todos los honores del caso por una comisión del cuartel de la “Bomba Chilena” donde habían permanecido varios días hasta la sala municipal y desde ese lugar a la iglesia parroquial de Iquique donde quedaron sepultados en la cripta de dicho templo junto a Prat y Serrano.
El 10 de mayo de 1883, ocurre un gran incendio en Iquique afectando a la catedral. A causa de este siniestro los restos de Prat, Serrano y Aldea son trasladados momentáneamente en una bóveda de una casa comercial de la calle Bolívar, volviendo nuevamente los restos a la parroquia en mayo de 1884.
El 10 de mayo de 1888 arriba a la rada de Iquique la escuadra chilena al mando del contraalmirante Luis Uribe Orrego, para trasladar los restos de nuestros héroes a Valparaíso a bordo del monitor Huáscar. El 21 de mayo del mismo año, son recibidos en Valparaíso en una solemne ceremonia los restos del Capitán de fragata Arturo Prat, del Teniente 2° Ignacio Serrano y el Sargento 2° Juan de Dios Aldea para ser sepultados de forma definitiva en el “Monumento a la Marina Nacional”.
Bibliografía
En el tejido de la historia militar de Chile, Juan de Dios Aldea Fonseca se erige como una figura cuyo sacrificio y leal...
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Texto elaborado para ser leído en la vigilia de oficiales efectuada el 20 de mayo de 2019, a bordo de la fragata Almirante Condell. Basado en gran parte en el siguiente artículo histórico: González Valencia, Andrés J. (2014) “Quilpué y lo que sobrevino tras la muerte del Contra-Almirante Don Carlos A. Condell de la Haza”. Boletín Histórico de la Sociedad de la Provincia de Marga-Marga, Volumen N° 10.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1006
Mayo - Junio 2025
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