By FELIPE HERNÁNDEZ BADILLA
La relación entre China y Taiwán se ha visto fuertemente tensionada en los últimos meses, logrando captar la atención del mundo entero ante un posible enfrentamiento militar. En el mundo globalizado, nadie estaría ajeno a las repercusiones que tendría una invasión china a la isla de Taiwán. Sin embargo, para poder comprender de mejor manera el origen del conflicto, es necesario remontarse varias décadas y desglosar cómo los eventos fueron involucrando al resto de los actores internacionales.
The relationship between China and Taiwan has undergone great strains in recent months, captivating the world´s attention amidst a possible military confrontation. In this globalized world, no one is oblivious of the repercussions of a Chinese invasion of Taiwan. Nevertheless, to better understand the origins of this conflict, it is necessary to go back several decades and disaggregate how the different instances got the rest of the international players involved.
En la actualidad, China se ha transformado en uno de los actores principales en el sistema internacional, desestabilizando incluso la hegemonía que por décadas sostuvo Estados Unidos tanto en el plano económico como político-militar. Mediante las alianzas y la expansión de su esfera de influencia en las denominadas “zonas grises”, la República Popular de China ha consolidado su carácter expansionista y su capacidad de producir y dominar espacios.
Sin embargo, a ojos del mundo, aún no es capaz de cumplir uno de sus más grandes desafíos, que es unificar a la Gran China. Lo anterior, impedido en gran parte por uno de los protagonistas más renombrados del último tiempo: la isla de Taiwán.
Taiwán
Taiwán es una isla ubicada en el mar de China, tan solo 160 km al sureste de China continental y separada del continente por el estrecho de Taiwán. Tiene una extensión de 36.000 km2, con cerca de 1,600 km de costa. Su población supera los 23 millones de personas distribuidas principalmente en su capital Taipéi, al norte del país, y mayoritariamente hacia el oeste y suroeste en ciudades como Tainan y Pingtung (CIA, 2022).
Los primeros registros se tienen a partir del año 1624, cuando los navegantes holandeses establecieron los primeros puertos comerciales al sur de la isla conocida como “Ilha Formosa”, según la tradición de los navegantes portugueses que circulaban en el área. A partir del año 1683, la dinastía Qing expulsa a los holandeses y toma el control de Taiwán, siendo declarada más tarde como una provincia del impero Qing. (Taiwan Government, 2022)
Años más tarde, tras la primera guerra sino-japonesa, los chinos entregarían el control de la isla de Taiwán a Japón a partir de 1895. En el intertanto, se produciría la fundación de la República de China el año 1911 tras la caída del imperio Qing durante la Revolución de Xinhai de las fuerzas rebeldes del Kuo-mintang (KMT). Éste último, traducido al español como Partido Nacionalista Chino, estaba liderado por Chiang Kai-shek, militar chino quien estableció la capital de la república en la ciudad de Nankín.
A partir del año 1927 y hasta 1949 (con una interrupción entre los años 1936 y 1945 debido a la invasión conocida como la “segunda guerra sino-japonesa”, que además tuvo por consecuencia la devolución del control de Taiwán por la debacle de Japón después de la WWII), se desató la guerra civil china, conflicto que tuvo como consecuencia el derrocamiento del gobierno de Chiang Kai-shek a manos de Mao Zedong, líder del Partido Comunista Chino. Éste último anexó la isla de Taiwán al control del partido comunista gobernante, quien estaba establecido en la ciudad de Beijing. Este hecho obligó a que las fuerzas del KMT y Chiang Kai-shek se refugiaran en la isla de Taiwán, fundando la ciudad de Taipéi (en español, capital de guerra) (Padinger, 2022).
En Taipéi, Chiang Kai-shek soñaba con que algún día el KMT recuperaría su lugar legítimo en la silla de gobierno, mientras que en Beijing Mao predicaba al mundo que Taiwán era una más de las provincias pertenecientes a la República Popular China, y que la anexión de esta para unificar finalmente al país era un problema que debía resolverse tarde o temprano (Yeung, Gan, & Jiang, 2022).
Esta narrativa grafica el origen histórico de los conflictos entre China y Taiwán: China, por su parte, insiste en que Taiwán es, históricamente, parte integral del imperio. Sin embargo, el KMT (que gobernaron Taiwán por más de 40 años) declara que ellos nunca han sido parte del estado moderno chino establecido por Mao en 1949, sino más bien, legítimos herederos de la China erigida tras la Revolución de 1911 (Brown, 2022). Sin ir más lejos, Taiwán se declara a sí mismo para el resto del mundo como República de China, con su presidenta electa Tsai Ing-wen en enero de 2016 (Taiwan Government, 2022).
Reconocimiento internacional
El reconocimiento internacional de Taiwán como un estado independiente ha tenido una serie de fluctuaciones que han respondido principalmente a la escalada y nivel exponencial de desarrollo que ha adquirido China durante la segunda mitad del siglo XX.
Con la creciente influencia económica de la República Popular China en el mundo, no es mucho el espacio de maniobra que les queda a los países del orbe para apoyar la democracia de Taipei. Desde 1969, dos décadas después de la proclamación de la República Popular por parte de Mao, 71 países reconocían a Chiang Kai-shek como presidente de China, frente a los 48 que optaban por ofrecer su apoyo a Pekín. No obstante, en 1990, ya con China convertida en el país con el crecimiento económico más rápido del planeta, la postura de muchos de los estados inclinó la balanza hacia la parte continental del país asiático, con 139 países ratificando a la China comunista, sobre 28 que mantuvieron su apoyo a Taiwán (Aldama, 2019).
Desde 1945, terminada la Segunda Guerra Mundial, el KMT mantuvo su silla en las Naciones Unidas y aseguró un puesto permanente en el Consejo de Seguridad. Muchos países, en ese entonces, lo reconocieron como el único gobierno chino, mientras que el gobierno comunista de Mao era considerado ilegítimo, escenario amparado en las tensiones ideológicas de la Guerra Fría. Taiwán, por su parte, tenía el apoyo de Estados Unidos, quienes buscaban evitar que la isla quedara bajo el control de los comunistas, como Corea del Norte y Vietnam. Incluso, la flota americana fue enviada a navegar por el mar de China para proteger los intereses del KMT y frenar los intentos de invasión de la China continental (Yeung, Gan, & Jiang, 2022).
No obstante, a partir de 1971 se produjo un cambio radical en la postura americana. El entonces presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, y Mao Zedong, compartían un enemigo en común: la Unión Soviética. Esto facilitó el acercamiento diplomático después de un interesante encuentro deportivo de ping-pong en Japón conocido posteriormente como La Diplomacia del Ping-Pong1. Así, Richard Nixon se convirtió en el primer presidente estadounidense en visitar el país comunista (Barros, 2022). Tras esta inclinación en la postura de la Casa Blanca, las Naciones Unidas, en octubre de 1971, deciden ratificar como legítimo representante de China a la República Popular China, desencadenando más adelante que los países del orbe fueran paulatinamente abandonando sus lazos diplomáticos con la isla, a fin de consolidar sus intereses económicos con la parte continental. Con la reciente resignación de lazos diplomáticos por parte de Honduras, son solo 13 los países que mantienen relaciones diplomáticas con Taiwán: Guatemala y Belice en Centroamérica, Haití, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y Las Granadinas en el Caribe, Paraguay en Sudamérica, Eswatini (antigua Suazilandia) en el sur de África, y varios estados insulares en Oceanía: Islas Marshall, Nauru, Palaos y Tuvalu; más la Ciudad del Vaticano o Santa Sede (Ministry of Foreing Affairs - Republic of China (Taiwan), 2023)
China en la actualidad y su relación con América Latina
La constante expansión de la esfera de influencia china está fundamentada en una doctrina internacional con un estricto orden de prioridades. Según el análisis de Dussel Peters y León-Manríquez (2015), estas prioridades se ordenarían en cinco círculos concéntricos:
1. La consolidación de “una sola China”. Oprimir todo tipo de reivindicaciones autonomistas en el Tíbet y Xinjiang, y presionar para recuperar plena soberanía en territorios como Macao, Hong-Kong y Taiwán.
2. La participación en el continente asiático. Sustentar una red de cooperación con los países del entorno (considerando que comparte fronteras con 17 de ellos).
3. La relación con Estados Unidos y la Unión Europea. Crear una relación cooperativa constante en el tiempo, que el presidente Xi Jinping llama “un nuevo modelo de relaciones entre potencias”.
4. Las relaciones con organizaciones multilaterales. Mantener un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU, participar en la Organización Mundial de Comercio, Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) y, recientemente, Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP).
5. Finalmente, y como punto más importante para el desarrollo de este ensayo, está la dimensión de la relación con las “áreas periféricas”: Medio Oriente, África y América Latina. A partir del año 2000, con la política expansionista del mercado chino, éstas “áreas periféricas” han mostrado un dinámico flujo positivo de comercio e inversión por parte de las empresas chinas.
La consolidación de la relación China-ALC se basa, fundamentalmente, en la necesidad de abastecimiento de materias primas y la búsqueda de mercados para el modelo exportador chino. Las relaciones diplomáticas formales comienzan con Perú cuando éste intenta organizar y controlar la creciente inmigración de chinos al continente2. Tras su aceptación en la ONU, la relación con china se formalizó gobierno-gobierno y no tanto partido-partido o pueblo-pueblo. De esta manera y hasta hoy, China ha establecido relaciones bilaterales con 21 de los 33 países del subcontinente latinoamericano, siendo los principales actores Brasil, Chile, Cuba, México, Perú, Panamá y Colombia3. (Dussel Peters & León-Manríquez, 2015)
Relación con Chile
Chile fue el primer país sudamericano en reconocer formalmente a la China comunista. El 15 de diciembre de 1970, el gobierno del presidente Salvador Allende Gossens inició las relaciones diplomáticas con la República Popular de China. Para ello se firmó un convenio en la ciudad de París, entre el embajador de Chile Enrique Bernstein y el embajador de China Huan Chen, como un paso establecido en el programa de la Unidad Popular (Cancino, 2020).
El año 1973, el quiebre de relaciones entre la china comunista y el gobierno de la Junta Militar en Chile era más que esperable. Sin embargo, el quiebre nunca se produjo y las relaciones diplomáticas se mantuvieron, siguiendo el ya conocido pragmatismo chino. La determinación de Běijīng obedeció principalmente al interés de la China continental por impedir que Taiwán consolidara sus relaciones con Chile, dejando de manifiesto que la estrategia de la campaña comunista era aislar a Taipei en el sistema internacional, particularmente en Sudamérica. El interés de Běijīng por confinar a los chinos taiwaneses al enclaustramiento internacional prevaleció sobre sus principios ideológicos marxistas, opuestos a la nueva línea político-económica que instauró el gobierno castrense chileno y que venía a quebrar la aparente camaradería entre el mandato del socialista Salvador Allende y Mao Zedong (Pedraza, 2010).
A partir del año 1990 las relaciones sino-chilenas comenzaron un periodo de desarrollo y avance comercial y diplomático. Marcadas por el fin de la Guerra Fría, las relaciones bilaterales, esta vez en manos de la Concertación, propiciaban las políticas de libre comercio. En mayo de 1990, por ejemplo, se produjo la primera visita de un jefe de estado chino a Chile, cuando Yang Shangkun visitó a su símil Patricio Aylwin (Schwaner, 2022). A su vez, durante su gobierno, el presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle profundizó los lazos bilaterales y comerciales con China al firmar el “Convenio para estimular y proteger las inversiones mutuas”, se entrevistó con su equivalente chino, Jiang Zemin, visitó Pekín el año 1995 y firmó el Convenio de Transporte Marítimo y el Memorándum de Entendimiento sobre Cooperación pesquera.
Más adelante, los gobiernos de la Concertación seguirían avanzando en cooperación y tratados internacionales con el país asiático: Convenio de Cooperación Espacial y el Acuerdo de Cooperación en Agricultura, Ganadería, y Ciencia y Tecnología en 1996, el apoyo al ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio en 1999 y el Tratado de Libre Comercio en 2006. (Schwaner, 2022)
En la actualidad, Chile representa uno de los más longevos aliados de la República Popular de China. Hoy China es el principal socio comercial de Chile y, a su vez, Chile, en la región, es el tercero para China, tras Brasil y México, considerando que el intercambio comercial entre ambos países ascendió a más de 42 mil millones de dólares en los últimos años (Schwaner, 2022). Lo anterior se vio reflejado cuando la canciller Antonia Urrejola expresara a su símil de Pekín, Wang Yi, que “el compromiso permanente de Chile con el principio de ‘una sola China’ se mantiene inalterado, tal como fue establecido desde 1970, (…), fundamentado en la importancia del diálogo multilateral, la defensa del Derecho Internacional y los principios de la Carta de Naciones Unidas. (…) Lo anterior, a fin de diversificar la relación bilateral sobre la base de la cooperación en diversos ámbitos, tales como el desarrollo de vacunas, la producción de medicamentos, la generación de energías limpias y la comunicación 5G, entre otros” (Schwaner, 2022)
Recientemente, destaca la reunión que sostuvo el presidente Gabriel Boric con su par chino, Xi Jinping, en el marco de la cumbre APEC celebrada en Tailandia en noviembre de 2023. En ella, se estrecharon lo lazos diplomáticos con miras a “generar más inversión y trabajo colaborativo con foco en el intercambio comercial y cultural” (Caro, 2022). Por su parte, el mandatario chino destacó que el “presidente chileno se abrió a apoyar la adhesión de China al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés) y el Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA, por sus siglas en inglés)”, remarcando además que Chile “se ha convertido en un ejemplo de la cooperación de ganancias compartidas entre los países en desarrollo” y que “ambas partes ratificaron “seguir apoyándose mutuamente con firmeza” (Caro, 2022).
Tensión entre China y Taiwán
En los últimos meses, ambas partes han sido motivo de amplia cobertura periodística debido a la tensión por un eventual enfrentamiento armado. Más aun considerando el primer factor de inestabilidad en la actualidad: Taiwán emerge, hoy en día, como el mayor productor y segundo mayor exportador de microchips del mundo4. En el mercado global, las exportaciones desde Taipéi ascienden a más de 155 mil millones de dólares, alcanzando el segundo lugar de los máximos exportadores con un 15% de la totalidad, solamente detrás de Hong Kong (20%) (TradeMap, 2022). Lo interesante de esto es que el tercer lugar de las exportaciones lo ocupa China continental. La suma de estos tres exportadores representa el 50% de la producción y exportación de microchips en el mundo, lo que se traduce en un control total y monopolio de precios, características de los productos, discriminación de ventas, etc. Con Hong Kong bajo el control administrativo de la República Popular China, sólo bastaría controlar Taiwán para que Pekín tuviera el control total del mercado mundial de microchips.
Sumado a lo anterior está el ámbito político. El principal contrapeso de China a nivel global, Estados Unidos, no reconoce formalmente a Taiwán como una república independiente, ni sostiene relaciones diplomáticas con Taipéi; sin embargo, sí declara públicamente que defenderá la isla en caso de agresión y realiza visitas protocolares en forma independiente.
Sin ir más lejos, en el primer trimestre del año 2022, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden declaró (al menos 3 veces) que intervendrá militarmente si China llegase a invadir Taiwán, indicando que “ese es el compromiso que tenemos” (Collinson, 2022). Sin embargo, la Casa Blanca ha declarado que no sostiene ninguna alianza militar formal con Taiwan, hecho que ha tensado las relaciones con China. Xi Jinping ha declarado públicamente que la isla de Taiwán debe ser anexada al gobierno popular chino “por la fuerza si es necesario” y que “la Casa Blanca se está involucrando en asuntos internos que no le corresponden”, lo que se confirmó con las declaraciones de la secretaria china de Asuntos con Taiwán, Zhu Fenglian, quien dijo “aquellos que juegan con fuego usualmente terminan quemándose” como advertencia a la intromisión americana en el dilema (Collinson, 2022).
Sin perjuicio de lo anterior, la House Speaker Nancy Pelosi generó gran controversia al visitar la ciudad de Taipéi y reunirse con la primera ministra de Taiwán, Tsai Ing-wen. Esta fue la primera visita de un presidente de la Cámara de Representantes en funciones a Taiwán en 25 años, donde además dijo a los periodistas que “Estados Unidos apoya a Taiwán” y que su visita “deja en claro de manera inequívoca que Estados Unidos no abandonará su compromiso con Taiwán y su amistad perdurable” (Cheung & Stambaugh, 2022). Lo anterior provocó la respuesta inmediata del gobierno de Xi Jimping5, e incluso el estado talibán declaró públicamente apoyar el concepto de “Una Sola China”, en afrenta a la intervención norteamericana en el asunto (Akbarzai, 2022).
Por último, nuevamente con Estados Unidos como protagonista, el 13 de abril del presente año China organizó ejercicios navales masivos alrededor de la isla de Taiwán, con más de 12 unidades a flote que simularon un bloqueo del espacio marítimo y aéreo. Con más de tres días de juegos de guerra y la presencia de portaaviones y aviones J-15, el estrecho de Taiwán fue testigo de más de 80 misiones de aviones de combate y helicópteros como “una advertencia seria contra la colusión de las fuerzas separatistas de Taiwán con fuerzas externas, y una medida necesaria para defender la soberanía nacional y la integridad territorial”. (Burnett, 2023) Lo anterior, en respuesta a la visita de la presidenta Tsai Ing-wen a Estados Unidos, quien fue recibida en California por el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Kevin McCarthy, quien declaró que “la amistad entre Taiwán y Estados Unidos es un asunto crucial para el mundo libre. Es imprescindible mantener la libertad económica, la paz y la estabilidad regional”, sumado al compromiso de enviar armas y el análisis de las amenazas que afronta la isla (DW Noticias, 2023).
Todo lo anterior demuestra que la República Popular China no escatimará en esfuerzos para demostrar sus intenciones de anexar la isla y que el uso de la fuerza está plenamente vigente entre las opciones.
Lista de referencias
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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