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Arrecifes artificiales: Un imperativo medioambiental

Arrecifes artificiales: Un imperativo medioambiental

  • FERNANDO LANDETA AUES Y JORGE AQUEVEQUE TORRES

By FERNANDO LANDETA AUES Y JORGE AQUEVEQUE TORRES

  • Received at: 16/06/2023
  • Published at: 31/08/2023. Visto 2146 veces.
  • Abstract (spanish):

    El cambio climático, aumento de la temperatura y nivel del mar, acidificación de los océanos y otros factores asociados a los gases de efecto invernadero, impactan irreversiblemente a los corales en el mundo entero. Ante esta situación, la creación de arrecifes artificiales es una estrategia eficaz para conservar la biodiversidad marina del mundo y presenta una forma de desarrollo económico en equilibrio con la naturaleza. Lo anterior en la medida que las autoridades establezcan normas claras que permitan impulsar esta actividad.

  • Keywords (spanish): Biodiversidad, Arrecifes artificiales, biodiversidad.
  • Abstract:

    Climate change, rising temperatures and sea levels, ocean acidification and other factors associated with greenhouse gases are having an irreversible impact on coral reefs worldwide. Faced with this situation, the creation of artificial reefs is an effective strategy to preserve the world’s marine biodiversity and presents a form of economic development in balance with nature, only if government authorities establish clear rules to promote this activity.

  • Keywords: Artificial reefs, biodiversity.

Siempre me han llamado la atención restos náufragos, varados o hundidos, interés que creció cuando, siendo cadete, comencé a bucear con mi amigo Jorge Correa. En esa época el sargento encargado de la piscina nos prestaba equipos que, entonces, eran difíciles de conseguir.

Nuestras excursiones partían en la orilla de la Casa de Botes de la Escuela Naval. Hacíamos pequeños trabajos en las líneas de boya de la Escuela Naval, en el Club de Regatas y eventualmente, en la caleta de pescadores Sudamericana; pero, nuestro interés era mariscar en el enrocado de la costanera. Jaibas y locos eran el blanco.

Las excursiones también nos llevaron al muelle Barón, donde estaba varado, con parte de su superestructura a la vista, el casco del carbonero Matías Cousiño. Quedamos fascinados por bucear en un naufragio verdadero y por la cantidad de cholgas, choritos, locos, lapas y estrellas de mar adheridas al casco, además de las jaibas que pululaban en sus cercanías.

Con más conocimientos y experiencia, nos aventuramos a mayores profundidades visitando no solo la costa, sino que otros restos hundidos a baja profundidad.

Fue notable bucear en el casco de un Indus hundido en la costanera, a 15 m. de profundidad, frente a una empresa llamada Von Der Heide, en la Av. Brasil. Tenía mayor abundancia de mariscos que el Matías Cousiño y al estar casi entero, hacía más interesante el buceo, pues no cualquiera bucea en un barco ballenero y sale a superficie con los queñes llenos. En el Indus se veía gran cantidad de peces pequeños, tanto por fuera como al interior del casco.

Tiempo después llegamos a un barco hundido frente a la pesquera Robinson Crusoe (actualmente El Caleuche). Lo llamábamos Almendro y era lugar obligado del buceo de los viernes, para tener mariscos el fin de semana. La vida marina impresionaba; cholgas y choritos, piures, lapas etc. cubrían el casco y superestructura y en las cercanías, una mancha oscura de cardúmenes de peces de diferentes formas y tamaño nos indicaba, cuando nos sumergíamos con el agua poco clara, la ubicación del barco. En ese lugar vi, por primera y última vez, grandes cantidades de ostiones que se desplazaban alrededor del casco y arrancaban cuando nos acercábamos.

Con el tiempo me di cuenta de que en todos los buceos realizados sobre restos metálicos se producía el mismo efecto de creación de vida marina a su alrededor. Ejemplo notable es el Dresden hundido en Juan Fernández a 75 m. de profundidad. Como el agua es muy clara, descendiendo se ve un gran cardumen que orbita sobre los restos. Cuando uno lo cruza, se aprecia el buque en toda su magnificencia.

Esta explosión de vida no sucede alrededor de los barcos de madera, lo he comprobado en varios de ellos, grandes y chicos. La Esmeralda y otros de su misma materialidad no acumulan vida marina, como lo hace un barco metálico.

También aprendí que este fenómeno de acumulación de vida marina alrededor de restos náufragos es propio de los arrecifes artificiales.

Arrecifes

En las áreas costeras se crea la vida en los océanos. El fitoplancton y pequeñas algas marinas que se adhieren en los mantos rocosos forman el sustrato donde se fijan las larvas de todo tipo de vida marina que, además de generar el oxígeno que respiramos, inicia la cadena alimenticia. La producción de estos recursos es mayor que en mar abierto, explicando la gran riqueza animal y vegetal posible de encontrar en esas áreas y la gran presión social sobre ellas.

Un arrecife es cualquier alteración del área costera donde se puedan fijar y acumular los restos vegetales y el plancton, sin ser barridos por la dinámica marina.

Los arrecifes coralinos son los más importantes, están formados por pólipos, seres vivos que secretan carbonato de calcio, produciendo un esqueleto que los protege. Estos pequeños seres viven en colonias de millones de individuos conformando un arrecife que puede vivir cientos o miles de años. Los más conocidos son la gran barrera de coral de Australia y los de Belice, paraíso para los buceadores.

Pocos años atrás trabajé en el salvataje del RAM Ixcateca de SAAM MX, en Cayo Arcas, México. Cayo Arcas es un grupo de tres pequeñas islas coralíferas ubicadas 100 mn off Yucatán. Tanto la superficie de las islas, así como el fondo de mar son de un color amarillo hermoso y su superficie es áspera y dura. Apoyado en el fondo, se ve cómo expulsan sustancias acuosas por los poros, en un claro signo de su estado saludable.

Aunque los arrecifes coralinos ocupan el 0,1% de la superficie de los océanos, se estima que son el hábitat de una parte importante de todas las especies marinas.

El cambio climático, aumento de la temperatura y nivel del mar, acidificación de los océanos y otros factores asociados a los gases de efecto invernadero están impactando irreversiblemente a los corales en el mundo entero. Así es que cuando mueren dejan una costa estéril y sin vida marina, causando efectos adversos a corto plazo y dramáticos a largo plazo.

Aproximadamente el 10% de los arrecifes de coral están muertos y el 60% en riesgo debido a actividades humanas. El área más afectada es Asia; en el Caribe los corales han dejado de crecer y para 2050 (o cercanos a esa fecha) todos los arrecifes del mundo estarán en peligro debido al cambio climático y a la actividad humana.

En Chile, solamente en la Región de Los Lagos se reportan corales en el fiordo de Comau, en cuyas frías aguas que llegan a los 8°C habita un tipo de coral poco estudiado que se encuentra entre las especies más antiguas del planeta. En el acuario de la sede Coquimbo de la Universidad Católica del Norte hay una muestra de los corales de aguas frías y de varias especies que habitaban las aguas de la zona norte hoy totalmente extintas. En subsidio, contamos con extensos bosques submarinos y áreas donde se fijan y reproducen todo tipo de algas. En la actualidad se tala ilegalmente estos bosques pues no solo se colectan las ramas, sino que se cortan desde sus raíces, reduciendo dramáticamente el renuevo del bosque y destruyendo la generación de la vida que enriquece nuestro mar.

Ante esta situación lamentable e irreversible, al menos por ahora, hay esfuerzos para investigar y crear arrecifes artificiales, teniendo claro que estos no reemplazan el daño a los arrecifes de coral.

Arrecifes artificiales

El concepto de arrecifes artificiales data del siglo XVIII, cuando Japón y EE.UU. comenzaron a usarlos; desde entonces muchos países los han diseñado, construido e instalado.

Se define un arrecife artificial (AA) como una estructura sumergida colocada de manera deliberada sobre suelo marino degradado, para imitar alguna de las características de un arrecife natural, con el propósito de atraer plantas o animales o crear atractivos que puedan ser usados con fines socioeconómicos. La función de los arrecifes es proveer sustrato, restaurar áreas, otorgar una defensa física a ecosistemas sensibles y frágiles, degradados por técnicas y usos que afectan o dañan su existencia.

La creación de AA es una de las estrategias más eficaces para la conservación de la biodiversidad marina del mundo. Diariamente surgen proyectos y observamos estructuras creadas por el hombre que, al término de su vida útil son hundidas en los océanos, cubriéndose rápidamente de vida en el fondo marino. Un AA, además de conservar la flora y fauna marina, presenta una forma de desarrollo económico en equilibrio con la naturaleza pues, con este tipo de estructura se beneficia la vida marina de manera directa y varias otras actividades.

Existe una amplia bibliografía al respecto y muchos países, Chile incluido, dedican esfuerzos para investigar, teniendo un interés creciente en esta tecnología que más de cuarenta países, en seis continentes, la están aprovechando.

Grove and Sonu (1983) proponen una denominación de los elementos que forman un AA de forma jerarquizada, en orden ascendente de acuerdo con su tamaño: 1) arrecife unitario, 2) set de arrecifes, 3) grupo de arrecifes, 4) complejo de arrecifes. El elemento más pequeño es el bloque individual.

Situación actual en Chile

Aunque la técnica tiene siglos de uso, en Chile hay experiencias que merecen destacarse.

La doctora María Isabel Toledo de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso ha liderado dos proyectos. El primero, en un área de manejo en Lebu (2013-2017), mostró que es posible crear artificialmente un sustrato apto para iniciar las primeras cadenas alimentarias que posteriormente se mimetizan con las características de flora y fauna de las áreas rocosas (Toledo et al., 2020). Un segundo proyecto se efectuó en dos caletas de la región de Valparaíso: Quintay y Maitencillo, desarrollando organismos bentónicos como el loco, el erizo y algas. En Quintay se alcanzó mejores resultados en cobertura y sustrato, sin embargo, en Maitencillo se logró obtener fijación de locos.

Pedro Pizarro, de la Universidad Arturo Prat, presentó los diseños, instalación y resultados de colonización de arrecifes artificiales en el área de manejo de Caleta Pisagua (2012-2015). Este proyecto es importante porque en el norte, gran porcentaje del área de manejo es arena y los AA ofrecen un sustrato adecuado donde no existe fondos rocosos para que se asienten los organismos bentónicos.

El objetivo del proyecto de Caleta Pisagua era estimular el crecimiento de la biodiversidad mediante la instalación de bloques en el área de manejo para aumentar la capacidad productiva y comercial del sector pesquero artesanal y desarrollar un programa de turismo submarino y utilizarlo a favor de la comunidad. A dos meses de la instalación de 200 arrecifes, los bloques fueron colonizados por piures, erizos y algas, entre otros, demostrándose lo adecuado para el asentamiento de larvas. El seguimiento mostró la presencia de peces en lugares que eran completamente arenosos, llegándose a contabilizar 53 especies diferentes.

Para materializar este proyecto se contrató a organizaciones de pescadores y paralelamente se trabajó en la capacitación de los habitantes del lugar.

El doctor Renato Quiñones de la Universidad de Concepción desarrolló un proyecto en el Golfo de Arauco y con el apoyo de empresas Arauco, el sindicato de pescadores instaló bloques de concreto conformando un arrecife artificial en su área de manejo.

Para el doctor Ariel Gallardo de la U. de Concepción, quien lleva 30 años estudiando el tema, el litoral desde Arica a Puerto Montt debiera poblarse de arrecifes artificiales: “Esto podría reducir el impacto del cambio climático, paliaría la escasez de recursos y convertiría a Chile en potencia alimentaria”.

Ante la sobreexplotación de los recursos bentónicos y la excesiva extracción de algas a lo largo del litoral de Chile, estas investigaciones son trascendentes para la actividad de la pesca artesanal, en especial para aquellas comunidades que poseen áreas de manejo.

El hundimiento de barcos como arrecifes artificiales

Por mi experiencia como buzo creo que los buques hundidos en bajas profundidades son el mejor de los arrecifes artificiales; además, ofrecen a las organizaciones de pescadores una oportunidad para diversificar sus fuentes de ingresos, debido al gran interés por las actividades submarinas que se observa en Chile.

Los buceos se efectúan entre 20 y 40 metros y es a esas profundidades donde se da término a los buceos turísticos. Están cerca de la costa, no requieren largas navegaciones y además, presenta la mayor concentración de zoo, fitoplancton, larvas de producto bentónicos y otros elementos generadores de la vida marina.

El turismo submarino ayuda a compensar la merma de recursos y los períodos inactivos debido a las inevitables vedas que, sin duda, cada vez serán más prolongadas en la medida que disminuyan los stocks litorales y dependiendo de la estación del año, superan largamente las actividades de extracción de productos del mar.

El casco del Caupolicán, siniestrado en 1985 y reflotado ese año y actualmente hundido en el sector de la playa San Mateo frente a ASMAR, es una muestra de los beneficios de los AA. Es una visita obligada para los alumnos de escuelas de buceo en Valparaíso, generando una actividad importante en esta área. Caso similar se observa en Pichidangui, Punta Choros y otras caletas del litoral.

En Pisagua, el ingeniero Marcos Tobar, operador de Pisagua Sumergido, centro de buceo nacido al alero de un proyecto de AA, asevera que “El arrecife es ideal para quienes se inician en el buceo, debido a su profundidad y condiciones controladas, y es muy atractivo para hacer fotografía, por la abundancia de fauna bentónica, como erizo rojo, lapas, pulpos, locos, piures y actinias”.

Otro ejemplo destacable es el Cristo Sumergido de Quintero, visita obligada de quienes toman cursos de buceo en la Bahía de Quintero. Muchos buzos mariscadores han derivado en acompañantes de los principiantes.

Es evidente que el hundimiento de estructuras mayores es una alternativa viable solo en sectores donde no tengan algún potencial portuario o de otra índole.

Aunque ha autorizado el hundimiento de restos de embarcaciones a gran profundidad y la Armada, en ejercicios de tiro ha hundido naves en desuso, no se conoce normativa de la Autoridad Marítima al respecto.

Cuestión ambiental y legal: la zona costera

Naciones Unidas (FAO, UNESCO y UNEP), el Banco Mundial e instituciones como la OECD y la Unión Europea dedican esfuerzos a la investigación y formulación de modelos orientados a la ordenación y gestión del uso de la zona costera. Del mismo modo lo hacen varias ONG. En conjunto, proporcionan un marco conceptual, métodos, técnicas, instrumentos y estrategias para la protección de la zona costera, algunas de cuyas particularidades son:

O    Desde el punto de vista físico-natural, la zona costera es un área que alberga medios de distinta naturaleza (litosfera, hidrosfera salada y atmósfera), que interactúan de forma dinámica y compleja generando cambios biológicos, geomorfológicos y químicos en diferentes escalas temporales y espaciales. Ello es particularmente cierto en áreas marinas de alta productividad y gran diversidad biológica, las cuales son muy vulnerables.

O    Desde el punto de vista de su gestión y ordenamiento, la zona costera es un espacio escaso y muy deseado debido a la existencia de recursos naturales, fertilidad del mar, convergencia de usos y actividades, concentración de los asentamientos humanos e infraestructuras y valor paisajístico.

O    Desde el punto de vista jurídico y administrativo, la mayor parte de las zonas costeras del mundo, tienen el carácter de bien público, como asimismo la convergencia de numerosos organismos públicos que actúan en ella, tanto en lo referido a las escalas nacionales, regionales como sectoriales. De allí la diversidad en las fórmulas y complejo de su administración y gestión.

Ambiental

El tratamiento ambiental de esta actividad es relevante. No existe una normativa específica respecto a los arrecifes artificiales, siendo aplicable lo pertinente en la Ley sobre Bases del Medio ambiente y las disposiciones del SEA, de la SMA y de la DGTM. 

En el caso de hundimiento de naves, la normativa nacional (legal o ambiental) no recoge el tema. A nivel internacional la literatura refiere al London Dumping Convention, Protocolo de Londres, que entró en vigor en 1975, regulando el vertimiento de sustancias contaminantes a los océanos.

Conforme con la normativa se establece la lista inversa, es decir, se prohíbe el vertimiento al mar de todos los desechos, exceptuando los que se incluyen en tal lista y que son:

1.    Materiales de dragado

2.    Fangos de depuradora

3.    Desechos de pescado

4.    Buques y plataformas

5.    Materiales geológicos inorgánicos inertes

6.    Materiales orgánicos de origen natural

7.    Objetos voluminosos constituidos principalmente por hierro, acero y hormigón, en los casos de que exista dificultad de espacio para su gestión en tierra.

Dentro del Protocolo de Londres, en las agendas de los últimos años, se incluyó el tema de disposición de desechos y colocación con un fin diferente al mero abandono.

En mi opinión, también debería ser aplicable el Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación del Mar por los Buques, Convenio MARPOL, aunque este trata materias del transporte por mar de sustancias nocivas y norma las características técnicas de las naves que lo hacen.

Adicionalmente, existe una gran cantidad de acuerdos internacionales y regionales que tratan sobre el cuidado de los océanos. 

Legal

Las autorizaciones para instalación de arrecifes artificiales están contenidas en el DS 96 de 2015 Reglamento de Acuicultura AMERB. La nueva Ley de Pesca incorpora a los arrecifes como acciones de manejo para las AMERB y en el artículo 48 inciso 6 permite la instalación de arrecifes, previa autorización de los informes técnicos de la Subsecretaria y del Consejo Zonal de Pesca y DS 96.

Para científicos especialistas, un problema importante al desarrollar sus proyectos fue la ausencia de normativa y la lenta obtención de permisos. Tanto ellos como las autoridades adecuaron lo existente. Para el desarrollo de nuevos proyectos es necesario mejorar la parte normativa y la “permisología”.

Conclusiones

El aumento de las actividades extractivas legales e ilegales, así como la indiscriminada tala del bosque de algas del litoral, ha causado que lugares donde se iniciaba el proceso de la vida marina estén amenazados para recibir, colectar y guardar los elementos que dan origen a la vida en los océanos.

La disminución de la actividad pesquera artesanal requiere que las comunidades generen actividades compatibles con sus habilidades, conocimientos y equipos disponibles.

Los arrecifes artificiales en sectores litorales son una medida paliativa, eficaz y de bajo costo para ayudar a recuperar la vida marina y generar actividades diferentes a la extracción.

Urge que las autoridades establezcan normas claras que permitan impulsar esta actividad.

Bibliografía

  1. Food and Agriculture Organization of the United Nations. (2015). Practical Guidelines for the Use of Artificial Reefs in the Mediterranean and the Black Sea (Vol. 96). Rome, Italy.
  2. Grove, R. S., y Sonu, C. J. (1983). Review of Japanese fisheries reef technology. Report 83‐RD‐137. Southern California Edison Company, Rosemead, California.
  3. Grove, R. S., y Sonu, C. J. (1983). Review of Japanese fishing reef technology. Technical Report, 83-RD-137, 116.
  4. London Convention and Protocol / UNEP. (2009). London Convention and Protocol/UNEP Guidelines for the Placement of Artificial Reefs. London, UK.
  5. Ministerio de Medio Ambiente. (2008). Guía metodológica para la instalación de arrecifes artificiales. (C. d. Técnica, Ed.) España.
  6. Toledo Donoso, M. I., Manríquez Lagos, A., López Alarcón, J., Zamora Abarca, V., Correa Helbrum, J., Díaz Poblete, C., y Espinoza Rojas, F. (2022). Arrecifes Artificiales del Tipo Nicho (AATN) en Áreas de Manejo de Recursos Bentónicos (AMERBs) de Caleta Quintay y Caleta Maitencillo. Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Escuela de Ciencias del Mar.

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