- Fecha de publicación: 01/12/2005.
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LIDERAZGO, CONFIANZA Y
COMPROMISO
Gastón Arriagada Rodríguez *
Introducción.
D
iferentes autores coinciden que
existe una condición imprescin
-
dible para que una determinada
empresa u organización faculte a uno
de sus miembros para asumir mayores
responsabilidades para tomar decisio
-
nes en forma independiente. Esta con
-
dición es ser confiable y la confiabilidad
surge cuando se genera un adecuado
equilibrio entre los atributos personales
y la capacidad técnica del individuo,
entendiéndose por el primero lo que
realmente somos, nuestros principios y
valores, nuestra integridad y condiciones
para crear relaciones perdurables. Y por
capacidad técnica, nuestra formación
intelectual, iniciativa, cualidades profe
-
sionales, experiencia laboral y nuestros
logros en los distintos puestos o cargos
desempeñados.
Independiente de los atributos o cua
-
lidades que un líder posea, la clave de su
éxito radica en que sus seguidores o
subordinados se realicen en sus respec
-
tivas funciones dentro de un ambiente
de máxima libertad que facilite la for
-
mación de equipos de trabajo, lo cual
incrementará la productividad y el ren
-
dimiento de la empresa. Para lograrlo,
será determinante crear un ambiente de
confianza donde las personas se sientan
trabajando a gusto, se fomente la capa
-
citación y el aprendizaje y los errores no desincentiven la iniciativa, ni la libertad
de acción, generando un clima laboral
atractivo y un sentido de satisfacción
generalizado, que contribuirá a que la
empresa crezca, progrese y alcance sus
metas en forma anticipada.
La Confianza.
Pudiendo ser definida como la dis -
posición que una persona tiene para
depender, en alguna medida, de las
acciones y decisiones de otra, la con
-
fianza es una apuesta que hacemos al
comportamiento esperado, a la integri
-
dad, al carácter y la moral de quienes
confiamos. De allí, la actitud positiva que
asumimos cuando vemos que los demás
depositan su fe en nuestros actos, moti
-
vándonos a ser solidarios y recíprocos.
Por el contrario desconfiamos de quie
-
nes parecen abusar de nuestra noble
disposición para creer en ellos. La confianza es vital en toda gestión
humana, constituyéndose en un factor
multiplicador de voluntades que faci
-
lita la comunicación, el entendimiento,
la toma de decisiones y el trabajo en
equipo. Sin ella todo cambio resultará
imposible, dado que nunca se tendrán
colaboradores leales y entusiastas. Ésta
surge cuando hay coincidencia entre la
palabra y la acción, entre los valores y la
conducta de quien dirige. Por ende, los
seguidores o subordinados estarán más
* Contraalmirante. EM-IM. Preclaro Colaborador desde 2003.
MONOGRAFÍAS Y ENSAYOS
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dispuestos a confiar en su jefe y a respe -
tarlo, cuando lo que hace coincide con lo
que dice. Existen distintos niveles o grados
de confianza en nuestra relación con
los demás. El primero y más general se
manifiesta toda vez que esperamos una
respuesta transparente, sincera y de reci
-
procidad ante nuestros gestos y actitu
-
des. Surge luego un nivel intermedio más
particular, cuando nos asiste el convenci
-
miento que otra persona no nos mentirá,
ni traicionará nuestra fe y esperanza. La
máxima expresión la experimentamos al
tener certeza que se cumplirán las prome
-
sas y se respetarán los compromisos.
El Compromiso.
La confianza, elemento esencial de
la armonía y el respeto en toda relación
humana, constituye la base y funda
-
mento de todo compromiso. Aplicado
a la empresa, al equipo u organización,
éste puede ser producto de factores
ligados a la razón o de un lazo afectivo
entre las personas y la empresa. Cuando
es motivado por recompensas objetivas
y prácticas, los resultados tienden a ser
sólo eficaces y directamente proporcio
-
nales al estímulo, no existiendo identi
-
dad, solidaridad, ni adhesión espontánea
con la organización. Por el contrario,
cuando se trata de un compromiso aso
-
ciado a sentimientos como la emoción y
el afecto, existirá siempre una mejor dis
-
posición para enfrentar cualquier tarea o
desafío y una intensa identificación del
individuo con la empresa manifestada
en un fuerte sentido de pertenencia.
Dicho de otro modo, la gente “se pone la
camiseta” y contribuye a crear el espíritu
de cuerpo, que no es otra cosa que el
compromiso del hombre con la organi
-
zación y con su Líder.
La experiencia de administrar y con
-
ducir diferentes Unidades por más de 30
años, en la Armada de Chile, me llevó a
la convicción que generar afectos es un
excelente método para estimular la con
- fianza de los subordinados y el compro
-
miso con la Unidad y su Comandante. El
simple hecho de compartir con la gente,
ya sea en los entrepuentes y cámaras
durantes navegaciones prolongadas, en
las fogatas durante períodos de entrena
-
miento en campaña o en sus respectivos
casinos en la vida de cuartel, me generó
un nexo muy cercano con subalternos
y subordinados debido al conocimiento
más estrecho de su forma de vida, de
sus hábitos, costumbres y motivaciones.
De igual modo alternando con ellos, me
di a conocer como persona, indepen
-
diente del rango o jerarquía que osten
-
taba, facilitando una mejor relación,
permitiendo que la gente comprobara
que el acceso al Comandante no era tan
difícil y que además se trataba de un ser
humano común y corriente, con fami
-
lia, problemas e inquietudes similares
o idénticas al de cualquier ciudadano.
Así, el conocimiento recíproco generó la
confianza y ésta creó el más sólido com
-
promiso, cual es “no fallarle al hombre
que cree en mi”. Y este fue el estilo o la
forma de conducir las diferentes Unida
-
des que comandé, incluyendo el Cuerpo
IM, como su Comandante General.
El método lo descubrí muy precoz
-
mente, siendo un joven Subteniente en
el Destacamento IM Nº 4 “Cochrane”. El
Comandante de la Unidad era un Capitán
de Navío IM muy profesional, riguroso
en su exigencia, íntegro, consecuente y
honesto, y por sobretodo muy humano
en su trato. Su visión respecto a los Ofi
-
El conocimiento recíproco generó la confianza y ésta creó el más sólido compromiso, cual es “No fallarle al hombre que cree en mí”.
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ciales era crear los Comandantes IM del
futuro, para lo cual él nos daba amplia
libertad de acción en nuestras funciones
y tareas depositando en nosotros toda
su confianza para que las misiones asig
-
nadas las cumpliéramos a cabalidad. Era
difícil no cumplir, “no podíamos fallarle
al hombre”. De esta suerte, siendo sólo
Subtenientes cumplíamos patrullajes de
largo alcance, por varios días internán
-
donos en la isla Grande de Tierra del
Fuego, isla Dawson, Navarino, Hoste y
tantas otras de nuestro desmembrado
archipiélago austral. En aquella época,
1970-1972, los recursos eran precarios, el
equipo individual muy básico y de mala
calidad. No obstante, esto no era impedi
-
mento para entrenar en clima muy frío y
hostil, como el invierno magallánico. En el Destacamento IM Nº 4 “Cochrane”
existía la norma de mantener una sec
-
ción de Fusileros IM por un período de
100 días en una de las islas del Martillo
(Picton, Nueva o Lennox) o la isla Nava
-
rino. Así los Subtenientes sabíamos que
en un trimestre del año nos correspon
-
dería permanecer aislados con nuestra
unidad. Esta actividad, a mi juicio fue
la mejor escuela de liderazgo que pude
tener, dada la oportunidad de conducir
un grupo humano de 45 Infantes de
Marina en un ambiente de absoluto
aislamiento e incomunicación, con
máxima independencia y sin otro con
-
trol que la confianza que el Comandante
depositaba en este joven Oficial para
que cumpliera su misión con éxito y sin
la ayuda de nadie. Sin conocer los conceptos de lide
-
razgo hoy en día vigentes, como visión
de futuro, creatividad, innovación, inte
-
gridad y otros, el aislamiento hacía que
los fuéramos descubriendo y aplicando
en forma natural. Para enfrentar el desa
-
fío de permanecer 3 meses al margen
del mundo, resultaba imperativo pla
-
nificar el período considerando todas
las previsiones posibles, incluyendo el
detalle del régimen diario, hora por hora. Así surgía el programa de aislamiento,
se determinaban las necesidades y el
Destacamento asignaba los medios
logísticos que había que administrar
correctamente para que nada faltase
durante el periodo. Quiero indicar con
esto que la visión de futuro de este
Comandante de pequeña Unidad, surgía
espontáneamente como una necesidad,
ya que si no se determinaba con clari
-
dad el objetivo por alcanzar durante el
aislamiento, éste se transformaba en
una gestión improvisada que hacia muy
complicada y dificultosa la permanencia
en la isla.
La capacidad para variar las activi
-
dades cotidianas a fin de hacerlas más
atractivas y entretenidas, constituía
el factor clave de cada período y mar
-
caba la diferencia en el estilo de cada
Comandante de Sección, haciéndose
imperativo adecuar el entrenamiento,
crear un nuevo régimen diario e incluso,
programar actividades novedosas para
el tiempo libre de los fines de semana.
Todo debía ser perfectamente planifi
-
cado con ingenio y audacia. En la medida que los días de aisla
-
miento transcurrían, la verdadera per
-
sonalidad y cualidades del Comandante
surgían en forma espontánea. No era
posible ocultar nuestra real esencia,
cuando se compartía con la gente las 24
horas de cada día. Tampoco era apro
-
piado protegerse bajo el rango de Oficial.
Allí sólo valía la condición natural del ser
humano, los principios y valores indivi
-
duales, la transparencia, el talento y los
atributos propios de este potencial líder. Permanecer aislado constituía un
verdadero “reality militar”, donde el
personal era quien mejor evaluaba
el comportamiento y desempeño del
Comandante, su actitud criteriosa, su
acierto para resolver bajo presión y su
capacidad para enfrentar la adversidad.
Sólo el buen juicio, la integridad y cohe
-
rencia de sus actos, la solidez de princi
-
pios y la convicción de que todo cuanto
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se hacía o se dejaba de hacer dependía
exclusivamente de quien impartía las
órdenes, eran las condiciones que mar
-
caban claramente el camino del líder.
A través de mi carrera, toda esta expe
-
riencia la fui perfeccionando y aplicando
con la sabiduría que dan los años de
servicio. Durante la crisis con Argentina,
en 1978, permanecí 8 meses al mando de
una Compañía de Fusileros IM en la isla
Dawson, teniendo a mi cargo 5 Oficiales
y 206 Infantes de Marina. La situación
era complicada, hubo momentos en que
la guerra se hacia inminente. No era fácil
mantener el espíritu en alto, la motivación
debía ser diaria, el entrenamiento debía
incrementarse cada día. Estaba vedado
dar espacios a la ociosidad, por lo cual se
debía ser muy ingenioso y creativo en la
programación del entrenamiento para que
el personal no se cansara de la rutina y se
mantuviera alerta, motivado y entusiasta.
La escuela de liderazgo de los aislamientos
de Subteniente fue la clave para superar
las dificultades propias de un prolongado
periodo de tensión, de un clima adverso y
de la falta de instalaciones adecuadas para
una campaña de 8 meses. Hoy, habiendo transcurrido casi 17
años de los hechos descritos, me siento
doblemente orgulloso de la fortaleza y
lealtad del Infante de Marina, de su con
-
vicción, su profesionalismo y su solida
-
ria entrega. Durante este despliegue no
tuvimos ni una baja, ni un solo enfermo. Nadie manifestó la más mínima queja.
Siempre estuvimos muy listos para
entrar en combate, convencidos de la
victoria, con el ánimo muy alto y un
optimismo excepcional. Ahora, al evocar
estos hechos, sigo convencido que nues
-
tro alto nivel de alistamiento operativo
contribuyó en gran medida a disuadir el
conflicto, destacando como el factor más
relevante de nuestra potencia de com
-
bate el sólido liderazgo ejercido en todos
los niveles de mando y por supuesto el
compromiso de los soldados del mar
con su Unidad, con su Institución y con
la Patria. Es sabido que el compromiso surge
de factores ligados al cálculo práctico
de recompensas económicas y de otros
asociados al buen clima laboral, a la
consideración y respeto que se otorga al
subalterno y al grado de afecto y empa
-
tía que se logra con la gente.
Generalmente en toda empresa la
compensación más gratificante es la
económica, resultando mucho más moti
-
vador un buen sueldo que cualquier otro
estímulo, pero en la Armada, no teniendo
la posibilidad de mejorar los sueldos,
siempre fue y seguirá siendo necesario
crear nuevos incentivos para lograr per
-
sonal más comprometido con su trabajo. La acción de reconocer pública
-
mente la labor bien hecha, capacitar y
facultar al personal para que asumiera
mayores responsabilidades me dio,
reiteradamente, excelentes resultados,
pudiendo comprobar que esa expre
-
sión de confianza generó siempre el
fuerte compromiso de no fallarle al
Comandante. El personal comprometido
afectivamente, tuvo en todo momento,
actitudes positivas, estando mejor dis
-
puesto para hacer más que lo estricta
-
mente exigido. Se sentía realizado en
su trabajo y valoraba la relación más
cercana con su Comandante ofreciendo
su cooperación espontánea, entregando
más de su tiempo y de sus conocimien
-
tos en beneficio de su Unidad. Patrullaje de largo alcance bajo clima muy frío y hostil.
GASTÓN ARRIAGADA RODRÍGUEZ
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Lo anterior me llevó al convenci -
miento que el compromiso afectivo del
personal con la Armada, va mucho más
allá de la buena disposición que pueda
manifestar producto de la recompensa
económica que recibe. Su actitud es
una retribución y reconocimiento a la
excelente acogida y facilidades que la
Institución le ofrece, lo cual todo marino
valoriza y refleja en el orgullo que siente
por formar parte de ella.
Factores Claves para Generar
Confianza.
Existen varios factores que influyen
en la generación de confianza y en la
aceptación del compromiso, siendo los
más relevantes: el afecto, la integridad el
reconocimiento y el servicio a lo demás. El afecto, es ese sentimiento que se
logra a través del conocimiento íntimo
de la persona, que va más allá del frío
vínculo de trabajo o relación de servi
-
cio. El afecto surge del contacto social
y del conocimiento recíproco. De una
conversación de pasillo, como de la sana
convivencia. Del saludo diario, como de
la sonrisa de un encuentro. De la mejor
disposición para acoger una propuesta
o simplemente de una buena comuni
-
cación. También dependerá del tiempo
que estemos dispuestos a entregar al
compañero o al subalterno para escu
-
charle o atenderlo. Exactamente ese
calor humano, emotivo y transparente
es el sentimiento que debemos entregar
para recibirlo recíprocamente. Cuando
nace el afecto, motiva la confianza y la
confianza genera el compromiso. La integridad es sinónimo de trans
-
parencia. Un verdadero líder no puede
mantener nada oculto. Sus actos deben
ser el reflejo de su pensamiento, de sus
valores y principios. No existe una acti
-
tud que el subordinado rechace con más
fuerza que el doble estándar o la falta de
coincidencia entre lo que el Jefe exige y
su conducta personal. La integridad es
virtuosa y ejemplar, por ello se proyecta con facilidad y quien la posee es respe
-
tado y admirado. El reconocimiento estimula la
motivación, aumenta la seguridad en
sí mismo y la autoestima, al poner en
evidencia que las acciones desarrolla
-
das están bien encaminadas y la actitud
para enfrentarlas es la correcta, todo lo
cual facilita asumir riesgos y aportar
ideas nuevas para un mejor servicio. La
mejor manera que la gente sepa que se
le valora, es elogiando toda acción posi
-
tiva, venciendo el prejuicio y la mala cos
-
tumbre de creer y aceptar que quienes
hacen bien su trabajo sólo están cum
-
pliendo con su deber. Lamentablemente,
siempre nos cuesta menos corregir lo
malo que destacar lo bueno.
El servicio a los demás contribuye
también a fomentar y preservar la con
-
fianza. La cooperación o apoyo que el
líder brinde a su gente, garantizará en
gran medida el éxito en su gestión, para
ello deberá estar siempre muy conciente
de las necesidades de su personal, del
mayor bienestar que pueda proporcio
-
En un verdadero líder, sus actos deben ser el reflejo de su pensamiento, de sus valores y principios.
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narles, de valorar y reconocer sus méri -
tos y potencialidades y de estimular el
esfuerzo individual y colectivo. La comunicación fluida y opor
-
tuna juega un papel preponderante al
momento de generar confianza, resul
-
tando imprescindible mantener al per
-
sonal debidamente informado de las
decisiones más trascendentes que se
adopten y de cuanto se espera de ellos
respecto de los desafíos futuros que la
Unidad u organización emprenda.
Conclusiones.
− La confianza es la esperanza cierta
que se tiene en una persona y surge
cuando hay coincidencia entre sus
valores y su conducta. Por lo tanto,
los seguidores estarán mejor dispues
-
tos a confiar en su líder, si lo que dice
coincide con lo que hace.
− La delegación de autoridad en el sen -
tido de traspasar funciones, asignar
responsabilidades y facultar al sub
-
alterno para tomar decisiones consti
-
tuye la mayor expresión de confianza
y señal de respeto administrativo. Sin
confianza, la habilitación o delegación
de funciones es imposible.
− La confianza en sí misma es seguri
-
dad, aliento y valor para crear, actuar y
participar. Quien no se tiene confianza,
quien es inseguro, no está destinado
a dirigir a nadie. El hombre seguro
de sí mismo decide bien e inspira
confianza. Por el contrario la insegu
-
ridad y baja autoestima le hace sentir
incompetente, necesitando mandar en
forma autoritaria para sentirse pode
-
roso. Las actitudes de un líder inse
-
guro resultarán siempre agresivas, y poco flexibles, creando subordinados
incompetentes que actúan más por
temor, que por convencimiento.
−
El compromiso, como resultante de
la obligación moral contraída, de la
palabra dada, de la fe empeñada por
parte de los subordinados respecto
de su Comandante, constituye la
expresión más representativa de un
sólido liderazgo. Lograr que el perso
-
nal sienta la convicción de “no fallarle
al hombre”, es producto de una
entrega muy transparente y sincera a
los demás. Es el fruto de la preocupa
-
ción por la gente y por su bienestar,
de la valoración de la persona, del
reconocimiento a la labor bien hecha,
de la cercanía y consideración del
subalterno, pero por sobretodo, es la
mayor demostración de la confianza
obtenida gracias al afecto que el líder
ha entregado y compartido con toda
su dotación.
− Hoy debemos aspirar a un liderazgo
más comprometido con el servicio
a las personas, con su crecimiento y
bienestar. Un liderazgo menos teórico
y más pragmático, menos centralizado
y más comunitario. Menos autoritario
y más participativo. El líder debe ser
como un espejo que refleje el poder de
las personas, que reconoce y fomenta
sus potencialidades y que se une a
ellas para alcanzar el éxito de la orga
-
nización. Su accionar debe ser más
interactivo, más horizontal y cercano a
la gente, de modo que al imponer sus
decisiones considere el aporte de los
demás, aprovechando las capacidades
individuales de sus subordinados y la
energía del conjunto.
* * *
GASTÓN ARRIAGADA RODRÍGUEZ
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