PÁGINA LITERARIA LA MAR CANTA AL CAPITÁN (Homenaje de la Mujer chilena al Marino y al Hombre) M aría Angélica Ramírez * Cu ántas v eces Capitán me pregunté con razón qué pasaba con aquello que había en mi corazón que al intentar darle form a de poem a o de c anc ión naufragaba mi deseo se frustraba m i intención, y de tanto meditarlo descubrí que era temor; es tan modesta m i pluma que es casi una irreverencia intentar que tenga el vuelo que describa tu excelencia, pues no puedo compararte con ningún otro valiente; en ti, encu en tro algo san to que te ilumina y trasciende. Don Arturo Prat Chacón, el más noble caballero el m ás v aliente m ar ino, el ejemp lo m ás señero de un patr iotismo total, de un estr atega s in m ed id a, si de trata de honor de tu tierra tan querida, de ese uniforme que viste más que el cuerpo, un ideal, un compromiso con uno, con la Patria y con el Mar. Cada vez mi Capitán que mirando tus retratos yo me asomo a tu m irada y entro en ella, largo rato, veo la armonía de tus rasgos, de tu frente despejada, veo toda la entereza, de tu noble corazón, veo toda tu fortaleza y veo todo tu ardor. Veo al hombr e, a l cab all ero veo al pr íncip e en cantado, de una nov ela de amor, veo a l joven d espo sado, dueño de un hogar feliz, veo al joven abogado con un destino trazado. De un no mu y le jano f in y me duele tan de veras, como si en es e m omento, me hubiese ido hacia el pasado, en la máquina del tiempo. Y te pienso Capitán intuyendo tu destino, el dolor de tu Carmela, el de tus pequeños hijos y crecido en el dolor de tu entrega inev itab le, desenvainando tu espada, tu salto inconmensurable, que te llev a hasta un a glor ia, que jamás podrá p agarte todo lo que no viviste y todo lo que dejaste. Tu ar engas te a tus hombres para infundirles valor, pero a tu viejo navío, la hablaste con tu dolor, le d ijiste a la corbeta: tú bajarás al abismo, la m ar se abr ir á amorosa para acoger tu heroísmo; yo saltaré decidido, a la enem iga cub ierta, só lo u n a co sa es se gu r a y es qu e la muer te está cer ca; huele a pólvor a y tristeza huele a s an gre, hu ele a ausencia todo es dolor y violencia, todo es valor e im po tencia, pero vamos hacia Dios, nada pesa en mi conciencia.