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REVISMAR 5/2008
FORMACIÓN DE LA
MARINA MERCANTE EN
CHILE
Daniel Nieto Orriols*
D
esde la formación de la sociedad
hispanoamericana, el ámbito eco
-
nómico fue de gran relevancia. Al
ser un nuevo mundo separado por una
gran masa oceánica, las marinas de los
distintos países debieron ser estables y
suficientes. Los intereses europeos en los
metales preciosos, terminaron por idear
un sistema de flotas y galeones que trans
-
portaban todo el oro, plata y otros meta
-
les, extraídos desde los yacimientos. Para
la Corona Española, empobrecida por
las guerras internas y contra los moros,
el descubrimiento de los tesoros ameri
-
canos fue un beneficio inesperado, pero
a la vez, acrecentó los conflictos con el
resto de las potencias europeas. Se creó
una extensa red de transportes que atra
-
vesaba el Océano Atlántico y que llevaba
cuantiosas sumas de metales preciosos y
otras especies, pero los intereses de las
demás potencias mundiales, llevaron a
grupos de corsarios y piratas a atacar a
las naves durante los viajes, por lo que
el mecanismo debía ser seguro y eficaz.
El sistema de flotas y galeones fue imple
-
mentado por los Austrias, quienes reina
-
ron hasta inicios del siglo XVIII, cuando
Felipe V asumió el gobierno luego de la
Guerra de Sucesión, donde se vieron
involucradas numerosas potencias intere
-
sadas en la ocupación del Trono Español.
A inicios de siglo, la dinastía cambió a la Casa de Borbón, pero para estos efectos,
la Corona de España debió realizar varias
concesiones a los países involucrados en
la guerra. Al firmar la Paz de Utrecht en
1713, los tratados quedaron establecidos.
El más relevante de ellos, para el caso en
cuestión, fue el firmado con Inglaterra,
donde se le otorgaba el derecho de trans
-
portar a América una vez al año un navío
de registro de quinientas toneladas, más
conocido como el navío sin fondo, porque
cargaba especies en alta mar y las ingre
-
saba durante todo el año al continente.
Este sistema, junto con el Reglamento de
Libre Comercio de 1750 y la creación del
Virreinato del Río de la Plata, acrecentó
y dinamizó los movimientos mercantes
mundiales con América. El mecanismo de flotas y galeones,
era demasiado caro y engorroso, enton
-
ces, para simplificar el sistema de trans
-
porte de mercancías, se cambió al de
navíos de registro. Para este efecto, se
creó la Casa de Marina e Indias, donde
se registraban todas las naves que salían
desde Europa con cargamentos hacia
América. La administración borbona se vio
afectada con la independencia de países
como Argentina y Chile. Aunque no es el
objetivo principal de este trabajo tratar
las reformas propiamente tales, es nece
-
sario mencionar los acontecimientos
* Programa de Licenciatura en Historia y Programa de Bachillerato en Humanidades, Universidad Andrés Bello.
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para entender el proceso de formación
de la República de Chile y de su Marina
Mercante.Si bien la Independencia de Chile,
como tal, no fue en 1810, con el estable
-
cimiento de la Primera Junta Nacional
de Gobierno, se efectuó una separación
de facto con la Corona Española. Entre
1811 y 1814, se dispusieron varias leyes
con respecto a la organización nacional
y, aunque algunas no se cumplieron a
cabalidad, lo importante es que durante
la Patria Vieja, existió un gran interés por
formar una República independiente en
todos los aspectos. Como se mencionó
anteriormente, luego de la Primera Junta
de Gobierno y el Congreso de 1811, Chile
sufrió una serie
de cambios en su
administración que,
en 1814, se vieron
interrumpidos por la
Reconquista Espa
-
ñola. Es necesa
-
rio recordar que el
Virreinato del Perú
aún era parte de la
Corona durante el
proceso de indepen
-
dencia y Chile, en conjunto con Argentina
ayudaron a su independencia, probable
-
mente en ayuda de la Causa America
-
nista, inspirada en los Estados Unidos.
Desde los primeros años de Chile como
República, se intentó formar una Escuadra
Nacional y una flota de Marina Mercante.
Como cualquier proceso humano, fue un
largo camino recorrido hasta el estableci
-
miento de leyes que funcionaran correcta
-
mente en beneficio del país, pero a pesar
de los vaivenes del período, se logró dar
los primeros pasos que llevaron al funcio
-
namiento de una marina de cabotaje para
banderas chilenas y extranjeras; se fijaron
estatutos, impuestos aduaneros, disposi
-
ciones legales, etcétera. Lamentablemente, lo efectuado durante ese período dejó de
tener efecto con la Reconquista Española
durante el período de 1814 a 1817. En la
Patria Vieja, la Junta de Gobierno debió
luchar contra varios factores, entre ellos
estaban la inexperiencia política de la
clase dirigente, la resistencia española en
el Virreinato del Perú, Chiloé y los conflic
-
tos económicos en que confluyeron éstos.
La junta de Gobierno de 1813 con
-
sideraba el ámbito comercial, como
fundamental para el desarrollo interno
y externo del país. Para mantener el
orden, era necesario sostener la resisten
-
cia contra el Perú y el intercambio marí
-
timo era parte fundamental del sistema
de recaudación de fondos y en 1813, aparecen las prime
-
ras leyes dirigidas a
la marina mercante.
Hacia 1811 se había
reconocido la aper
-
tura de puertos con
todas las banderas
amigas, pero en el
Reglamento de Libre
Comercio de 1813 se
fijaban las primeras
tarifas aduaneras
del 30% sobre las especies extranjeras
importadas y se estableció un sistema
proteccionista, fomentando la industria
nacional; prohibiendo la internación de
algunas especies como vino y licores,
con el fin de incentivar la vitivinicultura
chilena y rebajando las tarifas para los
barcos con bandera nacional. “El decreto de libertad de comercio
fue reglamentado en la famosa Apertura
i Fomento del Comercio i Navegación de
marzo de 1813, conocida también con el
nombre de Reglamento de Libre Comer
-
cio de 1813. Este reglamento estableció
una tarifa de 30% ad valorem sobre la
internación de mercaderías y productos
del extranjero”
1.
1.- Véliz, Claudio. Historia de la Marina Mercante de Chile, Capítulo I. La libertad de comercio y el monopolio nacional del cabo - taje. Página 22.
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“Si el barco en que venía la merca -
dería había sido construido en el extran
-
jero, pero dos tercios de la tripulación
de capitán a paje eran de nacionalidad
chilena, entonces los derechos de impor
-
tación a pagar ascendían sólo al 22% ad
valorem. Finalmente, si además de tener
los dos tercios de la tripulación de nacio
-
nalidad chilena, el casco era construido
en Chile, los derechos bajaban automáti
-
camente al 12% ad valorem” 2.
En la Patria Nueva, las relaciones
comerciales marítimas aumentaron
considerablemente y en 1818 hubo un
numeroso arribo de naves mercantes
extranjeras en busca de cobre y meta
-
les preciosos como
carga de retorno. A
pesar de la mejo
-
ría en las relaciones
exteriores y de los
logros en el aspecto
de la marina mer
-
cante, uno de los
tantos problemas
que debió enfrentar
el Gobierno, fue la
falta de marineros
por causa del corso. “El atractivo del corso era tal que
incluso el gobierno se vio en duros aprie
-
tos para poder integrar las tripulaciones
de la primera escuadra nacional. Blanco
Encalada informaba a O`Higgins en 1818
de la “repentina desaparición (de Valpa
-
raíso) de más de trescientos marineros
que, según tengo entendido, marcha
-
ron para Coquimbo y otros puertos de la
costa con el fin de embarcarse en los cor
-
sarios a quienes S.E. el Supremo Direc
-
tor tuvo a bien concederles la salida” 3.
Durante los primeros años, el cabo
-
taje había quedado reservado sólo para
las naves nacionales, pero debido a los
problemas de índole económico por
causa de las guerras de la independencia y la causa americanista, se terminó con
la protección del cabotaje para naves
nacionales y se abrió a otras banderas
en 1820.
El reglamento de 1822 es de denotada
importancia, en éste se reclasificó puer
-
tos, se establecieron nuevas tarifas en los
derechos de puerto y se agregó una nueva
definición de cabotaje y sin duda, lo más
relevante fue la apertura a todas las ban
-
deras, abandonando el proteccionismo.
Hubo una maduración del Estado, ya que
se reconoció que el comercio marítimo
no podía quedar sólo en manos nacio
-
nales, en parte por la falta de capitales
causada por el desinterés en la inversión naviera, estas ins
-
tancias hacían insu
-
ficiente el desarrollo
económico ultrama
-
rino y de cabotaje. El
reglamento tenía sus
pormenores; no era
lo suficientemente
claro en su contexto
en cuanto a las tari
-
fas y clasificaciones
de puertos, había
dudas con respecto
a Valparaíso y la nueva definición de
cabotaje no era del todo clara, por ende,
el Gobierno dictó en su reemplazo un
nuevo reglamento llamado; Ampliación al
Reglamento de 1813. En él, se rescataban
algunos artículos anteriores y si bien el
ideal no era del todo proteccionista, exis
-
tía un interés porque los buques chilenos
tuvieran mayores beneficios. Entre algu
-
nas disposiciones el reglamento señala lo
siguiente: ”... mantenía el principio de las tasas
diferenciales a favor de los barcos chi
-
lenos, siempre que éstos estuvieran
matriculados en un rol especial, con una
patente renovable cada dos años de un
valor de cien pesos, para navíos de tres
2.- Opus Cit. Pág. 23.
3.- Opus Cit. Pág. 25.
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palos y cincuenta pesos para los de dos
palos” 4.
Bien se puede encontrar en el
período una inestabilidad en la promul
-
gación de leyes y reglamentos, las dis
-
cusiones entre los grupos con poder
político y económico abundaron, pero no
sólo en lo que respecta a la Marina Mer
-
cante, sino también, en el orden ideoló
-
gico y cultural.
“Los años que siguen a los suce
-
sos de la Emancipación están marca
-
dos por una crónica política de altos
y bajos en una sucesión tan apretada
como difícil de entender. Después de la
caída de O`Higgins, en enero de 1823,
se siguieron los gobiernos del general
Ramón Freire, Manuel Blanco Encalada
y Francisco Antonio Pinto, en los que se
ensayaron distintos sistemas constitu
-
cionales sin que hubiese una real esta
-
bilidad política” 5.
“Todo proceso de descolonización
envuelve un problema de organización
del Estado; de adaptación de la vida
social a los nuevos ideales proclamados
por la emancipación”
6.
“Llenos de fe en el futuro presidie
-
ron un período de agitación cívica muy
saludable, desde que terminó con una
feliz adaptación de la teoría jurídica a
las realidades concretas. Los estadistas
estuvieron animados por un propósito
elevado; por una meta muy definida:
buscar y encontrar la debida correspon
-
dencia entre el derecho y la realidad” 7.
Con la partida de O`Higgins y los
siguientes gobernantes como Freire,
Blanco Encalada, Francisco Antonio
Pinto e incluso en los inicios del decenio
de Prieto, la situación política se tornó,
a veces, un poco turbulenta. La confu
-
sión política y social, sumada a las gue
-
rras de independencia y a la mantención
de los ejércitos libertadores, en especial el enviado a Perú, hizo del período una
situación dificultosa para normar y esta
-
blecer leyes definitivas. Más del 50% de
los ingresos del Estado se invertían en
las Guerras de la Independencia, por
ende, la situación económica hacía difí
-
cil la inversión estatal en la Marina. Por
otro lado y un efecto importantísimo que
sufrió el comercio marítimo fue la poca
inversión de capitales particulares chi
-
lenos. La situación a veces inestable, la
seguridad y conveniencia de inversión en
la agricultura, en especial de la minería,
dejaban de lado la mercantil marítima,
por lo que se tomaron nuevas decisiones
con respecto al plano de disposiciones
legales y de beneficios proteccionistas
que se vieron reflejadas posteriormente.
Con la Guerra Civil de 1828, los
conflictos y descontentos entre consti
-
tucionalistas, liberales y el asedio cons
-
tante del ejército hacia el gobierno, se
tomaron determinaciones tajantes en
cuanto al orden de la República. Con
Prieto como presidente y Portales como
ministro, quien pensaba en el poder del
gobernante frente a todo lo demás y en
una voluntad intransigente que se impo
-
nía sin reparo, pero sin duda de gran
4.- Opus Cit. Pág. 38.
5.- Villalobos. Sergio. Historia de los Chilenos. Tomo 2, Pág.57.
6.- Heise. Julio. Años de Formación y Aprendizaje Políticos 1810-1833. Tercera Parte, Capítulo I, Emancipación y Organización del
Estado, Pág. 100.
7.- Opus Cit.
Abdicación de Bernardo O’Higgins.
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inteligencia, ocurrieron algunos cambios
dentro del aspecto mercante. Las ideas
de Portales frente al estado de la marina
en general, no fueron del todo novedo
-
sas, su intento por proteger el comercio
y las actividades nacionales, se refleja
-
ban en un proteccionismo de orden mer
-
cantilista que se veía desde los inicios
de la República. Por otra parte, la idea
de crear una Escuela Náutica tampoco
era nueva, para 1834 cuando se funda la
Escuela Náutica de Valparaíso, promo
-
vida durante el ministerio de Portales,
ya habían existido dos anteriormente,
que por falta de alumnos interesados y
profesores habían sido clausuradas. Lo
mismo ocurrió en 1844 con la fundada la
década anterior. Durante los diez años que siguieron
a 1848, se intentaron diversas formas
de educar a los marinos de la época, sin
duda la más pintoresca y que, en sus ini
-
cios tuvo algunos resultados positivos,
fue la de instruir a un pequeño grupo
de cadetes de la escuela militar a bordo
de la Fragata “ Chile”, allí se les hacía
cursos sobre navegación y cuestiones
navales. A pesar de los esfuerzos y de
la inversión realizada en traer a Chile
a profesores extranjeros, el interés por
parte del alumnado fue disminuyendo,
por ende también la cantidad. El sistema
fracasó y también los que le sucedieron.
La actual Escuela Naval, data del año
1882 y entró en funcionamiento, gracias
a un decreto promulgado el 7 de mayo
del año anterior. Es interesante desta
-
car que durante el período de la Orga
-
nización Nacional hubo varios intentos
por establecer un Centro de Instrucción
Marítima, la idea de Portales no fue la
primera ni la última y los problemas que
debió enfrentar el Estado en esta mate
-
ria fueron de diversa índole.
Durante las décadas de 1830 a 1850,
se vivieron muchos cambios en las
normas de navegación y comercio marí
-
timo. Se reflejan muchos esfuerzos, si
se analiza la gran cantidad de decretos y leyes para establecer la navegación,
formación, cabotaje, aranceles, entre
otros, siempre promoviendo a la indus
-
tria nacional. Basta revisar las leyes de
navegación de 1836 que en su artículo
veintitrés declara que la tripulación de
los buques chilenos debía estar consti
-
tuida, por lo menos, en su cuarta parte
de marineros chilenos, de la mitad en
1838 y de las tres cuartas partes después
de 1839. La ley, también se preocupó de
la nacionalidad del capitán, que debía
ser chileno. Más importante que revi
-
sar las leyes propiamente tales, es pre
-
ponderante analizar la complejidad del
período, las disputas entre armadores,
Estado, intereses, aranceles, competen
-
cia internacional y cómo falta de acuer
-
dos entre los grupos de armadores y el
Gobierno se acrecentaron con el tiempo
debido a las disposiciones que se debie
-
ron tomar. A partir de 1848 la situación
de la Marina Mercante y del país cambió
radicalmente. El proteccionismo más
o menos fomentado durante los años
anteriores se vio atacado y así también
los armadores chilenos.
En 1848, se tomó la determinación
imperante de derogar lo establecido doce
años antes en las leyes de navegación
de 1836. El proteccionismo empleado
en Chile hasta la época no era tan bene
-
ficioso como lo sería abrir el comercio
a banderas extranjeras. Como se men
-
cionó anteriormente, los recursos e inte
-
Temporal en Valparaíso.
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reses de los nacionales, en la mayoría
de los casos no estaban enfocados en el
negocio de la marina mercante, por lo
que, el cabotaje realizado, no bastaba,
en consecuencia, había lugares de Chile,
en especial al sur, donde los recursos
escaseaban. Con la apertura del cabo
-
taje a otras banderas, como el caso de
Inglaterra, algunos de estos problemas
se solucionaron. Otro de los factores que
llevaron al Estado al abandono del pro
-
teccionismo fueron las consecuencias de
la Fiebre del Oro en California. Con el descubrimiento de oro en
California, la situación en Chile presentó
aristas positivas y negativas. En primer
lugar, el Estado debía pagar las deudas
contraídas en los años pasados para el
financiamiento de las guerras comenta
-
das anteriormente, el problema principal
era que existía una deuda flotante, no
se tenía certeza de cuál era el total de lo
debido entre prestamistas extranjeros
y nacionales. Por otra parte, las expor
-
taciones de trigo al Perú habían dismi
-
nuido considerablemente, entonces, la
Fiebre del Oro en California vino a ser
un salvavidas excepcional. La gran can
-
tidad de interesados en buscar suerte
en Norteamérica fue crucial para el des
-
pliegue económico de Chile. Durante la
época, las exportaciones de trigo fueron
sólo comparables con las llevadas a Aus
-
tralia o al Perú, luego del terremoto del
siglo XVIII. Pero el interés por hacerse
rico no era sólo de norteamericanos,
sino que afectó a población diversa del
mundo. Chile no fue la excepción, enton
-
ces, cientos y luego miles de chilenos se
mudaron a California en busca de suerte
y el fenómeno afectó a muchos de los
marineros que tripulaban los buques. De
manera impresionante la mayoría de la
flota mercante nacional se encontraba
en California, pero sin tripulación para su
regreso, por lo tanto el Gobierno debió
tomar medidas para suplir las necesida
-
des marítimas. Así, en 1849 se optó por
abrir el cabotaje a todas las banderas. A este acontecimiento, se suma la dis
-
posición tomada por Estados Unidos de
caducar el Tratado de Comercio y Amis
-
tad suscrito entre ambos países en 1832.
Más de la mitad de las exportaciones
chilenas iban a California, por lo cual
se debió adoptar alguna medida que
amortiguara o eliminara estos nuevos
impuestos, de manera que el 16 de julio
de 1850, el Gobierno derogó la legisla
-
ción que establecía derechos diferencia
-
les a las naves chilenas. La respuesta de
los armadores nacionales fue adversa
ante los acontecimientos, pero el Estado
no dio paso atrás y los resultados fueron
visibles inmediatamente, porque durante
los primeros cinco años que sucedieron
a la disposición, el aumento del tonelaje
de bandera nacional aumentó considera
-
blemente, aunque luego se vieron gra
-
vemente afectados. Si bien existen otros
factores que incidieron en el aumento
de fletes y tonelaje mercante, es indis
-
cutible que la apertura del cabotaje a
todas las banderas y más aún, la elimi
-
nación de los derechos diferenciales,
dieron un vuelco al panorama anterior
y se dio inicio a una nueva carrera por
el comercio marítimo, donde buques
chilenos debieron combatir con extran
-
jeros por ganar concesiones guberna
-
mentales, tal fue el caso de establecer
una carrera regular al sur del país donde
la concesión la obtuvo la Pacific Steam
Navigation Company, aunque más tarde
se abrió el campo a otras compañías. En
marcos generales, la derogación de los
derechos diferenciales y la apertura del
cabotaje a naves extranjeras estableció a
un gran número de foráneos dentro del
comercio mercante, entonces, la Marina
Mercante Nacional, se vio afectada de
forma negativa por la supremacía exis
-
tente por navieras internacionales. Sería
fácil culpar al Gobierno por tal efecto,
pero aun cuando existían derechos dife
-
renciales, los inversores chilenos no se
interesaron en la marina. Los fenómenos
ocurridos durante el período de 1849 a
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1859 concluyeron en una competencia
donde los extranjeros, por tener mayor
experiencia e interés de inversión gana
-
ron numerosos beneficios.
Para 1865 la Marina Mercante chi
-
lena estaba casi destruida, pero no fueron
sólo las consecuencias descritas anterior
-
mente las que la llevaron a su decaden
-
cia, sino que aparecen otros aspectos de
importancia; como la guerra con España.
Durante este período sus registros desa-
parecieron, pero cuando más adelante se
reanudaron, la marina recuperó y superó
sus niveles anteriores. La guerra se desarrolló en el Pací
-
fico, España, intentando cobrar ciertos
privilegios que se le habían concedido
años antes por parte de los peruanos,
pretendió tener la supremacía, tal vez,
más psicológica que real. Los verdade
-
ros orígenes de la guerra son difíciles
de dilucidar, hacía cuarenta años que el
Perú había reconocido ciertas deudas
con España y los europeos decidieron
cobrarlas. Si el motivo real de la guerra
es el de la deuda o tal vez, un rencor por
la independencia no es el tema a discu
-
tir, pero es necesario entender que para
Chile, el enfrentamiento tuvo consecuen
-
cias nefastas. Cuando estalló el conflicto
español - peruano, Chile apoyó a estos
últimos, si bien no desde un punto de
vista bélico, sí moral. Al enterarse España
de la opinión chilena frente a la guerra
y de las ridiculizaciones emitidas públi
- camente, exigió que se le reconociera
el Pabellón Nacional con veintiún caño
-
nazos al pasar con sus buques frente a
las costas chilenas. Como el Gobierno
no aceptó la exigencia peninsular, los
buques españoles realizaron un bloqueo
comercial en los puertos del pacífico chi
-
leno. Este, tal vez, fue el fin de la Marina
Mercante Nacional, si bien ya se venía
dando una disminución considerable de
las actividades, el bloqueo comercial ter
-
minó por destruirla, de hecho los regis
-
tros de 1866 no existen. Pero al terminar
la guerra, no sólo se obtuvo beneficios
bélicos (como la captura de la “
Cova -
donga” en el Combate Naval de Abtao),
sino también comerciales, ya que, la
Marina Mercante se recuperó y sobre
-
pasó los tonelajes anteriores a la guerra.
Si bien la situación mercante chilena
durante la guerra bajó considerable
-
mente, se debe dilucidar qué es lo que
significa esta situación, porque el hecho
de que no se encuentren registros de
buques chilenos realizando actividades,
no quiere decir que no las haya habido
de alguna forma. Para el caso de la
guerra, muchos de los buques chilenos
cambiaron a bandera neutral, con la ley
chilena de 1864 tenían casi los mismos
privilegios llevando cualquier bandera,
de esta forma podían buques chilenos,
pero matriculados momentáneamente
bajo otra bandera, efectuar relaciones
comerciales. El tráfico comercial no dis
-
minuyó y la guerra con España fue algo
más formal que real, además de bom
-
bardeos españoles en Valparaíso, los
buques chilenos no entraron en conflicto
con los peninsulares, por otra parte el
bloqueo comercial era hacia los buques
de bandera chilena y una gran parte de
los armadores nacionales cambiaron
bandera durante el período. Entonces,
es menester comprender que, la guerra
no evitó los movimientos comerciales
en los puertos chilenos como podría
pensarse, las actividades se llevaron a
cabo de igual forma, sólo que bajo otra
Bahía de Valparaíso en el siglo XIX.
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bandera, entonces aunque los buques
y mercaderías estuvieron matriculados
como extranjeros, de alguna forma, eran
los armadores chilenos quienes comer
-
ciaban. De todos modos, no faltaron los
conflictos entre buques chilenos con
banderas neutrales que fueron descu
-
biertos transportando soldados chilenos
por el país y hacia Perú. Con el término de la guerra, como
se comentó con anterioridad, hubo un
vuelco grandioso en la Marina Mercante
Nacional, el período de 1866 a 1892 debe
entenderse como la vuelta a la vida de
la Marina Mercante y como un proceso
de introducción de
tecnologías a nivel
mundial. La masifi
-
cación de la nave
-
gación a vapor y la
apertura del canal de
Suez fueron aspec
-
tos que revolucio
-
naron el comercio
mundial, tal vez no si
se les revisa exhaus
-
tivamente en cifras y
consecuencias direc
-
tas, sino en cuanto a lo que significaron
a nivel industrial y psicológico. Además, para Chile el descubrimiento
del Mineral de Caracoles fue un detonante
para la constitución de numerosas socie
-
dades anónimas navieras. El campo de
inversión cambió y los capitales de riesgo
fueron transportados hacia la industria
naviera. La gran cantidad de combustible
disponible, la revolución tecnológica que
crecía rápidamente y los intereses de chi
-
lenos por invertir en dicha industria, se
vieron reflejados en la cuantiosa creación
de estas sociedades. Indudablemente, la
más importante de todas fue la Compañía
Sudamericana de Vapores, luego de varias
fusiones. Durante el período de 1866 a
1892, la compañía obtuvo numerosas con
-
cesiones estatales, las que fueron retri
- buidas por la misma, al Estado durante
la Guerra del Pacífico. En el conflicto con
Perú y Bolivia, apareció un nuevo rubro de
transporte al norte del país. Al instalarse
tropas chilenas en el territorio, el movi
-
miento naviero fue considerado como
cabotaje, por ende, la Compañía Sudame
-
ricana, incluso al término de la guerra y
con su alto posicionamiento, aprovechó de
buena manera durante algún tiempo. Pero
la carrera hacia Europa se vislumbraba
con mejores posibilidades, el transportar
salitre y devolverse cargados con carbón
presentaba una mejor expectativa que la
carrera hacia el norte del país, en la que no se aprovechaba
el regreso trayendo
cargamento de
importancia.“Fue, precisa
-
mente, en el campo
del comercio exterior
transoceánico donde
se presentaron las
mejores oportunida
-
des para desarrollar
una industria naviera
de importancia: las
ventajas que ofrecía el tráfico salitrero
eran óptimas sólo para los empresarios
que estuvieran dispuestos a efectuar la
travesía hasta Europa y retornar con sus
naves cargadas con carbón”
8.
Pero al paso de pocos años, el clima
para la Marina Mercante cambió nue
-
vamente. Luego de un buen posiciona
-
miento y recuperación después de la
Guerra del Pacífico, sufrió la amargura de
los inversionistas en el salitre. Al parecer,
en el mineral, se vislumbraba un mejor
futuro comercial, por lo tanto, la indus
-
tria naviera quedó nuevamente sin inver
-
siones importantes y aunque el Estado
renovó las subvenciones establecidas
hacía diez años, incluso mejorándolas,
con el tiempo, las políticas gubernamen
-
tales se enfocaron en la inversión alter
-
8.- Opus Cit. Pág. 254.
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nativa en las exportaciones salitreras.
Entonces, las Industrias Navieras sufrie
-
ron estancamientos por el resto del siglo
XIX y sólo se recuperaron en los inicios
del siglo XX, donde también debieron
sufrir las vicisitudes de un complejo sis
-
tema mundial, pero donde sin duda se
estableció de forma rígida y permanente
la Marina Mercante
de Chile. Es verdad que
la Marina Mercante
de Chile, en nues
-
tros días, se encuen
-
tra establecida y es
indudablemente
importantísima para
el desarrollo eco
-
nómico del país,
pero es necesa
-
rio comprender la
complejidad de su
formación. La his
-
toria nacional está
llena de disturbios
políticos, sociales,
económicos y cul
-
turales, y el caso de
la Marina Mercante
no es la excepción.
Para comprender el
desarrollo de Chile, es necesario abrir
los parámetros hacia el extranjero, ya
que, los países e incluso instituciones,
no son entes cerrados que pueden auto
subsistir sin tener relaciones con otros, en especial con el sistema económico
mundial imperante. Todo proceso de for
-
mación y ordenamiento de alguna enti
-
dad, necesita de prueba y error, de altos
y bajos y el caso de Chile, a pesar de no
presentar un desorden inminente como
otros países de Hispanoamérica en su
proceso de Independencia y República,
no estuvo exento
de inestabilidades.
En este estudio, se
refleja la confusión
y posterior orden en
la formación y esta
-
blecimiento de una
Marina Mercante
nacional, que a pesar
de las dificultades,
que no fueron pocas
desde cualquier
punto de vista, logró
establecerse de
buena manera. Los
reglamentos, leyes,
tratados y socieda
-
des entabladas a lo
largo de la historia
de Chile, hablan de
una personalidad
cívica y de respeto
que, a pesar de deci
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siones que en instancias no fueron las
más adecuadas, existió, la mayoría de
las veces, la intención de solucionar pro
-
blemas y organizar un país de manera
ordenada y basada en la legalidad.
BIBLIOGRAFÍA
1.- Heise. Julio. Años de formación y aprendizaje políticos. 1810-1833. Editorial Universitaria. 1978.
Chile.
2.- Véliz, Claudio. Historia de la Marina Mercante de Chile. Ediciones de la Universidad de Chile. 1961. Chile.
3.- Villalobos, Sergio. Historia de los Chilenos, Tomo 2. Editorial Taurus. 2007. Chile.
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DANIEL NIETO ORRIOLS
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