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El Continente Antártico espacio de cooperación internacional

  • SEBASTIÁN PALACIOS RIUS

Por SEBASTIÁN PALACIOS RIUS

  • Fecha de recepción: 17/04/2024
  • Fecha de publicación: 22/08/2024. Visto 599 veces.
  • Resumen:

    El factor que más ha contribuido al statu quo del continente blanco esta dado porque la Antártica es un territorio inhóspito, lejano y que no permite la vida humana. El Sistema del Tratado Antártico ha sido una fórmula eficiente para dar solución a las controversias y si bien este no soluciona las controversias que existen ha permitido la convivencia de los Estados, que pese a la diferencia de poderes nacionales relativos todos han contado con una oportunidad de igualdad jurídica. 

  • Palabras clave: Antártica, realidad, cooperación, desafío.

“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito" (Shackleton, 1914) 

Este fue el anuncio que publicara en la prensa de Londres Sir Ernest Shackleton para reclutar hombres que lo acompañaran en su travesía expedicionaria hacía la Antártica. Las características inhóspitas del continente blanco no se dejaron esperar y prontamente frustraron la expedición del “Endurance” que se vio atrapado en el hielo del mar de Weddell, quebrándose y hundiéndose, dejando naufraga a la dotación inglesa en cercanías de isla Elefante. Una joven tripulación chilena a bordo de la escampavía “Yelcho” al mando del Piloto 2º Luis Pardo Villalón, logró la peligrosa hazaña del rescate de los 22 náufragos británicos el 30 de agosto de 1916.  

Estos hechos ocurridos en la segunda década del siglo XX, años antes de que entrara en vigor el Tratado Antártico (TA) nos empiezan a mostrar elementos que darán forma a lo que se presentará durante el trabajo: una tripulación británica en exploración, las características propias e inhóspitas de la Antártica y una tripulación chilena acudiendo al rescate; cooperación internacional en el continente blanco. 

El Tratado Antártico firmado hace más de 60 años y el sistema forjado alrededor de él con la incorporación del protocolo de protección medioambiental y las convenciones de conservación de recursos naturales han demostrado ser un éxito de la diplomacia internacional, han logrado mantenerse en un statu quo que ha hecho que todos los países firmantes y los que se han ido incorporando con los años respeten lo consagrado en sus inicios: el uso pacífico y para la ciencia del continente blanco, el congelamiento de las reclamaciones soberanas sin renuncia y el establecimiento de un sistema antártico internacional basado en la preservación de los recursos naturales. Esta situación de statu quo no deja de sorprender y pese a que el TA tiene una duración indefinida, este no puede asegurar su inalterabilidad y permanencia en el tiempo, por lo tanto, es interesante analizar cuáles han sido los elementos o factores que han contribuido a esta estabilidad duradera, en atención a que los riesgos y amenazas en un sistema internacional cambiante y volátil podrían hacer que este régimen sufra alteraciones afectando a una región que no ha sabido de guerras desde su descubrimiento. 

El autor quiere proponer que el factor que más ha contribuido al statu quo del continente blanco esta dado porque la Antártica es un territorio tan inhóspito, desafiante, lejano y que prácticamente no permite la vida humana auto sustentada, que los Estados han encontrado que la forma más eficiente para dar solución a sus aspiraciones en este territorio, impulsados por sus intereses nacionales, ha sido la cooperación en torno a lo propuesto por el TA. Para demostrar esto se usará lo propuesto por la teoría realista de las relaciones internacionales, en donde los Estados en un sistema internacional anárquico compiten por recursos, prestigio y poder, en un choque de voluntades, donde los equilibrios de poder son los que mantienen la estabilidad en el orden internacional. 

Como primer argumento, el TA no ha solucionado de fondo los conflictos existentes entre los Estados previos a la firma del tratado, si no los ha puesto momentáneamente en conservación que ha resultado en una buena solución para los intereses particulares de los países firmantes. Los descubrimientos realizados por exploradores en el siglo XIX permitieron que se comenzara la época de exploración científica en la Antártica y la explotación comercial de sus recursos marinos (Poblete, 2021). Con el paso del tiempo el acceso a ciertas partes del continente blanco fue mejorando, lo que hizo que algunos Estados alentados por sus intereses nacionales, aduciendo a diferentes argumentos, ya sea históricos, de cercanía, o por derechos por descubrimientos, fueran presentando reclamaciones territoriales en el continente Antártico. En definitiva, previo a la firma del TA, siete países habían presentado formalmente sus reclamaciones territoriales soberanas: Argentina, Australia, Chile, Francia, Noruega, Nueva Zelanda, Noruega y el Reino Unido; hay que agregar además que se superponen entre sí lo reclamado por Argentina, Chile y Reino Unido. Por otro lado, previo al tratado, Estados Unidos y la URSS (actual Rusia), rechazaron categóricamente la posibilidad de reconocer cualquier reclamo territorial, sin embargo, cada uno ha reservado sus derechos a presentar sus reclamaciones sobre el mismo. No se puede dejar de lado el contexto en el que se firma el TA, se vivía la época de la guerra fría, donde el equilibrio de poder se daba en un mundo bipolar, donde era necesario dar una gobernanza a la Antártica, no perpetuando los problemas ni generando nuevas aristas al conflicto. Hans Morgenthau plantea que la cooperación y ayuda es un instrumento de la política exterior de los Estados, acentuando el carácter egoísta de esta; Waltz propone que las conductas y resultados de cooperación se hallan en la estructura del sistema internacional y que estas van cambiando con las variaciones de distribución de capacidades (Pauselle, 2013); visto esto, podemos inferir que el interés egoísta de mantener un área de influencia y maximizar las propias capacidades dentro del sistema internacional, llevan a los países a cooperar entre sí. En este sentido, se ha demostrado que el peso relativo de los países en término del poder nacional de cada cual define el actuar, pese a la condición de igualdad jurídica que posee cada Estado; de esta forma, posiblemente, la principal motivación de la firma del TA pudo prosperar basado en una forma multilateral, sin que ningún país renunciara a sus intereses geopolíticos antárticos, valorando la oportunidad jurídica entre pares que otorgó el tratado a los países con menores capacidades y poder nacional (Valdivia, 2023). Con los años se han unido a los 12 países signatarios, Alemania, Brasil, Bulgaria, China, Corea del Sur, Ecuador, España, Finlandia, India, Italia, Países Bajos, Perú, Polonia, República Checa, Suecia, Ucrania y Uruguay, todos sin reclamaciones territoriales, pero con activas campañas Antárticas; no podemos olvidar a China, que desde 1982 es miembro consultivo del Sistema del Tratado Antártico (STA), en la actualidad, con 4 bases operativas y un actividad Antártica especialmente activa, tampoco ha reclamado territorialidad soberana, sin embargo no ha desistido de su derecho a hacerlo en un futuro (Valdivia, 2023). El STA, especialmente el protocolo ambiental ha dado una estabilidad cómoda para los países signatarios; lo definido para provocar cambios en el TA, que debe ser por unanimidad de las partes y específicamente la que prohíbe la explotación de recursos minerales, que no será revisada hasta el término de la moratoria en 2048, hacen suponer que no debiese haber mayores cambios en el Statu Quo, a no ser que pase algo inesperadoSin embargo, el valor de la Antártica dado por su triple importancia: geopolítica, estratégica y económica (Jordán, 2021), los cambios que están ocurriendo en el sistema internacional, que están cambiado las estructuras y los equilibrios de poder, producto de los inesperados conflictos sociales y bélicos en Europa y el Medio Oriente, el mejor acceso a las rutas de navegación producto de los cambios que están ocurriendo en el clima y la evidencia de movimientos que han hecho en forma unilateral algunos países, producto de sus propios intereses relacionados con la Antártica, como China, Argentina y Rusia, que si bien no han pasado a llevar el TA hasta ahora, hacen pensar que si se podrían erigir condiciones para desequilibrar o generar un cambio en el STA por motivaciones dadas por el cambio de postura de Estados con actitud revisionista, donde sus capacidades e interés nacional sea discordante con lo pactado en los compromisos vigentes (Gómez, 2020). 

Como segundo argumento se quiere plantear que las características propias de la Antártica hacen que, pese a los avances tecnológicos y el incremento de las capacidades relativas de los países, cualquier aventura hacia el continente blanco sea un desafío de proporciones mayúsculas en los ámbitos económicos, logísticos, operativos y de personal, y que a ningún país le resulta rentable hacerlo por sí solo. La Antártica cubre unos 14.000.000 km2, de los cuales menos del 1 % constituyen áreas libres de hielo. Es el continente más frío, más seco, más ventoso y con mayor altura media del planeta. Durante el invierno en el Polo Sur se produce una noche que tiene una duración de 6 meses producto de la inclinación del eje de la tierra. Otro elemento relevante de su característica física es que más del 50% de su superficie se halla por encima de los 2000 m, y cerca de un 25%, a más de 3000 m de altura; la forma más o menos circular hace que la influencia benigna del mar sólo pueda sentirse en las costas, siendo su parte más ancha de aproximadamente 4.500 km de diámetro; esto hace que en la península Antártica y sectores costeros, la temperatura media anual sea de -10°C, pero las temperaturas en el interior sean mucho más bajas llegando incluso a los -89°C durante el mes de julio de 1983. El viento es otro factor para considerar, la circulación atmosférica sobre la Antártica presenta un diseño circular, generando un diseño de vientos constantes provenientes del Oeste, de una intensidad promedio de más de 50 nudos (100 km/h); además hay veces que en las zonas costeras se da un movimiento eólico que supera los 200 km/h, llamado “vientos catabáticos” muy peligrosos para los buques y aeronaves. Respecto de las precipitaciones, la Antártica es uno de los continentes más secos del planeta, mostrando en el sector costero una precipitación anual de entre 500 mm a 1000 mm, pero en la zona interior alcanzan a no más 50 mm en el año (Undurraga, 2023). El mar Austral que rodea a la Antártica limita con los Océanos Pacífico, Atlántico e Indico. El continente Blanco se encuentra a una distancia de 525 Millas náuticas (Mn) con Sudamérica (Cabo de Hornos, Chile), de 1070 Mn con Australia, de 1187 Mn con Nueva Zelanda y de 1781 Mn con África (Carrasco, 2023). Esta descripción hecha de las duras características de la Antártica y de su lejanía, han hecho que las organizaciones internacionales, Estados e instituciones hayan debido crear protocolos y consideraciones especiales para poder cumplir con el desafío antártico, pasando por especificaciones especiales en la construcción de buques y aeronaves con características que permitan la navegación y aeronavegación en ambiente polar, equipamiento personal especial que permita la sobrevida en tan inhóspitas condiciones y la logística necesaria, llevada desde otros continentes, para permitir la subsistencia de las operaciones en el continente blanco. El coronel Marcelo Henríquez, jefe del centro de asuntos antárticos del Ejército de Chile, nos menciona que:  

“Cualquier tipo de actividad científica, logística o exploratoria en este territorio inhóspito, requiere una rigurosa planificación, una logística sólida, fluida, previsora y oportuna” (Henriquez, 2023, pág. 52) . 

En ese aspecto, los elementos más básicos de la planificación de una operación terrestre deberán considerar aspectos de alimentación, suministro de agua, alojamiento, suministro de energía, servicios médicos, comunicaciones, transporte y el retiro de residuos, por todo el tiempo que dure la comisión, ya sea estival o permanente. Desde el punto de vista marítimo, y además de las condiciones para navegaciones de largo aliento, hay que considerar independientes de las capacidades del buque, estos no pueden navegar por la cantidad y calidad del hielo de las aguas y las condiciones meteorológicas reinantes, siendo muy pocos los países que pueden operar en invierno. Y desde el punto de vista aeronáutico, son muy pocas las pistas y las aeronaves que pueden operar todo el año y ninguna que sea todo tiempo (Henriquez, 2023). Habiendo analizado las características de la Antártica y algunos elementos de planificación de una operación en este territorio, podemos darnos cuenta de lo siguiente: los países que históricamente han tenido un mayor poder nacional relativo, como es el caso de Estados Unidos, China y Rusia, se encuentran en una posición bastante lejana del continente Antártico, lo que claramente les dificulta más aun la presencia, control y permanencia soberana en el continente pese a sus grandes capacidades. Por otro lado, países como Chile y Argentina con una posición relativa mejor respecto al territorio antártico, tienen capacidad de poder nacional menor, lo que les dificultaría mantener una presencia, control y permanencia soberana con costos aceptables para este tipo de países. Llevando esto último a la teoría de las relaciones internacionales, el realismo explica la realidad internacional a partir del interés primario de los Estados de maximizar su supervivencia, seguridad y poder (Pauselle, 2013, pág. 81); en este plano Gino Pauselle, en su estudio, nos manifiesta que desde el realismo, la cooperación tendría que ser entendida como una herramienta de promoción del interés nacional, generando mayor seguridad para el Estado donante, sobre todo en la variable geográfica. En el caso de la Antártica, se puede relacionar el interés egoísta de los Estados de mantener un área de influencia en el sector, maximizando cada uno su seguridad frente al peligro que se puede presentar tanto por las características propias de la Antártica, como la de la inseguridad que genera la promoción de intereses de los otros Estados competidores. En este sentido y de acuerdo a lo que ha promovido el STA en cuanto a que la Antártica es un espacio de paz y de ciencia, donde todos los países cooperan entre sí, se ha podido dar la sinergia en que cada uno con sus diferentes capacidades ofrece distintos tipos de apoyo, ya sea de seguridad a la navegación, transporte logístico, tecnología, servicios portuarios y aeroportuarios, rescate, evacuaciones médicas, entre otros, dado que las características de la Antártica así lo han impuesto y así lo seguirán imponiendo.  

A modo de contraargumento, podríamos decir que lo que más ha contribuido a la estabilidad del TA es por el deseo de los Estados de cooperar pensando en un contexto de generar un progreso generalizado de todos en torno al territorio antártico, promoviendo los valores de paz, ciencia, la no proliferación de armas nucleares y la conservación de los recursos naturales. En este sentido, estamos prácticamente citando a las teorías de la escuela liberal, donde la explicación del fenómeno de las relaciones internacionales se da por las preferencias de los Estado y no por el interés nacional. En el mismo estudio se plantea que para los liberales la relación entre los países se da a través de las confianzas que se generan entre democracias, siendo esto la piedra angular de la teoría, al postular que los “Estados democráticos no se hacen la guerra entre sí” (Pauselle, 2013, pág. 83). Con este argumento, los estados buscaran en la cooperación la promoción de los valores democráticos entre los pares, siendo el equivalente internacional para la seguridad. La teoría de las relaciones de cooperación en la Antártica, la sinergia entre países explicadas en el párrafo precedente se daría gracias a la preferencia positiva de los Estados para ayudarse entre sí para progresar igualitariamente, generando así la paralización de conflictos al no haber mayor competencia entre los Estados.  

Para refutar lo mencionado, no podemos dejar de lado que, entre los factores que podrían producir crisis globales, están la escasez de recursos, alimentos, falta de agua y los efectos del cambio climático, entre otros. Nos podemos dar cuenta que una vez que las condiciones para la navegación producto de los efectos del clima abran y faciliten las rutas, existe una posible solución para muchos de los problemas mencionados; la enormidad de recursos naturales no explotados, ser el continente depositario de las mayores reservas de agua dulce del mundo y poseer una fauna marina diversa que podría solucionar los problemas alimentarios. Si se considera todo esto, resulta evidente que los Estados motivados por sus carencias e intereses se verán en la necesidad de competir. Sumado a esto la ambigüedad del TA respecto de las reclamaciones territoriales abre otro foco de conflicto al no haber dado solución definitiva al asunto. En definitiva, son muchos los problemas que el STA ha tenido congelados, pero que no aseguran que no sean fuente de conflictos en el futuro, pasando a ser el tema antártico uno de los regímenes internacionales a los que se deberá prestar atención y resolver. Con lo descrito, se puede decir que en un futuro habrá países que querrán “remecer el tablero” y efectuar revisiones al STA y otros que se inclinarán por mantener el statu quo, para estos últimos, independiente de su poder nacional serán imprescindible las alianzas y un discurso común en torno al STA, para cuando llegue el momento de revisar el tratado tener los argumentos y el respaldo para mantenerlo tal como está (Gómez, 2020). Coincidiendo con las conclusiones del artículo de Sergio Huidobro, las causas más probables del cambio en el statu quo corresponderá a las pretensiones e intereses económicos de aquellos países que tengan la capacidad tecnológica y financiera para poder sostener operaciones de extracción y por aquellos que por querer asegurar el acceso a los recursos antárticos reivindiquen el reconocimiento internacional de su soberanía. 

Recapitulando lo descrito durante el trabajo, se puede concluir lo siguiente: 

El sistema del tratado antártico ha sido un éxito de la diplomacia internacional, permitiendo que por más de 60 años se haya mantenido el espíritu inicial del tratado convirtiendo a la Antártica en una zona de paz, ciencia y cooperación, libre de la proliferación de armas nucleares y conservación de los recursos naturales, ha mantenido los conflictos en statu quo y logrado conservar al sexto continente como el único que no conoce la guerra. 

El tratado antártico no soluciona de fondo las controversias y problemas que existían previo a la firma del tratado ni tampoco presenta mayores herramientas para dar solución a los nuevos problemas que han ido surgiendo. El tratado, basado en la teoría realista de las relaciones internacionales, ha sido una formulación efectiva y eficiente para permitir que los Estados mantengan su área de influencia en la Antártica maximizando capacidades jurídicas de igualdad pese a la diferencia de poderes nacionales relativos entre los países firmantes. 

Las características desafiantes, inhóspitas y de lejanía de la Antártica, han sido el principal factor que ha contribuido a la mantención del statu quo en el continente, debido a que ningún Estado ha sido capaz de mantener, sin costos altísimos, la operación segura y eficiente en el territorio antártico, siendo estas condiciones las que han promovido la sinergia que se ha dado entre los Estados en pos de sus intereses nacionales en el continente blanco, convirtiéndolo en un espacio de cooperación internacional. 

Para finalizar y reflexionar, podemos ver que el continente antártico desde su descubrimiento se ha convertido en un polo de atracción para la humanidad, no conoce de guerras y quizá responde a muchas de las interrogantes del hombre. Ha sido, es y será un tema que atender, y será responsabilidad de todos mantenerla al servicio de la paz y la de la ciencia. Nuestro país, signatario original del tratado, deberá promover la vocación Antártica por derecho, reforzando su soberanía en el alero del derecho internacional y de los compromisos adquiridos, convirtiéndose por su cercanía en la principal puerta de entrada a la Antártica. 

Bibliografía

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