- Fecha de publicación: 01/02/2004.
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CONTRIBUCIÓN DE LAS OPERACIONES DE PAZ
A LOS OBJETIVOS DE LA DEFENSA NACIONAL
Ruggero Cozzi Paredes *
Introducción.
l 7 de marzo de 2000, el Secretario General de la ONU, Sr. Kofi Annan, reunió a un
grupo de alto nivel para que efectuara una profunda revisión de las actividades que
realizan las Naciones Unidas, relacionadas con la seguridad y la paz, solicitándoles
además, que formularan recomendaciones claras y prácticas para ayudar a la Organización en el
futuro. El Secretario General convocó a este panel, después de haber publicado dos informes en
1999, en los cuales destacó el fracaso de las Naciones Unidas para prevenir el genocidio en
Ruanda en 1994 y para proteger a los habitantes de Bosnia y Herzegovina en 1995. El grupo
consultor fue presidido por el Sr. Lakhdar Brahimi, ex Ministro de RR.EE. de Argelia y estuvo
integrado por 10 eminentes personalidades de los seis continentes, con amplia experiencia en el
aspecto militar del mantenimiento y consolidación de la paz, así como en el desarrollo y la
asistencia humanitaria. Después de cuatro meses de arduo trabajo, el panel emitió su informe
(conocido como informe Brahimi) a la consideración del Secretario General y de los Estados
Miembros de la ONU. Entre otras recomendaciones, este informe señalaba que la principal
falla de las operaciones de paz de la ONU había sido su completa neutralidad frente a quienes
han violado flagrantemente acuerdos de armisticio. “Nada ha hecho más daño a la reputación y
credibilidad de la ONU durante los años 90, en materia de mantenimiento de la paz, que la
renuencia a distinguir entre víctima y agresor”.
1 Asimismo, recomendaba una profunda
reestructuración a la forma de concebir y poner en marcha las operaciones de paz, donde el
Consejo de Seguridad, al aprobar el despliegue, debía dictar mandatos firmes para que las
fuerzas comprometidas en operaciones de la ONU no dejaran nunca más la iniciativa a los
agresores.
La ONU influida por el citado informe, para una búsqueda más eficaz de la paz mundial,
favoreció la participación de fuerzas multinacionales, conforme a diferentes arreglos regionales
o internacionales, donde los países participantes deben disponer fuerzas con adecuada
preparación militar para una respuesta rápida, previa autorización del Consejo de Seguridad.
Para ello se creó el sistema de acuerdo de fuerzas de reserva de la ONU (UNSAS)
2 que en
procura de mayor eficacia, en poco tiempo evolucionó al concepto de Nivel Rápido de
Despliegue (RDL). Sin embargo, en la práctica, ninguno de estos esfuerzos ha solucionado la
ineficacia de este organismo multinacional, al existir causas de orden político que lo han
llevado sistemáticamente a una crisis de credibilidad y legitimidad. Asimismo, no existe una
relación directa entre la estatura político-estratégica de los estados miembros y su contribución
de tropas a las operaciones de paz. Más bien, pareciera que los países ricos contribuyen
prioritariamente con recursos monetarios, dejando a los países más pobres el envío de tropas.
La historia proporciona muchas evidencias para demostrar que el paradigma idealista de
la seguridad colectiva es superado por un criterio realista, basado en la búsqueda del poder, que
E
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hace del sistema internacional imperante, algo sumamente imperfecto, donde poca influencia
tienen los estados menos desarrollados para cambiarlo, manteniendo validez el concepto de que
las relaciones internacionales son relaciones de poder y de intereses.
3 Esto debiera ser
considerado por un estado como Chile, que lucha por su propio desarrollo, para así priorizar
correctamente sus recursos humanos y materiales, participando en operaciones de paz con
criterios realistas, privilegiando aquellas misiones en que las oportunidades y beneficios para el
país superen con creces los costos y riesgos asociados.
Contribución de tropas a las misiones de paz ONU.
Los siguientes cuadros proporcionan una muestra del grado de compromiso de los países
miembros de la ONU con las misiones de paz. Fueron ordenados por PIB y por cantidad de
efectivos, policías civiles, policías militares y tropas.
Contribución de efectivos a las Opaz ONU de los países con mayor PIB.
Producto Interno Bruto. 4
Contribución de efectivos a la
ONU. 5
Orden País Mill. US$ (2002) Orden Cantidad (2003) %
1 EE.UU. 10.416.818 22 530 1.5
2 Japón 3.978.782 23 524 1.4
3 Alemania 1.976.240 25 383 1.1
4 Reino Unido 1.552.437 17 619 1.7
5 Francia 1.409.604 27 306 0.8
6 China 1.237.145 28 304 0.8
7 Italia 1.180.921 38 181 0.5
8 Canadá 715.692 31 255 0.7
9 España 649.792 60 24 0.1
10 México 637.205 -- 0 0
11 India 515.012 2 2719 7.5
12 Corea del Sur 476.690 30 292 0.8
13 Brasil 452.387 45 75 0
14 Holanda 413.741 74 12 0.2
15 Australia 410.590 12 893 2.5
16 Rusia 346.520 26 338 0.9
PIB de los países con mayor contribución a las Opaz ONU.
3
Contribución de efectivos a la
ONU. Producto Interno Bruto.
Orden País Cantidad Orden Mill. US$ (2002) %
1 Pakistán 4218 47 6.521 0.02
2 India 2719 11 515.012 1.60
3 Bangladesh 2642 51 47.328 0.15
4 Nigeria 2520 53 43.540 0.13
5 Ghana 2002 103 6.021 0.02
6 Uruguay 1803 80 12.325 0.04
7 Kenya 1790 82 12.140 0.04
8 Jordania 1588 89 9.296 0.03
9 Sudáfrica 1397 35 104.235 0.32
10 Ucrania 1038 54 41.380 0.13
11 Nepal 924 107 5.493 0.02
12 Australia 893 15 410.590 1.27
13 Zambia 887 119 3.683 0.01
14 Polonia 734 22 187.680 0.58
15 Portugal 703 31 121.291 0.38
19 Argentina 562 36 102.191 0.32
73 Chile 14 46 64.154 0.20
Se aprecia que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad que a su vez
se encuentran dentro de las mayores economías del mundo tienen una reducida contribución de
tropas a las misiones ONU, encabezando la lista el Reino Unido con el decimoséptimo lugar,
siendo superados con creces por países en vías de desarrollo como Pakistán, India, Bangladesh,
Nigeria, Ghana y Uruguay.
En todo caso, estas cifras contrastan significativamente con los más de 130.000 soldados
desplegados hoy por EE.UU. en Irak, a un costo que supera los 80 billones de dólares y que
prontamente se incrementará en otros 87 billones.
6 En el caso de Chile, no se han sumado los 32
efectivos del Ejército y Armada desplegados en UNFICYP-Chipre, por encontrarse integrados a
la Fuerza de Tarea Argentina, país en el cual están contabilizados.
La ONU y las operaciones de paz.
Revisando la evolución que han tenido las operaciones de paz, se aprecia que la
estructura de seguridad internacional es muy imperfecta, y la ONU como garante de la paz
mundial por su falta de eficacia, al no poder contar oportunamente con las fuerzas necesarias
para hacer cumplir el derecho internacional según la Carta de San Francisco, ha perdido
legitimidad, imparcialidad y credibilidad, favoreciendo en ocasiones a quienes han alterado la
paz internacional, siendo incapaz de frenar los abiertos desafíos de algunas superpotencias que
integran el Consejo de Seguridad.
7
4
Después del atentado terrorista contra las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001
en Nueva York, cambió la percepción mundial de seguridad especialmente en EE.UU.,
quedando en evidencia que ni la principal superpotencia económica y militar del mundo puede
estar segura frente a las “amenazas asimétricas”, representadas entre otras, por los grupos
fundamentalistas islámicos que con miles de voluntarios suicidas, podrían ponerla en jaque.
Esto ha llevado a este país a declarar una guerra contra el terrorismo “propiciado por las fuerzas
del mal”, invadiendo a Afganistán el mismo año del atentado, previa obtención de una
resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, y el año 2003, atacando a Irak para derrocar el
régimen de Saddam Hussein, bajo acusación de supuestas pruebas, aún no demostradas, de
tenencia de armas de destrucción masiva, motivando el veto de Francia como miembro
permanente del Consejo de Seguridad.
Hoy EE.UU. como única superpotencia militar actúa con gran supremacía, justificando
su accionar con un discurso idealista, dirigido hacia su frente interno, bajo la supuesta
obligación de extender su sistema democrático al resto del mundo.
8 Sin embargo, se ve con
escepticismo la guerra contra Afganistán, país que más pareciera ser un chivo expiatorio que le
permitió representar a su “nuevo enemigo”. De la misma forma, la reciente guerra contra Irak,
que de acuerdo a lo declarado públicamente persigue incrementar la seguridad internacional,
pareciera satisfacer un objetivo de su nueva doctrina de seguridad,
9 representado por las fuentes
energéticas, desconcertando la obstinación demostrada hacia el gobierno de Bagdad, en
contraste con la paciencia hacia Pyong Yang, que se negó flagrantemente a cumplir los
compromisos de no proliferación nuclear. Con razón se critica que detrás de todo hay fríos
cálculos de intereses.
El atentado en la sede de la ONU de Bagdad del 19 de agosto de 2003, que dejó al
menos 17 muertos, entre quienes estaba el diplomático brasileño Sergio Vieira Mello, enviado
especial de las Naciones Unidas en Irak, es el primer atentado terrorista contra una misión de
paz de este organismo, que no había autorizado la invasión y poco tiempo después había
establecido una misión para ayudar a reconstruir el país.
10 Probablemente los autores
pretendieron dar una señal para persuadir a los eventuales países contribuyentes de tropas a la
ONU para que se abstengan de enviar medios a esta misión de paz por ser vista como ilegítima.
Juega contra la objetividad y por ende la credibilidad de la ONU, que propicie fines
ajenos a su misión. En seminario internacional “El Rol de la Mujer en las Operaciones de Paz”,
5
auspiciado por dicho organismo y desarrollado en Santiago el 2002, se informó que para el
2015 se persigue una igualdad numérica de 50% hombres y 50% mujeres para la participación
en operaciones de paz.
11 Sin desmerecer el valor de los aportes de dicho seminario, se estima
que en vez de discutir cómo alcanzar un equilibrio de género, el debate debiera centrarse en
cómo ser más eficaces para conseguir la paz internacional, debiendo primar, sobre otros
factores secundarios, la experiencia e idoneidad del personal designado para concurrir a estas
operaciones. También juega en contra de su credibilidad, la baja participación de los estados
miembros y especialmente de los países más industrializados, siendo común la afirmación de
que no se debe alentar la participación en operaciones de paz ingenua y gratuitamente, de
manera que los países menos desarrollados se transformen en proveedores de cuerpos al
servicio de los más ricos, responsables en gran medida de muchos de los conflictos del Tercer
Mundo. Desde 1995, ninguna potencia mundial importante ha puesto a sus tropas de combate
bajo el control de la ONU. En lugar de eso, países pobres y de ejércitos numerosos encabezan
los esfuerzos de esta entidad multilateral, atraídos principalmente por el dinero, el
entrenamiento en terreno y el supuesto prestigio internacional que obtendrán.
12
Es dramático lo que ocurre en África, cuyo proceso de descolonización creó dilemas
insuperables para las nuevas naciones de ese continente, al establecer divisiones políticas que en
su tiempo favorecieron la administración a Gran Bretaña, Francia, Bélgica y Alemania, sin
respetar factores étnicos que hoy se han vuelto desastrosos y que no existían antes de la llegada
de los europeos, transformándose en la característica dominante para la inestabilidad de este
continente.
13 Trágico también es el caso de Liberia, sumido en una cruenta guerra civil, donde
EE.UU. es responsable de su creación, motivada por la repatriación de esclavos negros desde
dicho país. Es por lo tanto inevitable preguntarse ¿por qué los países menos desarrollados del
mundo deben contribuir con su gente a pacificar una región cuyos conflictos fueron originados
por países prósperos, que hoy no están comprometidos de manera resuelta y contundente para
extinguirlos?
Análisis de la situación nacional.
Para el siguiente análisis, se ha revisado lo establecido en el Libro de la Defensa
Nacional y en la política nacional para la participación en operaciones de paz, lo que permite
apreciar que el grado de contribución de estas misiones a los objetivos de la defensa nacional es
sólo marginal, lo que exige la aplicación de criterios racionales y no pasionales, previo a
adoptar decisiones en esta materia.
La Política de Defensa Nacional.
14
La Defensa Nacional es definida como el conjunto de medios materiales, humanos y
morales que una nación puede oponer a las amenazas de un adversario, en contra de sus
objetivos nacionales, principalmente para asegurar su soberanía e integridad territorial. Su
propósito es alcanzar una condición de seguridad externa tal que el país pueda lograr sus
objetivos nacionales, libre de interferencias exteriores. Los objetivos nacionales permanentes,
que se indican a continuación, han sido explicitados en el Libro de la Defensa Nacional:
1) Preservación de la nación chilena.
6
2) Conservación y enriquecimiento de su identidad y patrimonio cultural.
3) Mantención de su independencia política.
4) Mantención de su soberanía.
5) Mantención de la integridad del territorio nacional.
6) Logro de un desarrollo económico alto, sostenido y sustentable.
7) Logro de un desarrollo social acorde con el desarrollo económico, sobre la base de la
capacidad individual e iguales oportunidades para todos.
8) Mantención de una convivencia ciudadana pacífica y solidaria.
9) Proyección internacional.
10) Mantención de buenas relaciones internacionales.
Entre los medios de la Defensa, las FF.AA. conforman el órgano esencial. Dichos medios
están orientados y organizados por una política estatal que expresa la voluntad del Estado de
Chile para usarlos en la paz, mediante la disuasión o la cooperación, y en la guerra, mediante
acciones bélicas, para enfrentar interferencias externas que amenacen el logro de los objetivos
nacionales. La Defensa brinda protección a la población, al territorio y a los bienes y
actividades que se desarrollan dentro de las fronteras nacionales, concurriendo a apoyar la
gestión de la Política Exterior, fundada en la búsqueda de un orden mundial jurídicamente
normado, y por consiguiente, en el compromiso de todos los estados, incluido el propio, con el
Derecho Internacional. Los objetivos de la defensa nacional son los siguientes:
1) Conservar la independencia y soberanía del país.
2) Mantener la integridad del territorio nacional.
3) Concurrir a la creación de condiciones de seguridad externa, fundamentales para lograr
el bien común de la nación.
4) Apoyar la proyección internacional de Chile.
5) Contribuir a la mantención y promoción de la paz y la seguridad internacionales, de
acuerdo con el interés nacional.
6) Contribuir al desarrollo nacional y cooperar al logro equilibrado y armónico de las
distintas capacidades del país.
7)
En el plano del orden institucional, contribuir a preservar la institucionalidad de Chile
como República Democrática y del Estado de Derecho.
8) Asimismo, por encarnar tradiciones y símbolos nacionales, contribuir al resguardo de
nuestra identidad histórica y cultural, sin que ello obste para que a la vez facilite su
renovación y enriquecimiento.
9) Contribuir a las actividades que el Estado realiza con el propósito de fortalecer el
compromiso ciudadano con la Defensa.
Como puede apreciarse, los primeros tres objetivos son esenciales para el desarrollo,
organización y entrenamiento de las fuerzas armadas. Las operaciones de paz que contribuyen
marginalmente al tercero además del 4º y 5º, pueden basarse en la capacidad complementaria de
estas instituciones, de la misma forma como se satisfacen los otros objetivos de la defensa.
La política de defensa caracteriza al contexto internacional como un escenario complejo
donde hay en curso un proceso de globalización que, sin embargo, no erradica la diversidad
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nacional ni implica uniformidad de posiciones y propósitos entre los estados, de tal manera
que el estado-nación se mantiene como la unidad central, aunque no única del orden
internacional. La situación geográfica relativa que ocupa cada Estado, junto con sus intereses
nacionales, seguirá siendo una referencia importante para las respectivas políticas de Defensa.
El Estado de Chile reconoce a la Carta de la ONU como el marco jurídico básico en que
se sustenta la estructura de seguridad internacional. Las instituciones de la Defensa Nacional
participan en operaciones de paz conforme a las políticas y directrices del Estado, sin embargo,
el compromiso de participar en estas operaciones no aparta a las Fuerzas Armadas de su misión
principal y fundamental, cual es la de existir para la defensa de la patria.
Política Nacional para Participación en Operaciones de Paz.
En 1996, se promulga la primera Política Nacional para la participación del Estado de
Chile en Operaciones de mantenimiento de la Paz,
15 especificando el tipo de tareas que se
apoyarían, sin implicar el uso de la fuerza, excepto como autodefensa, y normalmente con
consentimiento o a pedido de las partes involucradas, entendiendo por Mantenimiento de la Paz
alguna de las siguientes tareas: verificación de cese del fuego, colaboración en la separación de
fuerzas, supervigilancia de las líneas divisorias o de zonas de exclusión, escolta o conducción
de ayuda humanitaria, supervigilancia de desmovilización de combatientes, colaboración con
programas de desminado humanitario, participación como observador en actos eleccionarios,
contribución a programas de retorno y reubicación de refugiados de guerra, y cooperación a
mantener el orden público después del cese de hostilidades.
Conveniencias de orden político-estratégico y de compromisos internacionales, llevaron
en octubre de 1999 a modificar está política,
16 involucrando a partir de esa fecha la
participación general del Estado de Chile en Operaciones de Paz, ampliando con esto la
colaboración del país a todos los casos que considera la Carta de la ONU, incluyendo lo
señalado en el Capitulo VII, sobre imposición de la paz. La diferencia fundamental con la
política anterior radica en que las operaciones de imposición comprenden acciones coercitivas y
se cumplen con o sin el consentimiento de las partes involucradas.
Como resguardo a las fuerzas y al interés nacional, se expresa en esta política que Chile
se reserva el derecho de analizar “caso a caso” los requerimientos que se le efectúen y decidir
soberanamente si acepta o niega su participación, y sólo asigna los medios para los fines que
fueron requeridos, es decir, no los pone a libre disposición de las Naciones Unidas.
Esta política nacional, establece entre sus criterios político-estratégicos, que la
determinación de concurrir a operaciones de paz se debe adoptar considerando, que satisfagan
el interés nacional, debiendo ponderarse siempre los costos respecto de los beneficios que el
país obtenga, para que exista una conveniente relación entre ambos aspectos. Sobre sus
criterios operativos, establece que debe aclararse el tipo de operación, la zona donde se
desarrollará, el tipo y cantidad de medios a comprometer, las limitaciones relacionadas con la
actuación de personal chileno y la duración considerada, debiendo contribuir al
perfeccionamiento de las instituciones participantes, a través de la obtención de experiencias,
entrenamiento de personal, adquisición y reposición de material y equipo.
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Sólo se comisionará personal profesional, civil o militar, preferentemente voluntario,
no pudiéndose completar los cuadros con personal de la conscripción obligatoria.
Para proporcionar asesoría especializada, se constituirá en forma permanente un Grupo
de Análisis en el Ministerio de Defensa Nacional (EMDN), que estudiará caso a caso los
requerimientos de participación, a la luz de esta política y de las orientaciones que emitan los
Ministerios de RR.EE. y de Defensa, pudiendo tomar contacto con instituciones de la Defensa,
gubernamentales y otras que sean necesarias, para reunir los antecedentes necesarios para una
mejor resolución.
17 En la práctica, este grupo es integrado, por delegados de los ministerios de
Defensa, de Relaciones Exteriores y de las instituciones de la Defensa.
En Noviembre de 1999, el Gobierno de Chile suscribió con la ONU un Memorando de
Entendimiento, relativo al compromiso nacional de contribuir con personal y material a las
Fuerzas de Reserva para satisfacer las necesidades de despliegue oportuno de medios a
misiones de paz. Entre las aportaciones de fuerzas, destacan una compañía de Infantería
mecanizada del Ejército, una fragata misilera y una compañía de Infantería de Marina de la
Armada, y unidades de transporte de helicópteros medianos y aviones de la Fuerza Aérea.
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Contribución de las operaciones de paz a los objetivos de la defensa nacional .
Si consideramos los objetivos de defensa nacional y lo establecido en la política de
participación en operaciones de paz, podemos apreciar que estas junto con apoyar a la política
exterior del Estado y contribuir a la paz y seguridad mundial, concurren a otros beneficios
como, al traspaso de experiencias y entrenamiento militar, a la obtención de recursos
económicos por la vía de los reembolsos, al fortalecimiento de medidas de confianza mutua,
como ocurre al integrar fuerzas nacionales con Argentina en UNFICYP (Chipre), y al
incrementar el prestigio nacional y por lo tanto de su estatura político-estratégica, cuando se
muestra la bandera nacional en las diferentes misiones en que se participa. Sin embargo, se
estima conveniente ser cautos con los ofrecimientos de participar en operaciones de paz que la
ONU hace al país, pues si no se efectúa un correcto análisis, caso a caso de estos, los aparentes
beneficios podrían ser superados por costos elevados, que inclinarían la balanza negativamente
para los intereses nacionales. Lo siguiente justifica este planteamiento:
a) Chile como país en vías de desarrollo, debe priorizar el empleo de sus escasos recursos
económicos.
b) La función principal de las FF.AA. es existir para la defensa de la patria, por lo que el
empleo de los recursos debiera privilegiar el desarrollo de la fuerza que el país requiere
para su propia defensa y seguridad.
c) Satisfecho el propósito anterior, de existir recursos que aceptablemente puedan ser
destinados para la seguridad internacional, se debiera priorizar su empleo en aquellas
misiones que contribuyan más directamente a los intereses nacionales.
d) El interés nacional en el extranjero estará fundamentado en diversas variables, entre las
cuales debiera considerarse a lo menos:
• El impacto en la seguridad nacional.
• El impacto en nuestra economía.
• El nivel de los compromisos políticos existentes.
9
• La proporción de chilenos que vivan en los países a analizar.
• El impacto en nuestra identidad histórica y cultural.
e) Existen misiones ONU que consideran reembolsos económicos por la contribución de
medios, mientras otras, especialmente de la OTAN, podrían implicar gastos no
despreciables para el Estado.
f) Dependiendo del mandato de la ONU, no todas las misiones serán percibidas con
legitimidad e imparcialidad, lo que podría afectar la seguridad de las fuerzas que se
envíen y muy especialmente a los observadores militares, que tienen la obligación de
actuar desarmados.
g) Existen áreas más peligrosas que otras, donde las fuerzas y observadores participantes se
expondrán a las facciones en pugna que podrían no respetar la neutralidad de los
soldados ONU (cascos y boinas azules). También deben considerarse las enfermedades
endémicas, la fauna, el clima y el escenario geográfico.
h) Dado que donde hay conflictos es difícil que exista paz, la fuerza multinacional
desplegada, debe garantizar su propia seguridad, pues es probable que deba enfrentar
situaciones de guerra regular o irregular, siendo un riesgo enviar fuerzas reducidas sin
una aceptable capacidad operativa.
i) Existen países mejor preparados que otros para interoperar con las fuerzas chilenas,
destacando entre ellos los pertenecientes a la OTAN.
j) El despliegue de Observadores Militares, permite mostrar la bandera nacional en más
partes del mundo, a un menor costo político y económico que el envío de personal de
tropa.
Considerando lo establecido en la política de participación de Chile en operaciones de paz,
que las limita solo a personal profesional, civil o militar, preferentemente voluntario,
convendría reflexionar en el factor motivacional, que será diferente para cada caso, siendo poco
probable que haya voluntarios para concurrir indiscriminadamente a cualquiera de estas
misiones. De propiciarse una participación más amplia en ellas, en el futuro podría verse
afectado el nivel de ingreso a las escuelas matrices o la permanencia del personal en las
instituciones, pues no hay que olvidar que hoy los jóvenes cuando juran a la bandera se
comprometen a rendir la vida si fuese necesario, conscientes que la patria lo merece, pero no
está claro que la seguridad internacional sea un motivo suficientemente fuerte como para
convocar similar compromiso.
Finalmente, se estima apropiado tener presente la contribución de los buques de guerra a la
política exterior del estado, dados sus especiales atributos, 19 y en particular a las operaciones de
paz que exijan la creación de una fuerza naval multinacional para hacer cumplir el mandato de
la ONU, ya sea para funciones humanitarias, o para operaciones de imposición de la paz. Como
sugiere Ken Booth,
20 los gobiernos de potencias marítimas han empleado frecuentemente sus
navíos dentro de una modalidad “diplomática” o “política”, esperando afectar con ello el modo
de pensar y el comportamiento de otros gobiernos, sin mayor intención o previsión de llegar a
usar la fuerza bruta. En este contexto, se entiende como diplomático el empleo de los buques
de guerra en apoyo de la posición negociadora general de un país, lo que también es aplicable a
las Naciones Unidas.
10
Conclusiones.
a) Los hechos recientes evidencian que el modelo idealista de seguridad colectiva de la
ONU, basado en el sistema de prevención de conflictos y mantenimiento coercitivo de la
paz, ha sido puesto en tela de juicio por ausencia de una fuerza de paz imparcial y eficaz
al servicio de este organismo, dado el criterio realista con que las superpotencias y en
particular los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, han conducido su
política exterior, privilegiando sus propios intereses y disputas de poder.
b) La contribución de los miembros de la ONU a las operaciones de paz, no es
directamente proporcional a su estatura político-estratégica, y el escaso compromiso de
los países industrializados, muchos de los cuales son responsables de los conflictos del
Tercer Mundo, impide a la ONU contar oportunamente con los medios requeridos, en
cantidad y calidad, para hacer efectivas las obligaciones establecidas en la Carta de San
Francisco.
c) La contribución de las operaciones de paz a los objetivos de la defensa nacional es
marginal, y aunque las Fuerzas Armadas chilenas tengan capacidades complementarias
para cumplir tareas en dicho ámbito, su desarrollo, organización y entrenamiento, debe
orientarse prioritariamente a la defensa de la patria, lo que solo se consigue con una
capacidad para el combate eficaz y creíble, que permita disuadir a cualquier potencial
agresor, para prevenir así la ocurrencia de conflictos que se deriven de intereses
contrapuestos con los objetivos nacionales.
d) Chile debiera privilegiar su propio desarrollo y seguridad, ponderando el empleo de los
escasos recursos fiscales, para ser empleados en aquellas misiones de paz donde se
presenten las mayores oportunidades y a menores costos y riesgos. Por esta razón, el
criterio que debiera primar en la decisión de participar en misiones de paz, es su real
contribución a los intereses nacionales, guardando razonable proporcionalidad con la
estatura político-estratégica del país y el aporte de fuerzas de las grandes potencias.
e) Considerando el carácter preferentemente voluntario de la participación del personal en
operaciones de paz, será interesante apreciar su impacto en la motivación de la juventud
para ingresar a las escuelas matrices de las FF.AA., al no estar claro si la seguridad
internacional será capaz de evocar similar compromiso al de la defensa de la Patria.
* * *
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12
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5. Ranking of Military Civilian Police and Troop Contributions to UN Operations, del 30-
junio-2003. www.un.org/Depts/dpko
6. “Iraq’s rising price tag”. Edición electrónica del diario Economist del 9 septiembre 2003.
www.economist.com
7. Se recomienda artículo de Ignacio Fuente Cobo, titulado “Operaciones de Paz para el siglo
XXI: Un concepto en Evolución”, donde se analiza jurídicamente la evolución de las
operaciones de paz desde la creación de la ONU y su incapacidad de contar oportunamente
con las fuerzas establecidas en su carta fundacional. Publicación en página web,
www.ugr.es/~ceas/ceaspagedocumentacion.htm
de la Universidad de Granada, España.
8. En la Ira de las naciones. La civilización y las furias del nacionalismo. William Pfaff.
Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 1994. Capítulo 7, Se analiza el nacionalismo de
EE.UU. y su compromiso con el mundo, basado en el excepcionalismo americano.
9. The National Security Strategy of the United States of America, publicada en página web del
Gobierno de EE.UU., www.whitehouse.gov/nsc/nss.html
10. Diario Metropolitano de Santiago de Chile, del 20 de agosto de 2003.
11. Informe final de Conferencia Conjunta América Latina y el Caribe-Unión Europea “El rol
de la mujer en las operaciones de paz”, Santiago-Chile, 4-5 noviembre 2002. Presentación
de Coronel Annette H. Leijenaar, del Cuartel General de Sudáfrica.
12. Robert Block y Alix Freedman. The Wall Street Journal. Artículo publicado en el Mercurio
de Santiago el 2 octubre 2003, con el titular: “ONU, en misiones de paz los países ricos
mandan dinero, y los pobres, tropas. Mal preparados, militares uruguayos encaran una confusa
y sangrienta tarea en el Congo.”
13. Análisis del historiador contemporáneo Anthony Pagden, en su libro “Peoples and
Empires-Europeans and the rest of the world, from antiquity to the present”.
14. La Política Nacional de Defensa, se encuentra ampliamente descrita en el Libro de la
Defensa Nacional de Chile, editado por el Ministerio de Defensa Nacional en Santiago,
mayo de 2003.
15. Decreto Supremo Nº 94, de 1996, que aprobó la Política Nacional para la participación del
Estado Chileno en Operaciones de Mantenimiento de la Paz, publicado en Diario Oficial Nº
36.358 del 8 de mayo de 1999.
16. Decreto Supremo Nº 68 de 1999, que modifica el D.S. Nº 94 de 1996, fijando nuevo texto
refundido de la “Política Nacional para la participación del Estado de Chile en Operaciones
de
Paz”, publicado en el Diario Oficial Nº 36.510 del 10 de noviembre de 1999.
17. Es mencionado en el art. 8.3 de la Política Nacional de Operaciones de Paz.
13
18. Decreto Supremo 2.217 del 22 de diciembre de 1999, que promulga el memorando de
entendimiento con las Naciones Unidas sobre las aportaciones al Sistema de Acuerdos de
Fuerzas de Reserva de las Naciones Unidas (UNSAS). Publicado en Diario Oficial de la
república de Chile del 11 de marzo 2000.
19. Vicealmirante Horacio Justiniano A., Estrategia Naval, editado por la Academia de Guerra
Naval. Comentarios. Pág. 56. Valparaíso 1987.
20. Ken Booth. “Navies and Foreign Policy” editado en 1977 por Croom Helm en Londres.
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