Revista de Marina
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  • Fecha de publicación: 29/10/2019. Visto 443 veces.
Siendo dotación del Destacamento IM N° 4 Cochrane, en Punta Arenas, un día cualquiera, a principios de septiembre me llama el segundo comandante y me notifica que el comandante había sido autorizado para efectuar un entrenamiento muy poco común y que yo sería parte de él, junto a otros 21 infantes de marina. Deberíamos unir Puerto Williams con el Cabo de Hornos, nada más y nada menos que en cuatro Botes de Asalto Anfibio (BAP). Mi sensación de alegría fue gigante; el año anterior, el mismo comandante había efectuado una travesía en BAP, entre Punta Arenas y Puerto Williams y no se me había permitido participar en esa oportunidad. Ahora el desafío se veía mucho más grande y peligroso, principalmente porque tendríamos que navegar grandes distancias en mar abierto. Rápidamente se conformó el equipo humano, todos muy motivados y profesionales. Iniciamos de inmediato la planificación de la operación y la preparación del equipo. Pedimos las lecciones aprendidas del año anterior, las que estaban en un impecable informe, que nos permitió efectuar adecuadas mejoras al equipamiento de los botes, a la forma de transportar el combustible, determinar el tipo de alimento, la ropa de abrigo, las medidas de seguridad y en general todo lo que nos pudiera ayudar a cumplir con la misión. A grandes rasgos, los objetivos eran, mejorar el entrenamiento de todo el personal que participaría, entre ellos, los patrones de los BAP, los comandos, el comunicante, el enfermero y por supuesto el de los dos oficiales que lideraríamos esta travesía. Adicionalmente y talvez más importante que lo anterior, demostrarle a la comunidad el alto nivel de profesionalismo de la institución, al operar con sus medios en un escenario adverso, en forma segura. El equipo de planificación propuso una ruta que consistía en zarpar desde Puerto Williams hacia el Weste para descender por el canal Murray hasta las islas Wollanston y luego hacia el Cabo de Hornos, para posteriormente retornar por las islas del Martillo, regresando al punto de partida desde la dirección opuesta a la del inicio. También, en esa oportunidad, se determinó que no se establecerían postas de reabastecimiento con anterioridad, dado que se avanzaría en la medida que las condiciones climáticas lo permitieran, por lo que contaríamos con un buque que nos reabastecería o ante una emergencia. Es así como el 25 de septiembre del 2002, a las 06:15 horas, zarpábamos en cuatro botes, con cinco hombres cada uno, con trajes antárticos anti exposición, cargando unos 200 litros de combustible por embarcación, motores de repuesto, equipos de buceo, víveres para 10 días, herramientas, armamento y munición, entre otros. Navegando a unos 20 nudos, rápidamente dejamos atrás el Canal Beagle, no sin antes divisar puerto Navarino. Entramos en el canal Murray, pasamos por el PVS Corrientes, hoy alcaldía de mar, y sin dudarlo, continuamos al Sur. Al llegar a la bahía de Packsaddle, que se encuentra abierta hacia el Este, las condiciones de viento y mar habían empeorado muchísimo y nos golpeaban fuerte por babor, sin embargo, pese a que las condiciones eran extremas, consideramos que los botes iban suficientemente pesados como para volcarse, y como era temprano aún, decidimos cruzar la bahía Nassau, no sin antes reabastecernos de combustible. Enfilamos directamente al cabo Ross y apoyados con unos nuevos GPS portátiles, retomamos la navegación, reconociendo las bahías Ately y Scourfield, el canal Bravo y el canal Franklin. Esa noche dormimos en el ex PVS Colón, en la isla Freycinet, sabiendo que en el pasado muchos otros C. González Una aventura en bote de goma infantes de marina habían resguardado la soberanía de nuestro país en ese lugar. El cansancio era evidente, pero la larga travesía nos había dejado muy cerca de nuestro objetivo, así que la satisfacción era grande, Ahí esperaríamos las condiciones meteorológicas adecuadas para continuar con nuestra travesía. Con sorpresa, el segundo día se nos informó que las condiciones para cruzar el cabo de Hornos eran las óptimas, así que rápidamente trincamos todo y zarpamos a las 09:00 hrs y a eso de las 10:00 hrs estábamos frente al característico peñón, sin embargo, como suele suceder, las condiciones de viento y el tamaño de la ola aumentaron rápidamente y ante la noticia de que las condiciones empeorarían, se decidió no continuar hacia el Weste y retromarchar, dirigiéndonos al embarcadero de la isla Hornos, donde desembarcamos y visitamos el monumento allí existente, como una forma de testimoniar nuestra presencia en el lugar. Como las condiciones climatológicas continuaban empeorando y ya con rachas de viento de más de 60 nudos, debimos buscar refugio en una playa, al interior del archipiélago de las Wollanston, donde varamos y aseguramos nuestros botes. En la tercera jornada, con fuertes vientos y oleaje alto, cruzamos de Sur a Norte la bahía Nassau, rumbo al paso Goree, dejamos por estribor la isla Lennox y luego Picton, para pasar frente a Puerto Toro y entrar en el canal Beagle, arribando esa misma tarde a Puerto Williams con la satisfacción de haber cumplido con nuestra misión y superado todas las dificultades que el clima y el material nos impusieron.

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