Por Benjamín Riquelme Oyarzún
Para un marino, uno de los transbordos más complejos es pasar a la vida civil, lo que ocurre generalmente luego de años de servicio, donde vivió la mística, tradición y camaradería naval. Aunque todos sabemos que el día de esa nueva destinación llegará, para algunos esa notificación resulta inesperada.
Compartir experiencias es una forma de transmitir confianza para aquellos que les corresponderá dar el paso a una nueva forma de vida.
Antecedentes
El año 2021 me contactaron de la Dirección del Personal de la Armada para invitarme a participar en el seminario Nuevos Horizontes, cuya finalidad era exponer, junto a otros oficiales en retiro, mis experiencias en la vida civil. Al aceptar esa convocatoria, hice un diagrama con las lecciones aprendidas desde el día 1 de enero de 2017, fecha en que oficialmente colgué el uniforme.
Antes de comenzar una nueva aventura, hay que prepararse para la travesía. Todos quienes pasan a retiro tienen diversas variables y creencias para elegir un curso de acción. En una toma de decisiones de esta envergadura y durante el viaje, uno no está solo, muchas veces hay una familia que acompaña y apoya, amigos que dan soporte y redes de contacto que confían en nuestras capacidades. También entran en juego los estudios, tipo de trabajo desempeñado en la institución, habilidades desarrolladas e innatas y el conocimiento del mercado laboral, entre otros.
A continuación, se presentarán algunos puntos de interés sobre la experiencia laboral del autor en la vida civil1, bajo una mirada profesional.
Nuevas realidades
La Armada entrega un sello diferenciador, del que debemos sentirnos orgullosos y cuidarlo, en especial los valores que se forjan año tras año, pero es necesario saber que la responsabilidad, puntualidad y el concepto de trabajo terminado, son factores que las empresas aprecian en puestos de menores responsabilidades, ya que son elementos que también son comunes para aquellos civiles que han llegado a puestos de jefaturas, subgerencias o gerencias, ya que su desempeño laboral se filtra mediante evaluaciones, logros y reconocimiento de pares.
La cultura que se adquiere en la Armada es sobresaliente, gracias a la calidad de los docentes en las escuelas y academias, la capacitación constante, la posibilidad de conocer otros países e interactuar con extranjeros, y las oportunidades que entrega para realizar estudios universitarios. Lo importante de esto, es tener la capacidad de seguir ampliando la mente, adquiriendo nuevos temas de interés, estar al tanto de los avances tecnológicos y cómo aplicarlos en la empresa o emprendimiento, además, mientras más elevado sea un cargo, más erudición se requiere. De igual manera, es imperioso contar con una gran adaptabilidad, porque tendrán que interactuar en una nueva cultura organizacional, lo que se traduce en que probablemente sus jefaturas serán mujeres o personas más jóvenes, tendrán que compartir con extranjeros y/o con personas de diversas posturas políticas y religiosas, aprender un nuevo vocabulario, aceptar no tener secretaria y que la oficina se cambia por un ambiente tipo coworking, y acostumbrarse a que todos se llamen por el nombre o abreviación de éste.
Al respecto, es requisito aceptar que la llegada al mundo civil es sin grado jerárquico, ausente de la importancia de los años de servicio y lo logrado en ellos. El ser llamados por su nombre y que los tuteen no es sinónimo de desfachatez o insolencia, es la norma, y cabe la posibilidad que después de un tiempo, ganado el respeto de sus subordinados les antepongan a su nombre el vocablo “don”.
Es casi un hecho que cada uno dentro del mundo naval se haya ganado la “fama” buena o no tan buena, ya sea sus capacidades, trabajo realizado, trato hacia los demás, chascarros u otras particularidades. Sin embargo, en el sector civil tendrán la oportunidad de cambiar, de mantener las cosas buenas y contrarrestar las deficientes. Un ejemplo de lo anterior, es para aquellos que se caracterizan por ser extrovertidos en dar instrucciones o en corregir a sus subordinados cuando cometen un error, puesto que eso no es bien visto tanto por los colaboradores como por la empresa. En este punto es necesario hacer hincapié en lo aprendido sobre liderazgo y su ejercicio en la institución. Es una verdad que el liderazgo se forja dando el ejemplo, actuando con ética, manejando habilidades blandas, con conocimiento y siendo justos. Las llamadas de atención en público degradan el clima laboral y puede hacer sentir a la contraparte atacado y vulnerado. Entonces todo lo que se diga, debe estar respaldado por hechos concretos y objetivos, lo mismo pasa cuando es el turno de realizar evaluaciones y retroalimentar a los colaboradores, quienes tienen todo el derecho y deber de expresar su aceptación o inconformidad. Junto con lo anterior, el tacto, tino y criterio de una jefatura tienen su prueba de fuego cuando le corresponde desvincular a una persona, que no siempre es por desempeño, sino también, por necesidad de la empresa; en esta situación, no es fácil decirle de frente a quien trabajó con uno y por años en la compañía, que ha sido despedido.
Si escucharon alguna vez que en las empresas no se realizan actividades que fomentan la camaradería, como la celebración de cumpleaños, es un error. Recursos Humanos ha sido una de las áreas que ha tenido grandes avances, protocolizando encuestas de ambiente laboral, evaluaciones 360 (uno es calificado por superiores, pares y subordinados), cursos o talleres obligatorios (acoso laboral, habilidades blandas, emociones, etc.), implementar política de puertas abiertas para recibir a todos los colaboradores y fono denuncia, entre otros.
Por último, pero no menos importante, es mantener las buenas relaciones con las personas con las que se trabaja, puesto que en ocasiones los reclutadores piden referencias de jefes, pares y de subordinados, cuya opinión es fundamental para ser seleccionado. El contar con personas disponibles para hablar bien de uno, que acepten empeñar su palabra en nuestro favor y nos valoren sin grado jerárquico, es gratificante y a su vez, una muestra tangible que se han hecho bien las cosas.
Consejos
Una reflexión
El pasar a retiro en la Armada es un hito que va más allá de la carrera profesional, es un aviso que señala el punto de inflexión en que ya entramos a jugar el segundo tiempo, no hay vuelta atrás, no tendremos la misma energía, el ímpetu y resistencia cuando se es joven, es un sueño creer que a esta edad estaremos mejor que antes. Todos saben que en algún momento la carrera naval finaliza y cuando sucede, la mayoría de las veces, la noticia es recibida como algo inesperado. Este hito marca prácticamente la mitad de nuestra vida, por lo tanto, es el momento de crecer como personas, de expandir nuestra mente conociendo otras realidades que permitan sacar nuestras propias conclusiones, ideas, hipótesis y emprender proyectos.
En lo personal, era incrédulo a la veracidad del dicho “cambiar plata por calidad de vida”, pero aprendí que, a esta altura de la vida, no vale la pena sufrir el stress, bruxismo y mal humor, por más dinero.
Conclusión
En este artículo, el autor comparte sus experiencias, las que legítimamente pueden diferenciarse a las de otros. No obstante, hay factores que son transversales, como la capacidad de adaptarse a una nueva cultura organizacional, la necesidad de prepararse para una entrevista laboral y que ya cruzamos la mitad de nuestra vida útil. Es la instancia para ampliar la mente, ver la vida con otro prisma y aprovechar de buena manera lo que nos queda por vivir y mejorar lo que no hicimos bien en el primer tiempo del partido.
Mi Comandante, la fotografía interactiva que muestra en este artículo, forma parte de una realidad bastante importante, esto no solo por ese segundo tiempo que dice, donde las ganas de demostrar siempre están pero que, lo desconocido y lo complejo que se torna el enfrentar ese nuevo mundo, el cual siempre estuvo en el tácito lejano de la carrera naval, es toda una travesía.
Las reglas si bien son distintas y las personas actúan muchas veces con otros códigos, creo que con una mente abierta y nuestro sello naval, se puede lograr.
Finalmente, entender que hay miles de posibilidades en ese "afuera" que es trabajar en el mundo privado y que un Marino siempre destaca por su profesionalismo, su mente ágil, su capacidad de asumir responsabilidades e importantemente, su enorme capacidad de resolver dificultades, porte sin duda alguno, de nuestra gran formación bicentenaria.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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