Por GATICA LABRA, RODRIGO .
Durante los últimos 50 años, los océanos se han visto afectados por innumerables acciones del hombre que los tienen al borde de un colapso general, que ineludiblemente afectará al ser humano. El documental “Seaspiracy, La Pesca Insostenible” busca evidenciar y poner en discusión diversas prácticas, en especial en la pesca industrial, que hoy en día representan las principales amenazas para las especies marinas y el medio ambiente acuático, haciendo hincapié en el poco tiempo que nos queda para salvarlos.
During the last five decades, the world´s oceans have been impacted by countless human activities which has brought them to the brink of collapse, which, inevitable will affect humanity.
The Netflix documentary “Seaspiracy” shows unsustainable fishing around the globe and puts in evidence these malpractices, especially in industrial fishing, which today represent the main threats to marine species and aquatic ecosystems, emphasizing the short time left to save them.
El pasado 24 de marzo se estrenó en la plataforma de Streming;1 NETFLIX, el documental “Seaspiracy, la pesca insostenible.” En este documental, el narrador y director inglés Ali Tabbrizi, motivado por la limpieza de los mares y la contaminación por los plásticos de un solo uso, inicia una cruzada con el fin de contribuir a la descontaminación de estos, pero, por cada paso que daba tratando de ayudar, encontraba antecedentes cada vez más preocupantes, pasando de la contaminación por microplásticos hasta prácticas de esclavismo, en pleno siglo XXI, en actividades pesqueras en el continente asiático.
Durante 90 minutos se exponen prácticas que han llevado a tener los ecosistemas marinos al borde del colapso, una enorme cantidad de especies marinas en condición de sobreexplotación o en peligro de extinción y, aparentemente, organizaciones internacionales y Gobiernos que no toman reales acciones contra esto, ya sea por intereses particulares o por falta de recursos para hacerlo.
Sin querer establecer una crítica de cine al respecto, se presentarán al lector algunos de los puntos de mayor relevancia, los cuales son perfectamente aplicables a nuestro país y el por qué es trascendente que se tome conciencia real al respecto.
Figura 1: Imagen página documental.
Actualmente, se encuentra en discusión en el Congreso la iniciativa impulsada por el Gobierno que prohibirá el uso de plásticos de un solo uso, como bombillas de bebidas, platos, cubiertos, vasos, etc. Esta, que se suma a la Ley N° 21.100, que Prohíbe la Entrega de Bolsas Plásticas de Comercio en todo el Territorio Nacional (MMA, 2018), (aunque en la práctica aún se entreguen en comercio minoristas o almacenes de barrio), nace adoptando una tendencia global para disminuir la contaminación de todos los ecosistemas, en especial los marinos, conociendo la existencia de cinco grandes islas de basuras a nivel mundial (las cuales coinciden con los cinco giros subtropicales que se forman en los océanos), la más grande de ellas frente a la costa oeste de EE. UU., con 1,6 millones de km,2 albergando cerca de dos billones de piezas de plástico (Confidencial, 2019).
Es común pensar que los microplásticos o los plásticos de un solo uso son los principales contaminantes de los mares, pero la realidad no puede estar más alejada de esta afirmación. Según los datos presentados en el documental, el 46% de la contaminación marina mundial son artículos relacionados con la pesca industrial, en especial, redes plásticas de pesca que se dejan abandonadas o a la deriva, las cuales tienen un efecto devastador en la vida marina ya que siguen matando fauna a pesar de no estar siendo utilizadas, lo que se conoce como Ghost Fishing.2 A pesar de este dato, las principales campañas de prevención de contaminación se centran en elementos como las bombillas utilizadas en el consumo de líquidos, las que en realidad solo representan un 0.03% de la contaminación de los mares, entonces ¿por qué no hablamos de la contaminación de la industria pesquera?
Según un reportaje publicado por el medio de comunicación inglés The Guardian en el año 2019 “Más de 640.000 t de redes, líneas, nasas y trampas utilizadas en la pesca comercial se vierten y desechan al mar cada año, el mismo peso que 55.000 autobuses de dos pisos” (Laville, 2019), coincidiendo con lo presentado en el documental, en cuanto a que estas son las mayores fuentes de contaminación de los mares en el mundo. La misma fuente relata que el 70% del peso de los macro plásticos (sobre 20 cm), que se encuentran flotando en el mar, se relacionan con la pesca. El año 2015, una sola misión liderada por la; organización WWF3 en el mar Báltico logró recuperar 268 toneladas de redes, cuerdas y otros materiales de pesca. (Hancock, 2019)
En nuestro país, desde la creación del Ministerio del Medio Ambiente (MMA), el año 2010, se han impulsado distintas iniciativas tendientes a evitar la contaminación y promover el reciclaje, pero ninguna habla de los aparejos o artes de pesca, a nivel industrial o artesanal, dejando a estas empresas u organizaciones la iniciativa, casi sin regular, sobre la disposición final, reciclaje o forma de eliminación.
Según el Boletín Estadístico Marítimo del año 2020,4 de la Dirección General del Territorio Marítimo y Marina Mercante (Directemar), se encuentran inscritos en los registros de la autoridad marítima nacional un total de 117 naves mayores especiales de pesca operativas, a lo que se suman un universo de 12.978 naves menores especiales de pesca y buceo artesanal. Para ejemplificar la gravedad de no tener regulación al respecto, consideremos una nave mayor y una nave menor; para la primera, el D.S. del Ministerio de Economía N° 293, del 5 de septiembre de 1990, que Establece normas de regulación para la pesquería de pez espada o albacora (Economía, D.S. 293, 1990) en su artículo 7o indica que las naves que tienen una eslora igual o superior a 28 m “podrán utilizar en sus faenas de pesca redes de pared con una superficie máxima igual a 37.500 brazas cuadradas o 125.584 metros cuadrados” lo que equivale a 11,6 veces el tamaño de una cancha de fútbol profesional. Ahora, para las naves menores, considerando una entre 17 y 18 m de eslora, estándar de la flota pesquera artesanal de la región del Biobío, utilizan redes que, fácilmente, parten en los 22.000 m2 (Melo, 2005), dos veces una cancha de fútbol.
A esta enorme cantidad de redes se les deben sumar el resto de los elementos de plástico que son de uso habitual a bordo de las naves y que suelen ser eliminados o encontrados a orillas de playa cuando se efectúa limpieza, como boyarines, bandejas plásticas, entre otros, entonces, si es un tema que, como país, nos debería preocupar. La pesca de mamíferos y delfines nos afecta más de lo que pensamos
Muchos países y organizaciones levantaron la voz cuando Japón hizo efectivo su retiro, en junio del 2019, después de 65 años, de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) (la que fue establecida bajo la Convención Internacional para la Regulación de la Caza de Ballenas, y que fue firmada en Washington D.C. el 2 de diciembre de 1946),5 indicando que retomaría la caza de ballenas en las aguas adyacentes a la Antártica, práctica que para algunas ONG nunca había desaparecido.
El documental muestra dos prácticas que destacan sobre captura y caza de mamíferos como delfines y ballenas. La primera en la ciudad de Taiji, Japón, donde pescadores locales, como una actividad arraigada en su cultura, matan y capturan anualmente un número cercano a los 700 delfines y pequeñas ballenas, principalmente con dos fines: primero, para la venta a centros de entretenimiento, que en ocasiones pueden llegar a pagar un valor de US$ 200.000 por ejemplar (los cuales pueden llegar a reportar ganancias cercanas a los US$ 2.000.000 anuales a sus dueños) (Ecoosfera, 2013) y en segundo lugar, según lo explicado en el documental por la periodista Tamara Arenovich, de Sea Shepherd Conservation Society,6 como control de plaga, siendo la justificación de los pescadores para la matanza de estos mamíferos, la responsabilidad que tendrían en el descenso de la biomasa de recursos pesqueros disponibles sin asumir que el problema es la sobreexplotación de los recursos. La segunda matanza que da cuenta el documental es el Grind, práctica cultural y ancestral de los daneses, que tiene ocasión, anualmente, en las islas Faroe, el cual consiste, a grandes rasgos, en utilizar gran cantidad de naves menores para rodear y acorralar, hacia la costa, a pequeñas ballenas para ser cazadas por la población local en tierra, con el fin de usarlos como alimento de consumo humano posteriormente.
Si ambas prácticas son cuestionadas e incluso denunciadas por parte de autoridades locales y organizaciones internacionales, ¿por qué aún se ejecutan? A estas prácticas poco habituales se les debe sumar la captura y muerte incidental, producto de las actividades normales de la industria pesquera. Según lo presentado por el documental, se estima que unos 300.000 ejemplares entre delfines, ballenas y marsopas mueren anualmente en las redes de las naves pesqueras industriales, como daño colateral.
En la actualidad, donde los efectos del cambio climático son cada vez más palpables, afectando directamente la vida del ser humano, es impensado que no se defienda con mayor fuerza la vida de estos mamíferos, los cuales tienen una incidencia directa en el futuro de la vida en este planeta, dado que, a través del proceso de fertilización del fitoplancton, contribuyen en la absorción del dióxido de carbono de la atmósfera, con una cantidad estimada de 37 billones de toneladas métricas de CO2 anuales (Ralph Chami, 2019), lo que equivale a cuatro veces la capacidad de la selva amazónica, y por el mismo proceso, se logra la producción del 85% del oxígeno disponible en la atmósfera.
Afortunadamente en Chile, estas especies se encuentran protegidas hace décadas. En el año 1983 se cerró la última ballenera que funcionaba (Diaz, 2018) y, con la promulgación de la legislación que protege a los cetáceos, se considera la Zona Económica Exclusiva (ZEE) como un santuario para estas especies, donde su captura está prohibida y es considerada un delito con pena privativa de libertad (Economía, Ley 20.293, 2008).
Considerado un superdepredador, los tiburones están dentro de las especies marinas en peligro de extinción, debido al decrecimiento exponencial de distintas especies de tiburones desde la década del 1970 a la fecha, llevando a algunas a decrecer en un 99% de los individuos, solo por la acción del hombre y en especial las malas prácticas de la industria pesquera. El principal error es no considerar la importancia de los tiburones en la mantención del equilibrio de la cadena alimenticia marina. En caso de ser eliminados de los mares, habría una sobrepoblación de depredadores de los eslabones menores, lo que significaría, a largo plazo, un desequilibrio tal de la cadena alimenticia, que terminaría colapsando a todas las especies. Según una investigación de la Universidad de Australia Occidental, los tiburones también son necesarios para la salud de los arrecifes de coral. Los investigadores encontraron que las áreas de arrecifes con poblaciones saludables de tiburones eran donde los pequeños peces de arrecife estaban prosperando, los cuales eran vitales para la supervivencia del mismo coral. (Williamson, 2018).
Según el documental, entre 11.000 y 30.000 tiburones mueren cada hora a nivel mundial, de los cuales, la mitad se debe a captura accesoria de otros recursos por parte de la industria pesquera, estimando que cerca de 50 millones de tiburones son capturados como pesca accesoria, aunque Sea Shepherd los sitúa en aproximadamente 100 millones de ejemplares anuales.
Este volumen de caza se debe a motivos económicos. Las aletas de tiburón son muy apetecidas en el mercado asiático para dos productos: el primero es la confección de sopa de aleta de tiburón, comida tradicional y considerada como un indicador de alto estatus social, en especial en Hong Kong, donde cada plato de sopa de aleta de tiburón tiene un valor que bordea los US$ 100, y el segundo, para la confección de artículos cosméticos. Ambos elevan la venta de aletas de tiburón entre los US$ 80 y US$ 135 el kilo (Vigía, 2018), convirtiendo esta práctica en una industria que genera, anualmente, sobre 1 billón de dólares (F.A.O., 2020).
En nuestro país, si bien no hay un mercado para las aletas o la carne de tiburón, si se debe combatir, constantemente, la pesca ilegal en aguas nacionales de; estos ejemplares por parte de naves extranjeras. Según datos proporcionados por la Capitanía de Puerto de Arica, entre; los años 2015 y 2019, se apresaron 68 naves menores de pesca peruanas por contravenir el artículo 115 de la Ley de Pesca.7 Entre las especies incautadas y posteriormente destruidas, se encontraban 168,5 t de tiburón azulejo, los cuales en su mayoría se encontraban con las aletas cercenadas para ser comercializada.
Figura 4: Caza de ballenas en islas Faroe, Dinamarca (fuente: https://qsnoticias.mx/ reanudan-caza-de-ballenas-piloto-en-las-islas-feroe/)
Según se indica en el documental, se estima necesario que en el mundo, al menos, el 30% de los mares sea protegido, en la actualidad solo el 5% es considerado como zonas marinas protegidas, y, de estas, en solo el 0.5% realmente está prohibida la pesca en cualquiera de sus formas.
En Chile, según la información disponible en el sitio web del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (SERNAPESCA), organismo de la administración del Estado encargado de la tuición de los parques y reservas marinas, se indica que en la actualidad existen cinco reservas marinas y siete parques marinos a nivel nacional, que suman en total una superficie equivalente al 43% de la zona económica exclusiva nacional. Según el ex - ministro del Medio Ambiente, Marcelo Mena Carrasco, durante la segunda administración de la presidente Michelle Bachelet, “esta es la mayor creación de zonas de conservación marina en la historia de América continental, y nos pone en la delantera de conservación oceánica a nivel global” (MMA, 2018).
Al analizar la normativa que crea los parques marinos,8 esta le entrega la administración, fiscalización y conservación de estas zonas, a Sernapesca, servicio que, en la práctica, no tiene los medios logísticos necesarios para poder fiscalizar los parques o reservas, dependiendo de la disponibilidad de medios de la Armada para poder ejercer esta labor. Es más, de los 12 parques o reservas que existen, solo los decretos de creación de los parques marinos “Francisco Coloane” y “Nazca – Desventuradas”, se menciona a la Armada o Directemar como entes fiscalizadores de las actividades que se desarrollen en ellos, y lo que es peor aún, solo tres reservas tienen sus planes de administración creados.
Figura 5: Comercio de aletas de tiburón 2000-2011 (fuente: https://www.researchgate.net/figure/China-Hong-Kong-SAR-shark-fin-trade-profile_fig3_303265323)
Otro tema que debería preocupar sobre la fiscalización de estas áreas, es que en la ley de presupuesto del año 2019 9 no se considera a Sernapesca con presupuesto para la fiscalización de estas áreas protegidas, debiendo, junto a otros órganos de la administración, postular a fondos para esta tarea, lo cual no asegura que le sean entregados en cantidad y oportunidad para ser utilizados eficazmente en labores de fiscalización, y por el lado de la Armada o Directemar, la ley considera recursos para la ejecución de 10 operaciones anuales de vigilancia oceánica contra la pesca ilegal a lo largo del país, no otorgando recursos para una correcta vigilancia y fiscalización de estas extensas zonas.
El documental, si bien ha recibido varias críticas por no explorar el contexto completo en algunas aseveraciones que se realizan denotar claramente una actitud negativa contra la pesca industrial, si deja varios antecedentes necesarios para reflexionar y examinar cómo estamos haciendo las cosas en nuestro país, cuál es el esfuerzo tanto de las autoridades como de los ciudadanos por cuidar nuestro mar, algo que debiera ser prioritario, considerando nuestra característica de país marítimo, posición en el Pacífico y poseer una ZEE mayor a los 3 millones de km.2
Hay proyecciones alarmantes en el documental, que indicarían que para el año 2048 enfrentaríamos mares colapsados, principalmente, por el déficit de fauna >marina de casi todas las especies, lo cual llevaría inevitablemente al colapso de la raza humana también.
Al final del documental, varios expertos concuerdan en que aún se está a tiempo para evitar el colapso de las especies marinas y los océanos, pero es deber de todos, en especial de los Gobiernos y las empresas pesqueras, iniciar estos cambios.
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BIBLIOGRAFÍA:
Luis Gallegos – Embajador de Ecuador en Naciones Unidas (New York)
Los estragos causados a nivel mundial por la pesca ilegal han llevado a un cambio en los paradigmas de operación de las armadas, incluyendo en operaciones de fiscalización a unidades normalmente relacionadas al cumplimiento de roles más militares que policiales. El autor analiza el aporte que las unidades submarinas podrían tener en este ámbito, a través del análisis de sus características esenciales y tareas similares realizadas en el pasado.
La basura plástica en el mar está generando estragos en la fauna marina, sobre todo por su ingesta accidental en forma de microplásticos. De acuerdo a lo informado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aproximadamente 12 millones de toneladas de plástico han ingresado al océano, estadística que ha generado una alarma a nivel global. Si bien existen esfuerzos para mitigar el problema, entre los que destacan las limpiezas de playa; la solución definitiva se encuentra en modificar nuestra conducta como sociedad y disminuir drásticamente el uso del plástico, especialmente el que se desecha después de un solo uso.
Con la ratificación de diferentes tratados y convenios internacionales, el Estado de Chile se comprometió a crear Áreas Marinas Protegidas (AMP), con el propósito de resguardar el 10% de su Zona Económica Exclusiva. En la actualidad se cuenta con una superficie total de 450.000 km² de AMP, siendo responsabilidad de la Armada de Chile de efectuar la fiscalización que permita asegurar el cumplimiento del marco regulatorio de dichas áreas protegidas, lo que permite reforzar el cumplimiento de la misión fundamental de resguardar la soberanía e integridad territorial.
Chile, a contar del siglo XXI ha asumido un liderazgo regional en torno al combate a la pesca ilegal y al resguardo de la sustentabilidad y biodiversidad de los océanos. La suscripción de acuerdos internacionales sobre cómo enfrentar los flagelos que están depredando la fauna marina mundial, junto a la creación de múltiples Parques Marinos en nuestro país, le han incorporado nuevos roles a la Armada de Chile, debiendo integrar tecnologías en combinación con medios navales para fiscalizar los espacios marítimos involucrados en los nuevos desafíos asumidos por el Estado.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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