Revista de Marina
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Reflexiones sobre cultura, comunicación y marina

  • ÁLVARO PACULL LIRA

Por ÁLVARO PACULL LIRA

  • Fecha de recepción: 03/10/2023
  • Fecha de publicación: 29/02/2024. Visto 390 veces.
  • Resumen:

    El artículo releva la importancia de la cultura, marca personal y las humanidades, para el desarrollo de una comunicación que exprese atributos y características identitarias movilizadoras en el nombramiento de las naves. Se dan ejemplos de lo efectuado en la marina británica, para cual se menciona la asociación entre el personaje Oberón de W. Shakespeare y el bautizo de algunas naves de la flota. Finalmente se propicia reflexión en base a interrogantes que implican una invitación a nuestra marina nacional.

  • Palabras clave: Oberon, cultura, Cultura, Shakespeare, Oberón.
  • Abstract:

    This article highlights the importance of culture, personal branding, and humanities, for the development of a dialogue that conveys attributes and identity characteristics in the naming of ships. We can find some examples in the naming of Royal Navy ships in the association between Shakespeare’s character Oberon and the christening of some of their naval units. Lastly some thoughts are provided based on conundrums that entails an invitation to our Navy.

  • Keywords: culture, Culture, Shakespeare, Oberon.

¿Por qué ponemos los nombres? Bautizamos a los hijos para recordar a otros seres queridos, para homenajear a personas que admiramos, para rendir tributo. En muchos casos, deseamos traspasar los atributos de quien nos inspira en el destinatario del nombre.

Los nombres tienen significados y estos se manifiestan generalmente en características de personalidad que suelen expresarse en cómo el sujeto vive en el mundo, qué lo identifica y cómo procede.

Cuando nombramos proyectamos nuestros deseos de cómo queremos que esa persona se distinga de las demás; es decir, facilitamos cómo ésta sea percibida. 

En algunos casos, los nombres se acuñan por tradición o pueden ser creados para describir una nueva realidad. Con todo, la función del nombre es la recordación y por ello debe primar en ellos lo que la facilite.

En su origen los nombres y los apellidos se formaron usando referencias como el oficio, el lugar de residencia, algún rasgo de la personalidad o un parámetro físico. El sentido ha sido la identificación. Pero, desde luego, el fenómeno va más allá, un nombre o un apellido pueden estar asociados a poder, estatus y posibilidades que distingan a una persona de otra. 

Incluso, cuando desconocemos el significado de un nombre, y lo ponemos porque nos parece simplemente bonito, estamos realizando una selección a favor del futuro posicionamiento de esa persona. Estamos incorporando nuestros sesgos selectivos que por razones más o menos conscientes nos hacen escoger ese identificador y no otro.

Así las cosas, los nombres operan con la misma lógica de las marcas; buscan dejar un sello en la audiencia que permita identificar lo que se ofrece y lo que se es y que las personas lo reconozcan.

En esta línea argumental, es necesario decir que toda marca debe tener atributos por los cuales debe ser reconocida. Estas características operan para productos y servicios, pero pueden ir más allá, al terreno de lo personal.

La “marca personal”, por ejemplo, puede trabajarse y comprenderse comunicacionalmente de manera similar a una marca comercial, en el entendido de que las personas operan en escenarios competitivos y por ello requieren distinguirse y diferenciarse para obtener el favor de la selección. En este ámbito, la marca se construye día a día, muestra quiénes somos, lo que nos gusta hacer y para lo que somos buenos. Nuestra marca entonces debe resaltar las características que nos conforman, el aporte que generamos a los demás y que puede ser entendido como una satisfactor de necesidad.

Cómo logramos aquello, estarán pensando. Pues bien, creando la marca personal y con ello incidiendo en cómo las demás personas nos perciben.

Existen tres elementos clave: trabajar lo positivo que digo de mí, explicar lo que sé hacer y demostrar una actitud convincente. Desde luego, la credibilidad vendrá de la coherencia mostrada, lo que redundará en el logro de la confianza.

Hemos elaborado este prolegómeno debido a que lo consideramos fundamental como puente cognitivo para el tema que a continuación les expondré y que de alguna manera busca retratar el vínculo entre el mundo de las humanidades y la comunicación con la marina.

Como cualquier organización, la marina, debe estar orientada al cumplimiento de su misión, pero para ello requiere un propósito significativo que la impulse.

En el caso de Chile, el propósito de su marina es: “Proveer al Estado de un poder naval y un servicio marítimo para contribuir a resguardar la soberanía e integridad territorial, mantener la seguridad de la nación, impulsar el desarrollo nacional y respaldar los intereses nacionales donde sea requerido”. Dicha declaración, en términos de marca, debe ser respaldada con ejemplos específicos y contundentes de lo que la institución dice sobre sí misma, muestras comprobables de lo que hace y cómo lo ejecuta y una actitud que permita el logro de sus desafíos.

Al margen de lo dicho, el propósito de la marina chilena no dista mucho del de otras naciones. Por tanto, será menester constante el tener certeza de qué tipo de atributos son los que la distinguen y cómo los comunica.

En el caso de la marina Real británica, por ejemplo, referente histórico de la nuestra, su propósito puede entenderse como el siguiente en la actualidad: “Ayudar a estabilizar los mares, manteniendo el flujo del comercio marítimo que es el alma de la economía del Reino Unido. Actuar como guardianes y diplomáticos, como fuerza humanitaria para el bien y como mantenedor de la paz en el escenario mundial”.

Sin lugar a dudas, el cumplimiento de ese propósito debe estar alineado, entre varias cosas, al poderío naval y el impacto disuasivo que este ofrece.

La Royal Navy es la rama de guerra naval de las fuerzas armadas británicas. Fue fundada en el siglo XVI, siendo la rama de servicio más antigua del Reino Unido y se la conoce como Senior Service. Desde su creación hasta la Segunda Guerra Mundial, fue la armada más poderosa del mundo y tuvo un rol clave en el establecimiento del Imperio británico. Después de la Segunda Guerra Mundial ocupa el segundo lugar en cuanto a poderío mundial, tras la Armada de los Estados Unidos de Norte América.

Ahora sí, entrando a cumplir lo prometido, destacamos que HMS Oberón ha sido el nombre de seis buques de la Royal Navy británica, en referencia al rey Oberón de la obra de William Shakespeare, “Sueño de una noche de verano”. Estos fueron:

o    HMS Oberon fue una balandra-bergantín armada con 16 cañones botada en 1805.

o    HMS Oberon fue un vapor de ruedas botado en 1847.

o    HMS Oberon fue un destructor de clase M botado en 1916.

o    HMS Oberon fue un buque guardacostas, anteriormente civil con el nombre “Lady Ailne”. Fue botado en 1884, adquirido por la Royal Navy en 1888 y renombrado HMS Oberon.

o    HMS Oberon fue un submarino de la clase Odin botado en 1926.

o    HMS Oberon fue un submarino, líder de su clase botado en 1959.

Pero también cabe señalar que el nombre Oberón dio origen a la denominación de una serie de submarinos convencionales de origen británico, veintisiete en total, basados en el diseño de los submarinos clase Porpoise. Trece de los submarinos clase Oberón fueron construidos para la Marina Real británica, mientras que los catorce restantes fueron construidos y exportados para las armadas de otros países: Marina Real australiana, Marina Real canadiense, Marina de Brasil y la Armada de Chile.

¿Fue esto fortuito, producto de la casualidad?

Desde luego que no. Vamos al meollo del asunto.

William Shakespeare fue un dramaturgo, poeta y actor inglés. Conocido como el Bardo de Avon, se le considera el escritor más importante en lengua inglesa y uno de los más célebres de la literatura universal. Dentro de sus más emblemáticas piezas teatrales se cuenta: “Sueño de una noche de Verano”, drama que narra los hechos que suceden durante el casamiento de Teseo, duque de Atenas, con Hipólita, reina de las amazonas. Incluye las aventuras de cuatro amantes atenienses y un grupo de seis actores aficionados que son controlados por las hadas que habitan en el bosque donde la mayor parte de la obra tiene lugar. Uno de los personajes centrales de la obra es Oberón, rey de las hadas, un ser mitológico recreado por el autor para la pieza que aludimos y que fue escrita alrededor de 1596. El autor recoge el nombre del personaje y sus características, las que ya se hacían presentes en la mitología celta y en las leyendas medievales.

Tal como podemos encontrar en cualquier resumen de la obra, incluida la amigable Wikipedia, en la citada pieza teatral “el poderoso Oberón está casado con Titania, con quien comparte el poder de los bosques”. Durante el desarrollo de la acción dramática, presenciamos una acalorada discusión entre ambos —“Oberón quiere convertir en su secuaz al bebé de una amiga mortal de Titania, ya fallecida—, lo que hace que se enfaden. Oberón, queriendo gastar una broma, hechiza a su reina para que se enamore de un mortal a quien su sirviente Puck ha colocado cabeza de burro y así ponerla en ridículo”.

Seguramente estarán queriendo saber en qué termina la obra. Al respecto invitarlos a leerla o verla cuando tengan la oportunidad, no queremos hacerles spoiler. El punto es que Oberón es un personaje mitológico central, ejerce su poder, domina su territorio y lo hace por medio de la hechicería; es decir, ejerce su poder conectándose con las fuerzas sobrenaturales, convocándolas para lograr sus objetivos. Se vale de rituales, oraciones y objetos sagrados, para influir en la vida de las personas para bien o para mal.

La marca personal de Oberón, entonces, se caracteriza por lo señalado y por los atributos que ya hemos expresado.

Particularizando y aguzando la mirada, para el propósito previamente declarado, podemos mencionar que si enfocamos la mirada en los atributos de los citados submarinos “clase Oberon” (en servicio desde 1956 a 1988), estos se centraron en reducir la firma acústica y en mejorar la resistencia del casco para alcanzar cotas más profundas. La electrónica, sonar y radar del submarino se mejoraron de acuerdo a los últimos estándares militares. La clase Oberon fue equipada con un radar de superficie y navegación Type 1002, un sonar de ataque activo-pasivo Type 187, y un sonar de largo alcance Type 2007.

El sigilo, resistencia y dificultad de detección del submarino lo hacían excelente para operaciones encubiertas. Un verdadero hechicero de los mares, eficiente y funcional para el propósito para el que fue creado. Sin duda un nombre sinérgico y coherente a la idea comunicacional pretendida en su denominación.

Desde luego, ya sería un reconocimiento y un tributo a la figura de Shakespeare que la marina británica bautizara a alguna de sus naves o como hemos dado a conocer una clase de submarinos, con el nombre de un personaje del cisne de Avon, a fín de cuentas no ha existido mejor embajador de la cultura inglesa que el maestro William, destacado difusor de las letras en el mundo y un ganador en la gran batalla cultural que se dio en Occidente desde fines del siglo XVI, cuando campeaba el Imperio español y se gestaba en nacimiento del británico. Pero, lo cierto es que la marina británica escogió “Oberón”, un nombre emblemático con el que a través del tiempo y por medio de una acción simbólica, decidieron que ciertas naves de su flota se dieran a conocer al mundo con un sello identitario que las hiciera reconocibles y que además comunicara a los adversarios la naturaleza, el poder y los atributos de la nave con la que se toparían. ¿Una advertencia disuasiva?, ¿el sello dinámico y sorpresivo que caracterizaría a la marina británica?

Es pertinente decir que la cultura de un pueblo es lo que nos identifica, cómo hacemos las cosas, lo que nos une, y el sello por el que somos apreciados, valorados y reconocidos. Sin lugar a dudas, Shakespeare, a través de sus personajes, contribuyó al engrandecimiento de la imagen británica en el mundo. Un pequeño conjunto de islas desprovistas de bienes materiales considerables, pero con una vocación de grandeza tal que logró sobreponerse a su condición de restricción isleña y dio un salto abismal, casi mágico y sobrenatural, que finalmente redundó en el dominio cultural y geopolítico de una buena parte del globo.

Qué alianza estratégica más virtuosa que la unión entre el poderío cultural y el militar para el desarrollo del imperio. Letras y cultura que navegaron los mares del tiempo y el espacio y una armada que permitió el control de los mares y el desarrollo económico.

En los tiempos que corren, sería mucho lo que tendrían que reflexionar quienes desestiman el poder de las humanidades en los propósitos transformadores de la humanidad, en la motivación e impulso de nuestras vidas, en el liderazgo que demostramos.

Finalmente, y después de estas elucubraciones, cuestionarnos sobre cómo estamos en casa. ¿Tenemos conciencia del poder de la alianza mencionada? ¿Estamos diseñando y poniendo en práctica estrategias unificadoras, empáticas, persuasivas, que nos hagan -a pesar de nuestras diferencias- vernos como parte de un todo nacional que desea mostrar al mundo lo mejor de sí?

¿Podría la marina nacional dar un paso en este sentido, bautizando nuestras naves con algún ejemplo señero, emblemático de nuestro maravilloso acervo cultural? ¿Qué señal se estaría dando con eso?, ¿qué propiciaría esa comunicación? ¿En los tiempos que corren, será pertinente bautizar prioritariamente las naves apelando a la heroicidad militar?                                                                                                

Este artículo está dedicado a Germán Bravo Valdivieso, recientemente fallecido y quién fuera Director y Presidente de la Academia de Historia Naval y Marítima de Chile.

Biblioteca

  1. Sociedad Cultura y Poder: Reflexiones Teóricas y Líneas de Investigación”; M. Graciela Rodríguez; Edit. Unsam; 2014.
  2. “Sueño de una noche de verano”; W. Shakespeare; Edit. Catedra, 2012.
  3. “Emprender tu marca personal”; Nuria Costa, Edit. Bresca, 2015
  4. “Culture”; John Brockman; Edit. Crítica, 2012.
  5. “Liderar y comunicar con sentido”; Álvaro Pacull; Edit. RIL-UDD; 2014.
  6. https://idus.us.es/bitstream/handle/11441/56207/TFG%20ALVARO%20CABELLO%20LOPEZ%20%282%29.pdf?sequence=1&isAllowed=y
  7. https://www.espectaculosbcn.com/el-sueno-de-una-noche-de-verano-analisis/
  8. https://es.wikipedia.org/wiki/Clase_Oberon
  9. https://revistamarina.cl/revistas/1972/1/oberon.pdf
  10. https://sgfm.elcorteingles.es/SGFM/dctm/MEDIA02/CONTENIDOS/201410/31/00106524191738____2_.pdf.

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