- Fecha de publicación: 01/06/2015.
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Página de Marina
¿QUÉ SERÁ DE JUAN MANCILLA ROGEL?
Daniel Arellano Walbaum*
E
n la década de los 80, los meses de enero
y febrero eran tradicionalmente de mucho
trabajo para las barcazas de la Armada. Era
la época de transbordos, los que se iniciaban
inmediatamente después del Año Nuevo,
prolongándose hasta la primera quincena de
marzo, fecha en que todas las dotaciones de
reparticiones y unidades debían estar completas,
familias instaladas y niños matriculados para iniciar
el año escolar. De esa manera se permitía que
las festividades de fin de año se pasaran en los
hogares de la localidad en donde se encontraba
destinado el personal, y en un período de dos
meses se producían todos los movimientos
del caso.
La situación más compleja era el traslado desde
la zona central a Punta Arenas y a las bases navales
de Puerto Williams e Isla Dawson, requiriéndose una
acabada coordinación de medios de transporte, en particular para las
familias. Por lo general,
el marino jefe de hogar
se iba al sur solo, para
recibirse de su nuevo
puesto y preparar la
casa habitación que
eventualmente le era
asignada, o arrendar
en caso que no
hubiera disponibilidad
y así recibir e instalar
los enseres hogareños
y posteriormente
acomodar, en la mejor
forma posible, a la
familia. Normalmente
el marino viajaba en buque, junto al contenedor
con sus pertenencias. En el intertanto, su familia
pasaba a vivir de “allegada” en casa de familiares
o amigos, hasta que estuvieran las condiciones
adecuadas para que señora e hijos se pudieran
desplazar a su nuevo lugar de residencia.
En la segunda quincena de enero se programaba
el primer “charter”, denominación que se daba
al vuelo de la aeronave de la Fuerza Aérea
destinada a llevar a las familias del personal
naval. Su coordinación no era menor. Comenzaba
con informar a las familias de la hora del vuelo
y los lugares de concentración para abordar los
buses del Bienestar de la Armada, dispuestos
para aquellos que no disponían de medios para
llegar a Santiago. Una vez en el aeropuerto, para
muchos la primera experiencia de volar, la entrega
de equipaje (normalmente en mayor número
* Contraalmirante. Magíster en Etnopsicología PUCV.
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que el dispuesto e informado), asignación de
asientos y embarque final, constituía una suerte
de pesadilla para los encargados del vuelo, que
se terminaba una vez que el avión despegaba.
De allí en adelante, el problema era de otros.
Mientras tanto, en Punta Arenas, la organización
de la Zona para recibir a las familias, dirigida por
el Jefe del Departamento de Personal, desde
muy temprano en la mañana comenzaban a
revisar los medios y coordinaciones dispuestas.
Los escasos medios aéreos para trasladar a las
personas a Puerto Williams, debían efectuar hasta
tres viajes ida y vuelta en el día, iniciándolos tan
pronto el “charter” aterrizaba. A la Isla Dawson,
por su proximidad, el traslado era en el transporte
“Águila” o en las barcazas “Elicura” u “ Orompello”.
Buques, aviones, buses, furgones y automóviles
movían a señoras y a sus hijos a diferentes destinos,
en un día agotador, lleno de emociones, nuevas
experiencias y por lo general, con el característico
fuerte viento de la zona austral, que les daba a
los recién llegados, una muestra de la indomable
naturaleza en la que vivirían en los próximos dos
o tres años.
Las tres barcazas Clase Batral, las LST “Rancagua”,
“ Maipo” y “ Chacabuco”, más el Transporte “ Aquiles”,
todos construidos en los Astilleros de Asmar
Talcahuano, transportaban a y desde Punta Arenas,
Isla Dawson y Puerto Williams, los contenedores con
los enseres del personal transbordado. El “Aquiles”,
por sus capacidades, también llevaba pasajeros
y las barcazas sólo lo hacían eventualmente
dadas las pocas comodidades que poseían.
Estos desplazamientos respondían al nombre de
“australes”. En el mes de noviembre comenzaba
la planificación de los “charter” y de los “australes”,
agregándosele un número conforme a la fecha en
que estaba dispuesto su vuelo o zarpe.
- “Me voy en el austral 4 y mi familia en el
charter 2”, - era un tipo de frase habitual en
aquellos que se iban transbordados a la Tercera
Zona Naval.
Austral 2
El 22 de enero de 1989, la LST “Rancagua”
zarpaba de Punta Arenas para efectuar el “Austral
2”. El “meteo” 1 para el Paso Tamar no era muy
bueno: anunciaba viento de 50 nudos y olas
de 2 a 3 metros. En esa ocasión, además de la
carga, se habían embarcado algunas familias
con destino a Puerto Montt. La navegación
hasta el Paso Largo del Estrecho de Magallanes
fue relativamente tranquila, pero a la altura del
Golfo de Xaultegua ya se sentía con bastante
intensidad la marejada del weste y el buque se
comenzó a golpear. Las olas eran por la proa y
la barcaza las tomaba en excelente forma. Sólo
cuando el período era alterado se producían
golpes que hacían vibrar el buque completo,
cosa que ocurrió en pocas oportunidades.
A esa altura la gran mayoría de los pasajeros
se había mareado. Afortunadamente eso se
había previsto y se habían colocado bolsas
y “chutes” 2 por todas partes, por lo que el
buque no se ensució mucho. A una señora
le vino una baja de presión y se desmayó en
dos oportunidades. En la enfermería logró
recuperarse, para gran alivio del enfermero,
que no le encontraba el pulso. Por ella supimos
que tenía problemas de presión, y que había
hecho presente su caso en la Zona Naval al
momento en que le habían asignado su medio
de transporte. En un principio y debido a su
dolencia, la tenían considerada en el Transporte
“Aquiles”, pero por falta de cupos la mandaron
a la LST “Rancagua”.
Para cruzar el Paso Tamar se continuó navegando
hacia el weste para así poder caer a un rumbo
con mar por la popa, con lo que disminuyó
bastante el movimiento, tanto cabeceo como
balance, limitándose sólo a una pata antes de
entrar al canal Smyth.
Una vez en los canales la situación cambió y los
pasajeros revivieron. El buque navegó los Pasos
Shoal, Summer, Victoria y el Farquhar, continuando
por los Canales Sarmiento y Concepción, todos
con malas condiciones meteorológicas, con fuerte
viento y chubascos que afectaban y reducían la
visibilidad.
Durante la navegación del Canal Wide, se
reguló el andar para llegar a la latitud de la Isla
Crosstide a las 07:00 horas, permitiendo pasar la
Angostura Inglesa a las 09:30, hora de la estoa de
PÁGINA DE MARINA: ¿Qué será de Juan Mancilla Rogel?
1. N. del E. Abreviación de la palabra meteorograma, que es el parte meteorológico transmitido por radio.
2. N. del E. Tarro basurero.
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baja, una de las condiciones que se recomienda
para cruzar dicho paso, además de luz diurna y
buena visibilidad. Las condiciones meteorológicas
seguían malas. Lluvia y viento del NNW 26 nudos.
La visibilidad era regular y habían muchas nubes
bajas, las que ocasionalmente, por efectos térmicos,
“siguen bajando” y se transforman en una densa
neblina que impide ver la costa y la señalización
marítima que señala los peligros a la navegación.
Afortunadamente esto último no ocurrió.
A la salida de la Angostura Inglesa, una vez
pasada la Punta Hume, el buque esperó sobre
las máquinas a la lancha de Carabineros que
traía a la familia del Jefe del Retén de Puerto
Edén, que necesitaba ser evacuada. Llevaban un
buen tiempo esperando que pasara algún buque
que los trasladara a Puerto Montt u otro lugar,
ya que la señora del suboficial tenía problemas
de presión y requería tratamiento médico. Un
accidente sufrido por el Roll On - Roll Off, que
recalaba con alguna frecuencia a Puerto Edén
y la consecuente suspensión de los viajes, los
tenía absolutamente abandonados, siendo ese
el único medio de comunicación regular que
poseían los habitantes de ese aislado lugar. El
requerimiento hecho por radio a la barcaza de
la Armada, mientras navegaba a la altura de ese
pintoresco poblado, no podía ser desatendido.
La navegación en el Canal Messier, ancho y
limpio, fue con escasa visibilidad y persistente
lluvia. La preocupación era el cruce del Golfo de
Penas, con esas señoras con problemas de presión
y el estado calamitoso de algunos pasajeros.
La Carta Canal no era muy alentadora. A las
0300 hora local mostraba un grupo de frentes
desplazándose hacia el NE y una cuña de alta
más al norte de la isla Guafo.
Se navegó todo el día 24 de enero en el Océano
y con las primeras luces del día 25 el buque ingresó
al Canal Darwin. En canales había calma total y
fue realmente agradable volver a entrar a aguas
interiores y navegar con el mar como espejo. Ese
día hubo sol y casi nada de viento, por lo que
la navegación por el Canal Moraleda y Golfo de
Corcovado fue extraordinariamente buena.
Después de navegar el Canal Apiao y el Golfo
de Ancud, el buque se detiene a las 23:30 horas y
queda sobre las máquinas en el área de Pargua,
lugar en donde se desembarca por bote de
goma a unos transbordados y pasajeros que
iban a Puerto Montt, en una maniobra expedita
y rápida gracias a las excelentes condiciones
meteorológicas y a que había luna llena. Se
continua la navegación tomando el canal Chacao,
teniendo en el radar la señal fuerte y clara del
Racón instalado en la Roca Remolinos, para
posteriormente adoptar el rumbo recomendado
para pasar entre la roca Topacio y el bajo Colo
Colo, que se hace con las enfilaciones de la isla
Sebastiana.
Ya en mar abierto, la ola y el viento sur
contribuyeron a aumentar el andar, recalando a
Talcahuano a las 0800 del día 27 de enero tomando
sitio en el Molo 500. El buque permaneció en
dicho puerto hasta pasado el mediodía, zarpando
por la Boca Chica, al sur de la isla Quiriquina,
con la intención de saludar al Almirante Young,
cuya residencia se encuentra en la península
de Tumbes. Como respuesta a los toques de
pito y siguiendo una costumbre de a lo menos
40 años, una gran sábana fue desplegada para
responder el saludo.
La navegación hasta Valparaíso fue tranquila,
con muy buen tiempo y con una larga ola del SW
que permitía dar 1,5 nudos más. A la recalada a
dicho puerto y antes de descargar, se le ordenó al
buque efectuar faena de petróleo, abarloándose
al AO “Almirante Montt”, que se encontraba
acoderado al Molo. Finalizada la maniobra la
barcaza, tomó el sitio “Foxtrot”, al fondo de la
poza aproximando con proa al círculo que señala
la bita 87 en la pared del Molo.
La permanencia en Valparaíso fue muy agitada,
a excepción del fin de semana. Presentación a las
autoridades navales y comandantes de buques
llenaron la agenda del Comandante, mientras
se procedía a descargar y cargar la unidad, para
regresar lo antes posible a puerto base con los
transbordados y sus enseres. Contenedores, baúles,
maletas y “encargos”, en particular fruta y verduras,
estos últimos bienes escasos y caros en Punta
Arenas. La falla de una de las barcazas y un posible
problema en el Transporte “Aquiles” hacía pensar
en que el buque debería reemplazar a una de esas
unidades en un segundo desplazamiento desde
Punta Arenas al norte una vez finalizado éste.
La estada en Valparaíso fue provechosa en
todo sentido. Se efectuaron todas las faenas
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pendientes y el personal residente en la Vª Región
pudo ver a sus familiares. El zarpe de regreso se
fijó para el miércoles 1 de febrero al mediodía.
Una vez largado del sitio Foxtrot y efectuados
los honores de pito a las unidades más antiguas,
el buque navegó el track próximo a costa el
tradicional “paseo naval” hasta Reñaca, cuidando
de pasar claro del Bajo Ester de 7 metros, ubicado
frente a la Caleta Placeres.
La navegación a Talcahuano fue con una
persistente marejada del SW, con olas de 2 a
3 metros que golpearon y movieron al buque,
reduciendo su andar, hasta entrar en la Bahía de
Concepción. El buque atracó al Molo 500 y de
inmediato se inició la faena de carga y descarga.
El zarpe al sur fue el día 03 de febrero por la
Boca Chica, y desde ese momento y hasta que
se ingresó al canal Chacao, el buque sufrió los
efectos de la misma marejada entre Valparaíso
y Talcahuano, pero en sentido inverso. Pese al
movimiento y oleaje, en general el buque soportó
muy bien las condiciones de navegación, dando
un promedio de 11,5 nudos. Se recala al Canal
Chacao a las 13:00 horas siendo el 2º Comandante
quien tomó el control del buque, asesorado en
la navegación por el Piloto. La pasada cerca
de la Roca Remolinos fue impresionante, por
cuanto había mucha corriente en contra y por
sus efectos, se forman grandes remolinos en las
proximidades de la roca que hace honor a su
nombre. A continuación
se navegaron los Pasos
Corvio, Quihua y Quena,
para después salir al Seno
de Reloncaví vía el Paso
Tautil. Llamó la atención la
ciudad de Calbuco por su
gran extensión. Se apreció
movimiento y progreso, lo
que es bueno.
La recalada a Puerto
Montt fue el 4 de febrero
a las 17:50 horas atracando
al sitio 1. La entrada está
bien balizada y el único
problema es que en la isla
Tenglo se forma una playa
que es muy popular y hay botes que se cruzan
y gente que nada de un lado a otro del canalizo
de entrada para los buques. Hubo necesidad de
tocar varios pitazos para mantener a la gente y
botes alejados.
La descarga y carga se hizo muy rápido,
permaneciendo el buque en puerto hasta el
día siguiente, lo que permitió a la dotación
aprovechar de conocer esta linda zona. En la
mañana del día 05 recaló el “Queen Elizabeth II”,
transatlántico que participó en la campaña de
las Falklands transportando tropas. Además, ese
día culminaba la regata “Circuito Islas de Chiloé”,
en su primera versión, con la participación de 50
yates. Tanto los yates como el “Queen Elizabeth” y
con la suerte de un día con sol y absolutamente
despejado, fueron un lindo espectáculo para los
turistas de ese gran transatlántico.
A las 15:00 horas el buque zarpa rumbo al sur,
en medio de numerosos yates que ingresaban
al canal Tenglo, para a continuación navegar el
Seno de Reloncaví, Golfo de Ancud y Golfo de
Corcovado, con mar como espejo que continuó
así hasta entrar al canal Moraleda, permitiendo
desarrollar un andar próximo a los 14 nudos. Dadas
las condiciones meteorológicas y la hora,se decide
navegar los canales Chacabuco y Pulluche, siendo
este último uno de los canales más atractivos
de la zona sur. Su navegación no reviste mayor
dificultad dado que es limpio y profundo.
Desde aguas interiores se accede al océano por
la Bahía Anna Pink y se continua al sur bordeando
PÁGINA DE MARINA: ¿Qué será de Juan Mancilla Rogel?
nLST “Rancagua”.
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la Península de Taitao, en donde se encuentra Cabo
Raper, faro que señala la parte norte del temido
Golfo de Penas, que en esta ocasión se presentó
benévolo para los navegantes, con mar por la
amura que provocó un poco de movimiento, pero
en la pata al SE en demanda del canal Messier la
situación fue bien aceptable.
Se ingresó a aguas protegidas el día 8 de febrero
pasada la medianoche, debiéndose regular el
andar para llegar a la Angostura Inglesa a las
08:15 horas, 25 minutos antes de la estoa de
baja que era a las 08:40 horas. La corriente de
norte a sur se dejó sentir, aumentando el andar
a 14,5 nudos con media potencia de máquinas.
Pasados los bajos Mindfull y Zealous, bajo
el control del Oficial de Guardia, se prosigue
la navegación en demanda de Puerto Edén,
en donde el buque debía entregar petróleo
al YON ex DD “Blanco Encalada”, que abastecía
a la Capitanía de Puerto. Atracado el buque e
iniciada la faena de combustible, aparecieron
los pobladores de Puerto Edén con sus típicos
productos: centollas, cholgas ahumadas y almejas.
El Maestre de Víveres cambió una sandía por un
saco de cholgas y verduras y frutas por centollas
y mariscos. Recorriendo el poblado, Puerto Edén resulta
pintoresco y da la impresión que la gente vive
contenta. Hay bastante trueque con los buques
que pasan y al parecer un buen número de ellos
aprovecha de comprar mariscos, fondeando en
el canal Messier. Ese fue el caso del mercante
argentino “Formosa”, que venía por la popa.
Estando el buque listo para zarpar a Punta
Arenas, el 2º Comandante aparece en la cámara
del Comandante y golpeando la puerta le informa:
“mi Comandante. Tenemos un problema. Recién
llegó un matrimonio que solicita ayuda y atención
médica para su hijo, que lleva tres días enfermo”.
La criatura era una guagua de 1 mes y 12 días.
Aparte de un enfermero de cargo, calificado
y preparado para atender primeros auxilios, el
buque no contaba con otros medios. Entre el
personal transbordado, venían dos sargentos
enfermeros, a quienes el Comandante dispuso,
junto con el enfermero del buque, efectuar una
“junta médica”, evaluar la situación y recomendar
cursos de acción.
Al cabo de un tiempo, el más antiguo de
los enfermeros entregó el diagnóstico: una
hernia escrotal atascada, bronquitis aguda,
conjuntivitis y deshidratación. La guagua estaba
mal. Vomitaba bilis y no aceptaba el pecho de su
madre. El único curso de acción aceptable era
la evacuación a Punta Arenas para someterla a
cirugía y estabilizarla lo mejor que se pudiera
con los medios disponibles a bordo, que no eran
precisamente para niños. Dejarla en Puerto Edén
era condenarla a muerte.
El Comandante consulta respecto a la posibilidad
que la guagua muriese en el trayecto de 36 horas
a Punta Arenas. Podía ocurrir, pero al menos se
habría intentado salvarla.
Había algunos temas que resolver: no se
contaba con los medios (agujas para niños)
para inyectar suero al enfermo o medicamentos
adecuados para estabilizarlo; no había tiempo
para ir en busca de los elementos propios de un
recién nacido ni de ropa, tanto para la guagua
como para la madre, y de los enseres mínimos
necesarios para una estadía de a lo menos un
par de semanas en Punta Arenas.
Definitivamente era un gran riesgo. Que una
criatura muriera a bordo era propio de episodios
de buques a vela y no de estos tiempos. La
soledad del mando. El Comandante decide y
asume la responsabilidad. No hay vacilación: la
guagua junto a su madre se embarcan. El padre
está desconcertado y la madre lo mira buscando
su aprobación. Es su único hijo hombre después
de cinco mujeres.
Caso crítico
Así fue como Uberlinda Rogel Barría y su hijo Juan
Mancilla pasaron a integrar la lista de pasajeros
de la LST “Rancagua”. Dada su delicada condición,
se le asigna un camarote en el sector de oficiales.
El subteniente que lo habita lo desocupa y dobla
bancada con otro oficial. Los enfermeros se
organizan en turnos de guardia y el enfermero del
buque, timonel de una de las guardias en la mar,
debe ser reemplazado. No se requiere informar
a la dotación ni a los pasajeros de la situación ni
de la decisión tomada. Ya la saben.
Los enfermeros toman el control. Aparecen
agujas y remedios para niños - uno de los
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enfermeros tenía su propio botiquín de
Primeros Auxilios - a “todo evento”. Los pasajeros
abren maletas y proveen de pañales, ropa de
guagua, elementos de aseo, mamaderas y
alimentos si es necesario. La madre recibe ropa
y todo lo indispensable para su aseo personal,
incluyendo sábanas y toallas. Parte del vestuario
y equipamiento familiar o de los encargos, iban
a tener un inesperado destino.Un par de horas después del zarpe, Juan ha
sido bañado, está con ropa limpia, conectado con
suero y con una sonda gástrica para aspirarle el
estómago ya que lo tenía distendido, e iniciaba
un tratamiento con penicilina para atacar su
bronquitis. Pero su situación era de cuidado.
Las siguientes 36 horas, tiempo necesario para
llegar a Punta Arenas serían críticas. La madre
contemplaba todo resignada, y su cara evidenciaba
una gratitud que no podía expresar con palabras.
La Tercera Zona Naval es informada oficialmente de
lo obrado, y se le solicita efectuar las coordinaciones
con el Hospital Regional de Punta Arenas para
tener una ambulancia en el muelle a la recalada del
buque. Con el buque dando su máximo andar, se
navega el Paso del Indio, Paso del Abismo, canales
Wide, Inocentes y Sarmiento, Pasos Summer y
Shoal, ingresando al Estrecho de Magallanes en
la singladura final a Punta Arenas.
La guardia en el puente concentra la
información respecto al estado de Juan. Su
temperatura y evolución son parte de las
novedades que se entregan y que se propagan
por toda la dotación y pasajeros. La gran mayoría
son padres; sienten y hacen propia la tensión y
angustia de la madre. Afortunadamente el estado
de la criatura no empeoró y se mantuvo bajo
control. Pero aún no aceptaba el pecho, que al
decir de uno de los enfermeros, sería evidencia
de una evolución positiva. Su aseveración fue
clara y sin rodeos. “Mi Comandante: cuando la
guagua quiera la teta, estamos al otro lado”.
La distancia a Punta Arenas se acortaba y en
pocas horas la guagua sería desembarcada y
trasladada al Hospital.
“A su recalada, manténgase fondeado a la gira
en espera de sitio de atraque, tentativamente
disponible 24 horas después”.
El escueto mensaje naval no podía ser más
inoportuno. Se requería desembarcar a Juan lo
antes posible. El muelle de Punta Arenas estaba
absolutamente copado con buques de carga y
de pasajeros, no existiendo posibilidad alguna
de atracar a la recalada. Tampoco era factible
abarloarse a uno de los buques en el muelle. Se
descartaba la aero-evacuación por helicóptero
ya que éstos estaban en Puerto Williams.
El único curso de acción era continuar a Puerto
Harris, en la Isla Dawson, en donde había un
médico y estaba el aeródromo Von Schroeders.
Con ello se lograba obtener un diagnóstico
más completo del enfermo y la posibilidad de
evacuarlo por avión.
El buque cambia su derrota y se dirige al muelle
de la Base Naval en la isla Dawson, en donde
el médico examina al paciente, concuerda con
todos los procedimientos que se le aplicaron
y recomienda la evacuación vía aérea a Punta
Arenas. No fue necesario pedir el avión. Ya venía
en vuelo.
Juan y su madre fueron desembarcados
en Puerto Harris. La dotación y pasajeros los
despidieron emotivamente. Un vehículo los llevó
al aeródromo distante 30 kilómetros al norte, en
donde un avión CASA 212, con los motores en
marcha los esperaba. El buque zarpó y mientras
navegaba en demanda del Paso Boquerón, se
divisó al avión que se dirigía al aeropuerto Carlos
Ibáñez; Juan estaba a pocas horas de recibir el
tratamiento médico que requería. Pocos días
después se supo que había sido operado y
estaba en franca recuperación. El buque zarpó
en comisión al Cabo de Hornos y se perdió el
contacto, nunca más se tuvo noticias de él ni
de su madre.
Por ello que ahora, como Práctico de Canales,
cada vez que paso frente a Puerto Edén, me
pregunto: ¿qué será de Juan Mancilla Rogel?
PÁGINA DE MARINA: ¿Qué será de Juan Mancilla Rogel?
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