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Maniobra de la Escuadra chilena en 1978

  • LUIS ESCOBAR DOXRUD

Por LUIS ESCOBAR DOXRUD

  • Fecha de recepción: 08/02/2025
  • Fecha de publicación: 30/04/2025. Visto 251 veces.
  • Resumen:

    Estábamos listos para entrar en combate, acción para la que nos habíamos preparado durante toda nuestra carrera profesional y todas las tripulaciones dispuestas a entregar sus vidas en la batalla naval decisiva en cumplimiento de la consigna “Vencer o Morir”, solo pensando en la defensa de los intereses superiores de la patria.

  • Palabras clave: Argentina, Escuadra, 1978, crisis, Crisis, chilena.
  • Abstract:

    We were ready to engage in combat, an operation for which we had braced ourselves throughout our careers. In this defining naval battle, all the fleet´s crews were willing to give their lives in compliance with the navy´s motto “Do-or-Die,” thinking only of the defense of their homeland.

  • Keywords: 1978, Crisis, crisis, Fleet, chilean, Argentinean.

Después de haber leído el artículo “Marino sin vacilar”, publicado en la Revista de Marina Nº 999 de marzo – abril 2024, el que en una parte se refiere a la actuación de la Escuadra chilena en 1978 durante la crisis con nuestro vecino del Este, en la que se mencionan algunas inexactitudes, he estimado conveniente escribir mi versión de lo sucedido en la etapa final de la maniobra política y estratégica que finalmente evitó la guerra con Argentina.

A principios de ese año, el comandante en jefe de la Armada, Almirante José Toribio Merino Castro, debido a la situación internacional imperante, impartió instrucciones para que se congelaran todos los transbordos y se completaran las dotaciones de guerra, tanto de personal como de munición y logística.

Al asumir su cargo, el comandante en jefe de la Escuadra, Vicealmirante Raúl López Silva, recibe instrucciones del comandante en jefe de la Armada para entrenar a la Escuadra, exclusivamente para acciones de guerra.

Conducción estratégica y táctica de la Escuadra

El comandante en jefe de la Escuadra, vicealmirante Raúl López Silva, destacó por su liderazgo, hombría, temple y valentía, no solo durante la crisis de 1978, sino durante toda su carrera naval.

Desde que asumió la comandancia en jefe de la Escuadra, el almirante López demostró que él era el hombre indicado, era la persona precisa para conducir la fuerza en el momento internacional al que se vería enfrentado el país. Visitaba los buques en puerto y en la mar, llegaba en helicóptero o bien se descolgaba de la aeronave cuando el buque no tenía cubierta de vuelo; navegaba en ellos, conversaba con las tripulaciones, y así fue generando un espíritu de cuerpo, unidad y cooperación entre buques a nivel de la flota, logrando que todos estuviéramos dispuestos a entregar nuestro máximo esfuerzo en cumplimiento del deber.

Frecuentes reuniones con los comandantes donde se hablaba sin rodeos, solo con la verdad, fueron creando en las unidades una mística bélica que convirtió un conjunto de buques de combate en una fuerza naval invencible.

El acabado entrenamiento de las unidades, la destreza de las tripulaciones, los continuos ejercicios y la permanente preparación para el combate convirtieron a la Escuadra 1978 en un colosal instrumento estratégico que permitió al comandante en jefe de la Armada su empleo eficaz en la maniobra política que finalmente permitió impedir la guerra.

Ante la imprevisible evolución de las relaciones bilaterales, la Escuadra basada en Valparaíso realiza un primer despliegue operativo al teatro de operaciones austral entre el 23 de marzo y el 30 de abril y un segundo despliegue entre el 30 de octubre y el 02 de diciembre.

El día 12 de diciembre alrededor de la media noche, ante la inestable situación con Argentina y la información de inteligencia que indicaba que la Flota de Mar transandina (FLOMAR) navegaba hacia el área austral, la Escuadra, que había regresado a Valparaíso 10 días antes, zarpa rumbo a Talcahuano, recalando con las primeras luces del día 13 de diciembre. Atracamos tanto al interior como en el exterior de la dársena de reparaciones y en cuanto terminó la maniobra, las dotaciones iniciaron el apresto del buque completando todos los niveles de pertrechos necesarios para zarpar con el máximo de autonomía, en todo sentido. Un momento particularmente conmovedor fue la ejecución del zafarrancho “aclarar el buque para el combate”, cuando las dotaciones procedieron a bajar a tierra todo elemento superfluo y que de ser alcanzado por el castigo adversario podría haber ocasionado incendio o se pudiera haber convertido en esquirlas que fuesen eventualmente a provocar daños a los tripulantes o al material.

La Escuadra zarpó hacia el sur y el personal de la planta de astilleros de la Armada en Talcahuano (ASMARTALC) continuó trabajando a turno completo para recuperar en el más breve plazo al crucero Latorre y la fragata Lynch, para su pronta reincorporación a la Escuadra.

El desplazamiento al sur fue a velocidad de crucero y a 200 millas de costa, con el propósito de navegar fuera del alcance de la aviación de ataque argentina y en una zona donde debido a las normalmente malas condiciones climáticas la operación de submarinos adversarios fuera altamente improbable.

El 15 de diciembre fuimos informados del arribo al país de los aviones de exploración aeromarítima P-111 fabricados en Brasil y de su inmediata incorporación al esfuerzo de traqueo de la Flota de Mar argentina (FLOMAR) que se mantenía en alta mar al este de la Isla de los Estados; en la Escuadra recibíamos la posición de la fuerza adversaria cada 4 horas.

La navegación oceánica se materializó con condiciones meteorológicas bastante favorables, y me atrevería a decir que fue extraño el relativo buen tiempo que experimentamos en esas latitudes, que normalmente se presenta con mar gruesa como mínimo.

Así fue cómo el 17 de diciembre las dos agrupaciones en que se dividió la Escuadra recalaron a sus respectivos fondeaderos de guerra, agrupación “Acero” en bahía Porvenir en el canal Bárbara y Agrupación “Bronce” en bahía Océano, al interior de seno Searle. Esta división de la flota obedecía a la maniobra del comandante en jefe de la Escuadra para dar cumplimiento a su tarea de impedir una ofensiva estratégica argentina sobre territorio chileno.

Agrupación Acero: En bahía Porvenir, compuesta por: CL Prat; DDGs Williams y Riveros, PFGs Condell y Lynch.

Misión: Operar como fuerza de choque, para neutralizar a la Flomar y conquistar el Dominio del Mar.

Agrupación Bronce: En bahía Océano, compuesta por: CL Latorre; DDs Portales, Zenteno, Blanco y Cochrane.

Misión: Impedir un desembarco anfibio en el área Beagle Nassau y apoyar al Grupo de Tarea Anfibio.

Ese mismo día recala a bahía Porvenir el CL “Latorre”, aun con personal de ASMARTALC a bordo; se presenta para el servicio y continúa a bahía Océano para asumir el mando de la agrupación “Bronce”.

El 19 de diciembre a las 13:05 horas la Escuadra recibe, del Almirante comandante en jefe de la Armada, los siguientes mensajes:

“Prepararse para iniciar acciones de guerra al amanecer. Agresión inminente. Buena suerte”.

“Atacar y destruir cualquier buque enemigo en aguas territoriales chilenas”.

Este último mensaje tenía clasificación “ordinario”, de manera que intuyo que la idea del almirante Merino fue emplear esta comunicación como parte de su maniobra política que hasta ese momento se enmarcaba en una estrategia de disuasión y se alistaba para evolucionar a una estrategia indirecta empleando, con este propósito, la fuerza naval.

Después de analizar los mensajes y apreciar la situación política y estratégica, el Almirante López cita a reunión a los comandantes de los buques surtos en bahía Porvenir. En esta reunión les explica la idea de maniobra y ordena zarpar a las 19 horas. Asimismo, dispone que se comunique a las dotaciones que de ahora en adelante el toque de zafarrancho de combate significa estar frente al enemigo.

Idea de maniobra

Agrupación “Acero”: Desde bahía Porvenir dirigirse 35 millas náuticas al sur de Islas Diego Ramírez para recalar a ese punto a las 08 horas del 20 de diciembre, con la misión de: Interceptar a la Flota de Mar argentina si aproxima al área Beagle Nassau en apoyo a la fuerza de desembarco IM argentina.

Agrupación “Bronce”: Desde bahía Océano dirigirse 10 millas náuticas al sur del Falso cabo de Hornos para recalar a ese punto a las 08 horas del 20 de diciembre, con la misión de: Impedir intento de desembarco argentino en área Beagle Nassau, operando en apoyo a las fuerzas dependientes de la Tercera Zona Naval desplegadas en el área.

AO “Araucano”: Dirigirse a “Punto Naranja” en el Mar de Drake para efectuar eventuales maniobras de reabastecimiento de combustible.

SS “Simpson” se mantenía en patrulla de guerra al sur de la isla de los Estados.

Aviación Naval: Con sus aviones P-111 y C-212 mantuvo permanentemente traqueada a la Flota de Mar argentina.

Desplazamiento al mar de Drake

Como estaba dispuesto, la agrupación Alfa zarpó de bahía Porvenir a las 19 horas, y adoptó una formación en columna flexible para navegar el canal Bárbara en dirección general sur. Navegamos en silencio de radar y este canal, pese a lo intrincado, está muy bien levantado, lo que hace relativamente fácil y confiable su navegación visual.

Mientras navegábamos este canal, las dotaciones continuaban pintando el camuflaje en la superestructura, tarea que concluyó, aun navegando aguas interiores.

Después del canal Bárbara navegamos el canal Cockburn, paso Brecknock, canal Brecknock y canal Unión. Al través de isla Basket, en el extremo sur de bahía Desolada y del paso Occidental, caímos a estribor, ajustamos la velocidad del buque bajo la de cavitación y nos empezamos a internar en el mar de Drake.

En ese momento nuestra mayor preocupación era la posible existencia de submarinos argentinos patrullando nuestras salidas oceánicas; ésta era la única vulnerabilidad de nuestra posición estratégica.

Años después, supimos que Argentina tenía 2 áreas de patrulla en el mar de Drake, una al sur de bahía Cook cubierta por el SS “Santa Fé” y la otra entre el Falso cabo de Hornos y el cabo de Hornos, cubierta por el SS “Santiago del Estero”. Ambos submarinos eran de la Clase Guppy y sus comandantes tenían orden de “No disparar sus armas si no es atacado previamente”.

Navegamos durante la noche hacia el punto inicial al sur de Diego Ramírez, en donde adoptaríamos, de acuerdo con la idea de maniobra, la formación de aproximación a FLOMAR. Sin embargo, nuestra aviación de exploración nos confirma que, durante la noche, la fuerza enemiga había navegado en dirección general norte, alejándose del objetivo.

Ante esta situación, a las 09:15 horas del 20 de diciembre las agrupaciones Acero y Bronce reciben orden de retro marchar e iniciar el retorno a sus fondeaderos, donde recalaron antes de la medianoche.

El día 21 de diciembre transcurrió sin mayor novedad. La información de la exploración era que FLOMAR orbitaba al noreste de la Isla de los Estados, con muy malas condiciones de tiempo, fenómeno que le causaba un desgate físico y anímico muy conveniente para nosotros que permanecíamos tranquilamente en nuestros fondeaderos de guerra.

Ante una serie de desplazamientos equívocos y movimientos incoherentes de FLOMAR, obtenidos del traqueo de la posición que cada 4 horas nos informaba nuestra exploración aeromarítima, el comandante en jefe de la Escuadra ordena ejecución al despliegue previsto y las agrupaciones zarpan con destino a los sus puntos iniciales. Esta vez pareciera ser la oportunidad definitiva.

El 22 de diciembre a las 08:00 horas, la agrupación Acero navegaba el Drake, al sur de islas Diego Ramírez, con rumbo general noreste, en demanda de la flota enemiga que se encontraba a una distancia tal que, si ambas fuerzas hubieran navegado de vuelta encontrada a máxima velocidad, estaríamos lanzando nuestros primeros misiles en unas 4 horas. Estábamos listos para entrar en combate, acción para la que nos habíamos preparado durante toda nuestra carrera profesional.

Grande fue nuestra desilusión cuando, alrededor de las 11 horas, llega la información, corroborada por nuestra aviación de exploración, de que Flomar se dirigía a Puerto Belgrano abandonando el espacio de batalla y que el gobierno de la República Argentina había aceptado la mediación papal; el comandante en jefe de la Escuadra ordena el regreso de ambas agrupaciones, esta vez a bahía Océano.

Habíamos desperdiciado la oportunidad histórica de haber recuperado la Tierra del Fuego y la Patagonia. Nuestras fuerzas navales estaban moral y profesionalmente preparadas, entrenadas, y los sistemas de armas validados para, empeñados en combate, haber derrotado a la FLOMAR, y conquistar de esa manera el control del mar en el espacio de batalla. Esta habría sido una guerra esencialmente marítima, donde las operaciones marítimas serían las decisivas. Quien triunfara en la mar, ganaría esta guerra.

En conversaciones posteriores con protagonistas de los hechos narrados, me he formado la convicción de que el almirante López estaba absolutamente decidido a entrar en batalla con la FLOMAR e infligirle una derrota decisiva, que nos habría permitido salir victoriosos de esta crisis que no habíamos buscado y como expresé, recuperar los territorios perdidos 100 años atrás debido a una maniobra política artera de parte de Argentina, que nos amenazó con entrar a la guerra del Pacífico en alianza con nuestros vecinos del norte, en circunstancias que ya teníamos nuestras fuerzas comprometidas en combate con Perú y Bolivia.

Nuestra confianza en la victoria era absoluta, pero no producto de la ignorancia ni del chauvinismo al que a veces estábamos acostumbrados, sino debido a que simplemente estábamos haciendo aquello para lo cual nos habíamos preparado durante todo el año algunos, los más motes, y toda su vida otros, los más antiguos, convencidos de que cada uno era el mejor del mundo en su puesto y que aportaría con eso para que ese equipo fuera invencible. En otras palabras, mediante un liderazgo basado en el profesionalismo y en el trabajo en equipo habíamos borrado de nuestras mentes, sin darnos cuenta, la segunda parte del lema “Vencer o Morir”.

1978 fue el año en que se pusieron a prueba todos nuestros conocimientos profesionales, nuestra fortaleza para recibir castigo, hoy resiliencia, nuestro espíritu de cuerpo, nuestra capacidad de lucha y nuestra voluntad estratégica. Estuvimos todos dispuestos a cumplir la tradición centenaria de nuestra marina, y el juramento hecho al egresar de nuestras Escuelas Matrices, “rendir la vida si fuera necesario”.

Quizás lo más extraordinario fue que nadie haya mostrado nunca ningún signo de debilidad, por el contrario, todos estaban ansiosos por entrar en combate en defensa de los intereses de la patria.

Para cerrar estos recuerdos, debo expresar que nunca habíamos estado tan cerca de hacer realidad la consigna para la que nos preparamos desde aquel lejano día en que ingresamos a la Escuela Naval “Arturo Prat” y cantamos por primera vez su himno: “Los cadetes navales chilenos, por la patria juramos morir… o triunfar en gigante pelea o morir con orgullo y honor”.

Honramos nuestro juramento y con orgullo podemos decir “Misión cumplida”.

Arenga del Almirante Merino al general Armada

El almirante José Toribio Merino envió el siguiente mensaje ante el inminente inicio de las acciones de Guerra:

“Una vez más la Historia nos pone de cara a la encrucijada definitiva de saber responder al llamado de la Patria en peligro, o sucumbir bajo un destino que sabemos gobernado más allá de nuestro control.

Nunca deseamos llegar a esta hora; jamás dejamos de abrigar las mayores esperanzas de ver impuestas la cordura y la justicia, por la sola fuerza de la razón y la voluntad de dos pueblos forjados tempranamente bajo una misma bandera.

No pudo, sin embargo, ser así. Hay circunstancias que exceden cualquier buena intención y obligaciones que trascienden lo mejor de las disposiciones.

Por ello es que, en el momento de iniciar esta cruzada en resguardo de nuestros legítimos derechos soberanos, largamente reconocidos por la justicia y la opinión pública internacionales, mi palabra se dirige a vosotros con la firmeza de ayer y de siempre para señalaros la enorme responsabilidad que hemos asumido y exigiros su más fiel cumplimiento.

Porque nos asiste la verdad; porque nos respalda un pasado de invariable juridicidad; porque el legado de nuestros Héroes nos enseña a darlo todo en defensa de esa verdad y por la plena vigencia de ese derecho, nuestra causa habrá de imponerse y demostrar al mundo cómo un pueblo pequeño, pero altivo, es capaz de remontar la más cruel adversidad, para hacer prevalecer aquellos principios superiores en que se funda la convivencia humana y renovar la ininterrumpida y gloriosa tradición de triunfo con que la Armada de Chile ha llenado tantas páginas de nuestra Historia Patria.

Marinos: Hacerse a la mar, Chile y el mundo serán testigos de nuestra calidad. Dios sabrá recompensar nuestros sacrificios y transformar en éxitos nuestros desvelos.”

Bibliografía

ESCOBAR, 2025.

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