Por GERMÁN BRAVO VALDIVIESO
Los primeros submarinos que tuvo Chile fueron seis, construidos por la Holland Torpedo Boat Co., subsidiaria de la Electric Boat Co. Estas unidades, terminadas a fines de 1915, habían sido encargadas por la marina británica a los Estados Unidos, pero como este país era aún neutral en la Primera Guerra Mundial, negaba su entrega. En estas circunstancias el embajador de Chile en Londres, Agustín Edwards Mc Clure, negoció que se cedieran cinco de ellos como compensación por la requisición de los buques que la Armada construía en astilleros británicos. Las gestiones fueron exitosas y se agregó una sexta unidad comprada por Chile.
Estos buques eran de casco simple, desplazaban 356 toneladas en superficie y 434 sumergidos. Su eslora era de solamente 45,8 metros.
Existía una diferencia entre los conceptos de submarino y sumergible, los primeros tenían los estanques de lastre fuera del casco de presión, como es actualmente y los sumergibles los tenían en el interior de él. Esto hacía, lógicamente, que el espacio interior fuera reducidísimo, más aún si se considera que lo tripulaban 23 o 24 hombres.
La reducción de los espacios habitacionales era tal que no tenían WC para el personal, sino que en la sala de motores se colocaba un balde para sustituirlo. El último tripulante que lo utilizaba antes que se completara su capacidad debía tomarlo, atravesar con él la sala de control y subir a la vela, por lo que gritaba “el tigre” para que le franquearan el paso hasta llegar arriba y observar cuál era la banda de sotavento para vaciarlo.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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