Por ZENOBIO SALDIVIA MALDONADO
Se analiza el hábito de la lectura en la realidad contemporánea, principalmente desde cuatro perspectivas: como medio de adquisición cognitiva, como método de enseñanza en el aula, como medio de entretención y como mecanismo de encuentro consigo mismo, enfatizando en la importancia de este aspecto para nuestro autoconocimiento personal.
This work examines the habit of reading in contemporary reality from four perspectives: as a means of cognitive acquisition, as a teaching method in the classroom, as a form of entertainment, and as a mechanism for self-discovery, highlighting the significance of this aspect for our self-awareness.
Últimamente en nuestro país y -al parecer- en el orbe sudamericano, la lectura parece estar en su nivel más bajo de preferencias en cuanto a los distintos contextos en que se manifiesta. Es decir, ora como fuente de información, ora como medio cognitivo de enseñanza en las diversas disciplinas -especialmente en las humanísticas- (filosofía, historia, literatura y otras); o bien, como medio de entretención y hábito constructivo que abre mundos maravillosos, o simplemente como universo privado de encuentro y tranquilidad consigo mismo; entre tantas otras expresiones en las cuales se enmarca el hábito de la lectura. Por ello, en lo que sigue se ilustrarán las vicisitudes y las particularidades de la lectura en los universos señalados, destacando algunos visos relevantes que han incidido en la lectura en Chile, en algunos hitos determinados.
La lectura como medio de adquisición cognitiva
Sabemos de partida que la lectura es, en rigor, el acto de interpretar o comprender el sentido de un texto, un ensayo, un parágrafo o cualquier trozo escrito y que abre horizontes y permite por tanto, al sujeto lector, desmitificar pseudo realidades y estar más permisivo para entender nuevos paradigmas sociales, culturales o políticos, por ejemplo. Por ello, no resulta extraño que en Chile aún antes de consolidar definitivamente la Independencia, la Junta de Gobierno de la época decretase la fundación de la Biblioteca Nacional en 1813. Y la razón estaba clara en su tiempo, pues se hacía necesario que se contara con una corporación donde se pudiese leer -al menos los pocos que habían dejado atrás el analfabetismo-. Pues, con las lecturas, la instrucción y la información que allí se podía obtener, se iba formando un imaginario colectivo sobre la conveniencia de consolidarse Chile definitivamente como República independiente. Por eso también en este período aparecen periódicos tales como La Aurora de Chile o El Monitor Araucano para difundir las ideas independentistas1. Esto es, algo así como la lectura al servicio de la revolución.
Una vez consolidada la República, la lectura -a través de las emergentes escuelas públicas- y los primeros liceos de Santiago, San Felipe, Valparaíso y Concepción, pasan a ser el mecanismo fundamental para instruir a los ciudadanos y para articular un entramado de la identidad nacional. Y en estos avatares de las décadas de la primera mitad del siglo decimonono, descuella de manera impresionante Valparaíso, pues ya en los años cuarenta del siglo del progreso, en esta ciudad-puerto se instaura la primera librería del país, instaurada por el empresario José Santos Tornero, en las cuales se ofertan libros de arte, religión, historia, literatura, ciencias de la tierra, ciencias de la vida, medicina y astronomía. Y luego este mismo emprendedor adquiere el periódico El Mercurio de Valparaíso, donde además de noticias, notas científicas, información para viajeros, y otras variedades; incluye frecuentemente listados de los nuevos libros que le llegan de Europa, para que sean adquiridos por los lectores que estén en condiciones económicas y culturales de hacerlo; con lo cual va despertando de manera incipiente un claro interés por instruirse o conocer sobre los temas de la ciencia y la tecnología de la época2. Con razón a mediados del siglo decimonono, en nuestro país se crea la Universidad de Chile en Santiago (1842) y aparece también el movimiento literario de 1842 conducido por el educador, político y destacado intelectual José Victorino Lastarria. Se articula así una verdadera cofradía intelectual con exponentes en Santiago, Valparaíso y otras ciudades, dedicada a comentar y analizar por escrito en distintos periódicos las diversas obras literarias e históricas tanto de Europa como la propia producción intelectual de Chile en esta lonja de tiempo. Y por supuesto, esto motiva a los lectores, preceptores, extranjeros asentados en el país, políticos y a los estudiantes destacados a leer estas producciones y replicar con sus personales enfoques. Es un hito de hervidero de ideas sobre literatura, poesía, política y apreciación de la naturaleza americana.
Al parecer esta inquietud por fomentar la lectura, el acceso a los libros y el anhelo de dejar atrás el analfabetismo llega también a la Armada de Chile. En efecto, durante el gobierno de Manuel Montt, se decreta en 1854 que se realicen clases de primeras letras a bordo de los buques de guerra para alfabetizar a la gente de mar y lograr así un mayor entendimiento para que los marineros realizaran de mejor modo sus quehaceres, siguiendo las instrucciones de los cuadernillos y también para que pudieran tener un mayor desarrollo material y espiritual3. Por ello, en el pontón Chile y en los bergantines Águila, Ancud y Meteoro, así como también en el bergantín-goleta Janequeo, se empezaron a dictar estos primeros cursos4.
Ahora bien, en relación a considerar la lectura como mecanismo aprehensor de informaciones -pero en nuestra contemporaneidad-, está claro que ha perdido terreno, puesto que con los medios electrónicos tales como los celulares, los libros en su formato físico quedan en un segundo plano. Ello porque rápidamente los jóvenes, por ejemplo, pueden consultar casi de todo en las plataformas a las cuales están conectados estos aparatos. Empero, en primer lugar para preguntar en Google, hay que tener un mínimo de conocimientos sobre el marco teórico de lo que deseamos conocer para que nos aterrice en lo más específico que nos interesa. Por otro lado, no siempre estas plataformas están actualizadas, y además, recordemos que muchas fuentes, especialmente noticiosas, tienen un claro sesgo ideológico y/o político, y por ello presentan y difunden lo que les interesa, o minimizan o maximizan ciertas facetas o características de tal o cual evento noticioso. Y a todo esto hay que agregar también las noticias falsas y tendenciosas (fake news), que generan confusión y caos cognitivo.
Así, en este universo virtual, si el viandante electrónico encuentra una información correcta, ésta tiene también distintas ramificaciones relacionadas con artículos, libros y otros pdf -que permiten complementar la información-, pero que el sujeto buscador no sigue porque quiere algo resumido e instantáneo y ojalá con íconos. Esta actitud de no leer con seriedad y dedicación, tanto en los apartados virtuales de Google ni mucho menos en los libros físicos, es lamentable pues deja de manifiesto que el ansia por conocer, el placer de descubrir algo nuevo que incremente nuestra cultura como persona, está quedando rezagada, como cartas y/objetos viejos que hay que dejar en el desván. Y lo más lastimoso y -tal vez peligroso- es que desde una mirada filosófica e histórica, dejamos atrás el gusto por el saber; es decir, ese asombro por descubrir en la prosa de las páginas que van y vienen, los mundos nuevos, las ideas, las concepciones valóricas, los hechos políticos o heroicos de hombres y mujeres, de pueblos o de comunidades que en distintas épocas tratan de aferrarse a su cultura, a sus costumbres, a su modo de interactuar con la naturaleza que los rodea y que nos recuerda que sólo somos polvo de estrellas, una forma de vida más en el planeta y en el cosmos, y que por tanto, todo puede seguir sin nosotros.
Por otro lado, si quisiéramos leer diversos ensayos para estar debidamente preparados sobre un tema específico y nos dirigimos a una librería, para adquirir material bibliográfico de apoyo, lamentablemente no encontramos nada, puesto que nuestras librerías -al menos en Chile- tienen de todo: lápices, corchetes, cartones, cartulinas, scotch, pinzas, block, papel lustre y otros tipos de papel, plumones, artificios tecnológicos, juguetes, pilas, reglas, pegamentos, tijeras, corcheteras, blocks, linternas, atriles y tantos otros… Pero libros… nada. Salvo una o dos librerías en el centro de Santiago que sí los tienen.
La lectura como método de enseñanza en aula
A su vez, la lectura de textos como método de enseñanza ora en los ramos humanísticos y/o en los científicos del sistema educacional de enseñanza media y superior, cada día encuentra mayor rechazo porque los alumnos y apoderados consideran que es excesivo solicitar esto y estiman que basta con las actividades de aula, pues en casa deben realizar tareas del colegio o estudiar los temas de la universidad y, por tanto, no tienen tiempo para leer. Con suerte entonces, hoy en el universo académico los docentes podemos pedir dos o tres capítulos de un libro pero no el texto completo, pues en ese caso van a reclamar al Director de Escuela, y éste a su vez, llama al profesor que tuvo la audacia de pedir lecturas, para que revierta la situación, argumentando que dichos alumnos son de 3ro, 4to o del último año de su carrera y tienen que hacer prácticas y cosas por el estilo y que por lo tanto no es conveniente pedirle tanta dedicación en un ramo que es del universo de las humanidades y no de la especialidad. Y esto, sin considerar que el alumno evalúa al profesor al final del semestre y si este docente ha pedido lecturas, obviamente es mal evaluado por sobre-exigir al alumno con lecturas tediosas. Por lo tanto, adiós a la lectura y al horizonte histórico, literario, filosófico, antropológico y cultural que queda de partida limitado. (O más bien, totalmente ignorado).
La lectura como medio de entretención
En la actualidad, nuestra sociedad ofrece múltiples posibilidades para que los individuos puedan entretenerse, matar el tiempo o esperar sin tener que esforzarse por formular o articular algún constructo personal. Prácticamente esta actitud llega a lo inconmensurable. En efecto, tanto los celulares, los notebooks, las tables y otros implementos tecnológicos, cuentan con innumerables juegos y estructuras sistemáticas de íconos, que son el punto de descanso de miles de personas de distintas edades que se deleitan con dichos juegos y estructuras móviles electrónicas. En el metro, por ejemplo, o en la locomoción colectiva, vemos cada día con más frecuencia, sujetos sentados o de pie que interactúan ávidamente con las pantallas de sus celulares, como si hubiera que rescatar o leer un mensaje de vida o muerte. Empero sólo están subiendo y/o desplazando triángulos, caritas o monitos para pasar niveles de dificultades hasta alcanzar un determinado techo de íconos, que se supone es el punto crucial del éxito. Y luego vuelven a empezar y así sucesivamente como Prometeo encadenado. Y en este contexto, nadie -salvo contadas personas- sacan un libro para leer.
Lo anterior nos está indicando que la lectura -como matriz intelectual y sustrato para expandir nuestra racionalidad- está siendo desplazada por otros hábitos que adquieren más importancia en la vida cotidiana, y a los cuales se les asigna más tiempo y una mayor valoración para que nuestra vida como ser humano tenga sentido. Y esto es curioso por decir lo menos, pues ¿qué importancia esencial para nuestra vida como persona individual tiene el hecho de ver a cada rato mensajes breves, noticias cortas, dibujos animados, memes, juegos y otros constructos espurios? ¿Acaso eso nos dará más fortaleza como ser humano y potenciará nuestra inteligibilidad para ser mejores personas? Craso error. Esto es perder el norte. Es simplemente ser arrasado por los algoritmos, que nos induce a repetir lo antes visto, a repetir, a la monotonía, a la pérdida de nuestra creatividad como ser humano. En efecto, ¿qué originalidad podemos aportar desde nuestra psiquis por el simple hecho de ver sistemáticamente todo lo que hemos mencionado?, ¿cuánto crece nuestro intelecto con ello, si todo eso podemos revisarlo rápidamente en unos minutos cuando estemos en casa? Con razón, muchos jóvenes de enseñanza media no entienden lo que leen, cuando están frente a un parágrafo escrito.
La lectura como medio privado de encuentro consigo mismo
Ahora bien, la lectura entendida como un hábito personal que nos agrade como medio para sentirnos libres en nuestra imaginación y fantasía, o como una manera de entrar en nosotros mismos, en lo que nos gusta o en lo que sentimos que son nuestras preferencias estéticas y cognitivas, originales y que sólo cada uno de nosotros conoce en virtud de su particular realidad socio-cultural y psicológica y que nos ayuda a conocernos, a valorarnos como persona y distinguirnos de los demás, está quedando a la saga.
En efecto, cada vez cuesta más encontrar almas gemelas (por decirlo de alguna manera) con las cuales podamos platicar gratamente sobre un libro de literatura, de historia o filosofía, por ejemplo. Todo esto es muy curioso, pues décadas atrás el libro, las revistas y los diarios eran esperados con ansia, pues en ellos se entraba a un mundo nuevo, a fantasías, a maravillas, a horizontes intelectuales que abrían nuestra mente, ampliaban nuestra sinonimia y enriquecían nuestro acervo para la prosa o para el discurso oral. Que emoción sintió por ejemplo este investigador, cuando preparando nuevos ensayos sobre la difusión científica en Chile y leyendo revistas de comienzos de siglo XX, se encontró con una grata sorpresa: la presencia del periódico Surcos (1930 en adelante), publicada por los alumnos de la Escuela Primaria Manuel Bulnes, en Concepción5. El epígrafe de este medio es muy bello pues alude a una metáfora: el surco es una hendidura en la tierra donde hay que sembrar para cosechar; por tanto, en este medio (Surcos) hay que escribir-sembrar para recoger-cosechar nuevas ideas. Hoy, debería llamarnos mucho la atención que estos alumnos de una escuela de preparatoria -y de provincia, ni siquiera de la metrópolis- hayan estado tan interesados por el conocimiento y la difusión de ideas y opiniones; como para organizarse, armar un equipo editorial, articular, difundir y mantener por algunos años una revista.
Es que los libros décadas atrás eran un símbolo de conocimiento y cultura; con razón lo que vino de suyo luego de la invención de la imprenta, gracias a Johannes Gutenberg a mediados del siglo XV, fue el acopio de libros, es decir las bibliotecas. Cuanta falta nos hacen hoy en nuestro mundo ultra-materialista, esos niños interesados en capturar el conocimiento de punta, ese espíritu filosófico de ansia por el saber que nos mostraron los filósofos griegos y Cleopatra y los curadores de la Biblioteca de Alejandría, parece que se ha escapado de nuestro sistema educacional y de nosotros. ¡Cuánta falta nos hacen esos pivotes de la cultura universal, cuanta falta nos hace la lectura en general!
Bibliografía
En tiempos dominados por la velocidad de la información, la conectividad constante y la brevedad de los mensajes, la lec...
“Un lector vive mil vidas antes de morir… Aquel que no lee sólo vive una” George R.R. Martin. Confieso que, para s...
“Un lector vive mil vidas antes de morir… Aquel que no lee sólo vive una” - George R.R. Martin. “Si no te gusta leer ...
"El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho."  ...
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Año CXXXX, Volumen 143, Número 1008
Septiembre - Octubre 2025
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