Por RIVAS TIZNADO, JAVIER .
La guerra ha sido estudiada por años, desde distintos puntos de vista y por variados autores. El factor humano siempre ha estado presente para su análisis; sin embargo, hoy, es indiscutible que los avances tecnológicos han tenido un avance exponencial y, en este sentido, la inteligencia artificial ha ganado un terreno importante. De esta manera, ¿qué efectos tendrá la inteligencia artificial al momento de analizar el fenómeno de la guerra, bajo el prisma del pensamiento estratégico?
For years, war has been studied from different points of view and by various authors. The human factor has always been present for its analysis. However, it is indisputable that nowadays technological advances have had an exponential advance, and, in this sense, artificial intelligence has gained significant ground. Thus, what effects will artificial intelligence have when analyzing the phenomenon of war, from a strategic-thinking point of view?
Indiscutible es el hecho de cuán rápido ha avanzado la tecnología en los últimos años. En este proceso, la Inteligencia Artificial (IA) no solo ha ido ganando terreno en el ámbito cotidiano de las personas, sino también lo ha hecho en el ámbito militar. Pero ¿qué es la inteligencia artificial? La Real Academia Española de la Lengua (RAE) la define como: “Disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico” (RAE, 2018). Si se quiere algo más técnico, la IA es la combinación de algoritmos planteados con el propósito de crear máquinas que presenten las mismas capacidades que el ser humano.
Ahora, desde una perspectiva del pensamiento estratégico y considerando el fenómeno de la guerra, ¿cómo se inserta, en el análisis de este fenómeno, el uso de la IA?
Clausewitz (2014), en su obra De la Guerra, analiza el fenómeno llevándola desde lo abstracto a lo real. En el proceso, identifica que esta es esencialmente política y, por lo tanto, el factor humano debe ser considerado en su análisis. Continúa identificando que el fenómeno es una trinidad, es decir, está compuesta por tres conceptos: la pasión, el genio y la razón; asociando cada uno de ellos al pueblo, al ejército y al gobierno, respectivamente.
Por otra parte, Lawrence LeShan,1 en su libro La sicología de la guerra, nos comenta sobre el desplazamiento de la realidad que se produce durante este fenómeno. Cómo esta pasa de una realidad sensorial a una mítica, de manera gradual.
Como se puede observar, ambos autores se enfocan en el ser humano para estudiar la guerra.
Dentro del contexto descrito, surge la duda de ¿qué efectos puede tener el uso de la IA, al momento de analizar un conflicto? Considerando que el factor humano es esencial en la guerra, la respuesta a esta interrogante resulta compleja de responder; sin embargo, se intentará dar algunos lineamientos que permitan al lector formar su propia opinión al respecto.
Tal como se planteó al comienzo, la IA es una disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos, que ejecutan operaciones comparables a las que realiza la mente humana, como el aprendizaje o el razonamiento lógico. Su estudio comenzó en el año 1956, en el Dartmouth College, cuando un grupo de estudiantes comenzó la investigación sobre el tema. Sus descubrimientos habían logrado crear programas que eran capaces de jugar Damas, resolver problemas de álgebra y hablar inglés, entre otras cosas. La prensa de la época lo calificaba de asombroso. Ya para mediados de 1960, la investigación sobre esta materia era financiada, mayoritariamente, por el Ministerio de Defensa de Estados Unidos y su estudio comenzó a expandirse a otras partes del mundo.
Sin embargo, el estudio sobre la IA no ha estado exento de problemas. A mediados de la década de 1970, recortes presupuestarios en varios gobiernos que se encontraban investigando el tema, provocaron un periodo de baja actividad científica sobre el mismo, lo que se conoció como el “invierno de la IA.”
En la actualidad, tal ha sido el desarrollo de la IA que nos encontramos inmersos en lo que los economistas llaman “La cuarta revolución industrial”. Klaus Schwab2 lo describe así en su libro del mismo nombre: “Estamos al borde de una revolución tecnológica que modificará fundamentalmente la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes…”
Internacionalmente, cada vez son más los países que están desarrollando esta tecnología. Si se consideran solo grandes potencias como Estados Unidos, China y Rusia, ellos dicen estar convencidos de que su liderazgo, a nivel global, será tan determinante como tan potente sea su propia IA.
Recientemente, el Pentágono trazó su primera estrategia de IA, cuyo objetivo es acelerar el uso de sistemas que cuenten con ella. El ejército de ese país pretende aumentar el uso de esta tecnología en conflictos armados; sin embargo, lo quieren hacer apegados a los valores del país.3
Por otra parte, el presidente Vladimir Putin está convencido de que quien domine la IA, dominará el mundo4 y, por otro lado, China tiene previsto invertir 150.000 millones de dólares, con el objetivo de ser el líder mundial en esta materia para el 2030.5
Lo anterior, a lo menos, da cuenta de la determinación de las grandes potencias por tratar de liderar el mundo en esta materia y confirma que, a futuro, los conflictos tendrán una componente importante de IA en su desarrollo.
Por otro lado, y ahora pasando al ámbito del pensamiento estratégico, tal como se mencionó al comienzo, en su obra De la guerra, Clausewitz identifica que el conflicto tiene un fin político, y, por lo tanto, el factor humano resulta fundamental de considerar al momento de analizarlo. De aquí se desprende lo que él llamó la trinidad, compuesta de, la pasión, el genio y la razón; las que, en conjunto, constituyen la fuerza motriz de una persona (factor humano). Estas características Clausewitz las asocia al pueblo, al ejército y al gobierno de un Estado.
Es así como:
En cuanto al aspecto sicológico planteado por Lawrence LeShan (1995), este se pregunta ¿por qué los seres humanos entablamos guerras tan universal y frecuentemente? Su respuesta es abordada desde la perspectiva de la psicología clínica. En ella, nos muestra cómo los seres humanos nos debatimos entre una realidad sensorial, frente a la cual actuamos y respondemos con objetividad en las actividades cotidianas de nuestra existencia, y una realidad mítica, la cual es abordada en términos de un nosotros y un ellos, buenos y malos, que responde a nuestra necesidad de pertenencia a un grupo organizado.
LeShan habla de que, al enfrentar una guerra, se debe decidir ir a ella bajo una realidad sensorial, en la cual se miden, de manera más adecuada, las consecuencias de esta decisión; sin embargo, una vez involucrado en la guerra, y con el objetivo de lograr un estado de actitud mental adecuado para la derrota del enemigo, se debe emplear el modo mítico.
De la misma manera, LeShan se pregunta ¿por qué las personas participan tan entusiastamente de la guerra, pese a los graves problemas sociales y emocionales que finalmente causa? Su respuesta es explicada de forma que, la participación de los individuos en una guerra, ayuda a los mismos a llegar a un estado psicológico de satisfacer las necesidades de autorrealización personal (el finalmente ser alguien en este mundo), y de autotrascendencia, al pertenecer a un grupo y ser esencial para el logro de los objetivos del mismo (el finalmente alguien realmente me necesita). Estos dos aspectos generan una sensación de euforia y de estimulación, sin precedentes, de los sentidos y la realidad de la existencia.
Por otra parte, tenemos la IA, cuya definición entregada por la RAE ya fue mencionada; por tanto, queda ver cómo es definida en las ciencias de la computación. En esta área, se la define como la facultad de razonamiento que tiene un agente no vivo, por ejemplo: un robot. Es así como, en el subconsciente colectivo, existe una creencia casi mítica de que en algún momento las máquinas serán mejores que un ser humano y, en ese proceso, pasarán a esclavizarnos. Esta manera de pensar se debe a que, de forma no consciente, estamos asumiendo que una máquina es capaz de sentir emociones, y que esas emociones podrían llevarla a intentar exterminar la raza humana. Pero la realidad es que los sistemas de IA no tienen emociones.
Por otra parte, el que el ser humano tenga emociones es resultado de nuestra propia evolución. Científicos como Charles Darwin estudiaron el hecho de que el objetivo final de las emociones humanas es el de orientar al organismo hacia su supervivencia, y nuestro organismo necesita sobrevivir porque está vivo.6
Dentro del contexto que se acaba de explicar, si se coloca la IA bajo el prisma de la trinidad de Clausewitz, es la opinión de este autor que, de los tres conceptos que la componen, la pasión no puede ser reemplazada por la IA. Este elemento es precisamente donde se concentran las emociones del factor humano, ya sea en el ejército, el Gobierno o el pueblo.
Para el caso de la razón y el genio, se puede inferir que si la IA es la “facultad de razonamiento” (de acuerdo con las ciencias de la computación), es capaz de resolver problemas complejos y de procesar una gran cantidad de información, en poco tiempo (o incluso en la actualidad), los dos conceptos antes mencionados podrían verse mejorados o desmejorados, dependiendo del punto de vista. Lo anterior, teniendo la consideración de que la IA mantenga la condición de subordinación, ya sea en el ejército o en el Gobierno. Además, el mismo Clausewitz (2014) cuando describe el genio, lo hace diciendo que se relaciona con el “juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de emociones.”
En relación con el desplazamiento de la realidad, en opinión del autor, esta solo puede ocurrir en seres humanos y no en aparatos, máquinas o robots que utilicen IA, considerando que son precisamente las emociones (enojo, odio, ira, pasión, etc.) las que permiten que este cambio en la percepción de la realidad ocurra gradualmente. Por lo tanto, para los aparatos, máquinas y robots, que utilicen IA no existirá una realidad en la cual desplazarse. Esto se basa en lo que plantea LeShan (1995), cuando explica que, el ser humano busca “satisfacer las necesidades de autorrealización personal y de autotrascendencia,” objeto llegar a un estado sicológico que estimule sus sentidos y realidad de la existencia. Lo anterior se puede reforzar si se considera que: “el objetivo final de las emociones humanas es el de orientar al organismo hacia su supervivencia, y nuestro organismo necesita sobrevivir porque está vivo” (Estudio de Darwin).
Por último, se estima que, si bien la trinidad de Clausewitz está centrada en el hecho de que, en la guerra, el factor humano es primordial, la IA no la convierte en una herramienta de análisis obsoleta. En este sentido, al pretender la IA que máquinas presenten las mismas o mejores capacidades que el ser humano, este factor se mantendría presente solo que a través de la IA, la que sería capaz de manifestar el genio y la razón como algo más, quizás, eficiente y eficaz. No así para el caso de la pasión, la que se estima irremplazable por los motivos ya mencionados.
En otras palabras, si bien la IA reemplaza el factor humano, lo hace desde un punto de vista físico, pero no reemplaza su fuerza motriz (pasión, genio y razón), solo la mejora o desmejora, dependiendo del punto de vista.
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NOTA del Autor: Este articulo ha sido completamente escrito por una aplicación de Inteligencia Artificial (chatGPT). Se ...
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1001
Julio - Agosto 2024
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