Revista de Marina
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La Escuadra nacional constituye al igual que hace 200 años, el núcleo estratégico de la Armada. Sus buques han sido renovados implicando un avance significativo en organización para el combate y capacidad de interoperar con estándar OTAN; también se han incorporado capacidades de ejecutar operaciones distintas a la guerra, como el entrenamiento DISTEX. Aun así, la principal fortaleza de la Escuadra sigue radicada en sus dotaciones.

Al celebrar la Armada de Chile su bicentenario, no podemos dejar fuera de esta significativa conmemoración, los también 200 años de la Escuadra nacional. En efecto, se hace difícil cuestionar la existencia de nuestra querida institución, si no estuviese presente la Escuadra, base fundamental del poder naval que tantos triunfos, resguardos a nuestra soberanía y libertad ha otorgado a nuestra nación.

Es evidente que nuestra Escuadra ha evolucionado respecto a sus medios a flote en estos dos últimos siglos y también en muchas etapas de su vida, no solo ha destacado por su valor intrínseco como elemento garante de nuestra paz y protección de los intereses y espacios marítimos nacionales, sino que además durante los diferentes procesos de renovación de unidades de la flota, los buques adquiridos en el extranjero, tanto nuevos como de segunda mano, incorporaron tecnologías de vanguardia en lo que respecta a sistemas de armas, ingeniería y telecomunicaciones, generando un gran desafío profesional para sus dotaciones, situación que hasta el día de hoy impone a nuestros marinos de guerra, la imperiosa necesidad de mantener un nivel de formación técnico y profesional, acorde a las exigencias del presente y del futuro.

Para los que hoy tenemos más de 30 años de servicio en la Armada de Chile y contamos con el privilegio de continuar sirviendo a bordo de nuestras unidades de la Escuadra, hemos podido experimentar la última transición y evolución de nuestro poder naval, cuando hace aproximadamente 15 años atrás se dio inicio a la renovación de las unidades de superficie y apoyo logístico de la flota, ocasión en la que en un período menor a cinco años, se reemplazó la totalidad de sus unidades de combate, por las actuales modernas unidades de origen holandés y británico.

La última renovación de nuestras unidades de superficie generó un avance significativo en prácticamente todas las áreas de la organización de combate, como también en lo que respecta a los sistemas y procedimientos de control de averías y plantas de propulsión. A modo de ejemplo, se produjo una transición desde los nobles sistemas de propulsión a vapor, hacia modernos sistemas basados en turbinas a gas y motores diesel. Atrás quedaron esos demandantes calentamientos de máquinas, que requerían mayor personal y tiempo de alistamiento para tener máquinas listas y disponibles. En el mismo orden de ideas, al analizar también las nuevas capacidades incorporadas respecto a sensores, sistemas de armas e integración de éstos, a nivel individual y fuerza, tanto en operaciones nacionales, como combinadas, nuestras actuales unidades nos permitieron facilitar el nivel de interoperabilidad del estándar OTAN,* facilitando de esta forma los procesos de entrenamiento con FOST* y a la vez poder contar con las capacidades de mando y control suficientes para asumir como CUT,* CGT,* DCFMCC* y hoy en día CFMCC,* en el ejercicio naval más grande del mundo como lo es RIMPAC.*

Dada la gran polivalencia que otorgan las unidades de la Escuadra y pese a que actividades y operaciones distintas a la guerra han sido frecuentes durante sus 200 años de historia, es importante mencionar que producto de las experiencias en FOST, se incorporó a la organización y entrenamiento de las unidades lo que se denomina DISTEX,* es decir un ejercicio orientado al apoyo humanitario de un lugar que haya sido afectado por algún tipo de desastre natural, debiendo la unidad en la escena, sin perder las capacidades de mantener un nivel de seguridad interno, desembarcar material y personal para asistir a la población con apoyo sanitario, alimentación, capacidad de controlar incendios y de realizar las primeras acciones para contener la emergencia según sea su naturaleza. Lamentablemente este tipo de entrenamiento ha debido ser llevado a la práctica en más de una ocasión, destacando la importante participación que tuvo la Escuadra en las medidas de contención, apoyo y comunicación de zonas aisladas, especialmente posterior al terremoto del 27 de febrero del año 2010, en donde una vez más se comprobó la fragilidad de las líneas de comunicaciones terrestres de nuestro país y la flexibilidad y condición de unidades listas al arribo de nuestro poder naval.

FF Almirante Williams

Es indudable la condición geográfica insular de nuestro territorio y por ello basado en el derecho internacional y convenios suscritos por nuestro país, es que contamos con un área de responsabilidad SAR* aproximada de 26.000.000 km² y en esta condición de visión oceánica, nuestros vecinos bajo la perspectiva de operaciones SAR en el océano pacífico son Papeete y Nueva Zelanda. Es por esta razón que a modo de ejemplo, el año 2011 durante el lamentable accidente del avión CASA 212 de la Fuerza Aérea de Chile, nuestras unidades de la Escuadra fueron capaces de zarpar en el más breve plazo, embarcar helicópteros navales y desplazarse al área SAR en el Archipiélago de Juan Fernández, a máxima velocidad, apoyados como siempre por un avión de exploración aeromarítima de la Aviación Naval. Esta flexibilidad operativa y logística permitió contar con medios en la escena del accidente por un prolongado período de tiempo, manteniendo permanentemente un enlace con la cadena de mando y la flexibilidad de operar 24 horas con los medios asignados.

Pero nuestra Escuadra no obtiene su fortaleza principalmente de los medios materiales, que sin lugar a dudas son fundamentales, más bien el verdadero potencial de nuestra flota se encuentra concentrado en la calidad de su personal, quienes en busca de la excelencia y con gran motivación, sentido de pertenencia y orgullo profesional, dan lo mejor de sí para que bajo el esencial concepto del trabajo de equipo, se logre la sinergia que da vida a nuestras unidades, transformándose esa estructura de metal en un verdadero ser vivo con alma y cuerpo de guerrero. Es esa la impronta y el verdadero potencial de nuestra Escuadra, que luce en sus unidades el lema “Vencer o Morir”. Para aquellos que gran parte de nuestra vida embarcado la hemos entregado en servicio de nuestras unidades de la Escuadra, es un verdadero orgullo poder compartir las vivencias y experiencias, cuando por diferentes motivos coincidimos en actividades profesionales, o simplemente nos encontramos caminando por el molo de abrigo para recogernos a nuestra unidad, ya sea por actividades programadas, emergencias, temporales etc.

La Escuadra del bicentenario mantiene incólume su condición de fuerza naval operativa y es por ello que su entrenamiento y organización estará siempre orientado y definido para cumplir los roles de combate y demandas operacionales propias del poder naval, que en síntesis buscan alcanzar la capacidad de una fuerza de superficie eficiente, eficaz y letal donde y cuando los intereses del Estado lo requieran. Teniendo lo anterior a la vista, es indiscutible que las capacidades remanentes de nuestra flota en tiempo de paz, estarán siempre disponibles para apoyar cualquier operación de apoyo humanitario, SAR o protección de nuestros intereses marítimos, donde nuestra acción contribuya al esfuerzo institucional y nacional.

Finalmente, la flota de superficie materializada por nuestra Escuadra es y será el eje central de nuestro esfuerzo profesional y personal. Para aquellos que hemos sido obligados a desembarcarnos, o habiendo cumplido los requisitos o tiempos máximos de embarco y que dada nuestra condición circunstancial de marino en tierra, debemos permanentemente tener presente y sentirnos motivados a nuestro nivel, de cuestionarnos diariamente respecto a; de qué forma hoy puedo contribuir en mi gestión a que la flota siga siendo el centro de gravedad de nuestra marina.

Por último una gran reflexión es entender que si no existiese la Escuadra nacional, no existiría la Armada de Chile y que aquellos que vestimos con orgullo en nuestro buzo de combate el escudo del Tridente, La Cruz del Sur y el lema Dominus Maris, asumimos con gran responsabilidad el legado de nuestros héroes y de todos aquellos que con profesionalismo y sacrificio contribuyeron con su esfuerzo y entrega, a que la Escuadra mantenga vigente su prestigio y capacidad operativa, que siempre la ha caracterizado.

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