Por CRAWFORD CRAWFORD, JAMES .
La recesión económica global, generada por la pandemia y los reportes de las policías, no hacen más que alertar respecto de la reactivación de la migración ilegal. Solo entre los meses de enero y agosto del presente año, han ingresado 5.147 inmigrantes de forma ilegal al territorio nacional, de los cuales 1.493 fueron detectados en la región de Tarapacá, generando las condiciones necesarias para la violación de las disposiciones de la autoridad sanitaria, la práctica de actividades asociadas a organizaciones criminales transnacionales, como, asimismo, la pérdida de vidas humanas.
Durante los últimos años el mundo ha sido espectador de un aumento significativo del número de desplazamientos o migraciones. Las estadísticas demuestran que a enero del presente año existían 272 millones de migrantes, los cuales constituyen un 3,5% de la población mundial, siendo la cifra más alta registrada desde la Segunda Guerra Mundial.
Por años, los corredores migratorios se han definido básicamente en base a la proximidad geográfica; no obstante , existen otros factores económicos, comerciales, políticos, religiosos o conflictos internos de los países de origen que permiten singulares caracterizaciones. Es así, como durante la primera mitad de la presente década se ha evidenciado en Chile, un aumento en el número de migrantes, pasando en pocos años de 100.000 a un poco más de 700.000, concentrándose mayormente en las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, lo que abre la posibilidad de la utilización de la vía marítima para este efecto.
El movimiento de migrantes por mar no es un fenómeno nuevo. Algunos historiadores creen que las primeras migraciones ocurrieron por esta vía hace más de 40.000 años. El cruce del Mediterráneo por inmigrantes es algo usual; sin embargo, entre los años 2.011 y 2.015, se registró un dramático incremento en este tipo de movimiento, especialmente desde Libia hacia Europa. Se estima que solo el año 2.015, 1.011.712 personas cruzaron el Mediterráneo hacia Europa, de los cuales 3.770 perdieron la vida. Por otro lado, no existen mayores antecedentes respecto a este tipo de desplazamiento social en Sudamérica, por lo que podría estimarse como inexistente. Sin embargo, de acuerdo con un reporte de la Organización Internacional para las Migraciones de las Naciones Unidas (OIM), durante los últimos años, se han registrado gran cantidad de migraciones desde Cuba, República Dominicana y Haití hacia Colombia, Ecuador, Brasil, Argentina y Chile, demostrando la existencia de este fenómeno a nivel regional.
La migración obedece al desplazamiento de una población desde un lugar de origen a otro destino, matizada por características sociales y geográficas propias del área donde se desarrolle, pudiendo materializarse de forma legal o ilegal.
De acuerdo a lo definido por OI M, se entiende por migración, “al movimiento de personas lejos de su lugar usual de residencia, ya sea a través de una frontera internacional o dentro de un mismo Estado”, conectándose con la geopolítica, el comercio, la salud y el intercambio cultural, brindando bajo ciertas condiciones, oportunidades para que los Estados, los pequeños empresarios y las sociedades pueden beneficiarse mutuamente.
La historia ha demostrado que la migración segura, ordenada y regular, puede ayudar a mejorar las condiciones de vida de las personas en los países de origen y de destino, ofreciendo oportunidades para que millones de ciudadanos en todo el orbe, bajo condiciones seguras y estables, puedan desarrollarse en otras naciones. Sin embargo, la historia también ha demostrado que no siempre la migración ocurre en circunstancias positivas, pudiendo llegar a generar impactos negativos en una serie de ámbitos.
La migración ha sido parte de la historia nacional desde los comienzos de la República. Es así como durante el siglo XIX, el Estado comenzó a desarrollar políticas orientadas a fomentar el arribo de inmigrantes al país. De esa forma, entre los años 1883 y 1890, llegaron a Chile aproximadamente 10.000 personas provenientes de diferentes países europeos, los cuales se unieron a los 79.056 extranjeros que ya residían en el país el año 1895, provenientes principalmente de Perú, Alemania y Argentina.
La desestabilización del Imperio Otomano, a fines del siglo XIX, gatilló el inicio del arribo de inmigrantes árabes al país. El año 1902 comenzaron a arribar los primeros ciudadanos árabes, quienes se fueron integrando principalmente hacia actividades comerciales e industriales locales.
Hacia el año 1920, en el país ya había 1.320 inmigrantes, los que se concentraban mayoritariamente en la ciudad de Santiago, en oficios calificados y otros como dotaciones de naves destinadas al comercio marítimo. Sin embargo, producto de la Gran Depresión de 1929”, este número comenzó a aumentar hasta cerca de 2.000 personas.
Desde la década de 1.990, Chile se ha incorporado a los destinos asociados a movimientos migratorios, producto de la estable situación política y económica. Producto de lo anterior, durante los últimos años, se ha producido un aumento de ciudadanos, principalmente de países latinoamericanos, lo que ha generado que desde el año 2015 en adelante, el número de inmigrantes se haya triplicado, alcanzando a cerca de 800.000 personas el año 2017.
Conforme a las proyecciones manejadas por Instituto Nacional de Estadísticas y el Departamento de Extranjería y Migración, al 31 de diciembre del año pasado, existían en el país 1.492.522 personas extranjeras residentes habituales, lo que correspondería a un aumento relativo de 19,4% respecto del año anterior.
Analizar el fenómeno de la migración resulta bastante complejo, por la cantidad de ámbitos sobre los cuales tiene cierto nivel de afectación, como asimismo, del prisma desde el cual se aborde. Por lo anterior, se ha estimado considerar solo algunos de ellos.
Aproximación histórica.
La migración ha sido parte de la historia de Chile desde sus inicios, a través del desarrollo de políticas orientadas a fomentar el arribo de inmigrantes al país. Un ejemplo de lo anterior lo constituye una ley fechada el 10 de abril de 1824, en la que se ofrecían garantías a los ciudadanos extranjeros que se asentaran en el país y se dedicasen a la fundación de industrias y/o a la agricultura. Esta política de inmigración selectiva, se vio reforzada con la Ley de Colonización del año 1845 que perseguía el avecindarse en las colonias con el propósito de poblar ciertas áreas del territorio nacional y para el desarrollo de actividades industriales específicas.
Lo anterior demuestra que, las migraciones son fenómenos sociales universales de los cuales Chile no ha quedado exento, los que dependiendo de su manejo, pueden convertirse en fuerzas sociales positivas para el desarrollo y bienestar de un país, lo que exige un adecuado manejo de las políticas migratorias, orientadas a su ejecución segura, ordenada y regular.
…no hay ningún fundamento normativo ni consuetudinario en el Derecho Internacional y, en específico, en la DID H que permita suponer el reconocimiento del derecho a migrar y, en contrapartida, la obligación de un Estado de permitir que un extranjero, libremente, ingrese a su territorio y establezca su residencia.
A mayor abundamiento, el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos establece como requisito para la libre circulación, que la persona “se halle legalmente en el territorio de un Estado,” condición que es respaldada también, por la Observación General N° 27 del Comité de Derechos Humanos.
Desde los inicios de la República, el Estado de Chile ha tendido hacia la aplicación de políticas orientadas al fomento del arribo de inmigrantes, como una forma de contribuir al desarrollo del país. La estabilidad política democrática, el sostenido crecimiento económico y la significativa reducción de la pobreza registrada en Chile, en comparación con otros países de la región, ha perfilado a nuestra nación, como un destino atractivo para ciudadanos extranjeros, experimentado a contar del año 2.010, profundas modificaciones de sus flujos migratorios. Desde ese año se comenzó a registrar una población de inmigrantes mayor a la cantidad de ciudadanos nacionales en el extranjero, evidenciándose el año 2.015, transformaciones significativas con el ingreso de gran cantidad de ciudadanos venezolanos y haitianos.
Durante los últimos meses, el gobierno en un afán de transformar los movimientos migratorios en fuerzas sociales positivas para el desarrollo y bienestar del país ha establecido ciertas medidas de control procedimentales, que no han estado exentas de cuestionamientos. Lo anterior ha generado que muchos inmigrantes, intenten acceder al sector norte del país a través de pasos no habilitados, circunstancia que se encuentra vinculada estrechamente con organizaciones criminales transnacionales, lo que fue confirmado recientemente durante una visita que realizó el. ministro de Defensa nacional a la frontera norte. Lo anterior permite inducir que es altamente probable el traslado de inmigrantes ilegales por la vía marítima, debido al alto grado de sofisticación adquirido por este tipo de organizaciones, lo que, sumado a la utilización de embarcaciones subestándar, puede generar un aumento del nivel de riesgo asociado a la vida humana en el mar, tal como se registró hace unos años en el Mediterráneo. Por lo anterior, se estima conveniente, verificar la existencia de capacidades y/o la actualización de protocolos para este tipo de situaciones, que permitan impedir la repetición de lamentables situaciones acaecidas en otras partes del mundo.
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Luis Gallegos – Embajador de Ecuador en Naciones Unidas (New York)
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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