Por RODRIGO MORENO JERIA
La toma de posesión efectiva del estrecho de Magallanes realizada el 21 de septiembre de 1843 por el capitán Juan Guillermos y la tripulación de la goleta “Ancud”, así como la posterior fundación del Fuerte Bulnes el 30 de octubre de ese mismo año, son hitos de suma importancia para la consolidación definitiva de la soberanía de Chile de la actual región de Magallanes Este artículo reflexiona sobre los riesgos de haber tenido esa tarea pendiente por tan largo tiempo.
The taking of possession of the Strait of Magellan on September 21, 1843, by Captain John Williams and the crew of the schooner “Ancud”, as well as the subsequent founding of Fort Bulnes on October 30th of that same year, are milestones of great importance for the effective consolidation of Chile’s sovereignty over the present-day region of Magallanes. This article ponders on the risks of having deferred this task for such a long time.
Desde el siglo XVI la jurisdicción de los territorios magallánicos ha estado asociada a la soberanía de Chile, primero como gobernación bajo el dominio hispano, y luego por la República. Incluso antes de la expedición de Pedro de Valdivia, en 1539, Pedro Sánchez de la Hoz recibió el título de “adelantado de Terra Australis”, cuando aún existía la creencia de que dicha Terra Australis, un supuesto continente del que se presumía su existencia desde tiempos de la antigüedad clásica, comenzaba en la ribera sur del estrecho de Magallanes.
Pero fue con Pedro de Valdivia, primer gobernador de Chile, y muy especialmente con Jerónimo de Alderete, que por Reales Cédulas, Chile y Terra Australis quedaron unidos en una sola jurisdicción. Prueba de lo anterior es que, a la muerte de Alderete, el siguiente gobernador, García Hurtado de Mendoza, envió al célebre piloto Juan Ladrillero a tomar posesión del estrecho de Magallanes, objetivo que cumplió en 15581.
Por lo anterior, Chile y Magallanes tienen una vinculación que se sustenta en una larga trayectoria histórica que al menos en la documentación de la corona hispánica no lleva a ninguna duda. Sin embargo, en la historia de la cartografía desde aquel siglo XVI no se hallan muchos buenos ejemplos para confirmar lo anterior.
Si bien en los Padrones Reales, como el del cosmógrafo Sancho Gutiérrez en 1551, identifican a Chile como aquel territorio poblado más cercano al estrecho de Magallanes, los mapas específicos de la gobernación, como el realizado por el cosmógrafo real, Juan López de Velasco en 1575, reconocido hasta hoy como el mapa más antiguo que se conserva, fija los límites de la llamada “Provincia de Chile” de norte a sur, en el desierto de Atacama y al sur del archipiélago de Chiloé, indicando que en el extremo sur se encuentran “Las provincias del estrecho”, como si fuesen otra realidad administrativa.
Lo mismo ocurre con el primer mapa impreso específico de Chile, el de Cornelio Wytfliet, publicado en Lovaina en 1597 con el título de “Chili Provincia Amplissima”, en donde replicando la idea de López de Velasco, fija el límite sur de la gobernación en los territorios que hoy comprendería el Archipiélago de los Chonos. Sin embargo, otro mapa de 1597, publicado por Barent Langenes bajo el título de Chile et Patagonum Regio, asocia a Chile y Magallanes, incluida la Patagonia en una sola representación, aunque demarcando ciertos límites territoriales administrativos inexistentes para dicha época.
Posteriormente en los mapas neerlandeses como el de Willem Blaeu publicado en 1630, titulado “Chili” y del cual existen varias ediciones, nuevamente se insistía en el límite meridional al sur del Archipiélago de Chiloé, pero en 1646 el mapa publicado por el jesuita Alonso de Ovalle, titulado Tabula Geographica Regni Chile, ampliaba la mirada de la gobernación, asociando la Patagonia, el estrecho y la Tierra del Fuego incluido el Cabo de Hornos a la jurisdicción del “Reino”, muy en sintonía con los títulos de la conquista hispana. En este caso, es posible que el origen de Ovalle, un criollo chileno nacido en Santiago de Chile, haya influido en cómo se veía el territorio y sus fronteras en aquel siglo XVII2.
Este mapa tuvo tal importancia que un destacado cosmógrafo como Nicolas Sanson d´Abbeville, geógrafo del rey de Francia, publicó en 1656 un mapa de Chile que se extendía hasta el estrecho de Magallanes, basándose en la publicación del referido jesuita.
Sin embargo, en la cartografía europea del siglo XVIII, se insistió en cierta autonomía de la región magallánica, incluida la Patagonia, como una peligrosa señal de que dichos territorios no estaban bajo jurisdicción administrativa hispana, y, por ende, susceptibles de ser anexados por alguna potencia extranjera.
Solo en la cartografía hispana había más claridad al respecto, tal como lo demuestra el célebre Mapa Geográfico de América Meridional de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla de 1775, quien sitúa los territorios del Reino de Chile al sur del país de los Pampas. Sin embargo, la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 puso en entredicho las jurisdicciones referidas en la carta anterior.
Así, se llegó hasta los tiempos de la independencia en donde para Chile no existía un riesgo de disputa territorial por el extremo sur de América con Argentina, país que aún se mantuvo en un complejo proceso de consolidación territorial por varias décadas, pero sí había un peligro latente de que los estratégicos pasos interoceánicos, el estrecho de Magallanes y el Cabo de Hornos, podían ser de sumo interés soberano para las potencias europeas, conscientes de la relevancia de dominar dichos espacios y con mapas que dejaban en evidencia la ausencia de toma de posesión efectiva en dichos territorios, tema clave en la política internacional de su tiempo, la famosa Res nullius, es decir, “cosa de nadie”.
Ahora bien, si los mapas del período colonial dejaron la puerta abierta a múltiples interpretaciones, un tema relevante para entender la soberanía sobre el estrecho de Magallanes tiene relación con las tomas de posesión, puesto que si bien los tratados, los mapas y los topónimos podían ser claves en consolidar reclamaciones soberanas, la toma de posesión efectiva pasó a ser la herramienta más poderosa de disuasión.
Ahora bien, valga sí recordar que todo lo anterior hay que entenderlo en el marco de una expansión europea que no reconocía en los pueblos originarios que habitaban el lugar como propietarios de los territorios, algo que desde nuestra perspectiva actual podemos identificar como una gran injusticia tomando en consideración de dichos habitantes podían llegar a tener historias milenarias en dichos espacios vitales para su subsistencia. Sin embargo, en la mentalidad de la época se entendía que las diversas potencias sí tenían potestad para dominar territorios e incorporar a la población local como futuros súbditos.
En el caso del estrecho de Magallanes, la primera toma de posesión europea se realizó por parte de Fernando de Magallanes el 11 de noviembre de 1520 en la Bahía de las Sardinas, hoy Fortescue3. Para entonces, aún no se producía lo que tradicionalmente se conoce como el descubrimiento de Chile y, por tanto, el episodio de Magallanes durante siglos no se asoció a un hecho que ocurrió en nuestro territorio nacional. Solo en tiempos más recientes, nuevas interpretaciones, como las que ha trabajado el destacado historiador magallánico Mateo Martinic, han propuesto mirar aquel descubrimiento del Estrecho como el punto de partida de un proceso que desembocó en la confirmación de lo que hoy es Chile, y entonces, la fecha de Magallanes ha cobrado fuerza porque bajo ese prisma se entendería que en el actual territorio de Chile el estrecho sería el primer eslabón, proceso que además se inició por la vía marítima4. Sin embargo, por muchos bríos que tenga esta hipótesis, de acuerdo a otras miradas, como la del recordado historiador y diplomático José Miguel Barros, el nombre de Chile vino desde el mundo andino y, por ende, es desde el norte que debemos hallar nuestros orígenes como país.
De todas formas, aquella toma de posesión de Magallanes cobró valor supremo, aunque para entonces no se fundó ningún asentamiento, ni menos aún, se dejaron colonos en el lugar. Tampoco en esa expedición se tomó contacto con habitantes locales, aunque ya se habían avistado “patagones” en la costa oriental atlántica, posiblemente aonikenk, y se habían observado las fogatas nocturnas en la ribera del estrecho, la “Tierra de los Fuegos” como inicialmente le llamó Magallanes, presumiblemente de habitantes selknam a quienes no avistaron.
Después de esta primera toma de posesión, otra expedición hispana pasó por el lugar, la de Jofré de Loaysa en 1526, y luego la de fray Francisco de la Ribera en 1540 quien, por encargo del obispo de Plasencia, pretendía colonizar la zona del estrecho, plan que fracasó antes de intentarlo por naufragio de la expedición. Solo una nave, la de Alonso de Camargo, logró cruzar el estrecho y arribar al Perú.
Pero años más tarde, tras el paso del corsario inglés Francis Drake por el estrecho en 1578, los españoles se dieron cuenta de que la antigua toma de posesión no era suficiente para asegurar el dominio y control del paso, por lo cual decidieron fundar por iniciativa de Pedro Sarmiento de Gamboa dos ciudades, “Nombre de Jesús” y “Rey don Felipe”, ambas establecidas con colonos en 1584, con el doble propósito de colonizar y hacer soberanía fortificada de aquel estratégico corredor austral5.
Sin embargo, el final de esta historia fue trágico, puesto que tres años más tarde las fundaciones no solo habían fracasado, sino que sus habitantes en su gran mayoría habían fallecido. Cuando el corsario inglés Thomas Cavendish encontró el lugar le llamó “Puerto del Hambre” por el pavoroso escenario que observó.
Tras esta toma de posesión efectiva, hubo intentos de otras potencias. Expediciones neerlandesas, francesas e inglesas incursionaron en el estrecho de Magallanes en los siglos XVII y XVIII, y aunque hubo casos en que las estadías se extendieron por varios meses, e incluso se tomó posesión oficial, como lo hicieron los franceses en 1699 en nombre de la Compañía del Mar del Sur, no hubo efectos sobre la soberanía hispánica6. Incluso circularon noticias a fines del siglo XVII de una supuesta colonia inglesa y donde incluso algunos mapas españoles recogieron la noticia, pero finalmente todo quedó en el ámbito de la ficción.
No obstante, una prueba de la precariedad soberana de España lo demuestran las razones que llevaron a realizar las expediciones de Antonio de Córdoba y Lasso en 1786 y 1788 al estrecho de Magallanes para realizar un levantamiento cartográfico del mismo. Era tal la ausencia de cartas hispanas fiables, que el estrecho era mejor conocido por las potencias extranjeras7.
Así se llegó a los tiempos de la guerra de independencia, en donde Magallanes era todavía una zona no colonizada por foráneos. Sin embargo, en Chile había plena convicción de que las regiones australes eran parte del territorio, por lo que no se dudó en establecer en el artículo tercero de la Constitución de 1822 que “el territorio de Chile conoce por límites naturales al sur, el cabo de Hornos"8, siendo este momento, de acuerdo con la interpretación de Bernardo O´Higgins, en que los pueblos originarios de la región magallánica se hicieron teóricamente ciudadanos chilenos9.
Las constituciones de 1828 y luego la de 1833 ratificaron dicho límite austral hasta el cabo de Hornos, sin embargo, persistía el problema que se arrastraba desde los siglos anteriores en cuanto a que no existía una posesión efectiva del territorio y, por ende, las declaraciones de principio no eran garantía suficiente para asegurar la soberanía en dichos territorios.
Además, la ciudadanía de las diversas etnias australes era solo una teoría que no tendría ningún efecto real si no se establecía un asentamiento urbano que asegurara la referida soberanía y, al mismo tiempo, sirviera de base para la incorporación de dichas etnias a la nacionalidad chilena.
Afortunadamente para el país, como se señaló anteriormente, Argentina estaba en un proceso complejo de conformación de una unidad nacional y, por tanto, las regiones australes, salvo las Malvinas, no fueron de su interés inicial, pero otras potencias vieron en Magallanes la oportunidad de concretar un asentamiento colonizador, tal como lo hizo Francia, que veía necesaria la instalación de una base en las islas Malvinas, en la Patagonia o en el estrecho, para apoyar su plan expansivo en el Pacífico10.
Sin embargo, pasaron muchos años hasta que finalmente el gobierno de Chile tomara plena conciencia de que realizar un asentamiento en Magallanes era una urgente necesidad. Las cartas que desde Perú escribía Bernardo O´Higgins al presidente Manuel Bulnes recordaban que no bastaba con declarar constitucionalmente nuestra soberanía austral sin una toma de posesión efectiva11. De hecho, 60 días antes de su muerte en 1842 escribía desde el Callao señalando que era vital “recabar del Congreso fondos pecuniarios para que sin perder tiempo hiciese colocar la primera piedra en la fundación de aquella tan precisa como importante colonia"12.
El 24 de octubre de ese mismo año fallecía O´Higgins en su exilio y hasta hoy perdura el relato de que sus últimas palabras fueron “Magallanes”, algo que parece ser bastante concordante con su principal preocupación a la luz de su correspondencia y de su propio testamento político escrito días antes de su fallecimiento, en donde aparece como punto prioritario “la colonización del estrecho de Magallanes"13.
Por todo lo anterior, la relevancia que cobra la toma de posesión del estrecho de Magallanes el 21 de septiembre de 1843 y la fundación del Fuerte Bulnes el 30 de octubre de aquel mismo año, es significativa puesto que apuntaba a reforzar de manera concreta la soberanía de Chile sobre dicha región siendo el Fuerte el primer asentamiento oficial de la República de Chile en el territorio magallánico.
Fue a instancias del presidente Manuel Bulnes que se había enviado la goleta “Ancud” el 22 de mayo de 1843 en dirección a estrecho donde tras una ardua travesía habían arribado a la Punta Santa Ana junto al Puerto del Hambre. Allí, el comandante de la goleta, Juan Guillermos, junto a parte de su tripulación, realizó el acta de toma de posesión en nombre del gobierno de Chile. En el diario de la goleta Ancud quedó testimonio de dicho momento:
“En cumplimiento de la orden del Gobierno Supremo, el día 21 del mes de Septiembre de 1543,el ciudadano capitán graduado de fragata de la marina nacional don Juan Guillermos, i asistido con el teniente de artillería don Manuel González Idalgo, el piloto segundo de la Armada Nacional don Jorge Mabon, el naturalista prusiano voluntario don Bernardo Philippi, i el sarjento 2° distinguido de artillería don Eusebio Pizarro, que actúa de secretario con todas las formalidades de costumbre, tomamos posesión de los Estrechos de Magallanes i su territorio en nombre de la República de Chile a quien pertenece conforme está declarado en el artículo 1°de la Constitución Política, i en el acto se afirmó́ la bandera nacional de la República con salva general de veintiún tiros de cañón"14.
Increíblemente, al día siguiente apareció una fragata francesa, la Phaéton, cuyo comandante constató la toma de posesión, pero no la reconoció por no tener instrucciones de su gobierno al respecto.
Semanas más tarde y tras un reconocimiento más detenido del estrecho, se optó por fundar el Fuerte Bulnes el día 30 de octubre. Tal como lo recuerda el propio Guillermos,
“Aproveché este día para el bautizo del fuerte. Con este fin hice bajar a tierra toda la gente que componía la expedición para celebrar el acto. A las 6 P. M. estaba todo listo, enarbolé el pabellón nacional de la República al primer disparo i siguió́ salva general de veintiún cañonazos. Sirviendo de padrinos: Intendente Comandante General de la provincia de Chiloé́, don Domingo Espiñeira, representado por el capitán i dueño del bergantín N.A. Sapewing de Nueva York, don Cristóbal Lozada. Al primer disparo del cañón lo bautizaba en nombre de la República de Chile i lo nombraba Fuerte Bulnes; en el acto rompí́ una botella de vino chileno sobre la muralla del Fuerte acompañado con los más entusiastas vítores de los presentes. La salva era contestada por el bergantín N. A. Sapewing con igual número de disparos, i más tarde por la goleta Ancud. Hice repartir dos raciones de vino a cada uno.
Así se cerraba un largo capítulo de la historia magallánica colonial, con una toma de posesión efectiva, iniciándose con ello una etapa que tendría en pocos años un momento vital como sería el traslado del fuerte a un nuevo emplazamiento en Sandy Point, dando origen a fines de 1848 a la ciudad de Punta Arenas, corazón de Chile en el mundo austral.
Bibliografía
1. https//www.cultura.gob.cl
2. https//www.issa.int/
Hasta la toma de posesión del Estrecho de Magallanes, realizado por orden del Gobierno de Chile el 21 de septiembre de ...
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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