Por Revista de Marina
Mateo Martinic Beros, nació en la ciudad de Punta Arenas, el 20 de octubre de 1931. Es abogado y académico, dedicando gran parte de su vida a investigar y difundir el patrimonio histórico de la región de Magallanes. Su extensa obra supera los 500 títulos entre libros, monografías, estudios, ensayos y artículos en revistas especializadas del país y del extranjero. Entre sus galardones están; Premio Nacional de Historia (2000), Doctor Honoris Causa por la Universidad de Magallanes (2001) y Premio Bicentenario (2006).
La respuesta es doble. Si consideramos el acontecimiento como chilenos, la conmemoración es de la máxima importancia por cuanto con el periplo histórico de Fernando de Magallanes, en cuyo transcurso tuvo ocurrencia el hallazgo del paso interoceánico que después llevaría su nombre, se pudo revelar para el conocimiento de nuestra cultura occidental el primer territorio que integraría después al futuro Chile, poniéndolo, en consecuencia, en la geografía planetaria y en la historia de la humanidad.
Ahora bien, si la consideración la hacemos como miembros de la gran comunidad humana, la conmemoración de ese acontecimiento es, también, de la mayor relevancia pues con el desarrollo y feliz culminación del memorable viaje la humanidad pudo tener ya sin duda alguna la certidumbre de la esfericidad del planeta, más aún la de su mayor dimensión respecto de lo que con anterioridad se pensaba y, no menos importante, de la noción primera de la proporción de tierras y océanos en su configuración superficial. Eso en cuanto al juicio de los contemporáneos, porque para la posteridad representó el inicio de una nueva era en la historia que hoy denominamos con el concepto de globalización. Ciertamente una doble razón para conmemorar.
Magallanes legaría con su admirable empresa náutica un ejemplo de determinación, al concebir y llevar adelante una empresa ciertamente temeraria para su época, de firmeza y coraje anímico para sobrellevar los avatares por los que pasó la misma, y de valor para enfrentar sus dificultades. Pero asimismo son dignas de reconocimiento su ciencia y su competencia como navegante y su capacidad de mando como jefe superior.
El afortunado hallazgo geográfico reveló la posibilidad de navegar desde el Atlántico al Pacífico a través de un paso transcontinental por el Nuevo Mundo abriendo así una ruta novedosa que permitía a Europa acceder a las riquezas legendarias del Oriente extremo, cuyo aprovechamiento económico importaba de modo fundamental a sus sociedades entonces en plena transformación. El mero hallazgo, sin embargo, no hizo del Estrecho un paso marítimo de utilización inmediata, pues la latitud meridional extrema de su situación y las dificultades propias de mares y tiempos para su navegación se revelaron poco propicias tras los viajes que siguieron al de Magallanes, circunstancias que aminoraron la primera impresión favorable acerca de su utilidad y practicidad para la navegación ultramarina.
Ya se ha contestado en la parte inicial de la primera respuesta, pero se reitera: con su hallazgo afortunado Magallanes puso a Chile en la Geografía y en la historia de la humanidad. Con él no hay duda principia nuestra historia nacional al darse a conocer tierras, aguas, ambientes y población originaria que a poco andar quedarían integrados en el concepto del país y la nación chilenos.
Hecho clave y determinante por lo que queda dicho precedentemente, pero también porque su realidad geográfica y su noción de paso marítimo interoceánico fueron un factor esencial en el pensamiento y decisiones fundacionales del capitán Pedro de Valdivia, el de dar forma a una entidad diferenciada en el conjunto de los dominios americanos de España. En el tiempo histórico esa validación temprana fue compartida siglos después por Bernardo O´Higgins, el libertador de Chile y organizador del nuevo estado republicano, cuando en sus años de exilio meditó sobre la importancia del Estrecho como hecho geográfico condicionante para su seguridad y desarrollo y para el bienestar de sus habitantes, y recomendó insistentemente la necesidad de proceder a su dominio efectivo y a la colonización de sus territorios. Una doble y compartida visión geopolítica digna de recordación la de las dos figuras máximas de nuestra historia nacional.
La Armada Nacional ha cumplido un papel históricamente trascendente por la comprensión que institucionalmente ha demostrado tener acerca de la importancia variada del estrecho de Magallanes para Chile, comprensión ampliada y sostenida respecto de la extensa región meridional del continente americano, de sus espacios marítimos adyacentes y, allende el mar de Drake, de las tierras y aguas antárticas. Una comprensión calificada por la intervención decisiva de sus hombres y medios en acciones fundamentales como la posesión efectiva del territorio, la consolidación de su poblamiento colonizador y su evolución en progreso, civilizador, la defensa de los derechos nacionales en la inmensidad del ámbito austral, la preocupación por el conocimiento de su hidrografía y por ende para la seguridad de la navegación de las aguas interiores, y, por fin, para la valoración y mejor conocimiento de su inmenso patrimonio natural especialmente al referido a sus espacios marítimos.
El hecho de haber todavía islas innominadas (o impropiamente nombradas) es una oportunidad feliz en el contexto de la conmemoración que enfrentamos, para hacer una merecida recordación de las figuras de algunos compañeros de Magallanes olvidados o injustamente preferidos por la historiografía. Me refiero a Francisco Albo, el piloto de la nao capitana Trinidad al que se debe el primer testimonio técnico de la navegación por el Estrecho y responsable asimismo de acciones específicas en su transcurso; luego a Andrés de San Martín, cosmógrafo y como tal hombre de ciencia y experiencia que, así lo creemos dada su comprobada relación con Américo Vespucio, el precursor de Magallanes, supo trasmitir sus conocimientos e ideas inspiradoras que tanto sirvieron al lusitano para el planteamiento y desarrollo de su genial empresa marítima descubridora; y por fin a Joao Carvalho, o Juan Carvallo si se prefiere, hombre leal a toda prueba a Magallanes, elegido para acciones concretas de trascendencia ocurridas durante el viaje. Sus nombres merecen ser recordados y perpetuados en topónimos del estrecho, asociados al del gran cronista Antonio Pigafetta, otro hombre leal al ilustre marino portugués y, como los otros, ciertamente copartícipe de su histórica hazaña.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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