- Fecha de publicación: 01/06/2008.
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PÁGINA MARINA
L
a octogésima primera conme -
moración del homérico combate
naval de Iquique del 21 de mayo,
coincidió inevitable e inexplicablemente
con un devastador terremoto. El violento
movimiento telúrico sorprendió a todos
ese día, justo en la hora en que en la Base
Naval de Talcahuano los marinos empe
-
zaban a levantarse y alistarse para parti
-
cipar en las ceremonias de celebración,
desfiles, cóctel, cena y baile. En ese instante, la Fragata “
Cova -
donga” navegaba entrando por la Boca
Chica, frente a la isla Quiriquina. Venía a
Talcahuano a urgentes reparaciones, con
sus mamparos del departamento de cal
-
deras firmemente apuntalados y con su
casco averiado e impermeabilizado con
cuñas con cebo de cordero y cajones de
cemento, después de sufrir una severa
varada en los canales del sur. Justo a esa
hora, su Comandante, Reinaldo Roepke,
se afeitaba cuando sintió un fuerte golpe
en el casco de su buque. ¡Ah diablos,
volví a vararme!, exclamó.
El Oficial encargado de los diques
debía acudir de inmediato a verificar si
habían sufrido daño las compuertas, las
sólidas y pétreas paredes interiores y la
estructura de acero de los buques. Con el
suelo aún moviéndose, procedió a ves
-
tirse rápidamente, afirmada la espalda
a la pared para no perder el equilibrio
y acudir lo más pronto posible a revisar sus diques y buques en reparaciones.
Ante el llamado del deber, dejó a su
familia en casa y partió raudo al astillero
en su vieja camioneta Austin, transfor
-
mada en automóvil. Apresuradamente
la dejó cerca de un muro, pero oportu
-
namente la sacó de esa riesgosa posi
-
ción, salvándose así, casi por milagro,
de quedar sepultada al derrumbarse la
agrietada e inestable pared.
Procedió a inundar el dique seco N
o
2 que estaba vacío. En el dique seco N o 1
estaba el AP “Piloto Pardo” con algunas
válvulas de casco en reparación y algu
-
nas planchas del sector de proa en pro
-
ceso de renovación. Procedió a ordenar
que se armaran las válvulas y se cubrie
-
ran las partes abiertas del casco, con
planchas provisoriamente apernadas,
para dejarlo en condiciones de ponerlo a
flote, en caso que los movimientos telú
-
ricos arrecieran.
Era para él un espectáculo increíble
y de una peligrosa atracción, observar
como el nivel del mar bajaba y subía
de 2 a 5 metros en cosa de minutos. En
dos ocasiones el mar sobrepasó la altura
de la compuerta del dique seco N
o1,
entrando como un torrente a su interior. Los que se encontraban allí, sin
experiencia en maremotos, ignoraban el
peligro que el nivel del mar continuase
subiendo más y más sobrepasando sus
cabezas, dejándolos atrapados y con el
Carlos Quiñones López*
EL TERREMOTO DEL 21 DE
MAYO DE 1960
* Contraalmirante. ING.NV.M.Sc.MIT. Preclaro Colaborador, desde 1983.
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riesgo de morir ahogados, por no dispo-
ner del tiempo sufi ciente para correr los
500 metros que los separaban de la zona
segura más cercana.Cuando revisó el casco del AP
“Piloto Pardo ” lo encontró aparente-
mente bien. Sin embargo, en la inspec-
ción en dique que efectuara al regreso
de la Expedición a la Antártica en abril
del año siguiente, constató la presen-
cia de varias abolladuras regularmente
espaciadas en el fondo del casco, jus-
tamente donde el año anterior habían
estado las camadas, que lo golpearon
fuertemente el día del terremoto. Mientras él cumplía sus obligacio-
nes profesionales, su esposa y sus dos
hijos, se asilaban, junto a otras fami- lias, en el Fuerte Borgoña de la Infante-
ría de Marina.
Recordando que tenía en casa guar-
dados los implementos para preparar
asados a la parrilla, pensó en la conve-
niencia de ir rápidamente a Talcahuano a
comprar un saco de carbón, porque pre-
veía que habría un corte general de gas
y no habría con que cocinar. La idea fue
excelente, porque solucionó además, el
problema de los vecinos que no tenían
dónde ni cómo preparar una olla con
agua hirviendo. El día siguiente, 22 de mayo se
sufrió el movimiento sísmico más fuerte
conjuntamente con el maremoto más
violento que registra nuestra historia,
abarcando las latitudes 37˚ al 45˚ sur, des-
truyendo gran parte de Puerto Saavedra,
Valdivia y puertos de Chiloé. Cuarenta y cinco años después, el
2005, cuando observó por televisión el
maremoto de Indonesia, tuvo la sensa-
ción de revivir la tragedia del maremoto
del 22 de mayo de 1960 y sopesar las
funestas consecuencias que pudo origi-
narle la imprudente decisión de perma-
necer estático junto a la compuerta del
dique secó N˚ 1, mientras las mareas
subían y bajaban rápidamente. A Dios
gracias, no subieron lo sufi ciente para
cogerlos y llevarlos mar adentro entre
fuertes corrientes y turbulentas aguas.
* * *
Estragos ocasionados por el terremoto del 22 de mayo de 1960.
EL TERREMOTO DEL 21 DE MAYO DE 1960
Personal naval presta apoyo humanitario a los damnifi cados del sismo de mayo de 1960.
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