Por Daniel García Flores
Como la vida, la carrera naval conlleva estudios, dedicación, desafíos, aventura y ciertamente obstáculos, pero igualmente camaradería, alegrías y satisfacciones. Aunque la culminación es lograr el grado máximo del escalafón, el orgullo no debe transformarse en presunción, pues nunca debemos olvidar a superiores, camaradas y subordinados, unos con rigor o benevolencia, otros con amistad y aprecio, pero finalmente ellos escoltaron el derrotero del Suboficial Mayor de la Armada, por lo que podemos pregonar que este servidor nunca navega solo.
Like life, a naval career entails education, dedication, challenges, adventure, and obstacles, but also comradeship, joys, and satisfactions. Although the pinnacle of our career is to reach the highest rank, pride should not turn into arrogance, because we must never forget our superiors, mates, and subordinates. Indeed, we remember them with rigor or benevolence, others with friendship and affection, but finally they set the course of the Chief Petty Officer of the Navy, so we can proclaim that this sailor never sails alone.
Al investigar sobre el grado y la carrera del Suboficial Mayor en nuestra Armada, tuve que retroceder en el tiempo, hasta los inicios de la Guerra del Pacífico, en los días previos al Combate Naval de Iquique. Por eso, los invito a rememorar las unidades de la escuadra de esos días, y más específicamente, pasar revista a la dotación de la gloriosa corbeta Esmeralda.
Costaba en esos días completar las dotaciones de las unidades. Debido al modo de vida y las escasas comodidades a bordo, no eran las mejores ni las más atractivas para tentar a las personas, en que las duras condiciones existentes modelaban en el hombre de mar un carácter y un temple particular. Sin embargo, la vida en general en esos días era difícil, en donde la religiosidad y fatalismo se alternaban en una sociedad en la cual la esperanza de vida eran más allá de los 30 años de edad.
Por lo regular, gran parte de la dotación se enlistaba desde la vida civil, con contratos por uno o dos años, siendo la excepción los oficiales de guerra que provenían de la Escuela Naval o que se habían formado en sus inicios como cadetes del Ejército Nacional. Podemos encontrar dentro de una dotación estándar las siguientes categorías:
O Oficiales de Guerra: tenían a su cargo la conducción y operatividad de la nave.
O Oficiales Mayores: provenientes en su totalidad de la vida civil, eran los ingenieros, contadores, cirujanos y pilotos.
O Oficiales Artilleros de Marina: provenían del Ejército y tenían bajo su mando la Guarnición de Artillería de Marina embarcada.
O Oficiales de Mar: de primera y segunda clase, eran los tripulantes con mayor oficio en sus respectivas especialidades.
O Cabos de Mar: de primera y segunda clase, en estos grados encontramos a los capitanes de alto, patrones de bote, guardianes, despenseros, cabos de cañón y herreros, por citar algunos.
O Marineros y Grumetes: jóvenes casi niños que se enrolaban para formarse como hombres de mar.Algunos miembros de la marinería. Provenían de la Escuela de Aprendices de Marineros, mientras otros se contrataban de la Marina Mercante o provenían directamente de la vida civil.
O Artilleros de Marina: en los buques de la escuadra de aquella época, la tripulación y también gran parte de la oficialidad tenían una formación más bien técnica y marinera que castrense, por lo que en gran medida el sello militar lo imponía la guarnición de artillería de marina, regimiento embarcado cuya formación y procedencia era del Ejército Nacional.
Los Oficiales de Mar
Quisiera ahora que fijemos nuestra atención en los oficiales de mar, los cuales hacia el año 1879 estaban asimilados para efectos de jerarquía y sueldos a los sargentos del Ejército, siendo estos los antecesores directos de los actuales sargentos y suboficiales navales.
Se dividían en oficiales de primera y segunda clase, y correspondían a los condestables, contramaestres, veleros, maestres de víveres, sangradores o calafates algunos de los componentes de esta categoría.
¿Pero quiénes eran realmente? En general gente de mucho oficio en sus respectivas especialidades, formados sobre las cubiertas y que se enlistaban provenientes de la marina mercante, barcos loberos, pesqueros, estibadores del puerto o incluso navegantes de diversas nacionalidades que habían quedado en algún puerto chileno al abandonar, por las más variadas razones, los barcos en los cuales habían navegado.
Estos hombres eran en general muy apreciados por sus superiores debido a sus conocimientos y experticia marinera, asi como también, poseían gran ascendencia sobre la marinería, por ser muy avezados y dispuestos. Los oficiales de mar además de realizar las labores técnicas más complejas, eran los encargados de la instrucción de los neófitos. Llama la atención lo jóvenes que eran en esos tiempos:
o El contramaestre Micalvi tenía 26 años.
o El contramaestre Equabil bordeaba los 30 años.
o El ayudante de condestable Mattos tenia 34 años.
o El maestre de señales Carrasco tenia 35 años.
o Y no olvidemos al fiel Sargento Artillero de Marina que acompañó a su comandante a la inmortalidad, Aldea, de tan sólo 26 años.
La instrucción que realizaban los Oficiales de Mar se basaba principalmente en las artes de la navegación, maniobras artilleras, combate individual, manejo de fusil, maniobras veleras y toda otra serie de destrezas que transformaban a la joven dotación en marinos de guerra.
Un hecho casi desconocido es que antes y durante la guerra se mantuvieron a bordo de las unidades de la escuadra escuelas de primeras letras, donde los más aventajados (oficiales de guerra, oficiales mayores y los mencionados oficiales de mar) enseñaban a leer, escribir y repasar las principales operaciones aritméticas. Esto no solo elevaba el nivel cultural de las tripulaciones, sino que también mantenía una actividad que distraía del hastío, para que el ocio y hacinamiento no generasen distracción, riñas u otros tipos de pendencias.
En los años posteriores a la Guerra del Pacifico comienza la adquisición de modernas unidades de superficie. En consecuencia, el avance tecnológico crea la necesidad de contar con especialistas en diversas áreas, comenzando así una nueva regulación en los escalafones, estandarización de grados y el inicio a una carrera naval, naciendo así en el personal los sentimientos de permanencia y pertenencia a la Armada.
Las nuevas reformas institucionales dispusieron en el año 1888 que cambie la denominación de oficiales de mar por la de sargentos de mar. Posteriormente y con el aumento en los años de servicio, situamos el año 1893 como el de la creación del grado de suboficial naval, con las denominaciones de suboficiales segundos y primeros, con prerrogativas y funciones bien definidas.
Los cambios en las vestimentas y la reubicación de distintivos de grados y especialidades en los uniformes es lo más característico de la siguiente década.
La creación del grado
En 1924, el Alto Mando Naval de la época, consciente de la importancia de una nueva regularización y reglamentación acorde a los tiempos y con el objeto de poder distinguir al personal que poseía la mayoría de años de servicio en la Armada, dispuso la confección del cuadro de equivalencia de plazas, en el cual las denominaciones de “Mayor” que ostentaban por ejemplo el torpedista mayor, practicante mayor, señalero mayor y maquinista mayor, grados inmediatamente superiores al de suboficial primero, pasan a denominarse como Suboficial Mayor, manteniendo el distintivo de su respectiva especialidad en las solapas de su uniforme.
Posteriormente, en el Boletín Oficial de la Armada Nº 6, de fecha 5 de febrero de 1925, se publica el extracto de la resolución en donde se asciende a los primeros trece suboficiales mayores de la Armada, un torpedista, dos electricistas, cinco maquinistas y cinco maestres de víveres, de los cuales y conforme al Estatuto de las Fuerzas Armadas, sería el Suboficial Mayor Torpedista señor Juan Bautista Orellana Zapata el más antiguo y por ende el primero en la Marina en hacerse acreedor a dicho grado.
Paralelamente, los ya mencionados artilleros de marina también sufrieron modificaciones en su carrera, pasando con el tiempo a depender plenamente de la Armada, con los respectivos cambios de funcionalidad, denominación, uniformes y estandarizaciones de grados. Sin embargo, no es hasta el año 1964 cuando pasarían a denominarse definitivamente Infantes de Marina.
Desde esos orígenes y hasta el día de hoy, los distinguidos Suboficiales Mayores de la Armada cumplen las más diversas tareas, funciones y comisiones en beneficio de nuestra Institución, como hombres con vasta experiencia en los diferentes ámbitos de la carrera naval y como el fiel reflejo de las nuevas generaciones de marinos que visualizan en ellos los conceptos y virtudes de honor, fortaleza, lealtad, cumplimiento del deber, patriotismo, sacrificio y entrega incondicional. Jefes, oficiales y dotaciones reconocen en estos hombres sus valiosos servicios a la Armada y al país.
Es por esto que la Armada, sabedora de que en las grandes hazañas de la guerra naval, como así mismo en el diario devenir a bordo como en tierra, no hay cabida para las improvisaciones, y considerando que el arrojo, sacrificio, patriotismo y cumplimiento del deber demostrado por las dotaciones chilenas en el Combate Naval de Angamos son un ejemplo a seguir, dispone se establezca por resolución de la Comandancia en Jefe de la Armada de fecha 28 de agosto de 1972, el día 8 de octubre de cada año, como “el día del Suboficial Mayor de la Armada”.
El sable naval
“No me desenvaines sin razón, ni me envaines sin honor.” Con esta frase es dable destacar otro hito importante en la carrera del Suboficial Mayor de la Armada. Era el año 1993, cuando el entonces Comandante en Jefe de la Armada, Almirante Jorge Martínez Busch, conocedor de las cualidades de sus viejos lobos de mar, dispuso las modificaciones reglamentarias pertinentes para que, a partir del mencionado año, los Suboficiales Mayores reciban al ascender, el sable naval, símbolo y emblema que representa el mando a quien lo porta y que, de manos de sus respectivas esposas, madres o hijas reciben en emotivas ceremonias.
Qué significativo momento, porque recordemos que estos hombres de mar no navegan solos, pues son sus esposas y compañeras quienes duplicando roles han sabido de rigores, desvelos y ausencias, pero también han compartido alegrías y satisfacciones. Por esto, estoy seguro de que cuando entregan el sagrado símbolo, comparten el orgullo del que lo recibe, sabedoras de que, en gran parte, es mérito también de ellas.
El personal femenino en la Armada
La Armada, consciente de que por décadas las mujeres han servido y enaltecido el nombre de la Institución, dispone el ascenso de la primera mujer en ostentar el grado de Suboficial Mayor, recayendo el honor en la Suboficial Mayor Sanidad Naval, Sheila Pozo Gaz, quien fue investida un día 27 de diciembre de 2016 frente a su familia y las gallardas y orgullosas dotaciones de la Academia Politécnica Naval.
Otros hitos importantes
Otro hecho significativo ocurrió el año 2013; por disposición del Almirante Edmundo González Robles, a la sazón Comandante en Jefe de la Armada, se crea el cargo de Condestable Mayor de la Armada, función que sería desempeñada por el Suboficial Mayor más antiguo, con la tarea y propósito de apoyar la gestión de mando del Comandante en Jefe, a su nivel, recayendo este privilegio en el Suboficial Mayor Daniel García Flores, dejando una vez más de manifiesto, lo importante que es para la Institución el destacar a su personal.
El presente
Hoy la historia de los Suboficiales Mayores en la Armada se sigue construyendo día a día. Por esto, la figura, presencia y gallardía de estos servidores la podemos distinguir en cubiertas, destacamentos o reparticiones a lo largo y ancho de todo el país, en ocasiones en solemnes y emotivas ceremonias, otras en múltiples tareas de la Armada, en apoyo a la comunidad o como parte del despliegue ante las diversas situaciones o catástrofes naturales que han afectado nuestro país, destacándose las misiones de paz, simposios navales, ejercicios RIMPAC o UNITAS, entre otros, han sabido de la calidad profesional y personal de los Suboficiales Mayores que nos han representado.
En consecuencia, el desafío para ellos es permanente, no solo para hacer honor al legado que representan, sino también en el ámbito de la asesoría al Mando, con las cada vez más diversas situaciones que enfrenta nuestro personal por los cambios propios de la sociedad actual, lo que en ocasiones se enfrenta con el compromiso de servicio a la Patria. Si bien el reto es mayor, más tenaz e incansable debe ser el compromiso de promover e incentivar los valores y virtudes navales, ya que deben ser y sentirse los guías de las dotaciones más nóveles de esta Marina de todos los chilenos. Y porque es de todos, Suboficiales Mayores, siéntanse respaldados por las generaciones que los antecedieron y por quienes los acompañan hoy en su derrotero, teniendo presente que el Suboficial Mayor en la Armada, nunca navega solo.
Bibliografía
- Museo Naval y Marítimo de Valparaíso, La Dotación Inmortal 3º edición, abril 2006.
- Boletín Oficial de la Armada Nº 6 del 12 de febrero de 1925, pags. 43 al 45 y pag. 47.
- Boletín Oficial de la Armada Nº 36 Parr. 547, del 08 de septiembre de 1972.
- Boletín Oficial de la Armada Nº 28 del 13 de julio de 2012.
- Fotos: Repositorio digital del A.B.H.A. y archivos DIRECOM.
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Año CXXXIX, Volumen 142, Número 1002
Septiembre - Octubre 2024
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